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Oración por las Almas del Purgatorio Dictada por Jesús

El Purgatorio es para aquellos que luego de la muerte no se encuentran en condición de estar frente a Dios.

Siguen siendo imperfectos pero viajan hacia la plena beatitud.

Requieren una purificación, que la fe de la Iglesia ilustra en la doctrina del purgatorio. 

mujeres con velas purgatorio muertos

Cerca del Vaticano, junto al Tíber en Roma, se encuentra una hermosa iglesia neogótica – la única con ese estilo en toda la ciudad – que está dedicada al Sagrado Corazón del Sufragio.
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Sufragio en sentido de ayuda a las almas del purgatorio. 

En una habitación en la sacristía se exhibe un pequeño número de extrañas y fascinantes reliquias: objetos con huellas visibles, físicas dejadas por las almas del purgatorio cuando visitaron la Tierra.

La colección se conoce como el pequeño Museo del Purgatorio, el Piccolo Museo del Purgatorio.

Haz una visita al Museo del Purgatorio aquí.

A pesar de lo que dicen los protestantes de que el purgatorio no es bíblico, hay muchas menciones a él en la Biblia.

    

LAS REFERENCIAS BÍBLICAS SOBRE EL PURGATORIO

Debemos estar sin pecado para entrar en la presencia de Dios (Ef 5: 5; Hebreos 12:14; Ap 21:27; 22: 3, 14-15).
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Por lo tanto, Dios debe purgar o lavar nuestro pecado para hacernos aptos para estar en el cielo con Él.

La mayoría de los católicos están de acuerdo. La única discrepancia es si esta «purificación divina» tiene lugar en un instante o es más un proceso.

Es simplemente una diferencia cuantitativa; no es algo esencial.

El purgatorio se indica más directamente en 1 Corintios 3:13-15:

“la obra de cada cual quedará al descubierto; la manifestará el Día, que ha de revelarse por el fuego.

Y la calidad de la obra de cada cual, la probará el fuego.

Aquél, cuya obra, construida sobre el cimiento, resista, recibirá la recompensa.

Mas aquél, cuya obra quede abrasada, sufrirá el daño. El, no obstante, quedará a salvo, pero como quien pasa a través del fuego.”

Un tema bíblico muy común es el castigo de Dios o la purificación de su pueblo.

Por analogía, esto nos muestra los mismos conceptos que están detrás de la doctrina apostólica y católica del purgatorio, o sea los métodos de cómo trabaja Dios, por así decirlo.

Cuando se incluyen estos pasajes, uno puede encontrar hasta cincuenta pasajes bíblicos que son relevantes para el purgatorio.

Las Escrituras se refieren a un fuego purificador (además de 1 Corintios 3 anterior): lo que sea deberá pasar por el fuego para hacerse limpio (Números 31:23).

Las menciones son: Dt 4:36; Si 2: 5; Hebreos 12:29; 1 P. 4:12; Mt 3:11; Mc 10:38-39; Lc 3:16;12:50.

La Biblia también hace uso frecuente de la metáfora de diversos metales que se refinan en el fuego, como el oro, para quitarle las impurezas: Job 23:10; Salmo 66:10; Prov 17:3; Is 1:25; Is 48:10; Jeremías 9:7; Zacarías 13:9; Mal 3:2-3; Sb 3:5-6; 1 Pedro 1:6-7; Salmo 51: 2,7; Pr 20:30; Is 4:4; Jer 33:8; Ezequiel 36:25; Zacarías 13:1; Hebreos 10:22; 2 Pedro 1:9;1 Juan 1:7.

El “castigo” divino se enseña claramente en muchos pasajes: Dt 8:5); Pr 3:11; Jeremías 30:11; Sab 11:10; 1 Tesalonicenses 2:4; Hebreos 12:6-7,10.

Estamos sujetos a la indignación o ira de Dios, en la medida en que pecamos: Ecl 12:14; Miqueas 7:9.

El purgatorio está escrito por todas partes por encima de los pasajes de la Biblia.

    

LA EXPLICACIÓN DEL PURGATORIO COMO EL REGALO MISERICORDIOSO DE DIOS SEGÚN JUAN PABLO II

El Papa Juan Pablo II explica por qué es necesario el purgatorio.
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Reafirma la antigua sabiduría sobre la existencia de un “estado de purificación” después de la muerte.
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Purificación significa expiación de los pecados y de sus efectos en el alma. 

No es un proceso automático  de “crecimiento” del alma, indoloro, de alcanzar la plena “auto-realización” a través de la adquisición de una visión cada vez más interna después de la muerte, como es la tranquilizadora teoría de algunos espiritualistas.

No es una acumulación de aprendizaje, a través de una serie de “reencarnaciones”, hasta que se alcanza un cierto punto de la sabiduría perfecta, como en la fantasía de algunos discípulos de nueva era en occidente.

Tales son los intentos infantiles para suprimir la conciencia profunda del hombre que la dimensión básica de la determinación de su destino en el otro mundo no es el conocimiento o experiencia, sino la pureza moral: el pecado, y las huellas que deja en el alma, contra la santidad.

En nuestra cultura de hoy, de los tres destinos que la doctrina cristiana tradicional enseña como paso siguiente a la muerte y al juzgamiento – el cielo, el infierno y el purgatorio – únicamente la creencia en el cielo o en algo parecido a un estado de felicidad, ha sobrevivido ampliamente.

El optimismo “barato” prevaleciente sostiene que la vida de prácticamente todos termina automáticamente en un estado de felicidad.
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Los no bautizados y el internamente pobre hombre occidental pueden reconocer que tienen sus imperfecciones y defectos, pero no se ven a sí mismos como un pecador.
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Para ellos, la reconciliación o purificación del pecado es una idea «medieval». 

gustave dore purgatorio fondo

Hace ya 150 años, el cardenal John Henry Newman vio el surgimiento de esta mentalidad superficial y humanista:

Estamos apreciando una religión superficial, una religión hueca, a la cual no le vamos a sacar provecho en los días de angustias y problemas. 

Esta era ama a una religión exclusivamente alegre.

Esta determinada a hacer una religión luminosa, brillante y alegre, cualquiera que sea la forma de la misma que adopte. 

Y que se encargará de la doctrina católica con el mismo espíritu… tomamos lo que es bello y atractivo, y subestimamos lo que es severo y doloroso. 

El Purgatorio la penitencia, la expiación, la justicia santa de Dios: ésto simplemente no encaja con la religión alegre barata de hoy. 

Sin embargo, la verdad es que el hombre tiene que ser “irreprensible en santidad ante Dios Padre”, cuando, después de la muerte, él aparezca delante de ÉL para rendir cuentas de su vida.

Sólo las almas santas tienen acceso directo a la “morada feliz” donde “nada impuro entrará”.

Por lo tanto, “todo vestigio de apego al mal debe ser eliminado, toda imperfección del alma corregida”.

El lugar para esta corrección de las imperfecciones del alma es el purgatorio.

Esto es un misterio profundo y divino, y también es un misterio terrible, cuyos aspectos aterradores no pueden ser pasados por alto. 

Pero la realidad no nos debe asustar. 

Juan Pablo II dice:

“Un último aspecto importante que la tradición de la Iglesia siempre ha señalado debe ser re-propuesto hoy: 

la dimensión de la ‘comunión’… la solidaridad eclesiástica que funciona a través de la oración, la oración de sufragio, y el amor”. 

Aquí Juan Pablo nos enseña que la penitencia y dolor en el purgatorio son mitigados por la confortación de la misericordia.
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En última instancia, el purgatorio es la misericordia de Cristo trabajando a través de su Cuerpo místico, la Iglesia.
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Y anuncia la necesidad imperiosa de orar por las almas del purgatorio.

   

LAS ORACIONES POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO

Las almas del purgatorio murieron en la misericordia de Dios y por eso se los llama santas.

Pero no han ido al cielo todavía porque tenían apego al pecado en el momento de su muerte.

Y entonces deben someterse a una purificación dolorosa, que se pueden aliviar con oración.

Ellas no pueden orar por sí mismas, porque la oportunidad de merecer algo para ellas mismas era en la Tierra

Pero son parte de la comunión de los santos y dependen entonces de nosotros para ayudarles a aliviar el sufrimiento, con nuestras oraciones.

Este acto de caridad es agradable a Dios y por eso Dios asigna nuestras oraciones para la purificación de las pobres almas del purgatorio.

Aquí hay una serie de sugerencias de cómo orar por las almas del purgatorio,

  

Reza una novena y otras oraciones por las santas almas del purgatorio específicamente.

Celebra misas por tus seres queridos difuntos, especialmente en la fecha de su muerte.

Ofrece tus comuniones por esas almas y tu adoración eucarística.

Obtén indulgencias para esas almas.

Da limosna en nombre de las almas del purgatorio, porque según el libro de Tobit 12: 9 “la limosna salva y elimina todos los pecados”.

  

Pídele a la Preciosa Sangre del Sagrado Corazón por ellas.

Santo Tomás de Aquino dijo,

“A medida que el rocío refresca y levanta las plantas y flores marchitas, la Sangre de Cristo revive, reconforta y trae nuevas esperanzas a las pobres almas en el purgatorio”.

Y Sor María Martha Chambon recibió este mensaje,

“Cuando ofreces mis heridas santas a los pecadores, no debes olvidar hacerlo por las almas en el purgatorio, ya que solo unos pocos piensan en su alivio”.

Reza también la Coronilla de la Divina Misericordia a las 3 de la tarde por estas almas.

 

Reza el Santo Rosario por las almas del purgatorio.

San Bernardo de Siena dijo que la Santísima Virgen tiene un poder inmenso para liberar a las almas de los devotos del purgatorio por nuestras oraciones

Y San Pedro Damián atestigua que en la solemnidad de la Asunción de Nuestra Señora, ella libera miles de almas purgantes.

Inclusive hay una leyenda que dice que cuando Nuestra Señora fue llevada al cielo en su Asunción se vació el purgatorio y esas almas la acompañaron en su entrada triunfante al cielo.

  

Ora el viacrucis, porque después de la misa y el rosario en la oración más poderosa para ayudar a las almas del purgatorio.

Hay Incluso un viacrucis escrito especialmente para las santas almas del purgatorio.

Y existe una práctica antigua de rezar el viacrucis durante 33 días consecutivos por las almas del purgatorio, y es aún mejor complementarlo yendo a misa cada uno de estos días y orar por estas almas.

  

Visita un cementerio y rocía con agua bendita el suelo y las tumbas.

Reza la oración del Descanso Eterno qué tiene indulgencias parciales aplicables a las almas del purgatorio,

“Concédeles, Señor, el descanso eterno y que les ilumine tu luz perpetua. Que las almas de los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz. Amén”.

  

Difunde la devoción por las pobres y santas almas del purgatorio para que otros se sumen a tus oraciones

Y un caso especial que te queremos comentar es del mensaje que recibió María Valtorta de Jesús sobre el purgatorio.

Qué incluye una oración dictada por Jesús

jesus en la resurrección de los muertos

   

MENSAJE DE JESÚS A MARÍA VALTORTA SOBRE EL PURGATORIO

En 1943 Jesucristo se apareció a la Vidente María Valtorta y le dio este mensaje revelador sobre el tema del Juicio y el Purgatorio.

Dice Jesucristo:

Quiero explicarte qué es y en qué consiste el Purgatorio.

Y te lo voy a explicar de forma que ha de chocar a tantos que se creen depositarios del conocimiento del más allá y no lo son…

Las almas inmersas en aquellas llamas no sufren sino por el Amor.
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No desmerecedoras de poseer la Luz, más tampoco dignas aún de entrar inmediatamente en el Reino de la Luz, ya que al presentarse ante Dios, son revestidas por dicha Luz.
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Mueren en estado de gracia pero no han purificado totalmente su alma.
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Pues no han pagado las penas que se acumulan en virtud de los pecados cometidos en la tierra.
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En una breve y anticipada bienaventuranza que les certifica su salvación, les hace ver lo que será su eternidad y lo que hicieron a su alma privándola de años o de siglos de feliz posesión de Dios.

¿Qué es lo que quiere el Dios Uno y Trino para las almas creadas por Él? El Bien.

El que quiere el Bien para una criatura, ¿qué sentimientos abriga hacia ella? Sentimientos de Amor.

¿Cuáles son los mandamientos primero y segundo, los dos más importantes, aquellos de los que yo dije no haber otros más grandes y estar en ellos la llave para franquear la vida eterna?

Es el mandamiento del Amor: Amar a Dios con todas tus fuerzas y al prójimo como a ti mismo.

¿Qué os dije infinidad de veces por mi boca, por boca de los profetas y de los santos?

Que la Caridad es la más grande de las absoluciones.

Que la Caridad cancela las culpas y las debilidades del hombre, ya que quien Ama vive en Dios y, al vivir en Dios, peca poco y si peca, al punto se arrepiente y para el que se arrepiente se haya presto el perdón del Altísimo.

¿En qué faltaron las almas?
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En el Amor, de haber amado mucho, hubieran cometido pocos pecados y estos leves, debidos a vuestra debilidad e imperfección.

Por eso, amando en la tierra es como trabajáis para el cielo.

Amando en el Purgatorio es como conquistáis el cielo que en la vida no supisteis merecer.

Y amando en el paraíso es como gozáis del cielo.

Este es el tormento: el alma recuerda la visión de Dios habida en el Juicio Particular.

Si lleva consigo aquel recuerdo es porque, aún cuando no sea más que el haber entrevisto a Dios, representa un gozo que supera toda otra cosa creada y el alma se deshace en deseos de volver a gozar de aquella dicha.

Aquel recuerdo de Dios y aquella Luz que le penetró al comparecer ante Él, hacen efectivamente que el alma “vea” en su exacta dimensión las faltas cometidas contra su bien, y este “ver”, junto con el pensamiento de que con aquellas faltas se privó voluntariamente para años o para siglos de la posesión del cielo y de la unión con Dios, constituye su pena purgativa.

