Mama Candelaria, Canducha, Candila, Mesticita hermosa, Morena cachamoza, Mamita del Socavón… muchos títulos se le da a la Virgen de la Candelaria que ha sido venerada en Oruro desde que apareció pintada en un fresco del Socavón; se convirtió en patrona de los mineros y no quiso marcharse tampoco cuando fue restaurada y trasladada al altar. Desde su allí agradece con amor la devoción que sus hijos expresan con baile y folklore.
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Desde el año 1789 se tiene evidencia de la existencia de un cuadro, de mérito artístico, representando a la Virgen pintada sobre un muro que circundaba un solar abandonado en los extramuros de la ciudad de Oruro, contiguo a las colinas denominadas Pie de Gallo y Tetilla, que en la época eran asientos mineros de gran riqueza. También queda desde entonces el recuerdo de un milagro.
Este episodio dio origen a la famosa advocación de la Virgen del Socavón.
LA VERSIÓN DE LA APARICIÓN DE LA VIRGEN
La versión relativa a la aparición de la Virgen del Socavón – matizada de romanticismo y drama – la encontramos en la Novena compuesta en honor de la Protectora, por el cura Emeterio Villarroel y publicada a fines del siglo XIX. El personaje central es Anselmo Berlamino, apodado el “Nina-Nina” y pretendiente de Lorenza Choquiamo, una beldad india, hija de un comerciante de mediana fortuna llamado Sebastian Choquiamo.
De Anselmo Berlamino, dice aquella pieza eclesiástica, “en los anales de aquellos tiempos se puede compulsar el terror pánico que llego a inspirar en estas comarcas el famoso bandido “Nina-Nina”, especie de monstruo que perpetraba robos con la mayor audacia y la mas astuta sangre fría. Este asesino no pudo ser tomado por la policía y ni los premios que la autoridad ofrecía por su cabeza, ni las diversas partidas que se organizaron contra él, ni las celadas que se le tendían; tuvieron un resultado favorable”
El sábado de Carnaval de 1789, “Nina-Nina” planificó huir con su prometida Lorenza (que atendía el almacén de su padre en las inmediaciones del Conchupata) ante las negativas de su padre podara acceder al noviazgo, enterado como estaba de su mal de vivir.
“Nina-Nina”, devoto como era de la Virgen de la Candelaria, previamente acudió a un solar de la parte más alta de la ciudad, como era habitual en él, para encender dos cirios a la imagen, entonces ignorada por el común de las gentes.
Alrededor de las 7 y media de la noche, encaminó sus pasos hacia el almacén de los Choquiamo. Cuando ejecutaban el plan de la huida, fueron sorprendidos por el padre que retornaba al hogar.
Desfalleciente el “Nina-Nina” fue conducido por una joven hermosa al hospital de la Villa, encargando se le prodigaran las mejores atenciones y que llamaran al señor cura. Luego desapareció súbitamente como por encanto después de dar su bendición al agonizante y hablarle al oído cortas palabras.
En esta narración entra lo histórico, cuando el autor de la Novena, sostiene que el párroco de Oruro Carlos Borromeo Mantilla en ese año de 1789, “recibió confesión del paciente, quien en esos supremos momentos de agonía y teniendo aún clavada en la garganta su propia daga, expuso que él era devoto de una Virgen de la Candelaria que existía en un solar abandonado de la ciudad, y a cuya imagen dedicaba todos los sábados una vela; que él era Anselmo Berlamino alias el “Nina-Nina” y estando próximo a expirar sin confesión en manos de Sebastian Choquiamo, había sido auxiliado por la misma Virgen a quien veneraba.”
Esta versión sobre el origen de la Virgen del Socavón, marca entonces el inicio de un culto frenético que conocemos en nuestros días y que como en ninguna parte del orbe, encuentra su identidad en las magnas celebraciones del carnaval de la actual capital del Folklore Boliviano, por su raigambre legítimamente andina y por una simbiosis mítico-pagana.
