La función que parecen cumplir las amenazas del Sínodo de la Sinodalidad y la guerra en Ucrania.
Dios está purificando al mundo y a Su Iglesia.
Pero quizás no lo veamos así, porque primero está permitiendo que el mal crezca y salga a la luz, para luego separarlo del bien, como se hace con el trigo y la cizaña, y así poder arrancar la cizaña y quemarla.
La tribulación que ya hemos comenzado a vivir desde principio de esta década no es más que el ascenso y la visibilidad del mal, que luego será segado.
Aquí hablaremos sobre cómo la apostasía se apoderará más de la Iglesia y el mundo antes de su purificación, para que la cizaña quede más visible.
Y en este proceso cumplen una función relevante el Sínodo de la Sinodalidad y la guerra en Ucrania, ambos agentes de la purificación.
El gran signo de nuestra época es la apostasía generalizada, en el Mundo y la Iglesia, algo que Dios no quiere pero que permite.
Y el 13 de octubre de 1973 Nuestra Señora le dijo a la Hermana Agnes Sasagawa en Akita, Japón, sobre la interna de la Iglesia,
«La obra del diablo se infiltrará incluso en la Iglesia, de tal manera que se verán cardenales contra cardenales, obispos contra obispos.
La Iglesia estará llena de los que aceptan compromisos».
Y se lamentaba de que esta apostasía significará la pérdida de muchas almas.
Y esto parece haberse acelerado.
En octubre de 2022 el Cardenal Gerhard Müller, un teólogo de renombre y ex Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y varias oficinas teológicas, se ha referido al Sínodo de la Sinodalidad con palabras muy fuertes.
Ha advertido sobre una «toma hostil de la Iglesia de Jesucristo».
Sus propias palabras son «toma hostil de la Iglesia de Jesucristo».
Y Müller no es un personaje que haya estado en pie de guerra permanentemente, durante los últimos años, como Monseñor Carlo María Viganó.
El Cardenal Müller sugiere que la organización del Sínodo de la Sinodalidad está armada de tal forma, que tienda a un resultado de antemano para cambiar la doctrina de la Iglesia.
Porque el relator general del Sínodo, el cardenal Jean-Claude Hollerich, ya ha afirmado públicamente que la enseñanza católica sobre la pecaminosidad de los actos no heterosexuales «ya no es correcta» y necesita «revisión».
Por lo tanto se perfila como un sínodo en que se relativizará el pecado, y se tratarán de hacer cambios en la tradicional doctrina sexual de la Iglesia.
Y el cardenal Mario Grech, secretario general del Sínodo de los Obispos, también sugirió que debería haber un cambio en el acceso a la comunión de los divorciados que se han vuelto a casar y en la bendición de las parejas del mismo sexo.
Diciendo que «esto no debe entenderse simplemente en términos de doctrina sino en términos del encuentro continuo de Dios con los seres humanos».
A ellos el cardenal Müller respondió,
«He aquí una hermenéutica del viejo protestantismo cultural y del modernismo, que la experiencia individual tiene el mismo nivel que la revelación objetiva de Dios».
Y sentenció, «seguramente todos los que están fuera de la Iglesia y que quieren destruir la Iglesia Católica y sus fundamentos, están muy contentos con estas declaraciones».
«Esto va absolutamente en contra de la doctrina católica».
Estas declaraciones explosivas de Müller se suman a las deficiencias objetivas del método promocionado de la sinodalidad.
Primero hay una contradicción, el Sínodo trata de empoderar la opinión de los laicos, pero surge desde arriba, no es el pueblo que pide participación, sino que el vértice de la Iglesia exige este camino.
Y resulta que al final termina en un simulacro de participación, muy pocos laicos han participado en las ponencias que las Conferencias Episcopales llevarán al Sínodo.
Por ejemplo, ¿tú has sido consultado sobre los temas del Sínodo?
Pero por otro lado, la doctrina católica, a la que apunta el Sínodo, es fruto de la revelación de Dios y no del consenso de los católicos, que como sabemos han tenido catequesis muy pobres en las últimas décadas, y por lo tanto no conocen a fondo los fundamentos de la fe.
Y por eso mismo pueden ser fácilmente manipulados por los medios de comunicación.
Pero sobre todo, las enseñanzas de Dios no pueden ser cambiadas por los seres humanos, como si fuera un plebiscito de una ley que quiere instalar un gobierno humano.
Recordemos la verdad perenne que Jesús le dijo a los discípulos que había mandado a predicar,
«El que a vosotros oye, a mí me oye; el que a vosotros desecha, a mí me desecha; y el que me desecha a mí, desecha al que me envió», Lucas 10:16.
Y paralelamente los organizadores del Sínodo de la Sinodalidad dicen que quieren escuchar lo que el pueblo tiene para decir, pero ya han decidido que van a escuchar algunos temas y otros no.