El Amor y la convicción de haber ofendido al Amor es el tormento de los purgantes.

(Dictado el 17 de octubre de 1943)

misa por las almas del purgatorio

   

ORACIÓN POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO DICTADA POR JESÚS

Escrito del 24 de octubre de 1944.

…escribo todo lo que Jesús dicta:

Ruega así por ellos:

¡Oh Jesús!, que con tu gloriosa Resurrección nos has mostrado cómo serán eternamente los ‘hijos de Dios’, concede la santa resurrección a nuestros seres queridos, fallecidos en tu Gracia, y a nosotros, en nuestra hora.

Por el sacrificio de tu Sangre, por las lágrimas de María, por los méritos de todos los Santos, abre tu Reino a sus espíritus.

¡Oh Madre!, cuya aflicción finalizó con la alborada pascual ante el Resucitado y cuya espera de reunirte con tu Hijo cesó en el gozo de tu gloriosa Asunción, consuela nuestro dolor librando de las penas a quienes amamos hasta más allá de la muerte, y ruega por nosotros que esperamos la hora de volver a encontrar el abrazo de quienes perdimos.

Mártires y Santos que estáis jubilosos en el Cielo, dirigid una mirada suplicante a Dios, y una fraterna a los difuntos que expían, para rogar al Eterno por ellos y para decirles a ellos: ‘He aquí que la paz se abre para vosotros’.

Amados, tan queridos, no perdidos sino separados, que vuestras oraciones sean para nosotros el beso que añoramos, y cuando por nuestros sufragios estaréis libres en el beato Paraíso con los Santos, protegednos amándonos en la Perfección, unidos a nosotros por la invisible, activa, amorosa Comunión de los Santos, anticipo de la perfecta reunión de los ‘benditos’ que nos concederá, además de gozarnos con la visión de Dios, el encontraros como os tuvimos, pero sublimados por la gloria del Cielo.

Con aprobación eclesiástica otorgada por Monseñor Roman Danylak.

Fuentes:

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Las Últimas 7 Palabras de Jesucristo en la Cruz, para rezar el Viernes Santo

Cuando Jesús colgaba de la Cruz pronunció sus últimas 7 palabras.

Y durante siglos se han incorporado como formas de devoción y de meditación.

Especialmente en la Baja Edad Media se dedicaron a reflexionar y hacer devociones sobre ellas.

Las últimas palabras de una persona que va a morir provienen directamente de lo que tiene en su corazón.

Así por ejemplo Napoleón dirá en su lecho de muerte que se estaba muriendo antes de tiempo.

Y Voltaire le ofrecerá a su médico la mitad de su fortuna si le extiende la vida por 6 meses.

Luego de su crucifixión, qué sucedió a las 12:00 del mediodía del Viernes Santo, Jesús tenía dificultades para exhalar aire, y por tanto para hablar, y por eso sus palabras son excepcionales.

Sin embargo han quedado para la posteridad las últimas 7 frases qué pronunció.

Cuando lo estaban crucificando Él dijo a sus flageladores “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen”, extendiendo Su misericordia a Sus asesinos.

Cuando levantaron la cruz fue puesto entre dos ladrones y uno de ellos se mostró arrepentido y le pidió a Jesús que lo recordara.

Y por eso Jesús le prometió que ese mismo día estaría con Él en el paraíso.

Luego vio a su Madre y se la confió a su único apóstol presente, San Juan, quién la llevó a su casa.

Lo que también la iglesia verá como la entrega de la humanidad a María, como sus hijos.

Media hora antes de morir Jesús gritó “Dios mío. Dios mío, porque me has abandonado”.

La interpretación de esto es que Jesús vio todos los pecados de la humanidad y esto causó repulsión a Dios y por eso se retiró de esa visión.

Y entonces Jesús tuvo la sensación que Su Padre lo había abandonado.

Luego afloró su naturaleza humana cuando dijo “tengo sed”.

Justo antes de su muerte Jesús se da cuenta que la vida lo está dejando y ahí exclama que “todo está consumado”.

Si trata de un grito de victoria y no de un grito de muerte.

Y finalmente la última frase de Jesús es “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu”.

Esta es una oración que viene del Salmo 31, en el que el rey David pone su futuro en manos de Dios.

Y era una oración popular que las madres judías enseñaban a sus hijos.

Sor Josefa Menéndez recibió visiones sobrenaturales sobre estas 7 palabras, y a raíz de ello se generó la devoción qué presentamos.

  

LA DEVOCIÓN DE SOR JOSEFA MENÉNDEZ

El 30 de marzo de 1923, Viernes Santo, Jesús le dice a Sor Josefa Menéndez:

“Josefa, ya conoces mis sufrimientos… Sígueme en ellos… Acompáñame y toma parte en mi dolor…

¡Ya ha llegado la hora de la Redención del mundo!

Me van a levantar y a ofrecer como espectáculo de burla…, pero también de admiración…

¡Esta Cruz que hasta aquí era el patíbulo donde expiraban los criminales, es ahora la luz del mundo, el objeto de mayor veneración.

En mis llagas encontrarán los pecadores el perdón y la vida… ¡Mi Sangre lavará y borrará todas sus manchas!…

¡En mis llagas las almas puras vendrán para saciar su sed y abrasarse en amor!…

¡En ellas podrán guarecerse y fijar su morada!…”

  

PADRE, PERDÓNALOS, PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN

«No han conocido al que es su vida. ¡Han descargado sobre El todo el furor de sus iniquidades!…

Mas, Yo os lo ruego, ¡oh Padre mío!…, descargad sobre ellos la fuerza de vuestra misericordia.»

  

HOY ESTARÁS CONMIGO EN EL PARAÍSO

«Porque tu fe en la misericordia de tu Salvador ha borrado tus crímenes…; ella te conduce a la vida eterna.»

  

MUJER, HE AHÍ A TU HIJO

«¡Madre mía!, he ahí a mis hermanos… ¡Guárdalos!… ¡Ámalos!…»

No estáis solos, vosotros por quienes he dado mi vida. Tenéis ahora una Madre a la que podéis recurrir en todas vuestras necesidades.

Y ahora el amor me lleva a unir a todos los hombres con lazos de hermandad, dándoles a todos mi misma Madre.

   

DIOS MÍO, DIOS MÍO, ¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?

«Sí, el alma tiene ya derecho a decir a Dios: ¿Por qué me has desamparado?…

Porque, después de consumado el misterio de la Redención, el hombre ha vuelto a ser hijo de Dios, hermano de Jesucristo, heredero de la vida eterna…»

  

TENGO SED

«¡Oh! ¡Padre mío!… Tengo sed de vuestra gloria…, y he aquí que ha llegado la hora…

En adelante, realizándose mis palabras, el mundo conocerá que sois Vos el que me enviasteis y seréis glorificado.

Tengo sed de almas, y para refrigerar esta sed he derramado hasta la última gota de mi Sangre.

Por eso puedo decir:

   

TODO ESTÁ CONSUMADO

«Ahora se ha cumplido el gran misterio de Amor, por el cual Dios entregó a la muerte a su propio Hijo para devolver al hombre la vida…

Vine al mundo para hacer vuestra Voluntad.

Padre mío, ¡ya está cumplida!»

   

EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPÍRITU

«A Vos entrego mi alma… Así las almas que cumplen mi Voluntad, podrán decir con verdad: Todo está consumado…

¡Señor mío y Dios mío! Recibid mi alma, la pongo en vuestras manos…»

«Josefa, lo que has oído, escríbelo; quiero que las almas lo lean, a fin de que las que tengan sed se refrigeren…, las que tengan hambre se sacien…»


   

DEVOCIÓN DE LAS 7 PALABRAS PARA REZAR EN VIERNES SANTO

   

PRIMERA PALABRA : Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen (Lc. 23,34)

Jesús amado, que por amor mío agonizasteis en la cruz, a fin de pagar con vuestras penas la deuda de mis pecados.

Y abristeis vuestra divina boca para obtenerme el perdón de la justicia eterna.

Tened piedad de todos los fieles agonizantes y de mí en aquella hora postrera.

Y por los méritos de vuestra preciosísima Sangre derramada por nuestra salvación, concedednos un dolor tan vivo de nuestras culpas que nos haga morir en el seno de vuestra infinita misericordia.

Tres Glorias.

Tened piedad de nosotros, Señor, tened piedad de nosotros.

Dios mío, creo en Vos, espero en Vos, os amo y me arrepiento de haberos ofendido con mis pecados.

   

SEGUNDA PALABRA: En verdad, en verdad te digo: hoy estarás conmigo en el Paraíso (Lc. 23,43)

Jesús amado, que por amor mío agonizasteis en la cruz.

Y que con tanta prontitud y liberalidad correspondisteis a la fe del buen ladrón que os reconoció por Hijo de Dios en medio de vuestras humillaciones, y le asegurasteis el Paraíso.

Tened piedad de todos los fieles agonizantes y de mi en aquella hora postrera.

Y por los méritos de vuestra preciosísima Sangre, haced que revive en nuestro espíritu una fe tan firme y constante que no se incline a sugestión alguna del demonio, para que también nosotros alcancemos el premio del santo Paraíso.

Tres Glorias.

Tened piedad de nosotros, Señor, tened piedad de nosotros.

Dios mío, creo en Vos, espero en Vos, os amo y me arrepiento de haberos ofendido con mis pecados.

   

TERCERA PALABRA: Mujer, he ahí a tu hijo; hijo he ahí a tu madre (Jn. 19, 26-27)

Jesús amado, que por amor mío agonizasteis en la cruz.

Y olvidando vuestros sufrimientos nos dejasteis en prenda de vuestro amor vuestra misma Madre Santísima.

Para que por su medio podamos recurrir confiadamente a Vos en nuestras mayores necesidades.

Tened piedad de todos los fieles agonizantes y de mi en aquella hora postrera.

Y por el interior martirio de una tan amada Madre, reavivad en nuestro corazón la firme esperanza en los infinitos méritos de vuestra preciosísima Sangre, a fin de que podamos evitar la eterna condenación que tenemos merecida por nuestros pecados.

Tres Glorias.

Tened piedad de nosotros, Señor, tened piedad de nosotros.

Dios mío, creo en Vos, espero en Vos, os amo y me arrepiento de haberos ofendido con mis pecados.

   

CUARTA PALABRA: ¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado? (Mc. 15, 34; Mt. 27, 46)

Jesús amado, que por amor mío agonizasteis en la cruz.

Y que, añadiendo sufrimiento a sufrimiento, además de tantos dolores en el cuerpo, sufristeis con infinita paciencia la mas penosa aflicción de espíritu a causa del abandono de vuestro eterno Padre.

Tened piedad de todos los fieles agonizantes y de mi en aquella hora postrera.

Y por los méritos de vuestra preciosísima Sangre, concedednos la gracia de sufrir con verdadera paciencia todos los dolores y congojas de nuestra agonía, a fin de que, unidas a las vuestras nuestras penas, podamos después participar de vuestra gloria en el Paraíso.

Tres Glorias.

Tened piedad de nosotros, Señor, tened piedad de nosotros.

Dios mío, creo en Vos, espero en Vos, os amo y me arrepiento de haberos ofendido con mis pecados.

   

QUINTA PALABRA: Tengo sed (Jn. 19,28)

Jesús amado, que por amor mío agonizasteis en la cruz.

Y que, no saciado aún con tantos vituperios y sufrimientos, quisierais sufrirlos todavía mayores para la salvación de todos los hombres, demostrando así que todo el torrente de Vuestra Pasión no es bastante para apagar la sed de vuestro amoroso Corazón.

Tened piedad de todos los fieles agonizantes y de mí en aquella hora postrera.

Y por los méritos de vuestra preciosísima Sangre, encended tan vivo fuego de caridad en nuestro corazón que lo haga desfallecer con el deseo de unirse a Vos por toda la eternidad.

Tres Glorias.

Tened piedad de nosotros, Señor, tened piedad de nosotros.

Dios mío, creo en Vos, espero en Vos, os amo y me arrepiento de haberos ofendido con mis pecados.

   

SEXTA PALABRA: Todo está cumplido (Jn. 19, 30)

Jesús amado, que por amor mío agonizasteis en la cruz.

Y desde esta cátedra de verdad anunciasteis el cumplimiento de la obra de nuestra Redención, por la que, de hijos de ira y perdición, fuimos hechos hijos de Dios y herederos del cielo.

Tened piedad de todos los fieles agonizantes y de mí en aquella hora postrera.

Y por los méritos de vuestra preciosísima Sangre, desprendednos por completo así del mundo como de nosotros mismos.

Y en el momento de nuestra agonía, dadnos gracia para ofreceros de corazón el sacrificio de la vida en expiación de nuestros pecados.

Tres Glorias.

Tened piedad de nosotros, Señor, tened piedad de nosotros.

Dios mío, creo en Vos, espero en Vos, os amo y me arrepiento de haberos ofendido con mis pecados.

   

SÉPTIMA PALABRA: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu (Lc. 23, 46)

Jesús amado, que por amor mío agonizasteis en la cruz.

Y que en cumplimiento de tan grande sacrificio aceptasteis la voluntad del Eterno Padre al encomendar en sus manos vuestro espíritu para enseguida inclinar la cabeza y morir.

Tened piedad de todos los fieles agonizantes y de mí en aquella hora postrera.

Y por los méritos de vuestra preciosísima Sangre, otorgadnos en nuestra agonía una perfecta conformidad a vuestra divina voluntad, a fin de que estemos dispuestos a vivir o a morir según sea a Vos más agradable.

Y que no suspiremos para nada más que por el perfecto cumplimiento en nosotros de vuestra adorable voluntad.

Tres Glorias.

Tened piedad de nosotros, Señor, tened piedad de nosotros.

Dios mío, creo en Vos, espero en Vos, os amo y me arrepiento de haberos ofendido con mis pecados.

Fuentes:

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Devoción del Reloj de la Pasión de Jesús [del jueves al viernes santo]

El Reloj de la Pasión es una oportunidad para estar con Nuestro Señor en los momentos más importantes de su vida.