Los mineros de la zona, adoptaron los siguientes acuerdos: la mina de Pie de Gallo se llamaría en adelante “Socavón de la Virgen”, debiendo honrársela anualmente durante tres días a partir del sábado de Carnaval. Difundir este acuerdo unánime en toda la jurisdicción y componer canciones y villancicos en loor de la imagen, y esto que es importante, “que para honrar debidamente a su excelsa Patrona, todos los mineros se disfrazarían precisamente de diablos”.
Esto ultimo, devino de que los mineros siempre tuvieron sentimientos arraigados y ancestrales, de que el “tío” – que es el equivalente del diablo – interviene en el éxito o en el fracaso de sus labores en el subsuelo; por lo que modelan con barro o la greda más fina, una representación de Satanás en bulot, colocándola en las grietas preferidas de los parajes mineros, para rendirle pleitesía con vetas de sebo encendidas, masticaciones de coca y sendas libaciones de licor; amen de invocaciones cánticos y challas periódicas con sacrificios de llamas jóvenes, conocidos con los nombres de “convidos a la Pachamama”, ”mesas” y “wilanchas”.
EL CARNAVAL DE ORURO
“Aquí, en Oruro, se danza para la Virgen”. Después de 11 años de ser custodio de la Candelaria, el Padre Jairo de Jesús asume y respeta las tradiciones religiosas criollas. “Este no es un Carnaval como los de Río o Viena; es un Carnaval religioso que comenzó con el homenaje de los mineros a la Virgen en los únicos días que tenían libres, que eran los feriados de Carnaval. Este año será especial, pues, el 2 de febrero, día de la fiesta de la Mamá Candelaria, coincidirá con el Carnaval y eso ha pasado apenas tres veces: en 1799, en 1856, ahora el 2008 y no volverá a ocurrir hasta el 2160. Por eso vamos a sacar la casa por la ventana. Estamos refaccionando la iglesia y el 1 de febrero va a haber una gran peregrinación de cirios que va a convertir a Oruro en un mar de candelas. Luego, una serenata a la Virgen se va a fusionar con las bandas y al día siguiente, a bailar porque el Carnaval de Oruro es un tesoro multicultural único”.
El Carnaval de Oruro se origina en las ancestrales invocaciones andinas a la Pachamama (Madre Tierra), al Tío Supay (diablo) de los parajes mineros, y a la Virgen de la Candelaria.
Su honda espiritualidad y magnetismo, se ha gestado en cinco grandes periodos: el primero se extiende desde sus arcanos prehispánicos y coloniales hasta la aparición de la imagen de la Virgen de la Candelaria, en 1789 y su develación posterior en una cueva del cerro «Pie de Gallo».
En el segundo periodo, de casi un siglo (1789-1900) los mineros reunidos al conjuro del descubrimiento de la Virgen, resuelven reverenciarla durante tres días al año, desde el sábado de Carnaval, usando disfraces a semejanza del diablo al ritmo de una cautivante música, que nadie sabe quién compuso. Tampoco se conoce el pincel que pintó el fresco de la Virgen.
Data desde entonces la Entrada de Cargamentos y Ceras, con ornamentos regionales, presentes de plata para la Patrona, viandas, y bebidas.
En el tercer periodo (1900-1940) irrumpen las primeras comparsas devotas, como «tropas» de diablos, morenos y tobas que se concentraban en la plazuela de «La Ranchería» escanciando chicha y alcohol, para después enfilar por las calles La Paz y Cochabamba hasta la antigua capilla del Socavón.
Los diablos pertenecían al gremio de matarifes. Los morenos eran vendedores de coca. Los veleros conformaban el grupo de los incas. Los llamados «carreritos» se agrupaban en la comparsa de los tobas. Se acompañaban con quenas, pinkillos, tambores, bombos. Hábiles santeros y mascareros dieron inicio a la estirpe de los artesanos. En ese tiempo, no participaban niños ni mujeres.
De 1940 a 1980, derribando perjuicios, empleados del comercio, la banca, maestros y hasta un militar, se unieron al Carnaval. Los llamados pijes o ck’arcas, marcaron con sus innovaciones los futuros rumbos de la original Entrada.
