La forma en que hablarle y pedirle ayuda.
La mayoría de los cristianos saben que cada persona tiene asignado un Ángel de la Guarda, pero desconocen que es lo que pueden hacer por ellos.
E incluso quienes tienen idea de lo que los Ángeles Custodios pueden hacer por ellos, no tienen claro cómo relacionarse.
No saben cómo comunicarse diariamente con su Ángel Guardián, ni cómo establecer una relación de amistad permanente.
Y esto es crucial, porque Dios nos ha asignado un Ángel a cada uno para hacernos la vida más fácil y para ayudarnos a que no perdamos la vida eterna en el Cielo.
Aquí hablaremos sobre cuál es la misión del Ángel de la Guarda que Dios ha asignado a cada uno de nosotros, qué es lo que puede hacer y no hacer, y especialmente cómo podemos establecer una relación de amistad con él, para que nos ayude en las cosas que tenemos que hacer y en las que deseamos obtener.
Uno de los hechos cruciales para nuestra comprensión del mundo sobrenatural, es hacer conciencia de que Dios no nos ha dejado a nuestra suerte en la Tierra.
Él nos ha dado a cada uno de nosotros un Ángel de la Guarda para asistirnos.
Pero no en cualquier cosa como piensa la angelología de la New Age, sino en las cosas compatibles con el Plan de Dios.
El Antiguo Testamento deja claro que Dios encarga a sus ángeles que guarden, guíen e incluso sanen a los justos.
Y el Nuevo Testamento revela que todos los seres humanos tienen un Ángel Guardián.
Santo Tomás de Aquino dice que en el momento en que nace un niño, Dios llama a uno de sus Ángeles y entrega al recién nacido a su cuidado especial.
De modo que todo ser humano, ya sea pagano, hereje o católico, tiene un Ángel Guardián.
Pero a algunos santos especiales Dios ha concedido dos Ángeles de la Guarda.
Y en el caso de Santa Verónica Giuliani le concedió un tercer Ángel Custodio, pero compartido con su confesor, que se haría presente cuando el confesor lo mandase.
Sor Verónica cuenta que la Santísima Virgen mandó a sus dos ángeles que asistieran a la misa uno a cada lado de ella.
Hacían a la par del sacerdote todo lo que él ejecutaba y pronunciaban juntamente con él todas sus palabras.
Y mientras el sacerdote consagraba las especies, ellos hacían lo mismo con sus cálices y ofrecían a Dios la preciosísima sangre de Jesús y las lágrimas de Nuestra Señora.
Cuando una Ángel de la Guarda se hace cargo de un alma, dedica toda su inteligencia, conocimiento, poder y tiempo para proteger, defender y ayudar, en todo lo posible, a la persona que Dios ha puesto a su cargo.
Lo hace porque Dios le da la orden de hacerlo, y los ángeles desean de todo corazón hacer lo que Dios quiere.
Pero además, porque él mismo Ángel tiene un inmenso amor por nosotros.
Él anhela compartir con nosotros su gozo, su felicidad, su amor, su santidad, con tal generosidad, que nosotros mortales egoístas, no podemos comprender.
Él trabaja cada momento, día y noche, para hacernos mejores, más santos y más felices.
Y Dios lo sabe, y por eso no puede negarle nada de lo que pide para su custodiado, obviamente si es para nuestro bien.
De modo que los ángeles de la guarda actúan como intercesores que llevan nuestras peticiones directamente a Dios.
Pero hay una cosa que nuestro Ángel no puede hacer, no puede interferir con nuestro libre albedrío.
Pero puede actuar sobre nuestros conciencia, avisándonos sobre algo que debemos hacer o algo que no debemos hacer.
Él actúa con benevolencia sobre nuestra imaginación y nuestra razón, susurrándonos al oído consejos llenos de amor y sabiduría, instándonos a corregir nuestras debilidades, a luchar contra nuestras malas inclinaciones, inspirándonos con nuevos ideales y estimulándonos a nuevos y mayores esfuerzos.
Pero si hacemos algo malo se enoja y hasta puede castigarnos si así dios lo permite.
Nuestro Ángel está siempre alerta para defendernos de los ataques de los demonios, que son nuestros enemigos implacables, que nos tientan para hacernos pecar y que suscitan toda clase de problemas contra nosotros.
Nos salvan de muchos peligros y males, de los cuales somos inconscientes.
Y especialmente nos brindan ayuda en los eventos importantes de nuestras vidas.
Están con nosotros en momentos de nuestro sufrimiento y tribulación, porque todos sabemos que nadie puede escapar a períodos de dolor en la Tierra, tanto físico como espiritual.
Y esos sufrimientos son más fáciles de soportar si tenemos un amigo amable que pueda ayudarnos y consolarnos en nuestros problemas.
¿Y cómo establecer una relación con tu Ángel de la Guarda?
Acostúmbrate a saludarlo diariamente, cada mañana al levantarte dile Buenos Días.
Y también a los Ángeles de la Guarda de las personas que te interesan más.