Repasa hora a hora la vida de Jesús durante el jueves y viernes santos.

Es una devoción popular que lleva hacia un hondo seguimiento en la pasión y muerte de Jesús.

Ayuda a comprender la semana Santa, alimenta la vida de oración, la meditación y a contemplar a Jesús que continúa sufriendo en las personas de tantos crucificados.

El Reloj de la Pasión de Jesucristo fue ideado por San Alfonso María de Ligorio (1696-1787) como una meditación de la pasión de las últimas 24 horas de Jesús en la tierra.

Pero luego a principios del siglo XX Jesús se las entregó a Luisa Piccarreta, quien las organizo en una manera para orar las revelaciones.

Estas revelaciones fueron publicadas por primera vez por San Aníbal de Francia, que fue el confesor y guía espiritual de Luisa Piccarreta.

Jesús quiere que todos que todos los que sientan vinculación con la Divina Voluntad revelada a Luisa Piccarreta oren las Horas de la Pasión.

El 1 de noviembre de 1906 Nuestro Señor le dijo a Luisa Piccarreta,

Hija mía, medita continuamente en mi Pasión y siente pena por ella y compasión por Mí, me complace mucho me siento reconfortado por todo lo que sufrí”.

El 10 de Abril de 1913 Luisa le preguntó a Jesús que recompensa dará aquellos que hagan las Horas de la Pasión,

Entonces Jesucristo le contestó,

“Hija mía, miraré estas Horas, no como tuyas, sino como Mías.

Daré mis mismos méritos, como si estuviera en el acto de sufrir mi Pasión; y los mismos efectos, según las disposiciones de las almas.

Esto, mientras están en la tierra, no puedo darles una recompensa mayor.

Luego, en el Cielo, pondré estas almas frente a Mí, lanzándome a través de ellas con dardos de amor y de satisfacción por todas las veces que hicieron las Horas de mi Pasión.

¡Qué dulce encanto será para todos los Bienaventurados!”

Y el 6 de septiembre de 1913 Nuestro Señor agregó lo siguiente,

“Hija mía, a través de las oraciones con indulgencias uno gana algo, pero las Horas de mi Pasión, son mis oraciones, mis reparaciones y todo mi amor.

Han salido de lo más profundo de mi Corazón.

¿Acaso han olvidado cuántas veces me he unido a ustedes para hacerlas juntos y he cambiado los castigos en gracia sobre toda la tierra?

Entonces, mi satisfacción es tal, que en lugar de indulgencias, le doy al alma un puñado de amor, que contiene incalculables valores.

   

JUEVES

7. 00 pm. Jesús lava los pies de los discípulos (Jn 13, 4-5)

“Cuando estaban cenando, se levantó de la mesa, se quito el manto y se ató una toalla a la cintura.

Entonces echó agua en una palangana y se puso a lavar los pies de los discípulos, y a secarlos con la toalla que llevaba en la cintura”.

  

8.00 pm. Jesús instituye la Eucaristía (1Cor 11, 23-27)

“La misma noche en que Jesús fue traicionado, tomó en sus manos el pan y, después de dar gracia a Dios, lo partió y dijo: “Esto es mi Cuerpo, partido para su bien. Hagan esto en memoria mía”.

Así también, después de la cena, tomó en sus manos la copa y dijo: “ Esta copa es el nuevo pacto confirmado con mi sangre. Cada vez que la beban, háganla en memoria mía.

De manera que, hasta que venga el Señor, ustedes proclamarán su muerte cada vez que coman de esta copa”.

  

9.00 pm. Jesús ora en el huerto de los Olivos (Lc 22, 39-42)

“Entonces Jesús salió, y como era su costumbre se fue al monte de los Olivos; y los discípulos lo siguieron.

Al llegar al lugar, les dijo: “Oren, para que no caigan en tentación”.

Luego se alejó de ellos como a una distancia a que uno tira la piedra, y se puso de rodillas para orar.

Dijo: “Padre, si quieres, líbrame de este trago amargo; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya”.

  

10.00 pm. Jesús entra en agonía y suda sangre (Lc 22, 44)

“Y al estar sufriendo muchísimo, oraba con más fuerza, y su sudor era como grandes gotas de sangre que caían a tierra”.

   

11.00 pm. Jesús recibe el beso de Judas (Lc 22, 47-48)

“Jesús estaba todavía hablando, cuando llegó mucha gente.

El que se llamaba Judas, que era uno de los doce discípulos, venía a la cabeza de ellos, y se acercó a Jesús para besarlo.

Entonces Jesús le dijo: “Judas, ¿con un beso traicionas al hijo del Hombre?”

   

12.00 pm. Jesús es preso y conducido a Anás (Jn 18, 12-13)

“Entonces los soldados de la tropa, con su comandante y los guardias de los judíos, apresaron a Jesús y lo ataron.

Luego lo llevaron a la casa de Anás. Anás era suegro de Caifás, el que ese año era el jefe de los sacerdotes”.

 

   

VIERNES

   

1.00 am. Jesús es conducido al sumo sacerdote Caifás (Mt 26, 57-58)

“Los que apresaron a Jesús lo llevaron ante Caifás, el jefe principal de los sacerdotes, donde los maestros de la ley y los ancianos estaban reunidos.

Pero Pedro los siguió de lejos hasta el patio de la casa del jefe principal, donde entró y se quedó sentados con los guardias, para ver en que iba a terminar aquello”.

   

2.00 am. Jesús es calumniado (Mt 26, 59-62)

“Los jefes de los sacerdotes, los ancianos y toda la junta suprema buscaban alguna acusación contra Jesús, aunque fuera falsa, para condenarlo a muerte.

Pero no encontraron pruebas, aunque muchas personas se presentaron y dijeron mentiras contra él.

Pero por fin se presentaron dos testigos falsos, que dijeron: Este hombre dijo: “Yo puedo destruir el templo de Dios, y volver a levantarlo entre días.”

Entonces el jefe de los sacerdotes se levantó, y dijo a Jesús: “¿no contestas nada? ¿Qué es esto que están diciendo contra ti?”

   

3.00 am. Jesús es abofeteado (Mt26, 67-68)

“Entonces le escupieron la cara y le golpearon.

Otros le dieron de bofetadas y le dijeron: Tú que eres el Cristo, ¡adivina quién te pegó!

   

4.00 am. Jesús es abofeteado por el siervo del sumo sacerdote (Jn 18, 19-23)

“El jefe de los sacerdotes comenzó a preguntarle a Jesús quiénes eran sus discípulos y qué era lo que él enseñaba. Jesús le dijo: Yo he hablado públicamente delante de todo el mundo; siempre he enseñado en las sinagogas y en el templo, donde se reúnen todos los judíos; así que no he dicho nada en secreto.

¿Por qué me preguntas a mí? Pregúntales a los que me han escuchado, y que ellos digan de qué les he hablado.

Ellos saben lo que yo he dicho.

Cuando Jesús dijo esto, uno de los guardias del templo, que estaba allí, le dio una bofetada y le dijo: ¿Así contestas al jefe de los sacerdotes?

Jesús le respondió: si dije algo malo, di en qué está lo malo; pero si lo que dije está bien, ¿por qué me pegas?

   

5.00 am. Jesús es negado por Pedro (Jn 18, 17.25-27)

“Entonces la portera le preguntó a Pedro: ¿no eres tú uno de los discípulos de ese hombre?

Pedro contestó: No, no soy…Entre tanto, Pedro seguía de pie calentándose junto al fuego; y le dijeron: ¿no eres tú uno de los discípulos de ese hombre?

Y Pedro lo negó, diciendo: No, no soy.

Entonces le preguntó uno de los siervos del jefe de los sacerdotes, que era pariente del hombre a quien Pedro le había cortado la oreja: ¿no te vi yo en el huerto con el?

Pedro lo negó otra vez, y en ese mismo momento cantó un gallo.”

   

6.00 am. Jesús es presentado al tribunal de Pilato (Jn 18, 28-31)

“Entonces llevaron a Jesús de la casa de Caifás al palacio del gobernador.

Ya comenzaba a amanecer, y los judíos no entraron en el palacio, para no hacerse impuros ceremonialmente, pues entonces no podrían comer la cena de la pascua.

Por eso Pilato salió para hablarles, y les dijo: ¿De qué acusan a este hombre?

Ellos le contestaron: Si no fuera un criminal no te lo habríamos entregado.

Entonces Pilato les dijo: llévenlo y júzguenlo conforme a su propia ley.

Los judíos le contestaron: pero nosotros los judíos no tenemos derecho a dar muerte a nadie”.

   

7.00 am. Jesús es despreciado por Herodes (Lc 23 8-12)

“Al ver a Jesús, Herodes se puso muy contento; porque por mucho tiempo había querido verlo, pues había oído hablar de él, y esperaba verle hacer algún milagro.

Le hizo muchas preguntas, pero Jesús no le contestó nada.

Allí estaban los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley, que le acusaban con mucha insistencia.

Entonces Herodes y sus soldados lo trataron con desprecio, y para burlarse de él le vistieron con ropas lujosas como de rey.

Luego Herodes lo mandó nuevamente a Pilato.

Ese día Pilato y Herodes se hicieron amigos; pues eran enemigos”.

   

8.00 am. Jesús es flagelado (Mt 27, 25-26)

“Y toda la gente contestó: ¡Nosotros y nuestros hijos nos hacemos responsables de su muerte!

Entonces Pilato dejó libre a Barrabás; luego mandó azotar a Jesús, y lo entregó para ser crucificado”.

   

9.00 am. Jesús es coronado de espinas (Jn 19, 2-3)

“Los soldados pusieron en la cabeza de Jesús una corona tejida de espinas, y lo vistieron con una ropa de color rojo oscuro.

Luego se acercaron a él, diciendo: ¡Viva el rey de los judíos! Y le daban de bofetadas”.

   

10.00 am. Jesús, liberado a barrabás, es condenado a muerte (Jn 18, 39-40)

“…Yo no encuentro ningún delito en este hombre.

Pero ustedes tienen la costumbre de que yo suelte un preso durante la fiesta de la pascua; ¿quieren, pues, que deje libre al rey de los judíos?.

Entonces todos volvieron a gritar: ¡A ese no! ¡Suelta a Barrabás! Y este Barrabás era un ladrón”.

   

11.00 am. Jesús recibe la cruz y la carga por nosotros (Jn 19-17)

“Jesús salió, pues, llevando su cruz, para ir al lugar que llamaban la Calavera, que en hebreo se llama Gólgota”.

   

12.00 am. Jesús despojado de sus vestidos es crucificado (Jn 19, 23-24)

“Después que los soldados crucificaron a Jesús, recogieron su ropa y la dividieron en cuatro partes, un apara cada soldado.

Tomaron también la túnica, y como era sin costura, tejida de una sola pieza de arriba abajo, los soldados se dijeron unos a otros: No la rompamos; más vale que echemos a suertes sobre ella, para ver a quién le toca.

Así se cumplió la Escritura que dice: “Se repartieron mi ropa, echando suertes sobre ella.”

Esto fue lo que hicieron los soldados”.

   

1.00 pm. Jesús perdona al buen ladrón (Lc 23, 39-43)

“Uno de los criminales que estaban allí colgados, le insultaba diciendo: “Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo, y sálvanos también a nosotros”.

Pero el otro reprendió a su compañero y le dijo: “¿No tienes temor de Dios, tu que estás bajo el mismo castigo?

Nosotros, con toda razón estamos sufriendo, porque estamos pagando el justo castigo de lo que hemos hecho; pero este hombre no hizo nada malo.

Entonces dijo: “Jesús, acuérdate de mí cuando comiences a reinar”. Jesús le contestó: “En verdad te digo, que hoy estarás conmigo en el paraíso.

   

2.00 pm. Jesús nos deja a María por madre (Jn 19, 25-27)

“Junto a la cruz de Jesús estaba su madre, la hermana de su madre, María la esposa de Cleofás, y María Magdalena.

Cuando Jesús vio a su madre, y de pie junto a ella al discípulo a quien él quería mucho, dijo a su madre: “Mujer, ahí, tienes a tu hijo.”

Luego dijo al discípulo: “Ahí tienes a tu madre”.

Y desde entonces ese discípulo la recibió en su casa.

   

3.00 pm. Jesús muere en la cruz (Lc 23, 44-46)

“Era ya como el mediodía.

Entonces toda la tierra quedó en oscuridad, la cual duró hasta las tres de la tarde.

El sol se volvió oscuro, y la cortina del templo se partió por la mitad.

Entonces Jesús gritó: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.

Y al decir esto murió.

   

4.00 pm. Jesús es traspasado por la lanza (Jn 19, 31-37)

“Era el día antes de la pascua, y los judíos no querían que los cuerpos quedaran en las cruces en el día de descanso, pues ese día de descanso era un día muy solemne.

Por eso le pidieron a Pilato que mandara quebrar las piernas de los que estaban crucificados, y que quitaran sus cuerpos de allí.

Entonces los soldados fueron y quebraron las piernas del primero, y también del otro que estaba crucificado con Jesús.

Pero al acercase a Jesús, vieron que ya estaba muerto, y por eso ya no le quebraron las piernas.

Sin embargo, uno de los soldados le abrió el costado con un alanza, y al momento salió sangre y agua.

   

5.00 pm. Jesús, descendido de la cruz, es depositado en los brazos de María (Jn 19, 38-40)

“Después de esto, José, el del pueblo de Arimatea, le pidió permiso a Pilato para llevarse el cuerpo de Jesús.

José era un seguidor de Jesús, aunque en secreto por miedo a los Judíos.

Pilato le dio permiso, y José fue y se llevó el cuerpo.

También Nicodemo, el que antes había ido a hablar con Jesús de noche, llegó con unos treinta kilos de especias, una mezcla de mirra y áloes.

Así que José y Nicodemo tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron con lienzos perfumados con esa mezcla, según la costumbre que tienen los judíos para enterrar a los muertos”.