En 1963 se funda el Comité de Defensa de los Conjuntos Folklóricos, mientras que en los teatros se escenifica el original «relato» de La Diablada, con base en una versión —La lucha entre el Bien y el Mal— del escritor Rafael Ulises Peláez.
En 1965 la orureñidad se declara de hecho «Capital Folklórica de Bolivia», las bandas de música aumentan su creatividad, y se impulsa el viaje de grupos de diablos al interior y al exterior.
En 1970, el gobierno declaró a Oruro Capital del Folklore boliviano, mientras se acrecienta la corriente turística. Surgen otros conjuntos, como los Caporales, con la incursión resuelta de la juventud y la mujer en un Carnaval que se masifica.
De la década de los 80 hasta nuestros días se vive un quinto periodo, de esplendor, con la espectacular presentación de la mujer y el despliegue de trajes y derroche de belleza juvenil.
Por primera vez se registra la Música y Danza de La Diablada y se elaboró el estudio técnico para gestionar ante la UNESCO la declaratoria del carnaval orureño como Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad.
En 1995 el Estado reconoce a la Entrada como Patrimonio Cultural, Tradicional, Artístico y Folclórico, contrarrestando su «transplante» a otras regiones.
SINCRETISMO: LA PACHAMAMA, EL TÍO Y LA VIRGEN
El baile de los diablos fue el primero realizado en honor de la Virgen del Socavón. Años después, en 1904, la entrada carnavalera se institucionalizó a la cabeza de la Diablada. El autor Ascanio Nava afirma que el 25 de noviembre se formó el primer conjunto de danza: La Tradicional Auténtica Diablada de Oruro. Los mañazos, comercializadores de carne, eran los integrantes de la misma.
Es el Diablo quien, bajo el nombre de Tío, ayuda a sus sobrinos los mineros. Al identificarse la mina con la imagen de la Virgen del Socavón se produce un extraño sincretismo, surgiendo la mencionada danza de la Diablada, mezcla de ángeles y demonios que coexisten en una continua lucha donde se hacen sutiles y difusas las líneas que diferencian el bien y el mal.
LA MITOLOGÍA ANDINA: URUS, WARIS Y ÑUSTA
La leyenda misma de donde arranca el carnaval de Oruro sobre todo en su esencia filosófica, nos retrata la configuración de tres ídolos aún vigentes en la realidad costumbrista del pueblo y cuya secuencia se presenta cuando «Wari»,el Dios del mal, dominador de los Andes decidió castigar a los Urus, habitantes de esta región Cordillerana porque se habían arrepentido de sus pecados, que él les entregó como norma de vida y trataban de volver por los caminos del bien..»
«Wari» semi Dios de la mitología andina, en su afán de castigar a los Urus por tornar sus vidas hacia el bien, entonces desencadenó su furia ante el pueblo de los Urus, una gigantesca serpiente que se asomaba por el Sud de la población para exterminar a sus arrepentidos moradores; además de enviar por el Norte a un Sapo gigantesco, por el Este, una verdadera plaga de hormigas hambrientas y un monstruoso Lagarto, con el fin de exterminar a los pobladores de la región. En ese instante atendiendo el clamor de los Urus, hizo su aparición una bella Ñusta, quien en lucha denodada derrotó al temible Wari.
Dice la leyenda: derrotado que fue Wari, sucumbió buscando morada en lo más profundo de la tierra; en tanto el Sapo, la Serpiente y el Lagarto fueron convertidos en piedra y las Hormigas en arena.
La Bella Ñusta, que según los Historiadores era la Virgen del Socavón, quedo plasmada en una hermosa imagen que pervive hasta el presente para proteger a los mineros que podían ser víctimas de la maldad y astucia de Wari, que hoy vencido y humillado cuida las riquezas naturales en las entrañas de la tierra.
En principio, la presencia de Wari en los socavones mineros despertó temor y desconfianza, pero no tardaron los mineros en identificarlo, por sus actos y conducta, en actitud sumisa y de zozobra lo incorporaron en su círculo llamándole «tío». De esta manera el minero aseguró la complacencia de la divinidad, tocándole sus fibras intimas de orgullo ancestral, logrando por lo mismo beneficio, recompensa en la entrega permanente de riquezas del subsuelo de las que es absoluto dueño y señor.
