ORACIÓN ANTE EL SAGRARIO
¡JESÚS SACRAMENTADO, HIJO VERDADERO DE DIOS Y DE LA VIRGEN NUESTRA SEÑORA!
Creemos firmemente que estas aquí, real y verdaderamente presente; que eres nuestro Salvador y Redentor; que eres «Luz de los Pueblos»; alimento de nuestras almas; amigo que nunca falla; nuestro Camino, Verdad y Vida; Hijo Predilecto del Padre.
Esperamos en Ti, que tienes Palabras de Vida Eterna; que eres Bueno y Misericordioso; que tienes un corazón, lleno de bondad y de Amor, manso y humilde; que perdonas nuestras faltas y pecados, que aunque sean grandes, mayor es tu perdón y tu amor.
Te amamos, y queremos amarte, como Tú quieres que te amemos: «Con todo el corazón, con toda el alma, con todas nuestras fuerzas».
Y porque sabemos que nos amas, queremos amarte con la entrega y ardor, con que te amaba María, Madre tuya Inmaculada y Dulce Madre nuestra. Y siguiendo tus huellas, queremos dar nuestra vida por Ti y por nuestros hermanos, a quienes queremos amar, como Tú nos amas.
Te prometemos:
– Que nunca te dejaremos de amar. Te decimos las mismas palabras que Pedro, tu Apóstol Predilecto y nuestro Titular: “Aunque todos te abandonen, yo no”.
– Que seguiremos siempre al Papa «el Dulce Cristo en la tierra»; a nuestro Obispo, sucesor de los Apóstoles, y a nuestros Sacerdotes, vínculo y garantía de unión con el Obispo y con el Papa.
– Que te recibiremos en la Comunión con frecuencia y dignamente, pues, sabemos que eres el Pan de Vida Eterna; que te visitaremos asiduamente, siguiendo el ejemplo de Nuestra Señora, Perpetua adoradora de tu Corazón Eucarístico, porque creemos que estás aquí y nos esperas. Y que asistiremos a la Santa Misa participando piadosa, activa y conscientemente, como quiere la Iglesia a la que por tu gracia pertenecemos.
¡ALABADO SEA JESÚS SACRAMENTADO, SEA POR SIEMPRE BENDITO Y ALABADO!
¡VIVA JESÚS SACRAMENTADO, VIVA Y DE TODOS SEA AMADO! AMEN.
ORACIÓN AL SANTÍSIMO “LIGNUM CRUCIS”
¡TE ADORAMOS OH CRISTO Y TE BENDECIMOS QUE POR TU SANTA CRUZ REDIMISTE AL MUNDO!
Santísimo Cristo, a Quien la obediencia al Padre y el amor a nosotros, tus hermanos, te llevó al Madero de la Cruz. Adoramos el LIGNUM CRUCIS, te agradecemos tu Pasión y Muerte, celebramos tu Resurrección, nos consagramos a tu amor y servicio.
Queremos amarte como Tú nos amas, seguirte fielmente y estar siempre junto a Ti.
Bendice al Papa, a nuestro Obispo y a los Sacerdotes, para que nos enseñen a conocerte mejor y a amarte más.
Protege a nuestras familias, a esta Parroquia, a los aeronavegantes, a nuestro mundo actual. Disipa toda guerra, odio, desunión, discordias y conformismo.
Concede a los pecadores la gracia de volver en sí, para que vuelvan a Ti, y a los justos la firmeza en la fe y en la caridad, a los niños que no pierdan la inocencia, a los jóvenes que se sientan responsables para construir un mañana feliz, a los enfermos la salud, a los difuntos la felicidad y la paz del cielo y a cuantos no te conocen o no te aman, tu luz, tu perdón y misericordia.
Danos el pan de cada día, colegios suficientes, hogares dignos y puestos de trabajo.
Aumenta el número de los llamados al Sacerdocio y a la vida religiosa.
Haz, que cuantos honramos el LIGNUM CRUCIS, sepamos seguir llevando nuestra propia Cruz con amor y alegría como llevaste la tuya.