   

6.00 pm. Jesús es sepultado (Mt 27, 59-60)

“José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo puso en su propio sepulcro nuevo, que había hecho cavar en la roca.

Después de tapar el sepulcro con una piedra grande sobre la entrada, se fue.

Y allí estaban María Magdalena, y la otra María, sentadas frente al sepulcro.

Fuentes:


Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María

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Oración para Ganar Indulgencia Plenaria en Cuaresma

Los viernes ante el Crucifijo.

Los viernes de cuaresma los fieles cristianos pueden ganar indulgencia plenaria.

Si rezan devotamente la oración a continuación, frente a un crucifijo, después de la Comunión.

jesus en la cruz

El Enchiridion Indulgentiarum dice:
.
§ 1. Se concede indulgencia plenaria al fiel cristiano que en cualquier viernes del tiempo cuaresmal después de la comunión recite piadosamente, ante la imagen de Jesucristo Crucificado la oración ‘Oh mi amado y buen Jesús…’;
.
§ 2. Se concede indulgencia parcial al fiel cristiano que pronuncie cualquier fórmula piadosa legítimamente aprobada: en la acción de gracias después de la comunión (por ejemplo, Alma de Cristo, Oh mi amado y buen Jesús). 

   

Oración ‘Oh mi amado y buen Jesús’

Miradme, Oh mi amado y buen Jesús,
Postrado ante Vuestra santísima presencia.
Os ruego con el mayor fervor, que imprimáis en mi corazón
vivos sentimientos de Fe, Esperanza y Caridad;
Verdadero dolor de mis pecados, y propósito firmísimo de enmendarme;
Mientras que yo, con todo el amor, y toda la compasión de mi alma,
Voy considerando Vuestras Cinco Llagas;
Teniendo presente aquello que dijo de Vos el santa profeta, David:
“Han taladrado Mis manos y Mis pies, y se pueden contar todos Mis huesos”.
(Salmo 21: 17-18)

Versión en latín

En ego, o bone et dulcíssime Iesu,
ante conspéctum tuum génibus me provólvo,
ac máximo ánimi ardóre te oro atque obtéstor,
ut meum in cor vívidos fídei, spei et caritátis sensus,
atque veram peccatórum meórum paeniténtiam,
eáque emendándi firmíssimam voluntátem velis imprímere;
dum magno ánimi afféctu et dolóre tua
quinque vúlnera mecum ipse consídero ac mente contémplor,
illud prae óculis habens, quod iam in ore ponébat tuo David prophéta de te, o bone Iesu:
‘Fodérunt manus meas et pedes meos: dinumeravérunt ómnia ossa mea.’

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Alma de Cristo

Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
¡Oh, buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame.
Y mándame ir a Ti.
Para que con tus santos te alabe.
Por los siglos de los siglos. Amén.

Versión en latín

Anima Christi, sanctifica me.
Corpus Christi, salve me.
Sanguis Christi, inebria me.
Aqua lateris Christi, lava me.
Passio Christi, conforta me.
O bone Iesu, exaudi me.
Intra tua vulnera absconde me.
Ne permittas me separari a te.
Ab hoste maligno defende me.
In hora mortis meae voca me.
Et iube me venire ad te,
ut cum Sanctis tuis laudem te
in saecula saeculorum.Amen.

   

REQUISITOS PARA GANAR UNA INDULGENCIA PLENARIA

Para ganar una indulgencia plenaria, en año normal o en año santo, debes siempre cumplir los TRES REQUISITOS siguientes

1. La Confesión.

Hacer una confesión profunda. La confesión puede hacerse el mismo día que se quiere ganar la indulgencia o haberla hecho recientemente.

2. La Comunión.

Esta debe llevarse a cabo el mismo día en que quiera ganarse la indulgencia.

3. La oración por las intenciones del Papa.

Debes rezar un Padre Nuestro, una Ave María y un Gloria, y ofrecerlas por las intenciones del Papa.

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Además de lo anterior, en un año NORMAL, debes cumplir con una, de las siguientes acciones:

1. La visita de adoración al Santísimo de media hora por lo menos.

2. La visita a los cementerios con la oración, por los difuntos y aplicada solamente a las almas
del purgatorio, del día 1 al 8 de noviembre.

3. La adoración de la cruz, el Viernes Santo durante la solemne acción litúrgica.

4. En las primeras comuniones, a los que la reciben y a los que asisten devotamente.

5. A los participantes a ejercicios espirituales de tres días de duración por lo menos.

6. A los que recitan el rosario en una iglesia, oratorio público, en familia, o en asociación piadosa.

7. A los que leen la Sagrada Escritura por lo menos durante media hora.

8. El rezo del Vía Crucis, delante de las estaciones, legítimamente erigidas.

Además de los 3 requisitos, en un AÑO SANTO, debes cumplir con cualquiera de las siguientes 4 obras:

1. Ir en peregrinación a un lugar santo.

En el caso de México deberá ser a la Iglesia Catedral de cada ciudad, o a las iglesias locales que señale el Obispo de cada diócesis. Una vez en la Iglesia, debes participar en la Santa Misa, o en un ejercicio piadoso como el vía crucis o el rosario.

2. Cruzar la Puerta Santa.

Debes cruzar la puerta de las Iglesias designadas y permanecer ahí un cierto tiempo en meditación espiritual.

3. Hacer una obra de misericordia.

Visitando un tiempo largo a algún hermano necesitado o con dificultades, como por ejem plo : enfermos, encarcelados, personas con discapacidad, ancianos solos, niños abandonados, juventud en dificultades, etc. , pues Cristo está presente en ellos.

4. Hacer una obra de penitencia.

Haciendo un sacrificio, por ejemplo:

a) Practicando el ayuno.

b) Absteniéndote al menos durante un día de cosas superfluas como el tabaco, las bebidas alcohólicas, los dulces, la televisión, la música…

c) Dando una limosna (que de verdad te cueste) a la Iglesia, a obras religiosas o sociales, o a los pobres.

d) Dando de tu tiempo a algún apostolado o actividades en beneficio de tu comunidad.

e) Otras formas de sacrificio personal.

  

¿QUE ES UNA INDULGENCIA?

Una indulgencia es definida por la Iglesia Católica como la remisión ante Dios del castigo temporal debido por los pecados ya perdonados; puede verse en el numeral 1471 del Catecismo de la Iglesia Católica..

Esto significa que el perdón de un pecado está separado del castigo por el pecado.

El castigo eterno es el que condena al alma por la eternidad a vivir separada de Dios, y se remite por el perdón dado en la confesión.

El castigo temporal es el que queda por los pecados ya borrados en cuanto a la culpa, y se puede sufrir durante la vida en la Tierra o en el purgatorio.

Nosotros podemos obtener el perdón de nuestros pecados a través del sacramento de la confesión y reconciliarnos con Dios.

Pero el castigo temporal sigue presente.

La Iglesia establece que el receptor de la indulgencia debe realizar una acción para obtenerla.

La indulgencia no significa que estemos comprando nuestra salvación.

Hay indulgencias de dos tipos.

Las parciales remueven parte del castigo temporal, que en general es expresado en días de castigo.

Y las indulgencias plenarias, que eliminan todo el castigo temporal.

Obviamente si se peca luego de obtenida la indulgencia, está cesa.

Y obviamente también, los requisitos para una indulgencia parcial son menores que para una indulgencia plenaria.

Segun el Enchiridion de Indulgencias, que es el manual de indulgencias de la Iglesia Católica, hay 4 requisitos básicos para obtener una indulgencia plenaria.

Estos son confesión sacramental, la comunión eucarística por las intenciones del santo padre, y eliminar todo apego al pecado, incluso al pecado venial.

Porque los pecados se dividen en dos según la iglesia católica.

Por un lado está el pecado mortal que nos aleja de la comunión con Dios y de vivir con Él permanentemente en el cielo en el futuro.

Y el pecado venial, que es un desorden moral pero que no nos priva de la salvación porque no rompen la amistad con Dios,

Las tres primeras condiciones para obtener la indulgencia plenaria pueden cumplirse días antes o días después de la fecha indicada.

Y las oraciones por el santo padre, que son recomendadas, son el padrenuestro, el avemaría, el gloria y el credo, pero se pueden sustituir por otras.

La cuarta condición es la más difícil de cumplir, pero debemos considerar que un apego consuetudinario al pecado no es lo mismo que la debilidad humana normal, que tiende al pecado debido a nuestro pecado original.

Un apego es un trastorno objetivo del cual la persona es consciente.

Hay que considerar que sólo Dios sabe cuándo se obtienen las indulgencias

Y un caso relatado por San Felipe Neri, del siglo XVI, da cuenta de esto.

El santo estaba predicando una indulgencia jubilar y se le reveló que había sólo dos personas en la iglesia que realmente estaban recibiendo la indulgencia plenaria; uno era él y otro una anciana.

Sin embargo aunque Dios no otorgue la indulgencia plenaria, como se aspira, igual puede otorgar parte de ella como indulgencia parcial.

En el numeral 1479 del catecismo de la Iglesia Católica dice también que se pueden obtener indulgencias para aquellos que están en el purgatorio, en virtud de participar todos en la comunión de los santos.

De modo que podemos interceder pidiendo indulgencias por personas que están purificándose.

Otra cosa que los católicos deben saber es que la mayoría de las oraciones habituales qué hacemos, incluso la señal de la cruz, están dotadas de indulgencias parciales.

Las indulgencias se introdujeron en la Iglesia Católica para paliar las penitencias severas que existían en la iglesia primitiva.

Y se basan en el reservorio de méritos que ha acumulado la Iglesia por el sacrificio superabundante de Cristo en la cruz y las virtudes y penitencias de los santos.

Pero en la Edad Media los pontífices y obispos abusaron de las indulgencias, e incluso las comercializaron, convirtiéndose en un problema grave.

Al punto que Martín Lutero atacó especialmente a la Iglesia por esto.

Durante la Contrarreforma esto fue frenado y más últimamente en el siglo XX, se abolieron en gran medida las indulgencias cuantificadas en días o años.

Fuentes:

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03 Marzo ADVOCACIONES Y APARICIONES DEVOCIONES Y ORACIONES Foros de la Virgen María FOROS DE LA VIRGEN MARÍA Movil Noticias 2019 - enero - junio Ofrecimiento de Vida a la Virgen

Apariciones a Sor Natalia Magdolna, Promesas de la Virgen al Ofrecimiento de Vida (marzo)

La Santísima Virgen favoreció con abundantes locuciones y visiones extraordinarias, durante varios años, a Sor Natalia Magdolna (1901-1992).

Fue una religiosa eslovaca, nacida cerca de Bratislava (en la actual Eslovaquia).

Perteneciente a la congregación de Hermanas del Buen Pastor de Sta. Mª Magdalena de Keeskemet.

Su vida estuvo llena de gracias sobrenaturales y de una intensa comunicación con Dios.
.
Entre ellas, le dictó una oración de Ofrecimiento de Vida junto con sus promesas a quienes la llevaran a cabo…

Leer también:

Sus padres eran artesanos de origen alemán.

De joven aprendió el húngaro y el alemán, y más tarde el francés.

Recibió los mensajes en húngaro.

Su vida está llena de acontecimientos históricos y políticos ya que vivió casi todo el siglo.

Murió el 24 de abril de 1992, en olor de santidad.

Desde temprana edad percibió claramente su vocación religiosa y a los diecisiete años entró al convento de Bratislava.

A los treinta y tres, sus superioras la enviaron a Bélgica de donde volvió al poco tiempo porque se enfermó y la regresaron a Hungría, su patria, donde vivió en los conventos de Budapest y Keeskemet.

En Hungría empezó a tener locuciones interiores y visiones sobre el destino de Hungría y del mundo, aunque ya de niña había tenido fuertes experiencias místicas.

Estos mensajes son un llamado a la reparación de los pecados, a la enmienda y a la devoción al Corazón Inmaculado de María como la Victoriosa Reina del Mundo.
.
La mayoría de estos mensajes los escribió entre los años 1939 y 1943.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Sor Natalia aconsejó al Papa Pío XII que no fuera a Castelgandolfo, su residencia de verano, porque sería bombardeada, como de hecho lo fue.

Sor Natalia tuvo que transmitir unos mensajes muy duros a la jerarquía católica de Hungría: que repartieran sus riquezas a los pobres, que dejaran sus palacios y que comenzaran a hacer penitencia.

Para muchos este llamado no sólo era una locura sino un absurdo.

Sólo unos cuantos hicieron caso al llamado del “Apostolado de la Enmienda”.

Sólo después de la guerra, cuando el cardenal Mindszenty en 1945 fue elegido Primado de Hungría, empezó el movimiento de reparación en forma seria.

Él quiso la construcción de una capilla en Budapest y concedió el permiso para la fundación de una nueva orden de religiosas, cuya única finalidad sería el hacer reparación y penitencia por los pecados de la nación.

Pero desgraciadamente era demasiado tarde y la capilla no se alcanzó a terminar.

Las autoridades comunistas no sólo prohibieron la fundación de la nueva orden, sino que dispersaron aquellas ya existentes.

El terror contra el pueblo húngaro fue tres veces más severo que en los países satélites vecinos.

El ejército rojo hizo mártires por miles, entre ellos el obispo Apor de Gyor, quien trató de defender a su rebaño, en su mayoría mujeres que buscaban refugio en las iglesias para evitar ser violadas.

Sin embargo el ejército rojo fue indulgente en comparación con los traidores comunistas húngaros, especialmente su líder Matías Rákosi.

Esta figura cruel envió a miles de intelectuales al patíbulo y su furia se dirigió principalmente contra la Iglesia Católica.

Confiscó todas sus escuelas, dispersó las órdenes religiosas y ocupó sus conventos y monasterios.

Todo el mundo se enteró de la trágica suerte del Primado de Hungría, el cardenal Joseph Mindszenty, quien luchó valientemente contra la tiranía roja.

