Actualmente la masonería esconde la intención de sustituir a la Iglesia Católica, que no lo hacía hace unas décadas.
Los cristianos adoran al Dios que se reveló al pueblo judío y a todo el mundo a través de Jesucristo.
Mientras que el templo de satán adora a satanás, el ángel caído, que mientras vivió en el cielo era llamado lucifer.
Pero hay una poderosa organización que adora a lucifer, pero que lo niega en sus declaraciones públicas, a pesar que hay cantidad de pruebas de que es así.
Y hasta se camufla diciendo a veces que su dios es el Dios de la Biblia, lo que contradice su acción.
Aquí hablaremos cómo en los grados más altos, o sea entre los que dirigen la masonería, se establece la adoración a lucifer en sus ritos de iniciación, y la negación de Jesucristo.
Las pruebas son abrumadoras, desde las expresiones del creador del rito más difundido entre los masones, hasta las revelaciones que han hecho ex masones que llegaron a los grados más altos de la logia y desertaron.
Vayamos en concreto al grano, porque estamos ante un engaño que rompe los ojos.
El gran arquitecto del universo que adoran los masones como dios supremo, es solo una máscara, en apariencia inofensiva, que oculta al demonio.
El iniciado en los grados menores no sabe a quién está sirviendo, pero al ir subiendo de grado lo va viendo con claridad.
Algunos con entereza han podido salir y denunciar lo que vieron y oyeron, mientras que otros se han acomodado.
Pero no es necesario acudir a ex masones, que hablaron del dios que preside los ritos de iniciación en los grados más altos, para identificar quién es ese gran arquitecto del universo.
Albert Pike fue uno de los padres fundadores y líder del Antiguo Rito Escocés Aceptado de la Francmasonería, comandó la masonería de EE.UU., como grado 33, desde 1859 hasta su muerte en 1891.
En 1869 fue máximo líder de los Caballeros del Ku Klux Klan.
Se decía que poseía un brazalete que usaba para convocar a lucifer, con quien tenía comunicación constante.
Y escribió en su libro «Moral y Dogma del Rito Escocés Antiguo y Aceptado de la Francmasonería»,
«La religión masónica debe ser mantenida, por todos nosotros de los altos grados, en la pureza de la doctrina luciferina».
Y agrega,
«Sí, lucifer es dios, y desafortunadamente Adonai también es dios, porque la ley eterna es que no hay luz sin sombra, ni belleza sin fealdad, ni blanco sin negro, porque el absoluto no puede existir sino como dos dioses».
Adonai es el nombre que utilizaban los judíos para denotar a Yahvé a quien que no podían nombrar, y por lo tanto es el Dios de los cristianos también.
De modo que este Pike, creador del rito escocés, que es el más extendido entre las logias, no sólo dice que hay dos dioses en el mundo.
Sino que sostiene que lucifer es el dios del bien mientras que Adonai, el dios de los cristianos, es el dios del mal, escribiendo concretamente,
«Lucifer, dios de la luz y dios del bien, lucha por la humanidad contra Adonai, el dios de las tinieblas y la religión del mal».
Y se refiere a la crueldad, la perfidia y el odio por el hombre, la barbarie y la repugnancia por la ciencia que tiene Yahveh.
Se refiere a lucifer, como el portador de la luz, el hijo de la mañana, que vino a traer luz a la humanidad.
Y en los grados más altos tomará la forma de baphomet, un hombre andrógino con cara y patas de cabra, cuya imagen fue creada por Eliphas Levi, un ex sacerdote católico que apostató.
Y que según algunas versiones era la deidad que adoraban también los monjes católicos Caballeros Templarios, que también apostataron, fueron suprimidos en 1306 por Clemente V, y que se dice que fueron una vertiente importante para la creación de la masonería moderna.
Con estas declaraciones del creador de los ritos de iniciación masónicos más extendidos en la actualidad, se cae la máscara de que la masonería no es una religión.
La masonería es una religión y no adora al Dios de los cristianos sino al ángel que se rebeló contra el único Dios, fue expulsado del cielo y confinado al infierno, del que sale con sus secuaces a atacar a los seres humanos, a quienes considera que son sus enemigos.
El ocultamiento de que los masones adoran a los ángeles caídos, a satanás, ya no es posible, nadie puede decir lo contrario con estas declaraciones de Albert Pike.
Pero también hay masones importantes que llegaron a los grados más altos y al final su conciencia no les permitió seguir adelante con la adoración a lucifer y considerar al Dios cristiano un agente del mal.
El arquitecto francés Serge Abad-Gallardo fue masón durante veinticinco años, llegando a los grados más altos.
