La Cronología del Fin de los Tiempos según las Profecías Católicas.
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Hoy queremos referirnos a la línea común que hay en la profecía católica sobre el Fin de los Tiempos.
Que está presente en los mensajes de las apariciones marianas y en los mensajes y visiones de los místicos de la Iglesia.
Esa línea es esta: la Iglesia experimentará un serio castigo, y ese castigo serio llevará a un castigo material para toda la humanidad.
No será un tiempo fácil para los seres humanos; conducirá a conflictos, revueltas, y una gran guerra en Europa.
Pero luego vendrá la restauración enviada por Dios a través del Gran Monarca y el Papa Angélico y habrá una era de paz.
Aquí hablaremos sobre la línea cronológica común de las profecías católicas, para que tengamos claro el gran panorama de esta época que nos tocó vivir, en que Dios purificará la Tierra y cumplirá lo que pedimos en el Padrenuestro «hágase tu voluntad en la Tierra como en el Cielo».
Las divisiones internas en la Iglesia y las amenazas externas harán que el Papa huya de Roma.
Después de huir de Roma, hacia lo que se describe como costas lejanas, sufrirá y perecerá de manera cruel.
Y este será el momento final antes de que comience la restauración.
Otra característica de este final de los tiempos será que Francia, Italia y también Jerusalén estarán en agitación debido a este conflicto
Y aparecerá un Gran Monarca, a quien la mayoría de estos místicos se refieren que podría ser una figura militar que asume el control.
Un monarca santo y fuerte, que restaurará el orden.
Será nombrado un nuevo Papa, y este Papa ungirá a este monarca de Francia.
Pero será el Gran Monarca quien previamente impondrá al Papa, según las profecías.
Ambos trabajarán juntos para restaurar la cristiandad y llevar la civilización al otro lado de este cataclismo.
Algunos místicos brindan mensajes sobre cómo será la guerra en sí.
El alemán Alois Irlmaier, por ejemplo, da los detalles del conflicto material que se desata en el mundo en ese tiempo.
Y otros hablan del Papa de la restauración.
Que coincide con la profecía mariana del Triunfo del Inmaculado Corazón de María, que instaurará una Era de Paz.
Algunos interpretan que esa era será un tiempo largo, similar al tiempo bíblico, que se simboliza con 1000 años.
Y otros, interpretan que será de una generación, aproximadamente 25 años.
Y luego la humanidad regresará probablemente a sus viejas costumbres, tal vez porque tomará 25 años restaurar el confort, que es el gran enemigo de la santidad.
En esa época de paz, cualquiera sea la duración, habrá una gran cosecha de almas para el reino de Dios.
Lo que significa que será un tiempo en el que los laicos tendrán la mayor oportunidad de ser santos, que en muchos siglos anteriores.
Una de las profecías que aluden a esto son las de Premol.
Fueron encontradas entre los papeles de un notario que había administrado el monasterio de Premol cerca de Grenoble, Francia.
Se cree que son la obra de un monje anónimo de la mitad del siglo XVII.
Y se tienen en alta estima por los expertos en profecía católica.
La profecía va desde la Revolución Francesa hasta el fin de la civilización tal como la conocemos.
Predicen la llegada del Gran Monarca católico y el Papa Angélico después de terribles castigos.
Entre los eventos previstos que quedan por cumplir están la destrucción de París, Israel y Roma.
La huida del Papa y su martirio, y los advenimientos del Gran Monarca de Europa y el Papa Angélico.
Los textos de las profecías de Premol describen guerras: pueblos y naciones enfrentados unos contra otros.
Guerra, doméstica y entre países.
Hambre sobre toda la creación.
Las ciudades destruidas, los elementos naturales desatados, la tierra tiembla en todas partes.
En una parte dice: “Roma también se desploma en el tumulto.
Y veo al rey de Roma – o sea el Papa -, con su cruz y su tiara sacudiendo el polvo de sus pies y apresurándose en su huida hacia otras costas”.
Y menciona que la causa es interna, un cisma, una parte apóstata y otra fiel a Cristo.
Dice: “Tu Iglesia Señor, es desgarrada por sus propios hijos; un campo es fiel al pontífice fugitivo, y el otro está sometido al nuevo gobierno de Roma, que ha roto la tiara.
Pero el Dios Todopoderoso, en su misericordia, pondrá fin a esta confusión y comenzará una nueva era”.
También relata la caída de Jerusalén.
Dice: “Entonces, dijo el espíritu, este es el comienzo del fin de los tiempos.
Con un estruendo de trueno, las nubes se separaron y vi a Jerusalén arrasada por una terrible tempestad.
Sus muros habían caído como por los golpes de un ariete, y la sangre corría por las calles.
El enemigo había tomado posesión de la ciudad; la abominación de la desolación gobernaba la ciudad”.
Y enmarca todo esto en una lucha terrible entre el Arcángel Miguel luchando con el dragón.
Dice: “el dragón ha aparecido en todos los países y ha traído terrible confusión.
En todas partes hay guerra, en todas partes los hombres y los pueblos se han levantado unos contra otros.
El hambre reina en los campos.
En estos sucesos futuros, París será destruida”.
Pero en medio de todo esto aparece la intervención de Dios.
Dice: “una voz cayó de los cielos: aquí están aquellos a quienes he escogido, refiriéndose al Gran Monarca y al Santo Papa.
Y vi que él colocaba su mano en la mano del pontífice”.
Y tiene esta visión del Gran Monarca de Francia consagrando al Papa Angélico:
“Vi venir del este a un joven que montaba en un león y sostenía una espada ardiente en su mano.
Francia cantaba ante él, y en su camino mucha gente caía ante él, porque el espíritu de Dios estaba con él.
Cabalgó hacia las ruinas de Roma y puso su mano en la mano del Papa”.
Estas visiones de Premol son similares a las de María Julia Jahenny dos siglos después.
Y también a las poco conocidas de Don Bosco.
Él profetizó que, en medio de esa oscuridad, Dios prometió enviar dos figuras extraordinarias: el Gran Monarca y el Santo Papa, dos líderes capaces de restaurar la paz y proteger la Iglesia.
En sus visiones, Don Bosco y varios otros místicos, vieron a este líder, el Gran Monarca, como alguien con un corazón puro y una fe inquebrantable, alguien que aparecería en el momento de profundo desespero.
Y el Papa Santo sería una figura espiritual única, un líder especialmente santo y piadoso; elegido por Dios para guiar a la Iglesia en tiempos de profunda tribulación.
Sería un hombre de virtudes extraordinarias cuya fe y devoción a Dios servirían de ejemplo para todos los fieles en tiempos de persecución y crisis espirituales.
Este Papa representaría la promesa de que, en medio de la tormenta, la Iglesia tendría un ancla segura para los católicos.
La unión entre el Papa Santo y el Gran Monarca es uno de los aspectos más fascinantes de estas profecías sobre el castigo y la restauración.
Uno guía a la Iglesia con el corazón de un pastor, mientras que el otro, gobierna a las naciones con el espíritu de un verdadero siervo de Dios.
Bueeeno hasta aquí lo que queríamos contar sobre la línea común en las profecías católicas, que predicen una gran tribulación, que comienza en la Iglesia y sigue en el mundo.
Y luego la restauración mediante un Gran Monarca y un Papa Angélico, para arribar a una Era de Paz.
Y me gustaría preguntarte si ves que ya están comenzando a cumplirse estas profecías y en qué cosas ves esto.
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