Después de haber sido encarcelado durante la Segunda Guerra Mundial por los nazis alemanes por ayudar a los judíos, ahora los rojos lo arrestaron bajo falsas acusaciones y lo sometieron a las más humillantes torturas.

Cuando su voluntad de hierro se dobló por las drogas que le administraban, lo sometieron a un juicio de burla.

Su rebaño se asustó y se dispersó lentamente al ver vencido al pastor.

Sor Natalia compartió la suerte de sus hermanas religiosas y tuvo que vivir escondida, pero su vida mística continuó y bajo la guía de su nuevo director espiritual, en 1981 comenzó a escribir de nuevo su diario.

victoriosa reina del mundo

 

LOS MENSAJES

Durante el Año santo Mariano (1983-1984) la Santísima Virgen le dijo:

Ustedes, queridos hijos, deben todavía con mayor fervor compartir los sentimientos del Salvador.

Miren con compasión cómo sudó sangre en el huerto de los Olivos, miren sus cadenas, las sogas, cómo fue arrastrado de un juez a otro, los salivazos en el rostro, las diferentes torturas, cómo fue azotado, el manto de burla, la corona de espinas, el peso de la cruz, sus caídas y dolorosos encuentros.

De corazón deben ustedes seguirle para llegar hasta el monte Calvario y verle allí, desde que le quitan sus vestidos y lo crucifican.

Colgado de la cruz, empapado en su sangre en la agonía, cuánto dolor, cuánto tormento hasta exclamar: “¡Todo está consumado!”

–Mi santo Hijo, queridos hijos, realizó la obra de la Redención.

Su sacrificio reparador era pleno, pero de él dejó a ustedes también una pequeña participación en cuanto que elige y llama a algunas almas a ofrecer en unión íntima con Él, el sacrificio de su vida.

Comparte con ellas sus sufrimientos para gloria del Padre y el bien de las almas para que ni una sola de ellas se pierda.

Estas almas son almas enteramente entregadas y pueden hacer mucho para la gloria de Dios y salvación de las almas.

Mi santo Hijo encuentra su gozo en ellas.

En el mundo de hoy, hijos míos, mi santo Hijo tiene cien veces mayor necesidad de corderos para el sacrificio.

Pero deben ustedes pensar que la participación en la obra de la Redención sólo puede consistir en el sacrificio.

Hay que partir desde el huerto de Getsemaní y seguir el camino que recorrió mi santo Hijo.

Sin esto no habría méritos ni ofrenda de vida fecunda.

–Cuanto más pronta es la entrega de un alma, tanto más glorifica al Padre, y por ello, más almas ayuda a salvar y será bienhechor de la humanidad entera.

¡Oh cuántas gracias puede alcanzar para la Iglesia y para los sacerdotes!

Un alma así coopera eficazmente a la conversión de los pecadores, al alivio de los enfermos, a la salvación de los moribundos y para que las almas lleguen a la patria de la eterna felicidad.

Un alma así realiza, en unión con mi Santísimo Hijo, una verdadera obra redentora.

–Con todo corazón y con entera confianza pueden ustedes, mis amados hijos, contar con su Madre celestial, quien está siempre con ustedes para que juntos podamos seguir al divino Redentor hasta el pie de la Cruz a donde su Madre lo siguió.

¡Sean ustedes árboles del Señor que producen siempre buenos frutos, bendición para la tierra y alegría de todo el cielo!
.
¡Bendita sea la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo por todos los siglos. Amén!

natalia magdolna

 

LA OFRENDA DE VIDA LO COMPENDIA TODO

He sentido gozo al ver cómo una y otra vez los fieles que se encontraban en el templo hacían ofrecimiento de su vida movidos por el celo de mi padre espiritual.

Pensaba para mis adentros: ¿Lo estarán viviendo? ¿Es suficiente entregarse una sola vez? ¿Lo recordarán luego? Entonces mi Jesús me habló así:

–Si alguien, hija mía, hace una sola vez el ofrecimiento de vida, ¿entiendes, hija mía? una sola vez; en un momento de gracia se encendió en su corazón el fuego de amor heroico, ¡con esto selló toda su vida!
.
Su vida, aunque no piense conscientemente en ello, es ya propiedad de ambos Sagrados Corazones.
.
Para mi Padre no existe el tiempo.
.
La vida del hombre está ante Él como un todo.

Aunque uno haya hecho otro ofrecimiento, la ofrenda de vida por amor lo compendia todo y está por encima de ellos.

Esta será, pues, la corona, el aderezo más precioso y el distintivo de su nobleza espiritual en la Patria Eterna.

capilla de natalia maldogna

 

ORACIÓN DE OFRECIMIENTO DE VIDA

Mi amable Jesús,
delante de las Personas de la Santísima Trinidad,
delante de Nuestra Madre del Cielo
y toda la Corte celestial,
ofrezco, según las intenciones de tu Corazón Eucarístico
y las del Inmaculado Corazón de María Santísima,
toda mi vida, todas mis santas Misas,
Comuniones, buenas obras, sacrificios y sufrimientos,
uniéndolos a los méritos de tu Santísima Sangre
y tu muerte de cruz:
para adorar a la Gloriosa Santísima Trinidad,
para ofrecerle reparación por nuestras ofensas,
por la unión de nuestra santa Madre Iglesia,
por nuestros sacerdotes,
por las buenas vocaciones sacerdotales
y por todas las almas hasta el fin del mundo.

Recibe, Jesús mío,
mi ofrecimiento de vida
y concédeme gracia para perseverar en él fielmente,
hasta el fin de mi vida. Amén.

 

JACULATORIAS DE ARREPENTIMIENTO

Jesús mío, ¡Te amo sobre todas las cosas!
Por amor a Ti, me arrepiento de todos mis pecados.
Me duelen también los pecados de todo el mundo.
¡Oh Amor misericordioso!,
en unión con nuestra Madre Santísima
y con su Corazón Inmaculado,
Te suplico a Ti perdón de mis pecados
y de todos los pecados de los hombres, mis hermanos,
hasta el fin del mundo!

¡Mi amable Jesús!,
en unión a los méritos de tus Sagradas Llagas,
ofrezco mi vida al Eterno Padre,
según las intenciones de la Virgen Santísima Dolorosa.

¡Virgen María, Reina del Universo,
Intercesora de la Humanidad y esperanza nuestra,
ruega por nosotros!

 

CINCO PROMESAS DE LA SANTÍSIMA VIRGEN PARA LOS QUE HACEN EL OFRECIMIENTO DE VIDA

1. Sus nombres estarán inscritos en el Corazón de Jesús, ardiente de amor, y en el Corazón Inmaculado de la Virgen María.

2. Por su ofrecimiento de vida, unido a los méritos de Jesús, salvarán a muchas almas de la condenación. El mérito de sus sacrificios beneficiará a las almas hasta el fin del mundo.

3. Nadie de entre los miembros de su familia se condenará, aunque por las apariencias externas así parezca, porque antes de que el alma abandone el cuerpo, recibirá en lo profundo de su alma, la gracia del perfecto arrepentimiento.

4. En el día de su ofrecimiento, los miembros de su familia que estuvieran en el purgatorio, saldrán de ahí.

5. En la hora de su muerte estaré a su lado y llevaré sus almas, sin pasar por el purgatorio, a la presencia de la Gloriosa Santísima Trinidad, donde en la casa hecha por el Señor, se alegrarán eternamente junto Conmigo.

Fuentes:


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Dios Entregó la Oraciones Más Eficaces de nuestra época al Padre Pío

El Padre Pío fue un sacerdote escogido por Dios para compartir la intimidad del amor divino.

Y lo hizo en la época de menos fe en Dios por la que ha pasado la humanidad.

Lo conocemos por los grandes dones espirituales extraordinarios y carismas.

Incluyendo el don de sanidad, bilocación, profecía, milagros, discernimiento de espíritus, etc.

Raras veces nos llegan a nosotros sus pensamientos y sus oraciones, sino sus dones.
.
En este artículo comenzaremos por revisar algunos de sus pensamientos y luego aterrizarlos en oraciones.
.
Y luego directamente tres de sus más conocidas oraciones.

  

DIOS LEVANTÓ AL PADRE PÍO EN LA ÉPOCA MÁS INCRÉDULA

La figura del Padre Pío es comparable a la de San Francisco de Asís, su padre en la fe, aunque aún no lo podemos discernir totalmente por la cercanía en el tiempo del santo de Pietrelcina.

No hay ningún Santo en el último siglo que haya tenido los dones sobrenaturales del Padre Pío.

Y precisamente Dios lo levantó en la época más incrédula de estos dos mil años, cuando la fe se está apagando y la apostasía está penetrando en la propia Iglesia.

Él nos ha legado reflexiones teológicas fácilmente comprensibles a todo el pueblo de Dios.

Veamos cinco.

«No tienes que ser digno, solo tienes que estar dispuesto».

El Señor nos pide que seamos perfectos sino que aceptemos el desafío diciendo que sí a seguirlo.

«Sirve al Señor con una sonrisa».

Debemos tomar la vida con alegría porque de esa forma podemos hacer que los inconvenientes propios y de nuestros hermanos no sean angustiantes.

«Dios siempre nos dará más de lo que merecemos».

Si entregamos la conducción de nuestra vida a Dios Él nos proveerá de cosas tan buenas que incluso no somos capaces de pedir ni de imaginar.

«Dios nunca permitirá que nos pase nada que no sea para nuestro mayor bien».

San Pablo ha dicho que todas las cosas funcionan para bien de quienes aman a Dios.

Por lo tanto nos queda a nosotros confiar en los caminos del Señor sin titubear.

«Ora, espera, no te preocupes. La preocupación es inútil. Dios es misericordioso y oirá tus oraciones».

Siempre habrá algo por lo que preocuparse pero si nos quedamos fijados en la preocupación no vamos a solucionar el posible problema.

Y como el Señor escucha cada una de nuestras oraciones, no tenemos más que orar y esperar.

  

PENSAMIENTOS DEL PADRE PÍO Y ORACIONES

  

UNO

No permitas que haya tristeza en tu alma, porque la tristeza impide que el Espíritu Santo actúe libremente.

Si alguna vez insistes en estar triste, que sea una santa tristeza ante la visión del mal que se está difundiendo más y más en la sociedad hoy en día.

¡Cuántos pobres son todos los días desertando de Dios, nuestro Supremo Bien!

Oración:

Señor Jesús, tú eres la razón de mi alegría, y nunca me abandonarás a mis enemigos.

Cuando los dardos opresivos de la tristeza, de la oscuridad, de la duda, del desaliento, o del temor vienen a mí, incita el Espíritu Santo dentro de mí para que pueda ser llenado de la luz del amor, de la oración, de la alabanza, de la gratitud y del recuerdo de la alegría a la cual estoy llamado contigo.

  

DOS

No te entregues como sucede a menudo, por desgracia.

En medio de las pruebas que pueden afligirte, solo deposita tu confianza en nuestro Bien Supremo sabiendo que Él nos cuida más de lo que una madre a su hijo.

Oración:

Señor Jesús, cuando estoy tentado a la auto-confianza en la batalla espiritual, por favor ayúdame a reenfocar tu victoria.

Cuando me resisto a ser levantado en la cruz contigo, graciosamente deja que tus brazos fuertes me sostengan.

Enséñame el amor del sacrificio por devoción a tu cruz.

Por favor, fortaléceme en todas las pruebas para que mi fe, esperanza y amor prevalezcan por la gracia.

  

TRES

Piensa cuando el enemigo está susurrando en voz alta en tu mente, cuando él quiere que creas que estás casi en el punto de estar perdido.

A pesar de estas malas insinuaciones, el Señor está contigo como nunca antes en tus tribulaciones.

Dios nos dice. Tened coraje, pues, y no tengáis miedo, porque es seguro que el que teme estar perdido no se perderá y el que pelee con los ojos fijos en Dios clamará victoria y el himno triunfal.

No hay nada que temer, porque el Padre celestial nos ha prometido la ayuda necesaria para evitar que seamos vencidos por las tentaciones.

Oración:

Señor Jesús, cuando la oscuridad desciende sobre mi alma y los espíritus malignos me atacan sin cesar, concédeme que me vuelva a ticon fe, esperanza y amor.

Deseo gritar: «¡Victoria!», y alabarte siempre.

¡Pero, desgraciadamente, soy débil! Por lo tanto, confiaré en tu misericordia que nunca cesa.

  

CUATRO

Negarse a someter su propio juicio al de los demás, especialmente a los que son expertos en el campo en cuestión, es una señal de que poseemos muy poca docilidad y un signo demasiado obvio de orgullo secreto.

Oración:

Señor Jesús, por favor ayúdame a honrar a aquellas personas a quienes has puesto en autoridad.

Protégeme, Señor, del orgullo secreto; hazme sensible a su veneno.

La altura del orgullo es cuando mi corazón se retira de ti, mi Hacedor.

Sálvame, Señor, de la locura y del vicio.

  

CINCO

No te acuestes nunca para dormir sin antes haber examinado tu conciencia en la forma en que has pasado el día y sin antes dirigir tus pensamientos a Dios.

Luego ofrece y consagra tu persona entera y la de cada cristiano.

Ofrece, además, a la gloria de Su divina Majestad, el resto que está lejos.

Y nunca olvides a tu Ángel de la Guarda que siempre está cerca de ti, que nunca te deja, no importa lo mal que lo trates.

¡O indescriptible excelencia de este buen ángel nuestro!

¡Cuántas veces, por desgracia, le he hecho llorar cuando me rehusé a cumplir sus deseos que también eran deseos de Dios!

Que este fiel amigo nuestro nos salve de una mayor infidelidad.

Oración:

Señor Jesús, es imposible para mí mostrar suficiente gratitud por el don de mi Ángel de la Guarda, mi fiel amigo de toda la vida y protector.

Por favor, concédeme la sensibilidad espiritual para oír el impulso de tus santos ángeles.

Al final de cada día, ayúdame a saber cómo mis actos honraron o deshonraron a Su Majestad.