Recordemos que en los pueblos del territorio boliviano, los españoles han sido los segundos opresores después de los Incas. Los dioses Urus sobrevivieron a los embates de Aymaras, Quechuas y Españoles, que se ven reflejados en el carnaval de Oruro.
LA IMAGEN DEL SANTUARIO DEL SOCAVÓN
Es un templo religioso de especial devoción por los habitantes de Oruro, donde se venera a la Virgen de la Candelaria, patrona de los mineros, que localmente recibe el nombre de Virgen del Socavón.
Se trata de una extraordinaria imagen no mestiza, pintada sobre unos adobes, que formaban parte probablemente de un muro interior entre fines del siglo XV y principios del siglo XVI. En su honor se realiza la fastuosa Entrada Folklórica del Carnaval.
“Durante siglos, el fresco de la Virgen fue adornado con vestidos, pelucas, joyas y hasta manos postizas. Se estaba deteriorando mucho de tanto sacar y meter clavos”. El padre Jairo enseña las fotografías que atestiguan el proceso que salvó a la imagen sagrada de la destrucción y lo cuenta con su ameno acento de colombiano nacido en el calor de Medellín.
“A la imagen, que estaba pintada sobre un muro de adobe, los fieles le colgaban aretes, coronas y pesados vestidos que descascaraban la pintura. Por eso, en 1990, llamamos a Italia y la Unesco mandó una comisión de restauradores. Después de un estudio, los expertos la sometieron a un complicado proceso por el que le aplicaron barnices especiales y parches de gasa hasta que taparon toda la Virgen y así la trasladaron, adobe por adobe, de la pared en la que estaba a una base de madera que fue colocada en el nuevo altar. Los restauradores dijeron que su estado de conservación era un milagro, porque con las vibraciones de los dinamitazos y de las bandas debía haberse deshecho. Pero la Virgencita sabe cuidarse y quiere quedarse aquí para toda la eternidad”.
El Santuario es atendido actualmente por los religiosos de la orden de Siervos de María.
El templo-santuario fue construido en 1891 y sufrió innumerables modificaciones y arreglos. Sus puertas tienen la siguiente inscripción:
«Tu que gimes en una vida de crimen,
Sin embargo, puedes salvarte,
Ven y prostérnate a los pies de la Virgen,
A llorar tus pecados…»
En 1987 se inicio el proceso de ampliación y remodelación del Templo del Socavón, el cual fue inaugurado en 1991.
Al año siguiente 1992, se descubrió la imagen restaurada por expertos de la Virgen Morena del Socavón patrona de los mineros y venerada por millares de folkloristas en el Carnaval de Oruro. En el subsuelo del santuario se encuentran el Museo Costumbrista y Mineralógico, como muestra de la simbiosis pagano-religiosa.
PRUEBAS DE FE
“A ella, le debo la vida. Yo he vivido sus milagros”. Los ojos de la orureña Elizabeth Vallejos se humedecen cuando, a los pies del altar, cuenta su historia: “Cuando mi madre murió, yo no tenía recursos económicos para enterrarla. Entonces agarré el Rosario y comencé a rezarle a la Virgen; y apareció una señorita, que me ofreció un ataúd. Me pagas cuando puedas, me dijo y aunque no la he vuelto a ver siempre la tengo en mis oraciones, ha sido un ángel enviado por la Virgen”.
La esposa de uno de los danzarines de La Paz estaba desahuciada por un cáncer. Tenía sólo tres meses de vida, pero la señora dijo que si se iba a morir sería en el Carnaval, bailando para la Virgen. En el Carnaval del 2003 ha hecho el recorrido y con lágrimas le ha rogado por su salud a la Virgencita. Han pasado cinco años y ella está sana y sigue bailando.
Otro caso es del ex ministro Tito Hoz de Vila; él tenía un problema grave en la cadera pero ha hecho su promesa, ha bailado tres años y ahora lo ven como está. La Virgen les ha retribuido curándolos”.
Tobas Central Oruro – Sábado de Peregrinación 2008