La guerra que algunos personajes vaticanos están haciendo a la tradición, por ejemplo podemos citar las restricciones a que se celebre misa en latín, no es parte del temario, porque los temas los deciden las Conferencias Episcopales y no los laicos, y sus temas está muy condicionados por los que promueve el Vaticano.
Todo esto lleva al cardenal Müller a decir que el proceso sinodal es una «forma marxista de crear la verdad».
Y que llevará a la destrucción de la Iglesia Católica tal como la conocemos hasta ahora.
Y dice que habremos pasado de un proceso sinodal de «escuchar» a uno de apostatar.
Esto que está sucediendo en la Iglesia y el mundo no es gratis.
En un sermón sobre la persecución del anticristo, San John Henry Newman dijo que,
«Ha de haber persecución cuando estemos todos nosotros en todas partes de la cristiandad divididos y reducidos, llenos de cisma, y cerca de la herejía».
Y agregó que,
«Cuando nos hayamos lanzado al mundo y dependamos de él para su protección, y hayamos renunciado a nuestra independencia y nuestra fuerza, entonces [el Anticristo] estallará sobre nosotros con furia».
Y los videntes católicos relevantes de nuestra época ya están sugiriendo eso.
El 5 de octubre de 2022 el Señor le dijo a Valeria Copponi,
«Mi Iglesia, ya no respeta Mis mandamientos.
Hijitos, deseo tener oraciones de ustedes por Mi Iglesia, que lamentablemente ya no es católica, ni apostólica romana en su conducta».
Nuestra Señora supuestamente le dijo a Gisella Cardia, el 24 de septiembre de 2022,
«Oren por los sacerdotes, el hedor de la casa de satanás llega hasta la Iglesia de Pedro».
Y la santísima Virgen le dijo a Pedro Regis el 23 de septiembre de 2022,
«Te diriges hacia un futuro en el que muchos caminarán como ciegos guiando a ciegos.
Muchos que son fervientes en la fe serán contaminados e irán en contra de la verdad».
El Cardenal Müller sugirió que la cúpula de la Iglesia está tratando de crear realidad al estilo marxista.
Y recordemos que Nuestra Señora dijo en Fátima que Rusia esparciría sus errores por el mundo y la Iglesia.
Y en Garabandal y otras apariciones dijo que el comunismo volvería y luego vendría la intervención de Dios con el Aviso.
De oriente nunca se fue, pero ingresó a occidente bajo la forma de un neocomunismo, que es una mezcla de capitalismo y marxismo.
No en vano el Foro Económico Mundial elogia el sistema chino, de empresas que se manejan en forma capitalista mientras la población es manejada en forma comunista.
De eso se trata el Gran Reinicio que está proponiendo.
Mientras que el 2 de octubre de 2005 Benedicto XVI nos advirtió que,
«El Señor también está clamando a nuestros oídos… «Si no te arrepientes, vendré a ti y quitaré tu candelero de su lugar».
La luz también puede ser arrebatada de nosotros y hacemos bien en dejar resonar esta advertencia con toda su seriedad en nuestro corazón».
O sea que Benedicto XVI advierte que Dios nos puede castigar quitándonos la paz y otras gracias, si nosotros seguimos contradiciéndolo.
Y hoy a simple vista, el instrumento de ese castigo al mundo parece que es Rusia y sus aliados (China, Corea del Norte, Irán, etc.).
Los discursos de Putin en medio de la invasión de Ucrania dejan al descubierto los pecados de Occidente y por eso se ha transformado en instrumento de castigo para el mundo.
Y la ironía es que la nación que esparció sus errores por el mundo ahora lo está castigando por cómo está reproduciendo esos errores.
Nuestra Señora dijo en Fátima que las guerras son un castigo para la humanidad, hablamos de la voluntad permisiva de Dios, los castigo que Él permite, porque Su voluntad activa es que la humanidad regrese a Él sin necesidad de castigo.
Y el castigo en la Iglesia se va a convertir en una purga.
Jesucristo le dijo a Luisa Picarreta en 14 de octubre de 1918,
«El mayor castigo es el triunfo del mal.
Se necesitan más purgas, y a través de su triunfo, el mal purgará a Mi Iglesia».
Y le agregó,
«No os turbéis por los triunfos que oís, sino llorad conmigo por su triste suerte».
Por lo tanto lo que traerá el Sínodo a la Iglesia es lo mismo que está trayendo la guerra en Ucrania al mundo, Dios está mostrando cómo actúa el mal.
Y está permitiendo que esté haga considerables avances para luego separar la cizaña del trigo, y purgar a la Iglesia y al mundo.
En algún momento la Iglesia reverdecerá porque gran parte de la cizaña será quemada, y lo mismo pasará con el mundo.
Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar, sobre cómo el proceso del triunfo momentáneo del mal traerá la purificación del mundo y de la Iglesia.
Y me gustaría preguntarte si has visto que en los últimos años se han puesto cada vez más visibles las fuentes del mal dentro de la Iglesia o no.
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