  

SEIS

El alma que está destinada a reinar con Jesucristo en gloria eterna, debe ser remodelada por los golpes de martillo y cincel.

Pero ¿cuáles son estos golpes del martillo y del cincel mediante los cuales el artista divino prepara la piedra, el alma elegida?

Estos golpes del cincel son las sombras, temores, tentaciones, tormentos espirituales y agitación, con una pizca de desolación e incluso dolor físico.

Oración:

Señor Jesús, concede que en pruebas de fe y pruebas de amor, me aferro a ti en fe porque estás conmigo.

Deseo confiarme enteramente a tu bondad y protección.

 Sólo pido la gracia de nunca desagradarte.

Cuando caigo en la tentación, abogo por la gracia de levantarme y empezar de nuevo.

  

SIETE

No importa cuán grande sea el juicio a que el Señor te someta, no importa lo insoportable que sea tu desolación espiritual en ciertos momentos de tu vida.

Nunca pierdas el corazón.

Recurre con una confianza más infantil a Jesús, que nunca podrá resistir a darte un poco de consuelo y valor.

Volveos a Él en todo momento, incluso cuando el diablo trata de echar un manto sobre tu vida, mostrándote tus pecados.

Levanta tu voz en voz alta a Él y deja que exprese tu humildad espiritual, tu sincera contrición y tu oración vocal.

Es cierto que el poder de Dios triunfa sobre todo, pero la oración humilde y sufriente prevalece sobre Dios mismo.

Oración:

Señor Jesús, preparaste amorosamente una eterna corona de gloria para los que pelean la buena lucha por amor a ti.

Ruego por la confianza de someterme a cualquier juicio que creas conveniente para formarme como un soldado en tu ejército.

Señor, tú eres mi fortaleza y mi salvación.

Creo que no me abandonarás al infierno.

Yo soy tuyo y tú eres mío.

Seas glorificado en mí, pobre pecador.

  

OCHO

Que María, la Madre de Jesús y nuestra Madre, os haga comprender todo lo que está contenido en el gran secreto del sufrimiento, llevado con espíritu cristiano.

Que Ella obtenga para ti toda la fuerza que requieres para subir a la cumbre del Calvario cargada con tu propia cruz.

Desafortunadamente, se necesita una gran fuerza para seguir este camino, pero ten cuidado, porque el Salvador nunca te dejará solo ni sin su ayuda.

Oración:

Señor Jesús, tú me has dado a tu Madre como mi madre también.

Deseo estar siempre atento al gran secreto de María sobre el sufrimiento, llevado con espíritu cristiano.

Oh María, en mis alegrías y penas, ayúdame a hacer eco de tu himno de gratitud, el Magnificat.

Por favor, sostenme la mano al pie de la Cruz para no huir.

  

ORACIONES DEL PADRE PÍO

  

NOVENA EFICAZ AL SAGRADO CORAZÓN

Oh mi Jesús, Tú has dicho: «De cierto te digo, pide y recibirás, busca y encontrarás, golpea y se te abrirá.»

He aquí, llamo, busco y pido la gracia de (aquí nombra tu solicitud).

Padre nuestro… Dios te salve María… Gloria… Sagrado Corazón de Jesús, pongo toda mi confianza en ti.

Oh mi Jesús, Tú has dicho: «En verdad te digo, si pides algo del Padre en Mi nombre, Él te lo dará».

He aquí, en Tu nombre, le pido al Padre por la gracia de (aquí nombra tu solicitud).

Padre nuestro… Dios te salve María… Gloria… Sagrado Corazón de Jesús, pongo toda mi confianza en ti.

Oh mi Jesús, Tú has dicho: «De cierto te digo que el cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán».

Animado por tus palabras infalibles, ahora pido la gracia de (aquí nombra tu solicitud).

Padre nuestro… Dios te salve María… Gloria… Sagrado Corazón de Jesús, pongo toda mi confianza en ti.

Oh Sagrado Corazón de Jesús, para quien es imposible no compadecerse de los afligidos, ten piedad de nosotros, miserables pecadores, y concédenos la gracia que te pedimos, a través del Doloroso e Inmaculado Corazón de María, Tu tierna Madre y Nuestra.

Padre nuestro… Dios te salve María… Gloria… Sagrado Corazón de Jesús, pongo toda mi confianza en ti.

«San José, padre adoptivo de Jesús, ruega por nosotros».

  

ORACIÓN DE SAN PÍO DE PIETRELCINA DESPUÉS DE LA SAGRADA COMUNIÓN

Quédate conmigo, Señor, porque es necesario que
estés presente para que no te olvide. Ya sabes lo fácil que te abandono.

Quédate conmigo, Señor, porque soy débil
y necesito tu fuerza para no caer tan seguido.

Quédate conmigo, Señor, porque Tú eres mi vida,
y sin Ti, no tengo fervor.

Quédate conmigo, Señor, porque tú eres mi luz,
y sin ti, estoy en tinieblas.

Quédate conmigo, Señor, para mostrarme tu voluntad.

Quédate conmigo, Señor, para que escuche tu voz
y te siga.

Quédate conmigo, Señor, porque deseo amarte
mucho y estar siempre en tu compañía.

Quédate conmigo, Señor, si deseas que te sea fiel.

Quédate conmigo, Señor, por tan pobre que sea mi alma,
quiero que sea un lugar de consuelo para Ti, un nido de amor.

Quédate conmigo, Jesús, porque se está haciendo tarde y el día está llegando a su fin, y la vida pasa; muerte, juicio, eternidad se acerca.

Es necesario renovar mi fuerza, para no detenerme en el camino y para eso, te necesito.

Se está haciendo tarde y la muerte se acerca, temo la oscuridad, las tentaciones, la sequedad, la cruz, las tristezas.

¡Oh, cómo te necesito, mi Jesús, en esta noche de exilio!

Quédate conmigo esta noche, Jesús, en la vida con todos sus peligros. Te necesito.

Déjame reconocerte como lo hicieron tus discípulos al partir el pan, para que la Comunión eucarística sea la Luz que dispersa la oscuridad, la fuerza que me sostiene, la alegría única de mi corazón.

Quédate conmigo, Señor, porque a la hora de mi muerte, quiero permanecer unido a Ti, si no es por comunión, al menos por gracia y amor.

Quédate conmigo, Jesús, no pido consuelo divino, porque no lo merezco, sino el don de Tu Presencia, ¡oh sí, te pido esto!

Quédate conmigo, Señor, porque solo Tú me estás buscando, con Tu Amor, Tu Gracia, Tu Voluntad, Tu Corazón, Tu Espíritu, porque Te amo y no te pido otra recompensa que amarte más y más.

Con un amor firme, te amaré con todo mi corazón mientras estoy en la tierra y te seguiré amando perfectamente durante toda la eternidad. Amén.

  

ORACIÓN DE SANACIÓN Y MANTENIMIENTO POR PADRE PIO

Padre celestial, te agradezco por amarme.

Te agradezco por enviar a tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, al mundo para salvarme y para liberarme.

Confío en tu poder y gracia que me sostienen y me restauran.

Padre amoroso, tócame ahora con tus manos sanadoras, porque creo que tu voluntad es que esté bien presente, en cuerpo, alma y espíritu.

Cúbreme con la sangre preciosa de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo desde lo alto de mi cabeza hasta las plantas de mis pies.

Lanza todo lo que no debería estar en mí.

Elimina cualquier célula no saludable y anormal.

Abre cualquier arteria o vena bloqueada y reconstruye y repone cualquier área dañada.

Retira toda la inflamación y limpie cualquier infección por el poder de la preciosa sangre de Jesús.

Deja que el fuego de tu amor sanador pase por todo mi cuerpo para sanar y hacer nuevas las áreas enfermas, para que mi cuerpo funcione de la forma en que lo creaste para funcionar.

Toca también mi mente y mi emoción, incluso en lao más profunda de mi corazón.

Satura todo mi ser con Tu presencia, amor, alegría y paz y llévame cada vez más cerca de ti en cada momento de mi vida.

Y padre, lléname con tu Espíritu Santo y haz tus obras para que mi vida traiga gloria y honor a Tu santo nombre.

Pido esto en el nombre de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.


Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María

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Oraciones y Rosario para cada semana de Adviento

El Adviento es un tiempo de alegría, esperanza y purificación.

En el que esperamos el nacimiento del Niño Jesús, Nuestro Salvador.

Cada familia cristiana debe estar “alerta” para iniciar el nuevo año acogiendo a Jesucristo que nace pobre en un pesebre. Este recibimiento ha de ser alegre y lleno de esperanza.

Estas son cuatro oraciones alrededor de la Corona de Adviento, una para cada semana…

 

CUATRO ORACIONES EN TORNO A LA CORONA DE ADVIENTO

 

I Semana

¡VIGILAD!… creciendo y abundando en el amor

Guía: El Señor viene a salvar a su pueblo.
Todos: Dichosos los que le esperan.
G: Viene como palabra de vida.
T: Dichosos los que le escuchan.
G: Viene para anunciar el perdón de los pecados.
T: Dichosos los que le acogen.

De la carta de S. Pablo a los Tesalonicenses
“Que el Señor os haga progresar y sobreabundar en el amor de unos con otros, y en el amor para con todos, como es nuestro amor para con vosotros, para que se consoliden vuestros corazones con santidad irreprochable ante Dios, nuestro Padre, en la Venida de nuestro Señor Jesucristo, con todos sus santos” (1 Ts 3,12-13)

Lector: Adviento, tiempo de espera, tiempo de vigilia, tiempo para abrir los ojos y dejarse iluminar. Pablo nos invita a vivirlo creciendo y sobreabundando “en el amor de unos con otros, y en el amor para con todos”, para que nuestro corazón pueda encontrarse preparado en el momento de la llegada del Señor: el de esta Navidad, el del final cuando le veremos “cara a cara”, pero también el momento del día a día, en las personas y en lo que ocurre en el mundo.

Se enciende la primera vela
Se enciende una luz para el hombre, ronto Jesús llegará entre nosotros.
G: El profeta anuncia la novedad: el rey Mesías nos salvará.
T: Cantad alegres: ¡gloria al Señor! Nacerá el Redentor.

Oremos:
G: Ven Señor, como esposo largamente esperado. Vigile nuestro corazón, vigile todo nuestro ser, para que sepamos reconocerte sin dudas cuando vendrás entre nosotros. Haz que sepamos acogerte como nuestros Dios que nos hace felices hoy y siempre, por los siglos de los siglos.
T: Amén.

 

II Semana

DISCERNIR… siempre lo mejor

Guía: El Señor viene a salvar a su pueblo.
Todos: Dichosos los que le esperan.
G: Viene como palabra de vida.
T: Dichosos los que le escuchan.
G: Viene para anunciar el perdón de los pecados.
T: Dichosos los que le acogen.

De la carta de S. Pablo a los Filipenses
“Estoy firmemente convencido de que, quien inició en vosotros la buena obra, la irá consumando hasta el Día de Cristo Jesús. Lo que pido en mi oración es que vuestro amor siga creciendo cada vez más en conocimiento perfecto y todo discernimiento, con que podáis aquilatar los mejor para ser puros y sin tacha para el Día de Cristo, llenos de los frutos de justicia que vienen por Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.” (Fil 1, 6. 9-11)

Lector: Adviento, tiempo de espera, tiempo de vigilia, tiempo para purificar el deseo, para reencontrar el gusto de los frutos del Espíritu, para afinar el oído a la presencia del Señor. Pablo nos invita a “discernir siempre lo mejor” permaneciendo constantemente en su Presencia, la sola que puede ser nuestra verdadera luz.

Se enciende segunda vela
Se enciende una luz para el hombre, pronto Jesús llegará entre nosotros.
G:Sólo un humilde pesebre ofrecerá Belén, pequeña ciudad.
T: Cantad alegres: ¡gloria al Señor! Nacerá el Redentor.

Oremos:
G: Dios nuestro, trabaja en nuestros corazones y hazlos dóciles a tu caridad, suscita en nosotros la voluntad de ir al encuentro del Cristo que viene, para que él nos llame a su lado en la gloria y participemos del Reino de los cielos.
Amén.

 

III Semana

¡ALEGRAOS!… vuestra mesura sea conocida por todos

Guía: El Señor viene a salvar a su pueblo.
Todos: Dichosos los que le esperan.
G: Viene como palabra de vida.
T: Dichosos los que le escuchan.
G: Viene para anunciar el perdón de los pecados.
T: Dichosos los que le acogen.

De la carta de S. Pablo a los Filipenses
“Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres. Que vuestra mesura sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. No os inquietéis por cosa alguna; antes bien, en toda ocasión, presentad a Dios vuestras peticiones, mediante la oración y la súplica, acompañadas de la acción de gracias. Y la paz de Dios, que supera todo conocimiento, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.”
(Fil 4,4-7)

Lector: Adviento, tiempo de espera, tiempo de alegría. Alegrémonos siempre en el Señor, y que Su alegría pueda vivir en nuestro corazón siendo signo de comunión, de esperanza en la caridad hacia los hermanos.

Se enciende tercera vela
Se enciende una luz para el hombre, pronto Jesús llegará entre nosotros.
G: Pastores, adorad con humildad a Cristo que nace en la pobreza.
T: Cantad alegres: ¡gloria al Señor! Nacerá el Redentor.

Oremos:
G: Mira, o Padre, a tu pueblo, que espera con fe la Navidad del Señor, y haz que llegue a celebrar con renovado júbilo el gran misterio de la Salvación.
T: Amén.

 

IV Semana

¡ACÓGELE!… engrandece mi alma al Señor

Guía: El Señor viene a salvar a su pueblo.
Todos: Dichosos los que le esperan.
G: Viene como palabra de vida.
T: Dichosos los que le escuchan.
G: Viene para anunciar el perdón de los pecados.
T: Dichosos los que le acogen.