Asegura que en las reuniones hay algo que trasciende a la asamblea y que les dicta a todos lo que tienen que establecer.
Y ha hablado sobre cómo se accede al grado 29 del rito escocés antiguo y aceptado, que es uno de los ritos mayoritarios.
Baphomet penetra en el templo de la logia, a la zona reservada, llevado por el vigilante primero y por el vigilante segundo, o sea, las dos autoridades máximas en la logia, después del venerable maestro.
Es paseado en forma circular por la Logia siguiendo la dirección de las agujas del reloj.
A su paso, se le rinde veneración y una genuflexión de la pierna izquierda.
Luego baphomet queda en el centro de la logia, mirando hacia el oriente y hasta ahí es conducido el candidato al grado 29 del rito escocés, con los ojos vendados.
Cuando está frente a baphomet se le quita la venda, de modo que sabe que su recorrido iniciático le ha llevado hasta ese punto.
Se encuentra cara a cara con la representación del portador de la luz, o sea lucifer.
Y allí debe escoger entre la cruz de Cristo, símbolo de la muerte y la destrucción entre los masones, y la cruz de la luz y de la vida de baphomet, que es una cruz en forma de «x».
Y la elección del candidato se manifiesta pisando el crucifijo de Cristo, después de haberlo tirado al suelo.
Lo pisa con el pie izquierdo en primer lugar y luego con el derecho.
Y luego deberá decir con los brazos en cruz sobre el pecho, que se consagra a la cruz de baphomet.
¿Si esta no es una consagración al demonio en toda la regla, qué es?
Otro de los rituales en los que se hace intervenir a baphomet es el de iniciación en el grado de caballero masón sexto, que se denomina de la orden illuminati.
Se coloca al candidato de pie tras el altar, que tiene un paño negro, velas rojas, incienso encendido, el mallete, que es un mazo con el que se marca el ritmo de algunas ceremonias masónicas, y una cruz.
Con los brazos hacia el cielo, en forma de «V, el candidato exclama:
‘A la gloria del gran arquitecto del universo, baphomet, y también de los superiores desconocidos y de la orden illuminati’.
Luego, baja las manos, toma la cruz de Cristo y la tira al suelo frente al altar.
Cruza los brazos en el pecho, en forma de cruz, el derecho sobre el izquierdo, y con el mallete en la mano derecha, exclama:
‘Que esta cruz de Cristo, como símbolo de la muerte y la destrucción, desaparezca del mundo, que la ley de baphomet la suplante.
Gloria a ti, dios verdadero, baphomet, el dios de la luz y de la iniciación’.
Y por su parte el connotado historiador español Ricardo de Cierva, un estudioso de la masonería, ha concluido también,
«En el grado 33 se intenta destruir explícitamente la cristiandad y hacer de la masonería la religión del mundo.
La masonería primero se empeñó en demostrar que no era una religión, que era solo una sociedad dedicada a la filantropía.
Después, en los últimos grados se presenta como una súper religión que está por encima de cualquier fe o credo.
Pero en realidad lo que pretende es sustituir al cristianismo».
Sus miembros más antiguos engañan a los recién iniciados durante los tres primeros grados, a este periodo se le conoce como masonería azul.
Pero, poco a poco van revelando su verdadera naturaleza y su real objetivo, el de adorar al demonio y el de ponerlo en el lugar de Dios.
Si un miembro de la logia descubre estos objetivos y no quiere saber más de la secta, sufre todo tipo de castigos.
Serge Abad-Gallargo relata que tras su conversión al cristianismo, en pocos meses perdió su trabajo, su buen sueldo, la casa donde vivía con su familia, su velero de 12 metros, su auto deportivo, sus amigos y muchas cosas más.
La Iglesia Católica ha publicado decenas de declaraciones contra la masonería desde su nacimiento formal en 1717.
La última fue en 1983, cuando el cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, publicó la Declaración sobre las Asociaciones Masónicas, Quaesitum Est, donde declara:
«El juicio negativo de la Iglesia sobre las asociaciones masónicas se mantiene sin cambios, ya que sus principios siempre se han considerado irreconciliables con la doctrina de la Iglesia.
Y por lo tanto se continúa prohibiendo ser miembro de ellas.
Los fieles que se inscriben en asociaciones masónicas están en pecado grave y no pueden recibir la Santa Comunión” .
Esta declaración fue firmada por el entonces Papa Juan Pablo II.
Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre la adoración a lucifer que hacen los masones de grados altos, que está más allá de cualquier duda.
Y me gustaría preguntarte si conoces algún masón, y si has hablado con él, que te dice sobre el Dios cristiano y su adoración a lucifer en los grados más altos.
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