Dios interviene preservando objetos sagrados para que no se destruyan por el fuego.

Dios está permanente presente entre los seres humanos, dirigiendo la historia, y dejando huellas de que realmente lo está.

Esas huellas son objetos físicos: imágenes ante las cuales se producen milagros, sanaciones, su propia presencia en la hostia consagrada, las pruebas físicas de su resurrección.

En algunos casos preserva esos objetos sagrados para que no sean devorados por el fuego de incendios.

Y a la vez utiliza esa intervención, que realiza para salvar los objetos de las llamas, como señal de su presencia, para que los que quieran ver, que vean, porque son hechos objetivos que exceden las leyes físicas.

Aquí hablaremos de 3 casos en que se produjeron milagros impresionantes que salvaron objetos sagrados del fuego, y que han quedado en la memoria humana para mostrar que Dios interviene activamente en la historia y está entre nosotros.

Seguramente buena cantidad de nosotros hemos oído hablar y visto objetos sagrados, que salieron ilesos de grandes incendios, cuando todo se quemó alrededor.

Y dentro de ellos hay historias fascinantes, como la de la Virgen del Rayo de Guadalajara.

El 13 de agosto de 1807 a las 2:30 de la mañana una violenta tormenta amenazó la ciudad de Guadalajara.

Las monjas del convento dominico de Jesús y María, que dormían tranquilamente, despertaron ante la furia de la tormenta.

Los vidrios se rompían, el cielo parecía caer, y los truenos sobresaltaban a las monjitas.

Una estatua de Nuestra Señora, presidía uno de los salones, y la alcanzó un rayo prendiendo fuego a la imagen.

El humo se sentía por el corredor y el convento empezaba a quemarse.

Las monjas trataron de apagar el fuego y afortunadamente lo lograron.

Pero al entrar en el cuarto donde estaba la imagen de Nuestra Señora, vieron como 2 sus ojos de vidrio se habían reventado por el calor.

El rosario estaba negro y retorcido, igual que su rostro y el daño era tal que la imagen no podía ser ya reparada.

Pero lo extraño es que el Niño Jesús, que la Virgen cargaba, estaba totalmente intacto.

Y la monjita que estaba cerca, a unos cuantos metros de la imagen, cuando sucedió el evento, también salió ilesa.

Al día siguiente se ofreció una misa en acción de gracias por la protección de Nuestra Señora.

Y como la imagen de Nuestra Señora las había protegido, pasó a un lugar de predilección en la capilla, a pesar de estar quemada.

Cinco días después, el 18 de agosto de 1807, dos obreros y unas monjas estaban en la capilla restaurándola.

Cuando de repente la capilla se volvió tan oscura como la noche, otra tormenta se acercaba.

Y ante los ojos atónitos de los espectadores, la estatua de María comenzó a brillar con un intenso resplandor de carácter sobrenatural.

Esto también lo vieron las monjas entraban para rezar la Liturgia de las Horas.

Un trueno nuevamente rugió a través de la capilla seguido del relámpago.

Otra vez la imagen de la Virgen había sido alcanzada por un rayo.

El drama parecía comenzar de nuevo.

La estatua cambió de color de rosado a blanco.

Y después de unos minutos recuperó su color normal.

Pero la imagen que estaba negra había quedado nuevamente con el color que tenía antes de quemarse.

Además abrió los ojos, y en vez de tener unos hoyos, producto del incendio donde los había perdido, ahora tenía nuevamente sus ojos y eran como de diamante.

La estatua se veía mucho más hermosa de lo que era antes.

Y el rosario también quedó perfectamente restaurado en un segundo.

Estos hechos fueron constatados por una investigación oficial que realizó el capellán de la Iglesia de Jesús y María, don Manuel Cerviño.

Y también colaboró el futuro obispo del estado de Michoacán don José María Gómez y Villaseñor.

Y a partir de ahí la imagen empezó a ser conocida como Nuestra Señora del Rayo y su devoción se extendió a medida que los hechos fueron publicados.

Las personas comenzaron a acudir para pedirle la curación de sus enfermedades.

Y una monja de ese convento de 22 años, llamada Cecilia de San Cayetano, había enfermado de una fiebre que le paralizó la columna.

Había recibido tratamiento por ocho años pero nada lograron los mejores médicos de la ciudad.

Y en diciembre fue por un impulso a visitar la imagen de la Virgen del Rayo, y al caer a sus pies, la Virgen le devolvió la salud.

Su devoción ha sido reconocida al más alto nivel. Y Pío XII concedió la coronación pontificia a la imagen de la Virgen del rayo, que se realizó en 1940.

Otro milagro importante de preservación del fuego es el conocido bajo el nombre de milagro eucarístico de Faverney.

Sucedió en 1608, cuando los calvinistas estaban en furioso ataque contra los católicos, sus imágenes y la eucaristía.