Del Evangelio según San Lucas
“Entró María en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!» Y dijo María: «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava.” (Lc 1,40-48)

Lector: Adviento,
tiempo de espera, tiempo de vigilia, tiempo para crear un espacio nuevo, tiempo para exultar. María, con su “sí”, permite que la Palabra se haga carne y venga entre nosotros. Nosotros también queremos ser, con ella, un espacio en el cual el Señor pueda vivir, seno en el cual el Señor pueda ser anunciado.

Se enciende cuarta vela
Se enciende una luz para el hombre, pronto Jesús llegará entre nosotros.
G: El coro celestial dirá “Paz” “a los hombres de buena voluntad”
T: Cantad alegres: ¡gloria al Señor! Nacerá el Redentor.

Oremos:
G: O Dios, que en la virginidad fecunda de María donaste a los hombres los bienes de la Salvación eterna, haz que experimentemos su intercesión, porque por ella recibimos el autor de la vida, el Cristo tu hijo.
T: Amén.

 

ROSARIO DE ADVIENTO

Es un Rosario de cinco misterios, un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria, que se reza preferentemente en una Capilla, con una “corona de adviento”.

En la cual los 4 cirios deberán ser prendidos al inicio de cada una de las primeras cuatro meditaciones.

Y en la quinta meditación se encenderá el cirio de la Virgen.

La corona se coloca a los pies de la imagen de la Virgen.

 

MONICIÓN INICIAL

En comunión con toda la Iglesia celebramos el tiempo litúrgico de Adviento. En este tiempo nos prepararnos para celebrar la Navidad, como conmemoración de la primera venida del Hijo de Dios entre los hombres y, a la vez, mediante esta celebración, nuestra fe se dirige a la segunda venida, ya gloriosa y definitiva al final de los tiempos, del Señor Jesús.

Es un tiempo mariano por excelencia ya que nuestra Madre aparece cooperando activamente en el misterio de la Reconciliación preparando el nacimiento del Mesías. Es por ello que, en su presencia y compañía, vivimos este tiempo de espera y de conversión.

Iniciemos este Santo Rosario cantando…

 

PRIMERA MEDITACIÓN: TIEMPO DE ESPERA Y CONVERSIÓN

El tiempo de Adviento es un tiempo de espera activa en búsqueda del encuentro definitivo con el Señor Jesús. Espera activa que implica tener deseos de cambiar, de prepararse; es por eso que en este tiempo estamos llamados a la exigencia radical, a la conversión, al cambio de vida, a volver nuestros pasos al camino de Dios; llamados a la conversión que debe abarcar todo nuestro ser y que debe llevarnos a cambiar nuestros pensamientos, sentimientos y acciones; poniéndolas en concordancia con la manera de pensar, sentir y actuar de Jesús.
1 Padrenuestro, 10 Avemarías, 1 Gloria, Jaculatorias a elección

 

SEGUNDA MEDITACIÓN: LA ORACIÓN

El Adviento es tiempo de acercamiento sincero al Señor, quien está por venir y que a la vez ya está entre nosotros. Pero no podemos acercarnos a Él sino lo buscamos, sino estamos en constante tensión por ponernos en su presencia. La oración, personal y comunitaria, constituye un medio eficaz de búsqueda hacia un encuentro real con el Señor Jesús; mediante la escucha atenta, la meditación y la interiorización de su Palabra, lo que debe constituirse en una exigencia y necesidad en este tiempo de espera.
1 Padrenuestro, 10 Avemarías, 1 Gloria, Jaculatorias a elección

 

TERCERA MEDITACIÓN: LA PENITENCIA

Dios nos envía un Salvador, su propio Hijo. ¿Pero estamos realmente preparados para acogerlo y recibirlo en toda su dimensión? Pongamos todo de nuestra parte, por asumir, sin contemplaciones, durante este tiempo de espera todos los sufrimientos, problemas y dolores que encontramos en nuestro camino de santidad buscando ponernos en forma concreta, en la Cruz del Señor, viviendo estas dificultades en sentido oblativo, de sacrificio y entrega; mediante la penitencia, medio necesario de preparación y espera hacia un encuentro definitivo con el Señor Jesús.
1 Padrenuestro, 10 Avemarías, 1 Gloria, Jaculatorias a elección

 

CUARTA MEDITACIÓN: LA CARIDAD

La caridad, se nos presenta como un excelente medio de espera y conversión en el tiempo de Adviento; ya que sólo a través de nuestra comunión de amor con el Señor, estaremos en condiciones de amar realmente a nuestros hermanos y de practicar la verdadera caridad con ellos. La caridad debe llevarnos durante este tiempo expresarla concretamente a través de la atención de los más pobres y necesitados, buscando su promoción integral y radicalizando nuestra obligación de ser “guardianes del hermano” preocupándonos de colaborar con él para aliviar sus necesidades y problemas. ( Se sugiere cantar el primer Ave María).
1 Padrenuestro, 10 Avemarías, 1 Gloria, Jaculatorias a elección

 

QUINTA MEDITACIÓN: MARÍA NOS EDUCA EN LA ESPERA

María, con su “Fiat”, acepta ser la Madre de Dios y al hacerlo dirige todo su esfuerzo por cumplir a cabalidad tal misión y espera ansiosa aquel momento de máxima felicidad, como es el nacimiento del Señor Jesús; pero esta espera de la Madre no es una espera pasiva, sino por el contrario es una espera activa, demostrada en las acciones de Santa María durante la visita a su prima Isabel.
Reflexionemos sobre nuestra actitud de espera de la llegada de Jesús y dejémonos educar por María en la espera paciente y activa. Cantamos MADRE NUESTRA. (Se sugiere encender el cirio de la Virgen).
1 Padrenuestro, 10 Avemarías, 1 Gloria, Jaculatorias a elección

  

MONICIÓN FINAL

En este tiempo de Adviento como cristianos comprometidos estamos llamados a vivir en actitud de tensión y búsqueda de la presencia del Señor Jesús y en espera de su retorno definitivo. Pidámosle a Santa María que nos enseñe a esperar con su misma fe.
Terminemos rezando La Salve.

 

ORACIONES DE ADVIENTO A LA VIRGEN MARÍA

Virgen del Adviento,
esperanza nuestra,
de Jesús la aurora,
del cielo la puerta.
Madre de los hombres,
de la mar estrella,
llévanos a Cristo,
dános sus promesas.
Eres Virgen Madre,
la de gracia llena,
del Señor la esclava,
del mundo la reina.
Alza nuestros ojos
hacia tu belleza,
guía nuestros pasos
a la vida eterna.

 

ORACIÓN DE ADVIENTO

¡Dulcísima y amabilísima Madre de Dios y Virgen sacratísima! ya se llega la hora de vuestro bienaventurado parto, parto sin dolor, parto gozoso. Vuestra es esta hora, y nuestra es: vuestra es porque en ella habéis de descubrir al mundo los tesoros divinos que tenéis encerrados en vuestras entrañas, y el sol que le ha de alumbrar, y el pan del cielo que le ha de sustentar, y la fuente de aguas vivas por la cual viven todas la cosas que viven. Y vos, Señora, con este sagrado parto habéis de quedar más gloriosa, pues por ser madre no se marchitará la flor de vuestra virginidad, antes cobrará nuevo frescor y nueva belleza, porque sois la puerta de Ezequiel cerrada, huerto cercado y fuente sellada, y todas las gentes os quedarán obligadas, y os reconocerán y adorarán por Madre de su Señor, y reparadora del linaje humano, y emperatriz y princesa de todo lo criado.

Pero también esta hora es nuestra, no solamente por ser para nuestro bien y principio de nuestro bien, sino porque desde que pecó Adán y Dios le dio esperanza con su promesa que le remediaría, todos los patriarcas la han deseado, todos los profetas la han prometido, todos los santos del Antiguo Testamento han suspirado por ella, todas las gentes la han aguardado y todas las criaturas están suspensas y colgadas de vuestro felicísimo parto, en el cual está librada la suma de la salud y felicidad eterna. Pues ¡oh esperanza nuestra! ¡oh refugio y consuelo de nuestro destierro!; oíd nuestros clamores, oíd los gemidos de todos los siglos y naciones, y los continuos ruegos y lágrimas del linaje humano, que está sepultado en la sombra de la muerte aguardando esta luz, y que vos le mostréis su Salvador, su Redentor, su vida, su gloria y toda su bienaventuranza. Daos prisa, Virgen santísima, daos prisa, acelerad vuestro dichoso y bienaventurado parto, y manifestadnos a vuestro unigénito Hijo, vestido de vuestra carne, para dar espíritu a los hombres carnales y hacerlos hijos de Dios, al cual sea gloria y alabanza en los siglos de los siglos. Amén.

 

NUEVE BENDICIONES DE ADVIENTO A LA VIRGEN MARÍA

1.¡Oh Santísima Virgen María! sea una y mil veces bendito vuestro purismo seno, en que por nueve meses hizo su morada el Hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Avemaría.

2. ¡Oh Santísima Virgen María! sean una y mil veces benditos vuestros pechos virginales, con cuya leche se alimentó el Hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Avemaría.

3. ¡Oh Santísima Virgen María! sea una y mil veces bendito vuestro maternal regazo en que reposó y durmió dulcemente el hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Avemaría.

4. ¡Oh Santísima Virgen María! sean una y mil veces benditos vuestros santísimos brazos, que llevaron, abrazaron y tiernamente estrecharon al Hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Avemaría.

5. ¡Oh Santísima Virgen María! sean una y mil veces benditas vuestras hermosísimas manos, que acariciaron y cuidadosamente sirvieron al Hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Avemaría.

6. ¡Oh Santísima Virgen María! sean una y mil veces benditos vuestros ojos virginales que con tanto deleite se recrearon contemplando el rostro del Hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Avemaría.

7. Oh Santísima Virgen María! sean una y mil veces benditos vuestros oídos castísimos, que con tanta frecuencia oyeron el dulce nombre de Madre de la boca del Hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Avemaría.

8. Oh Santísima Virgen María! sean una y mil veces benditos vuestros candidísimos labios, que con gozo inexplicable imprimieron tiernos ósculos en el Hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Avemaría.

9. ¡Oh Santísima Virgen María! sea una y mil veces bendita vuestra lengua angelical, que sin cesar alabó y llamó hijo querido al Hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Avemaría.


Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María

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Cómo Obtener la Gracia de un Buen Pasaje a la Otra Vida

La oferta de Dios de vida eterna es impresionante y abrumadora.

De ahí que la verdadera alarma de pérdida debería ser la vida del cielo y no la de la vida en la Tierra.

Sin embargo esta es más una teoría que una realidad en este mundo caído.

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En estos tiempos, en que solemos hacer una evaluación de nuestra vida deberíamos también reflexionar sobre la brevedad de ella y la increíble longitud de la eternidad.

Y eso nos pone a pensar en la muerte, porque en esencia, nuestras vidas no son más que una preparación para la muerte.

Dios, en su providencia, ya se sabe el día y momento de la nuestra muerte.

Y Él ya ha puesto en marcha las gracias que tendrán que ser conservadas.

Tenemos que cooperar con esas gracias y todo estará bien.

Por desgracia, muchas personas viven sus vidas sin pensar mucho acerca de su muerte inminente.

O si lo hacen se aterran. Y tratan de convencerse de que no les va a pasar.

 

LA MUERTE SE HA ALEJADO DE NUESTRA VISIBILIDAD

A principios del siglo XX las personas no vivían más allá de los 50 ó 55 años, mientras que hoy la esperanza de vida en occidente ronda los 85 años.

Los progresos médicos y tecnológicos han aumentado dramáticamente la esperanza de vida.

Y por lo tanto la experiencia de la muerte se ha alejado de nuestro entorno social.

No tenemos la experiencia de la muerte como lo han tenido otras generaciones.

Para nosotros la muerte es una cosa de viejos.

Y cuando se muere alguien joven, especialmente un niño, es un duro golpe que incluso nos lleva a ignorar esta posibilidad de futuro.

Esta poca familiaridad que tenemos con la muerte nos lleva a no saber cómo reaccionar frente a un ser querido está muriendo.

No sabemos que decirle, ni cómo actuar, porque el entorno cultural nos esconde la muerte.

Hay como una conspiración cultural gigantesca para sacarnos de la mente que vamos a morir.

El plan consiste en sobrevivir a la muerte mediante la adopción de las vitaminas adecuadas, cuidar que no comamos alimentos cancerígenos, ver los mejores médicos y hacerse chequeos permanentes.

Y sin embargo, a pesar de eso todo el mundo muere.

Estamos en un curso de colisión con la muerte, cuando en realidad debiera tomarse como algo natural sobre lo cual hay que prepararse.

Sólo Dios sabe con certeza cuánto tiempo nos queda. Y el reloj sigue marcando.

Santa Catalina de Siena hizo esta aseveración:

“Los dos momentos más importantes de nuestra vida son: ahora y la hora de nuestra muerte”.

Por lo que deberíamos hacer todo en nuestro poder para alcanzar la gracia de una muerte santa y feliz.

La que determinará nuestro destino eterno por toda la eternidad, ya sea el cielo o el infierno; no hay otra posibilidad.

Todo esto está bien, pero es muy racional.

 

NO NOS PODEMOS SUSTRAER DEL TODO AL MIEDO A LA MUERTE

No nos podemos escapar de la muerte, porque es la pena del pecado original.

Es el duro castigo por el que pasa la humanidad, ya que la muerte no estaba en el plan primigenio de Dios para los seres humanos.

Con la muerte se disuelve la unidad entre alma y cuerpo, en un proceso que generalmente es doloroso.

Ya sea por una enfermedad o por el simple debilitamiento y pérdida de autonomía en el cuerpo.

El alma se separa de la materia cuando el cuerpo ya no da más, y vive su vida en la eternidad.

Mientras que el cuerpo se convierte en polvo.

La unidad cuerpo y alma que tuvimos en la tierra desaparece para la memoria de todos los vivientes.

De alguna manera la muerte es una humillación de nuestra condición.

En el Imperio Romano existía la costumbre de que un esclavo susurrara al oído de los emperadores y de los generales exitosos la frase “Memento Mori”, que significa “recuerda que morirás”.

