Lo que comprendimos en estos 20 siglos.
Haciendo un repaso de los videos sobre la oración que hay en youtube, vemos con consternación que aquellos videos que prometen respuestas maravillosas para las fórmulas de oración que publican, tienen millones de vistas.
Lo que indica que son millones los que no saben lo que habló Nuestro Señor de ella, la comprensión que nos han legado los padres de la Iglesia y la acumulación de conocimiento en 20 siglos de oración católica.
Aquí hablaremos sobre las cosas que obstruyen las buenas respuestas de Dios a tus oraciones, con consejos práctico y profundos para que puedas manejarte con soltura.
Ahora, el principal problema por lejos que obstruye la respuesta a las oraciones es la fe real que hayas desarrollado sobre el poder de la oración como un acto constante, y no un esfuerzo aislado.
Debes haber desarrollado una fuerte idea de que la oración es de extrema necesidad.
Y cuando decimos que es de extrema necesidad queremos significar que no orar sostenidamente te causa un grave daño.
Te causa grave daño para tu vida en la tierra, porque sólo puedes apelar a tus propias fuerzas para sobrevivir, que como humano que eres, son escasas.
No te permite comprender el plan que Dios tiene para ti y los regalos a tu disposición.
Y pones en peligro tu salvación porque no te integras al plan que Dios ideó para que purgues los malos hábitos y pecados que adquiriste en la tierra.
Pero lamentablemente parece que muchos no lo piensan así y es recurrida sólo en momentos de zozobra.
Porque la oración es fácilmente pospuesta.
Que se hace si el estado de ánimo es el justo, o si tenemos una necesidad urgente que resolver.
Rara vez se programa y así se saltea fácilmente a favor de casi cualquier otra actividad.
Estoy ocupado, estoy cansado, me olvidé, surgió algo, no estoy de ánimo, tengo sueño.
La importancia de hacerla sostenidamente la expresa la Biblia cuando nos muestra cómo Jesús, siendo Dios, oraba permanentemente a su Padre.
Jesús dijo que debemos orar siempre sin desfallecer (Lc 18,1).
Y que no tienes porque no has pedido (Santiago 4: 3).
Y esto sucede porque no estamos persuadidos que la oración tiene el poder de modificar todo.
Primero, modifica al orante, porque Dios lo va sanando y dándole información infusa.
Segundo, modifica la relación con Dios, porque nos vamos habituando a un estilo de conversación especial, agarrando confianza.
Y tercero, modifica el mundo físico, porque cuando le pedimos algo a Dios y Él nos corresponde, de alguna manera modifica la situación alrededor nuestro para dárnoslo.
A esto último solemos llamar poder de la oración.
Que está fundamentado en el pasaje el evangelio que dice “pide y se te dará, busca y encontrarás, llama y se te abrirá. Porque el que pide recibe, el que busca encuentra y al que llama se le abrirá” (Mateo 7:8).
Y además hay 3 principios que tenemos que tener claro sobre la oración.
Uno, que es infalible, o sea que nuestra oración siempre será escuchada. Incluso la de aquellos que están en pecado mortal.
No hay posibilidad que la oración no sea escuchada.
Obviamente esto no significa que obtengamos siempre una respuesta positiva a nuestros pedidos.
Dos, que esto se produce no por nuestro poder personal sino por la promesa de Cristo de que siempre va a responder a las oraciones.
Es la bondad y misericordia de Dios que nos permite la oración, de otro modo sería hablar como con una pared.
Y tres, la razón por la que se van a conceder las peticiones no es por el mérito nuestro sino por la infinita misericordia de Dios.
Por eso la oración implica la fe y la confianza en la misericordia de Dios.
Y la respuesta de Dios dependerá de lo razonable de nuestra petición.
Cuanto más necesario espiritualmente sea nuestro pedido y más esté relacionado con la misión que Dios nos ha dado, es más probable que la petición sea otorgada.
Muchas veces no obtenemos lo que pedimos porque podría resultar perjudicial para nosotros.
Cuando nosotros le pedimos algo a Dios Él tiene 3 respuestas posibles: sí aquí lo tienes, por ahora no sino más adelante, y esto no es para ti.
Y cuando nos niega algo, seguramente tiene otro regalo mucho más valioso para darnos.
El segundo problema que obstruye la respuesta a las oraciones es nuestra forma mecánica de orar y pedir.
Y esto vale tanto para recitar una oración pre hecha de antemano como si improvisas una oración.
No tenemos en cuenta que la oración es un conversar con Dios, permitido por Él, por el pacto que hizo con nosotros a través de su sangre.