Te lo pedimos por la intercesión de nuestra Madre, Reina y Señora de Loreto. Amén
ORACIÓN A NTRA. SRA. DE LORETO
¡Dios te salve, Reina del cielo y de la tierra, Madre y Señora de Loreto!
Hoy queremos evocar aquel primer Viernes Santo, en el que subiste con Cristo al Calvario, estuviste de pie, junto a su Cruz, recogiste su testamento y quedaste sumida en la más amarga soledad.
Eres Madre y Señora de Loreto la fiel discípula de Jesucristo, le seguiste a todas partes, hasta el momento supremo de la Cruz, acompañada de los pocos discípulos fieles.
La Virgen orante, oyente y oferente. Oraste en Caná de Galilea, al traspasar tu alma de dolor la necesidad de aquellos esposos. Oíste siempre a Jesús, y tan perfectamente que Él nos dijo «Bienaventurados los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen». Ofreciste tu Hijo al Padre y con Él te ofreciste como Corredentora de nuestras almas.
Te saludamos, Madre de Dios, siempre Virgen, Inmaculada y Asunta al cielo, Dogmas marianos que confesamos públicamente y por cuya defensa estamos dispuestos hasta derramar nuestra sangre.
Te invocamos como nuestra Auxiliadora, Abogada, Remedio, Socorro, Medianera, Corredentora, nuestro Modelo, Signo de Esperanza y de Alegría, nuestro Consuelo, Madre de la Iglesia, Madre Dolorosa, Nuestra Señora y Señora Nuestra.
Enséñanos a ser verdaderos Hijos de Dios e Hijos tuyos y fervientes cristianos, que demos testimonio del Evangelio en nuestros ambientes y en nuestro mundo, viviendo con entusiasmo y alegría nuestros compromisos bautismales.
Queremos ser tuyos, todo tuyos y siempre tuyos.
Te pedimos «Tú que nos sonreíste en la suave mañana de nuestra vida, vuelve, Madre a sonreírnos ahora», en este «ahora» en que vivimos azotados por el mundo y por el maligno.
«Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos». Mira con ternura a nuestros hermanos, a nuestras familias, a nuestras Parroquias, a nuestra Diócesis. Defiende la inocencia de los niños, fortalece las ilusiones de los jóvenes, aumenta la esperanza de los mayores.
Y si algún día, nos olvidamos de Ti, Pastora Divina de nuestras almas, sal al encuentro de la oveja perdida, llénala del Rocío de tu mirada y tráela al redil de Cristo, en el que queremos vivir y morir, ¡Oh Clemente, Oh Piadosa, Oh Dulce Virgen y Señora de Loreto! Amén.
Censura Eclesiástica.- Rg 621.S-9. VIII.1993
ORACIÓN DE S.S. BENEDICTO XVI A LA VIRGEN DE LORETO
Visita al Santuario Lauretano
1 de Septiembre del 2007
María, Madre del sí, tú escuchaste a Jesús
y conoces el timbre de su voz
y el latido de su corazón.
Estrella de la mañana, háblanos de él
y descríbenos tu camino
para seguirlo por la senda de la fe.
María, que en Nazaret habitaste con Jesús,
imprime en nuestra vida tus sentimientos,
tu docilidad, tu silencio que escucha y hace florecer
la Palabra en opciones de auténtica libertad.
María, háblanos de Jesús, para que el frescor
de nuestra fe brille en nuestros ojos
y caliente el corazón de aquellos
con quienes nos encontremos,
como tú hiciste al visitar a Isabel,
que en su vejez se alegró contigo
por el don de la vida.
María, Virgen del Magníficat
ayúdanos a llevar la alegría al mundo
y, como en Caná, impulsa a todos los jóvenes
comprometidos en el servicio a los hermanos
a hacer sólo lo que Jesús les diga.
María, dirige tu mirada al ágora de los jóvenes,
para que sea el terreno fecundo de la Iglesia italiana.
Ora para que Jesús, muerto y resucitado,
renazca en nosotros
y nos transforme en una noche llena de luz,
llena de él.
María, Virgen de Loreto, puerta del cielo,
ayúdanos a elevar nuestra mirada a las alturas.
Queremos ver a Jesús, hablar con él
y anunciar a todos su amor.
Amén