Y al saludar a alguna persona con la que te encuentras, hazte el hábito de saludar también a su Ángel Guardián, porque te ayudará en la relación con esa persona.
Háblale preferentemente en voz alta porque los ángeles no pueden leer tus pensamientos dentro de tu mente, aunque podrían deducirlos, así que también pueden descifrar tus pensamientos bastante bien, pero no tan bien como si tu se los dices en voz alta.
Por eso cuéntale tus pensamientos, sentimientos e historias a tu Ángel. Dile lo que te gustaría que sucediera en tu vida.
Al igual que nuestra relación con Jesús, o con cualquiera, no te puedes acercar a él si no le hablas.
Los Ángeles conocen las cosas mucho mejor que nosotros.
Por eso, también les podemos pedir consejos, especialmente cuando pasemos por alguna dificultad o peligro.
San Juan XXIII, por ejemplo, cuando tenía que resolver algún problema difícil durante su trabajo en la nunciatura de París, apostaba por la «diplomacia de los ángeles».
Mandaba a su Ángel a hablar con los ángeles de sus interlocutores, para que ellos ayudaran a solucionar cualquier problema.
¿Tienes un amigo o familiar que ha dejado la fe? Pídele a tu ángel de la guarda que interceda por él.
Porque nuestros ángeles de la guarda pueden comunicarse entre sí, hay una red sobrenatural que comunica a todos los Ángeles.
Ora para que tu ángel guardián se comunique con el Ángel de tu ser querido para traerlo de regreso a la fe.
Y no sólo eso, envía a tu Ángel a realizar cualquier misión con otras personas.
El Padre Pío de Pietrelcina insistía mucho a sus hijos espirituales, que le enviaran a sus Ángeles de la Guarda, frente a cualquier necesidad.
El Padre Pío a menudo aconsejaba a los que vivían lejos del monasterio, «¡No te muevas si tienes algo que decirme, sino envíame a tu ángel! Él no paga ningún boleto de tren».
Y era frecuente que el santo no durmiera en la noche, por atender los pedidos de sus hijos espirituales, que le presentaban sus Ángeles.
Incluso una vez un autobús de peregrinos viajaba para ir al encuentro del Padre Pío, se vieron atrapados en una tormenta y comenzaron a rezar al Ángel de la Guarda del Padre Pío por su ayuda, y pronto la tormenta amainó.
Y cuando llegaron a San Giovanni Rotondo, antes de que pudieran decir nada, el Padre Pío, que los estaba esperando, les gritó: «Hijos míos, ustedes me despertaron anoche. Tuve que orar por ustedes».
También pídela a tu Ángel que te ayude en algo que vas a hacer, por ejemplo que te ayude para que la comida salga bien cuando cocinas, a conseguir rápidamente un taxi cuando sales o lugar en el estacionamiento.
Cuando te enfrentas a un trabajo difícil también pídele que te ayude a resolverlo, etc.
Suma a tu Ángel a cualquier cosa que debas hacer, para que salga mejor.
Y cuando estás nervioso y estresado, pídele a tu Ángel que te de paz cantando canciones celestiales.
Pídele protección si te encuentras en una situación inquietante o peligrosa
Reza a tu Ángel para que te proteja, porque él está asignado para protegerte.
Puedes enviar a tu Ángel cuando tienes alguna dificultad con una persona, para que hable con su Ángel para solucionar el problema.
Incluso si dos personas están enfrentadas puedes enviar a tu Ángel para que ayude a remediar el problema.
Si quieres recordar algo pero no tienes un teléfono o un bolígrafo a mano, dile a tu ángel, «por favor, ayúdame a recordar esto».
Y también puedes pedirle que te ayude a encontrar algún objeto perdido.
Cuando estás rezando una oración y tienes temor de quedarte dormido, o cuando te quedas por la mitad porque te surgió un imprevisto, pídele a tu Ángel que termine tus oraciones.
Y como tu Ángel ora sin cesar, pídele que ore junto a ti para mejorar el alcance de tu oración.
Rézale antes de acostarte como defensa de los malos sueños. ¿Quién mejor que el Ángel posado junto a tu cama para protegerte?
Tu Ángel no solo se queda contigo mientras estás despierto, sino que está a tu lado toda la noche mientras duermes.
Y también pídele que defienda a tus seres queridos de los malos sueños.
Vale recordar además que no sólo las personas poseen Ángeles de la Guarda, también las instituciones, las parroquias, las diócesis, las ciudades y los países.
Por ejemplo, cuando San Juan María Vianney entró en Ars, no dejó de saludar al ángel de aquella parroquia que le fue asignada, y a los ángeles de todos sus parroquianos, para que tuviera éxito en su misión.
Y San Francisco de Sales recomendó a un obispo que invocara al Ángel de su diócesis para que le ayudara en la gestión.
Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar, sobre cómo puedes relacionarte con tu Ángel de la Guarda y cómo y en qué pedir su ayuda.
Y me gustaría preguntarte si hablas con tu Ángel de la Guarda y le pides ayuda, y en qué cosas le pides ayuda.
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