Qué podemos hacer para elevar al Cielo a las Almas del Purgatorio.

El Purgatorio es una experiencia dolorosa para el alma purgante.

Donde el alma se purificará gradualmente y se volverá cada vez más feliz a medida que se acerca espiritualmente a Dios.

Hasta que al final es liberada y llega al Cielo donde no existirá más dolor.

En el Purgatorio el que se purifica sufre, pero el amor que lo ata a aquel que lo purifica, hace más aceptable el sufrimiento.

Y es un hecho, confirmado por varias revelaciones, que las almas del Purgatorio prefieren permanecer en las penas que allí sufren, con la seguridad de ser salvadas, antes que regresar a la Tierra cuando se les da esa posibilidad, donde aún potencialmente pueden seguir pecando.

Dios no quiere que vayamos al Purgatorio, o peor aún, al infierno.

Y ha provisto abundantes medios para evitar este destino y también para entrar rápidamente al cielo cuando un alma llega allí.

Aquí hablaremos sobre las 10 formas más eficaces con las que un ser humano vivo puede ayudar en la purificación de un Alma del Purgatorio, para que se eleve cuanto antes al Cielo.

Santa Faustina reveló en su Diario que fue llevada al Purgatorio por su ángel de la guarda, y lo describió como un lugar brumoso lleno de fuego, en el que había una gran multitud de almas sufrientes. 

Y preguntó a estas almas cuál era su mayor sufrimiento, a lo que respondieron con una sola voz, «el anhelo de Dios».

Y en su Tratado sobre el Purgatorio, Santa Catalina de Génova dijo: 

«Creo que no se puede encontrar ninguna felicidad digna de ser comparada con la de un alma en el Purgatorio, excepto la de los santos en el Paraíso».

Y agregó, «día tras día, esta felicidad crece a medida que Dios fluye en estas almas, más y más, y se consume el obstáculo para Su entrada. 

El óxido del pecado es el estorbo, y el fuego quema el óxido para que el alma se abra cada vez más a la afluencia divina».

De modo que si bien el Purgatorio es una experiencia dolorosa, el alma tiene esperanza, se purificará gradualmente y se volverá cada vez más feliz a medida que se acerca espiritualmente a Dios.

No es sorprendente reconocer por lo tanto, que en el Purgatorio hay alegrías, consuelos y alivios, que en sus dolores sienten el consuelo de Dios, y que no pueden rehusar su purificación por la felicidad que recibirán en su gloria eterna.

Pero no podemos negar que allí hay sufrimiento, por lo tanto debemos hacer todo lo posible para evitar el Purgatorio, o al menos acortar nuestro tiempo allí.

Y Dios nos ayuda con una serie de herramientas.

Nos insiste una y otra vez que debemos permanecer en estado de gracia a través de la oración y los sacramentos, particularmente la Sagrada Comunión y la Confesión, y vivir una vida atada a la moral que Jesucristo vino a indicar cuando caminó sobre la Tierra hace 2000 años.

Usar sacramentales como el Escapulario Marrón y así aprovechar el privilegio sabatino.

El 16 de julio de 1251 la Virgen del Carmen se le aparece a San Simón Stock, General de los Carmelitas, con el escapulario de la Orden en sus manos, y le dijo,

«Tú y todos los Carmelitas tendréis el privilegio, que quien muera con él no padecerá el fuego eterno» o sea que quien muera con él, se salvará.

Y más adelante, cuando estaba orando el Papa Juan XXII, se le apareció la Virgen, vestida del hábito carmelita, y le prometió sacar el Purgatorio el sábado después de la muerte al que muriese con el Escapulario. 

María le dijo,

«Yo Madre de misericordia, libraré del Purgatorio y llevaré al Cielo, el sábado después de la muerte, a cuantos hubiesen vestido mi Escapulario».

También Dios quiere ayudar a las almas que ya están en el Purgatorio.

Y nos ha dado el poder a los seres vivos el poder de ayudarlos con nuestros sufragios, los que además cumplen la función de santificarnos; o sea que juega al dos por uno.

Y a algunas personas les envía almas purgantes para que las ayuden a salir rápidamente de ahí, como a Santa Gemma Galgani, el Padre Pío, María Simma y muchos más.

Lo cual se hace público y el procedimiento es un ejemplo para todos los cristianos.

Y hay un repertorio de 10 formas en que los vivos podemos ayudar a las almas del Purgatorio.

El primero es mandar a celebrar la Santa Misa por el alma de un difunto, pero no sólo debemos mandarla celebrar, sino también asistir a ella. 

En la misa ofrecemos al Padre Celestial los méritos y sufrimientos de su Divino Hijo, en expiación por el difunto.

La práctica privilegiada son las Misas Gregorianas, que se aplican durante todo un mes por los difuntos y su origen se remonta al Papa San Gregorio Magno del siglo VI.