En la última cena Jesús dijo “esta copa es la nueva alianza sellada con Mi sangre que es derramada por ustedes” (Lucas 22: 20)
Esta Alianza está sustentada en la elección de Jesús para comunicarse con nosotros; en Juan 15: 16 dice “no me escogieron a Mí sino que Yo los escogí a ustedes”.
Es una conversación que demuestra confianza entre dos personas, es una súplica, una alabanza, una acción de gracias.
Podemos suplicar y pedir a Jesús y quizás eso sea lo más importante para nosotros.
Pero también Él quiere que le agradezcamos continuamente por la vida que nos dio y por lo que tenemos.
La fórmula de la oración no tiene eficacia por sí misma al igual que los sacramentales, porque si la invistiéramos de eficacia propia sería una superstición.
La oración es la comunicación que sale de un corazón humilde estableciendo un diálogo con su creador.
Es un viaje hacia Dios que puede describirse como un viaje desde el egoísmo al desinterés.
Y siempre que elijas alejarte de cualquier distracción estás de hecho realizando un acto de desinterés.
Y relacionado con este tema debes tener claro que no hay fórmula mágica.
Una forma de oración es buena para ti si te ayuda aquí y ahora a seguir volviendo tu corazón a Dios.
Pero lo que te ayude en la mañana podría no ayudarte en la noche.
Así que pasa de un método a otro con total libertad. Recuerda que estos métodos son sólo medios. Ora como puedas, no como no puedas, dice el adagio.
El tercer problema que obstruye el poder de la oración es si estás en estado de gracia o no.
La oración siempre es escuchada, pero cuando brota de un alma purificada Dios la escucha con más benevolencia.
Dicho de otro modo, cuando la persona que reza está en comunión con Jesús, Él estará más atento para responder a las súplicas porque ama a las almas que se entregan humildemente.
El estado de gracia es el producto que limpia el canal de comunicación con Dios.
La oración entonces es más efectiva cuando tenemos una comunión con Él.
Porque al descansarnos en Él, se va aplacando nuestra ansiedad, confusión, miedo, desorden.
Y esto actúa positivamente contra las debilidades humanas y las tentaciones.
Pero a veces tenemos nuestra comunión erosionada con Dios y está produciendo un cortocircuito.
La mayoría de las veces se relaciona con una vida espiritual hipócrita, que llevan a que la oración no tenga consistencia como para ser respondida inmediatamente por Dios.
La solución de esto es la confesión y la restitución del estado de gracia, o sea la enmienda.
Y el cuarto problema es la falta de práctica, porque la oración necesita entrenamiento.
No hay logro de ninguna clase en la tierra que se pueda lograr simplemente por el deseo de tenerlo.
Se debe aprender y esto significa tomarse tiempo y energía para perfeccionarlo.
Tenemos que aprender a establecer la comunicación y a limpiar nuestro canal de comunicación.
La oración no es un mensaje dejado a Dios por WhatsApp o en una botella tirada al mar, esperando que Dios se percate que le estamos hablando, que le dejamos un mensaje y se disponga a oírlo.
Es un hablar con él donde no siempre sabemos todo por lo que debemos orar. Y no siempre sabemos cómo hacerlo.
Y Dios conoce nuestra debilidad y nos envía al Espíritu Santo en nuestro auxilio, al que debemos ser dóciles.
Es con el entrenamiento que una persona desarrolla su convicción de que el éxito depende en última instancia de la acción de Dios.
Por ejemplo si nos damos cuenta de que nos estamos enfadando porque no hay respuesta, es porque creemos que todo depende de nosotros y no depende de Dios.
Cuando hayamos aprendido esto y la paciencia que humildemente espera en Su acción, entonces Él comenzará a actuar dentro de nosotros como nunca antes.
Aprovecha estas dos palabras juntas y tendrás lo que es una perfecta definición de la oración: tratar suavemente de abrir el corazón y la mente a Dios.
Entonces en resumen, ora con la convicción de que hacerlo es cuestión de vida o muerte, con perseverancia y permanentemente.
Pide auxilio al Espíritu Santo, que es nuestro maestro interior y que viene siempre nuestra ayuda, para establecer ese diálogo con Dios.
Mantente en estado de gracia, para lo cual es importante la confesión y la enmienda posterior.
Y practica la oración sin descanso, aún en los períodos de sequedad y aunque al principio te cueste encontrar tu estilo.
Se generoso en el tiempo de oración, dedicándole atención y disposición sin mirar el reloj, tratando de aprender el arte de la oración.
Bueno hasta aquí lo que te queríamos decir sobre los principales problemas que puedes encontrarte en la oración y cómo orar de forma más eficaz a Dios evitando creer que existen oraciones mágicas.
Y me gustaría preguntarte con qué problemas te encuentras respecto a la oración.
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Y ahora verás en pantalla algunos videos más que hemos realizado sobre este tema.
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