En la abadía benedictina del pueblo de Faverney vivían seis monjes y dos novicios.

Para mantener encendida la fe de su grey realizaban ceremonias tradicionales revestidas con la más grande solemnidad, además del Vía Crucis, el Rosario, y la adoración al Santísimo Sacramento. 

Para la celebración de la Fiesta de Pentecostés en 1608, prepararon un magnífico Altar de madera y la ceremonia de Pentecostés fue bonita y concurrida por un gran número de fieles.

Y a las 21 horas los monjes cerraron las puertas de la Iglesia, dejando dos lámparas con aceite para iluminar el Santísimo Sacramento, que quedó expuesto en el Altar en una Custodia.

El día siguiente, lunes el 26 de mayo, cuando el sacristán abrió las puertas de la Iglesia, observó mucho humo y las llamas se levantaban por todas las partes del Altar. 

Los monjes y los laicos se apresuraron a salvar la Iglesia, porque las llamas que devoraban el altar, amenazaban consumir el templo. 

Cuando de repente la custodia donde estaba el Santísimo Sacramento en el Altar, se elevó y quedó suspendida en el aire, preservándolo para que las llamas no lo tocaran.

Incluso las llamas se inclinaban como si estuvieran haciendo una reverencia.  

Consiguieron apagar el fuego, pero el Milagro no cesó, la custodia con Jesús Sacramentado continuaba flotando en el aire. 

Cientos de personas llegaron inmediatamente para ver el fenómeno, se arrodillaban en demostración de respeto, de miedo y en señal de adoración.

A lo largo del día y durante la noche, los monjes no establecieron ninguna restricción, y los espectadores pudieron visitar la Iglesia libremente y dar testimonio del notable fenómeno.

Y por la mañana del martes 27 de mayo el milagro continuó. 

Sacerdotes de otras ciudades venían y celebraban la Santa Misa en un Altar improvisado, en horarios uno a atrás de otro, mientras la Custodia con el Santísimo Sacramento se mantenía suspendida en el aire. 

Y en la Santa Misa que fue realizada a las 10 horas de la mañana, por el Sacerdote Nicolás Aubry, de la Parroquia de Menoux, la custodia cambió de posición y bajó suavemente al altar improvisado, en el momento de la consagración, bajo la mirada conmovida de todas las personas. 

Nuestro Señor había terminado el Milagro Eucarístico, que había mantenido la custodia con la hostia consagrada suspendida en el aire durante 33 horas.

El arzobispo Ferdinand de Rye realizó una investigación en la que fueron recogidos 54 testimonios de monjes, sacerdotes, autoridades, hombres y mujeres del pueblo.

Y después de estudiar los testimonios y los relatos decidió afirmar, el 30 de julio de 1608, que había sucedido un notable prodigio, que hoy se conoce como el Milagro Eucarístico de Faverney.

Muchos otros milagros se pueden contar sobre preservación de objetos sagrados en incendios, y varios de ellos sucedieron a la Sábana Santa de Turín, que se salvó de 3 incendios: por el 1200, en 1532 y en 1997.

Esta es la tela que envolvió el cuerpo muerto de Cristo, en la que quedó impresa su figura y que constituye la prueba irrefutable de la resurrección.

La sábana era custodiada en un arca de plata por el 1532, como un símbolo de respeto profundo, y sólo era sacada en exhibición para ciertas ocasiones.

Y el 4 de diciembre de 1532 un devastador incendio consume en llamas la capilla, donde estaba el cofre de plata, dentro del cual permanecía guardado este lienzo en Turín.

Producto de esto es que hay varias partes ennegrecidas como consecuencia del contacto de la tela con el cofre de plata.

Esto es muy normal, el calor quema la tela.

Pero dentro de ese incendio hay un milagro impresionante, porque en medio de las quemaduras que tiene la Sábana, hay una gota de plata que cayó derretida del cofre y perforó la tela.

La plata se funde a 961 grados centígrados, de modo que el cofre sufrió esa temperatura, que hizo caer una gota de plata derretida sobre la sábana.

Una tela normal se quema máximo a los 300 grados, y esta tela estuvo expuesta a temperaturas mayores.

Por esa razón había un tremendo miedo de volver abrir el cofre, todos creían que la Sábana Santa se había hecho polvo.

Fue recién en 1534 que se abrió el cofre, y la Sábana estaba ilesa salvo unas pequeñas quemaduras, que las hermanas clarisas tuvieron como tarea remendar.

Todo esto quedó documentado para demostrar que Dios, no quería que se perdiera la prueba de Su resurrección.

Bueno, hasta aquí lo que queríamos contar sobre tres grandes milagros que sucedieron para preservar objetos sagrados del fuego.

Y me gustaría preguntarte si has sentido hablar o visto otros objetos sagrados que han sido preservados milagrosamente del fuego.

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