San Gregorio tuvo una revelación que un religioso llamado Justo había pasado del Purgatorio al Cielo gracias a la celebración de la Santa Misa, en la que se pidió por su eterno descanso y el perdón de sus pecados, durante 30 días consecutivos.

Y después esto se hizo una costumbre.

Las condiciones eran treinta Misas celebradas en forma continua, sin interrupción, con excepción del Viernes Santo y debían aplicarse siempre por los mismos difuntos. 

No era necesario que las celebrara un mismo sacerdote, ni en un mismo altar, ni en memoria de San Gregorio.

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La segunda forma de ayuda es el rezo del Santo Rosario.

Por su intermedio son diariamente liberadas muchas almas, que de lo contrario habrían seguido sufriendo por muchos años más. 

Las encomendamos a la poderosa intercesión de la Madre de Dios, quien las socorre con el mayor de los gustos.

Si se reza el Rosario con esta intención puede agregarse la jaculatoria,

«Corazón divino de Jesús convierte a los pecadores, salva a los moribundos, libra a las Almas Santas del Purgatorio».

También está la devoción de los Cien Réquiem y hay un Rosario específico por la Benditas Almas del Purgatorio. 

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La tercera forma es el rezo del Vía Crucis, donde ofrecemos al Padre los dolores y muerte de su amado Hijo y las lágrimas de su querida Madre.

En cada estación podríamos agregar «Oh Jesús mío, por tu crucifixión, ten piedad de nosotros y de todos los difuntos». 

También es de gran provecho la oración de las cinco llagas, especialmente frente a la tumba del difunto.

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La cuarta forma son las indulgencias, que son de un valor inestimable, según le dijeron las almas a María Simma.

Hay fechas especiales en que la Iglesia ofrece Indulgencias especiales, pero podemos obtener una indulgencia parcial usando la siguiente oración, «Concédeles el descanso eterno, oh Señor, y brille para ellos la luz perpetua. Que las almas de los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz. Amén.»

La quinta forma es el sufrimiento reparador en nombre del difunto. Cualquier sufrimiento que se ofrezca por ellas les proporciona un gran alivio. 

La Beata Ana Catalina Emmerick decía,

«Es imposible describir qué enorme consuelo les llevamos a las pobres almas con nuestro autodominio y nuestros pequeños sacrificios» 

Y el Santo Cura de Ars pedía a Dios poder sufrir por las noches en favor de las Almas del Purgatorio.

La sexta forma son ejercicios de virtud.

Jesús le dijo a la Sierva de Dios Ana María Lindmayr que debemos proponernos cada semana una virtud específica y ejercitarnos en ella ante Dios y los hombres.

Ella dice que, «es con la humildad que podemos ayudar a las Pobres Almas, mucho más que con cualquier penitencia que pudiésemos hacer».

Los sufrimientos de las almas que en vida pecaron con el demasiado comer y beber pueden ser aliviadas con el ayuno. 

Otras tienen necesidad de actos de paciencia y dulzura, para verse libres de las penas debidas a su impaciencia e ira. 

Y los tormentos de quienes fueron duros de corazón pueden ser mitigados con las obras de misericordia, especialmente ayudar con donaciones para las misiones.

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La séptima forma es entregar todo lo que hagamos y nuestros dolores a Dios por las Almas del Purgatorio.

Una monja difunta dijo a su Hermana,

«Sucede en el mundo, y hasta en los Monasterios, que muchas acciones y obras buenas en sí mismas, no obtendrán premio alguno en el día de la recompensa,  por no haber sido antes ofrecidas a Dios».

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La octava forma es el Acto Heroico de Caridad o Voto de Ánimas.

Consiste en ofrecer voluntariamente todas las obras buenas que hagamos de aquí en adelante, en favor de los difuntos. 

Las oraciones, las buenas obras, el testimonio fiel y las obras de caridad terrenales que la persona realizó en vida ya no se le acreditarán, sino que se sacrificarán para expiar los pecados de las Almas de Purgatorio. 

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La novena forma es rociar Agua Bendita Alrededor.

A Ana María Lindmayr, el Señor le encargaba con frecuencia rociar agua bendita antes de acostarse, para las Almas del Purgatorio, dice,

«una noche me olvidé y me fui a dormir, y las pobres almas permanecieron todo el tiempo dando vueltas alrededor de mi cama, me levanté y las rocié con el agua bendita, y sólo hasta entonces pudieron descansar». 

Las Almas Santas sienten la fuerza purificadora y santificante del agua bendita, igualmente el amor con el cual se les da.

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Y la décima forma es encender velas.

Primero es un gesto de atención y amor hacia ellas

Y segundo porque se les ilumina las tinieblas en que se puedan encontrar.

Bueno, hasta aquí lo que queríamos hablar sobre las 10 formas más eficaces para ayudar en la purificación a las Almas del Purgatorio.

Y me gustaría preguntarte si has usado alguna de estas formas de ayuda para las almas purgantes y cuáles.

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