¿Y cuál debería ser la estrategia del catolicismo?
El mundo está cambiando rápidamente y la clave parece ser la cantidad de población, y lo que ella permite. Mire la imagen. Hay más gente hoy viviendo en el círculo dibujado que afuera. Es por eso que el siglo XXI será centrado en Asia. Y también es por eso, que el crecimiento del cristianismo es tan fuerte en esa región, al punto que se estima que en pocas década China será el país con más cristianos en el mundo.
Y también coincide con la visión que desde joven tuvo el jesuita Jorge Bergoglio: quería ser misionero en Asia, lo veía como el continente del futuro.
Ahora lo que se sigue procesando es una alianza entre China y Rusia. La alianza entre estas potencias ya es un hecho en una variedad de asociaciones: mediante el grupo BRICS de potencias emergentes (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica); en la Organización de Cooperación de Shanghái, el contrapeso asiático a la OTAN; dentro del G20 y a través del Movimiento de No Alineados (NAM) de 120 naciones.
¿QUE DEBERÍA HACER EL CATOLICISMO?
Analistas internacionales han informado la semana pasada que el proyecto de Beijing para dos nuevas rutas comerciales, de tierra y de mar, que puedan unir a tres continentes se está convirtiendo en realidad. Los acuerdos de mayo entre Xi Jinping, el ruso Putin y todos los líderes de Asia Central representan la realización de una visión económica y política más «chino-céntrica». Quién pagará las consecuencias será la llamada «Eurasia» y las viejas rutas comerciales de EE.UU.
¿Es esto una amenaza para un catolicismo que siempre fue occidente céntrico? ¿Podrá la Iglesia Católica acompasarse a esta nueva realidad poblacional y ahora comercial y económica?
Deberá hacerlo no sólo estratégicamente, sino porque el cristianismo ha perdido su apoyo histórico en occidente, que ha virado hacia un laicismo cada vez más agresivo. Y hoy parece como aquel que estaba pintando un techo y le están moviendo la escalera en la que está parado, corriendo el riesgo de quedar agarrado del pincel.
En la medida que los chinos marchan hacia occidente, el catolicismo debe tener una definida política de marchar hacia oriente, porque ahí está su destino y no en el languidecente y exhausto occidente.
LA MARCHA DE CHINA HACIA OCCIDENTE
La visión china para una nueva «Vía de la Seda económica consiste en establecer un criterio de integración regional alrededor de China y hacerlo sobre una línea económica atractiva para las naciones de Asia Central, gracias a una serie de acuerdos estratégicos firmados en el mes de mayo pasado.
La estrategia para una «vía de la Seda» no está solamente acercando más a los Estados de Asia central, sino que de hecho apunta a unir tres continentes generando cambios geo-políticos en todo el mundo.
Los detalles conocidos relativos a los planes chinos por las dos «Vías de la Seda» son pocos. Los mapas oficiales muestran las aspiraciones de Beijing por una ruta que una Oriente con Occidente.
Según un mapa publicado por Xinhua, la «Vía de la Seda» terrestre comenzará en Xian, apuntando hacia Occidente a través de Lanzhou, la Vía de la seda, Urumqi y Khorgas, antes de girar hacia el sud oeste, a través de Asia central, el Medio Oriente y Europa. Aquí debería encontrarse con la Vía de la Seda marítima, en Venecia.
La Vía de la Seda marítima tocará Quanzhou, Beihai y Haikou en la ruta hacia el estrecho de Malaca y el Océano Índico, atravesará el Cuerno de África antes de entrar en el Mar Rojo y en el Mediterráneo. Una vez completadas, las Vías de la Seda trerán «nuevas oportunidades y un nuevo futuro para China y para todas las naciones en el camino que quieran desarrollarse».
El viaje del presidente ruso, Vladimir Putin a China, que tuvo lugar a finales de mayo, ha sido la punta de lanza de acuerdos estratégicos firmados por Pekín. Los éxitos de las reuniones bilaterales entre Putin y Xi Jinping en Shanghai – el más impresionante es la venta de 38 mil millones de metros cúbicos de gas a China cada año desde 2018 (por valor de US$ 400 mil millones) – fueron precedidas por reuniones significativa entre los líderes chinos y sus homólogos de Turkmenistán, Kazajstán y Azerbaiyán. Estas reuniones bilaterales se han centrado en el compromiso chino del desarrollo económico de la Ruta de la Seda.
Con toda esta serie de reuniones y acuerdos estratégicos en la cabeza, no es de extrañar que Putin siga su escalada hacia el este a través de un acuerdo entre Gazprom y CNPC y con otros 49 contratos con Beijín. Si Putin hubiera optado por no estar de acuerdo con China en cuestiones comerciales y económicas, de hecho, habría cerrado a Rusia el acceso a la vía económica de la Seda. Ahora, sin embargo, Moscú y Pekín están dispuestos a llevar su relación comercial bilateral a 100 mil millones de dólares al año en 2015 (y 200 en 2020) y ampliar los negocios en la moneda local, la inversión transfronteriza, y la profundización de las políticas macroeconómicas que sean mutuamente beneficiosas.
Ahora, los capitales de la región esperan que todos los vecinos apoyen el desarrollo de la nueva Ruta de la Seda, según lo ordenado por Beijing. En consecuencia, si bien estas naciones han firmado acuerdos con China, que harán una mejoría desde el punto de vista económico, al mismo tiempo aceptaron convertirse en piezas en las manos de Beijing y su gran estrategia para dominar la Ruta de la Seda.
Como resultado, mientras que la nueva Ruta de la Seda continúa desarrollándose, es probable que la atención de los rusos y centro asiáticos continuará dirigida hacia el este. Las rutas comerciales que conectan tres continentes, una vez que se hayan completado, serán una amenaza para la longevidad de la zona económica euro-asiática en las redes comerciales americanas preexistentes.
Está claro que las aspiraciones de China para una Vía de la Seda de tierra y de mar ya no deben ser consideradas como «otra ronda» de los ejercicios en la retórica de los líderes chinos. Los acuerdos del mes pasado muestran que China está haciendo un rápido progreso en el desarrollo de su visión.
Fuentes: Asia News, Signos de estos Tiempos