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El Papa pide oración por ellos.

 

Lo que sucedió en Lampedusa la semana pasada donde naufragó una embarcación con cientos de inmigrantes africanos que querían llega a Italia, es la punta final de una cadena que comienza en los campos de África.

 

migrantes a lampedusa

 

De alguna manera, quienes llegan a estar cerca de divisar una costa europea son quienes sobrevivieron a un periplo peligroso que se traga a muchos de ellos. Es que si bien Lampedusa es un problema que debe solucionarse, la tragedia comienza desde antes, en el precario mercado de trabajo africano.

EL PAPA FRANCISCO ACONGOJADO POR EL NAUFRAGIO DE LAMPEDUSA

El Papa Francisco ha calificado de “vergüenza” el naufragio registrado cerca de la isla italiana de Lampedusa. Más de un centenar han muerto y centenares permanecen desaparecidos. Precisamente, el Pontífice visitó la isla en julio para rendir homenaje y apoyo a todos los inmigrantes que tratan de llegar al primer mundo a través del mar. Supervivientes aseguran que tres barcos pasaron de largo sin socorrerles.

 “Hablando de paz, hablando de la inhumana crisis económica mundial, que es un síntoma grave de la falta de respeto por el hombre, no puedo no recordar con grande dolor las numerosas víctimas del ulterior trágico naufragio ocurrido este jueves en Lampedusa, que es una vergüenza”, ha indicado el Pontífice durante un encuentro con los participantes del Congreso Internacional con motivo del 50º aniversario de la encíclica Pacem in terris de Juan XXIII.

Además ha pedido,

“rezar juntos por quienes han perdido la vida; hombres, mujeres, niños y por los familiares y por todos los refugiados” y ha invitado a “unir los esfuerzos para que no se repitan tragedias similares” ya que “sólo una decidida colaboración de todos puede ayudar a prevenirlos”.

EL FIN DE UNA CADENA

Los desembarcos en las costas italianas son un escenario de una de las rutas migratorias a lo largo de la cual millones de africanos se desplazan cada año. Casi siempre empiezan desde el campo, donde vive la mayoría de la población del continente, y se dirigen a la ciudad.

Según ONU-Hábitat, la agencia de Naciones Unidas para los asentamientos humanos, el africano es el continente de más rápido proceso de urbanización en el mundo, a este ritmo, en el 2050 el 60% de los africanos vivirán en ciudades y para el año 2030 la población urbana de África subsahariana se habrá duplicado.

Mientras tanto, sin embargo, los sectores modernos de la economía apenas crecen, la falta de trabajo se establece en los centros urbanos, donde muchos migrantes viven de su ingenio y las actividades del sector informal concentrandose en los barrios pobres. 

África de hecho, también tiene la poco envidiable distinción de ser el continente con el mayor número de personas que viven en barrios pobres: más de 200 millones, lo que equivale a alrededor de un quinto de la población total.

Así nace el proyecto de emigrar a otros países y otros continentes en busca de trabajo o de una vida mejor. Es el fenómeno de los refugiados económicos, llamados así para distinguirlos de los emigrantes que huyen de regímenes represivos y de conflictos.

Gran parte de estos últimos no logran trascender las fronteras nacionales – son desplazados – o finalizan su viaje en los países vecinos, en algunos campamentos de refugiados. Por ejemplo los establecidos en la República Democrática del Congo en 1994, para dar la bienvenida a los hutus que huían de Ruanda tras el genocidio de los tutsis, que acogieron a más de dos millones. Mientras que el campo de refugiados de Dadaab, en el norte de Kenia, en la actualidad el más grande del mundo, atiende a cerca de medio millón de refugiados, casi todos los somalíes.

LAS RUTAS MIGRATORIAS

Una de las rutas migratorias más seguida es la que va desde el Cuerno de África (Somalía, Etiopía, Yibuti y Eritrea) a Yemen. Para llegar a este país, los inmigrantes se enfrentan al peligroso viaje a través del Golfo de Adén transportados por traficantes que, para evitar la guardia costera, los obligan a saltar al agua a menudo a una distancia considerable de tierra, porque lo que muchos mueren ahogados o devorados por los tiburones donde las aguas están infestadas.

A pesar de los altos riesgos, durante seis años, el número de llegadas va en aumento. En los primeros seis meses de 2013 han entrado en el país más de 46.000 africanos. En 2012 llegó a la cifra récord de 107.000 entradas. En 2011 habían desembarcado 103.000.

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados estima que desde 2006 han cruzado el golfo de Adén, en Yemen, casi medio millón de inmigrantes, la mitad de los cuales son somalíes que son reconocidos automáticamente como refugiados. Recientemente, sin embargo, ha ido en aumento el número de inmigrantes de Etiopía este año, por primera vez, superaron a los somalíes, que constituyen aproximadamente el 84% del total.

Una vez en tierra, los recién llegados, a menos que haya alguien esperando por ellos, están confinados en campamentos donde esperan meses para que alguien cuide de ellos. Otros, con mayor frecuencia, son secuestrados con fines de chantaje o extorsión. Y otros terminan en manos de traficantes que los obligan a trabajar en condiciones de esclavitud. En abril pasado, las autoridades del norte de Yemen han liberado a 1620, incluyendo 62 niños.

Según Médicos sin Fronteras, MSF, en casi todos se encontraron signos de tortura, maltrato físico y violencia sexual. A algunos incluso les fueron arrancadas uñas o cortada la lengua. Muchos; a causa de las malas condiciones de vivienda y las condiciones de trabajo, sufrían de neumonía, malaria, dengue y otras enfermedades graves.

En los centros de tránsito, donde se detienen los africanos que pretenden migrar desde Yemen a Arabia Saudita, la situación no es mucho mejor:

«Estamos muy preocupados por el futuro de miles de migrantes desamparados en Yemen y, en particular, de Haradh, con una asistencia muy limitada», explica Tarek Daher, coordinador general de MSF en Yemen.

Los que por alguna razón no pueden cruzar la frontera tarde o temprano se encuentran sin medios de subsistencia,

«Están agotados, después de muchos intentos de cruzar la frontera, y sin recursos, la mayoría de ellos pidiendo limosna en calles de Haradh. Tratan de sobrevivir, y no tienen vivienda digna, saneamiento o comidas regulares».

El destino más desesperado le toca a los que son repatriados. Para los eritreos es casi el equivalente a una sentencia de muerte.

Fuentes: La Nuova Bussola Quotidiana, Signos de estos Tiempos

 

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