Esto era para mantener a los poderosos con los pies sobre la Tierra.

En Eclesiastés 7: 36 dice que hagas lo que hagas, recuerda que algún día debes morir, y mientras tengas esto en mente nunca pecarás.

Y también en Eclesiastés 7: 4 dice que alguien que está pensando siempre en la felicidad es un tonto, porque una persona sabia piensa en la muerte.

En definitiva morir no es sentido como una alegría incluso para la mayoría de los cristianos.

Pero sin embargo la muerte es parte de la fe.

Porque quienes mueren en gracia de Dios pueden compartir la resurrección de Cristo en la vida eterna en el cielo.

Por eso debemos hacer un esfuerzo para combatir el desasosiego y el dolor que nos produce pensar en la muerte.

 

¿CÓMO DEBERÍAN TOMAR LA MUERTE LOS CRISTIANOS?

En primer lugar la muerte es algo de lo que no nos podemos escapar.

Porque así como nuestra vida pasará en este mundo, también este mundo pasará.

Pero la muerte no sólo marca un final sino también el comienzo de una vida en la eternidad.

No bien comenzamos a pensar en la muerte deberíamos llegar rápidamente a tomar conciencia qué significa la entrada en la eternidad.

Es nuestro encuentro definitivo y permanente con Dios.

Thomas Kempis ha dicho,

«Feliz es el hombre que siempre tiene presente la hora de la muerte y se prepara diariamente para ello».

Y San Felipe Neri agregó,

«La mejor manera de prepararse para la muerte es pasar cada día de la vida como si fueron tus últimos«.

¿Y que significa prepararse para la muerte?

En primer lugar reconciliarnos con Dios y vivir en estado de gracia.

Y en segundo lugar reconciliarnos con los prójimos que estamos alejados

La única forma de tener una muerte genuinamente feliz es no pensar en la muerte sino en la vida que vendrá.

Y eso implica también hacer los planes para un pasaje ordenado.

En el siglo XV había una colección de obras católicas de Ars Moriendi, o sea el arte de morir.

Cuyos textos hablaban sobre las tentaciones qué podría tener el moribundo, a lo que se debía enfrentar, los consejos para familiares y amigos, oraciones, y cómo parecerse a Cristo.

Sin embargo eso ha desaparecido porque, como dijimos al principio, nos cuesta pensar sobre la muerte.

De modo que el nuevo enfoque es pensar sobre la vida, la que vendrá.

San Alfonso María de Ligorio hace una interesante reflexión sobre cómo nos puede enseñar la vida de María en este pasaje.

Él dice,

«Tres cosas amargan la muerte: el apego al mundo, el remordimiento por los pecados y la incertidumbre de la salvación.

La muerte de María estuvo totalmente libre de estas causas de amargura, y estuvo acompañada por tres gracias especiales que la hicieron preciosa y alegre.

Murió como había vivido, completamente separada de las cosas del mundo; ella murió en la paz más perfecta; y ella murió en la certeza de la gloria eterna«.

Si imitamos a María no tendremos que temer nuestra muerte y podremos recibirla con entrega y hasta con alegría.

Aquí hay diez sugerencias sobre cómo podemos alcanzar la gracia de todas las gracias, la gracia de una muerte santa y feliz.

Porque de hecho, ésta es la gracia de todas las gracias: morir en la gracia de Dios para estar con Él por toda la eternidad.

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10 SUGERENCIAS PARA OBTENER LA GRACIA DE UNA BUENA MUERTE

 

1 – Vive tu vida como si Dios te fuera a llamar hoy

Todos debemos imitar a los santos y esforzarnos por vivir cada día de nuestras vidas como si fuera el último día de nuestra vida.

El hecho es que ninguno de nosotros tiene la certeza moral de que viviremos más allá de este día; mejor aún, más allá de esta hora, incluso este segundo.

Nuestra vida en la tierra es incierta y muy precaria.

Las noticias diarias llaman a nuestra atención las muertes prematuras, a veces de números enormes de individuos, como en el caso de catástrofes.

Muchos de los santos trataron de vivir cada día como si fuera su último. ¡Podríamos hacer lo mismo!

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2 – Identifica a los enemigos mortales

Deberíamos identificar qué obstáculos o bloqueos principales que puedan impedirnos llegar a nuestro propósito en la vida: ¡una muerte santa y feliz!

El enemigo mortal número uno es el pecado mortal, lo cual priva a nuestra alma de la gracia santificante y de la Amistad amorosa de Dios.

Sin embargo, hay algo peor y es morir en el estado de pecado mortal.

Si cometemos un pecado mortal, debemos correr al confesionario y bañarnos inmediatamente en el amor infinito de Dios.

No permitas que el sol caiga sobre tu alma espiritualmente muerta.

Si ingiriéramos veneno en nuestros cuerpos, llamaríamos una ambulancia inmediatamente. ¿Y qué hacemos con nuestra alma?

Debemos cuidar aún más nuestra alma inmortal.

De hecho, la vida espiritual prevalece sobre la vida física y corporal.

cruz en kicevak medjugorje fondo

 

3 – Ora permanentemente

San Alfonso de Ligorio, otro Doctor de la Iglesia, es citado en el Catecismo de la Iglesia Católica sobre la extrema importancia de la oración para la salvación de nuestra alma inmortal.

Estas son sus palabras:

“El que reza mucho, será salvo; el que no reza, será condenado; el que ora poco pone en peligro su salvación”.

En otras palabras, nuestra salvación eterna está directamente relacionada con nuestra vida de oración.

“Lo que el aire es a los pulmones, así la oración es al alma”.

¡La oración es la respiración de la vida del alma!

mujer nigeriana ante cruz cristiana

 

4 – Vive en la presencia de Dios

Los santos tienen una práctica común; vivir constantemente en la presencia amorosa y permanente de Dios.

Santa Teresa de Ávila, otra Doctora de la Iglesia, observó que pecamos cuando nos olvidamos de la Presencia de Dios.

Los niños son menos propensos a ser traviesos cuando están bajo el ojo de la mirada de su madre; así es en nuestra vida espiritual.

Simplemente nos comportamos mejor cuando somos conscientes de la mirada amorosa de nuestro Padre sobre nosotros.

cruz iluminada con gente abajo aviso

 

5 – Piensa a menudo en el cielo

La oración más famosa del mundo es la Oración del Señor o el Padre Nuestro.

En esta oración que viene del Sagrado Corazón de Jesús, comenzamos con “Padre nuestro, que estás en los cielos…”

¡Que no transcurra un día en el que no hayamos podido pensar en el Cielo y su gloria, su grandeza y alegría eterna!

“Como la cierva anhela las corrientes de agua, así mi alma anhela por ti, oh Señor, Dios mío”.

¡Así debemos anhelar constantemente a Dios y al cielo!

dibujo curacion de la suegra de pedro

 

6 – Reflexiona sobre la eternidad

Otro punto común de los santos es que tienen en mente el concepto de la eternidad.

La vida en verdad es corta, muy corta.

San Pedro nos recuerda este hecho:

“A los ojos de Dios, un día es como mil años y mil años es como un día”.

El salmista reitera el mismo tema:

Nuestra vida en la tierra es como la flor del campo que se levanta en la mañana y se marchita y muere cuando el sol se oculta”.

San Agustín, Padre de la Iglesia y Doctor de la Gracia, expresa sucintamente esta verdad en estas palabras:

“Nuestra vida en comparación con la eternidad es un simple parpadeo de un ojo”.

De hecho, la eternidad significa esto:

“Por los siglos de los siglos sin fin”.

Que el concepto de la eternidad nos ayude a estar preparados para una muerte santa y feliz.

compasion manos que se toman fondo

 

7 – Frecuenta el Pan de Vida

Para los católicos, la llave que nos abrirá las puertas del cielo es la unión con Jesús mismo.

Jesús está en el cielo con Su Cuerpo Glorificado.

Sin embargo, Él también está en la tierra, en Su Cuerpo Místico, la Iglesia.

En el corazón mismo del Cuerpo Místico están los Sacramentos, y el más grande de todos los Sacramentos es el mismo Jesús en la Santísima Eucaristía: el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Jesús.

¡Una muerte santa y feliz puede ser alcanzada recibiendo a Jesús en la Sagrada Comunión frecuentemente, fervientemente y lleno de fe!

Deberíamos desear ardientemente que nuestra última comida en la tierra sea nutrir nuestras almas con el Cuerpo y la Sangre de Jesús en la Sagrada Comunión.

Recuerda las palabras de Jesús mismo:

El que come mi Cuerpo y bebe mi Sangre tendrá vida eterna y yo lo resucitaré en el último día”.

Cuadro de Jesús de la Misericordia

 

8 – Vive una vida de amor y de dar

Estamos llamados a no centrarnos en nosotros mismos, sino en Dios y servir a Dios en nuestros hermanos y hermanas, que son reflejos de Dios mismo.

Jesús dijo:

Todo lo que hagáis al más pequeño de mis hermanos, me lo hacéis a mí”.

Los santos tienen un ardiente amor por Dios, pero también un amor ferviente por su prójimo.

Trata de poner en práctica las obras corporales y espirituales de misericordia.

Santa Madre Teresa de Calcuta, posiblemente la mujer más famosa del siglo XX, nos desafía con estas palabras:

“Debemos dar hasta que duela”.

misericordia en blanco y negro con mujer en la cama

 

9 – Cuidado con los ídolos modernos y la distracción

En el tiempo de Moisés, el peligro con respecto a la idolatría era inclinarse ante el becerro de oro.

Hoy hay innumerables becerros de oro que podemos definir como ídolos: drogas, sexo, porno, dinero, poder, vanidad, placer, el dios de sí mismo, y muchos más.

Este punto debe ser resaltado porque es muy fácil desviarse, engañarse, esclavizarse por el mundo y todas sus promesas vacías.

Por eso, San Luis Grignon de Montfort en su clásica «Tratado de la Verdadera Devoción a María» insiste en la necesidad de vaciar nuestros corazones del mundo antes de poder entregarnos plenamente a Jesús y a María.

escultura de virgen de los dolores al pie de la cruz

 

10 – Desea morir en los brazos de Nuestra Señora

El amor a Nuestra Señora es esencial para alcanzar una muerte santa y feliz.

Uno de los mayores deseos de Nuestra Señora es que todos nosotros alcancemos el cielo y glorifiquemos a la Santísima Trinidad con ella por toda la eternidad.

De hecho, si rezamos el Santo Rosario todos los días, ¡nos estamos preparando para una muerte santa y feliz 50 veces al día!

¿Cómo? ¡Muy simple!

El Rosario está compuesto de 50 avemarías en las que decimos:

“Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén”.

Que Nuestra Señora nos alcance la gracia de todas las gracias: la gracia de una muerte santa y feliz.

Veamos ahora una serie de oraciones para pedir la gracia de una buena muerte.

 

LOS ÚLTIMOS RITOS

Nadie sabe cuándo morirá porque la muerte vendrá como un ladrón en la noche, pero las personas racionales se irán preparando para este evento.

La persona sabia tiene que comprender que cuando morimos perdemos todas las posesiones físicas, personales y profesionales que supimos tener.

Lo único que nos llevamos es nuestra alma, las relaciones qué supimos desarrollar y los méritos que hicimos ante Dios.

Cuando una persona está enferma y en peligro de muerte se le administra el Sacramento de la Unción de los Enfermos, que antes se llamaba la Extrema Unción.

Este Sacramento se ha generalizado para todos los enfermos y para las personas mayores de 60 años.

Y requiere que quién la administre sea una persona ordenada en las sagradas órdenes, o sea un sacerdote o un diácono.

Cuando una persona está moribunda se le administran los últimos ritos, que se refieren a oraciones sacramentales, la confesión y la comunión, en este caso se llama viático.

En esta situación la Iglesia prevé que un laico puede oír la confesión si no hay una persona ordenada disponible.

Pero lo recomendable siempre es que ante una situación de un moribundo los familiares y amigos se dirijan a la parroquia o a la capellanía del hospital para informarse sobre cómo proceder.

También puede leerse más sobre esto aquí, en el Catecismo de la Iglesia Católica.

Veamos ahora una serie de oraciones para pedir la gracia de una buena muerte.

estatua de la virgen maria blanca

 

ORACIONES PARA UNA BUENA MUERTE

 

PARA PEDIR LA GRACIA DE BIEN MORIR

¡Oh Dios mío!, ante el trono de tu adorable Majestad me postro pidiéndote la última de todas las gracias: una feliz hora de muerte.

Muchas veces, en verdad, hice mal uso de la vida que me diste; pero a pesar de ello te ruego, me concedas la gracia de terminarla bien y de morir en tu gracia.

Déjame morir como los santos Patriarcas, abandonando este valle de lágrimas sin queja, para disfrutar del descanso eterno en mi verdadera patria.

Déjame morir como San José, en los brazos de Jesús y María, e invocando estos dulcísimos nombres que espero bendecir por toda la eternidad.

Déjame morir como la Virgen María, encendido de amor e inflamado por el santo deseo de unirme con el único objeto de todo mi amor.

Déjame morir como Jesús en la cruz, con los sentimientos más vivos del aborrecimiento del pecado, del amor más filial y de la plena resignación en medio de todos mis dolores.

Padre eterno, en tus manos encomiendo mi espíritu; muestra en mí tu misericordia.

Oh Jesús, que has muerto por mi amor, dame la gracia de morir en tu amor.

Oh María, Madre de mi Jesús, ruega por mí ahora y en la hora de mi muerte.

Santo ángel de mi guarda, fiel custodio de mi alma, no me abandones en la hora de mi muerte.

San José, por tu poderosa intercesión alcánzame la gracia de morir la muerte de los justos. Amen.

 

PARA LA HORA DE LA MUERTE

Señor Dios mío, ya desde ahora acepto de buena voluntad, como venida de vuestra mano, cualquier género de muerte que os plazca enviarme, con todas sus angustias, penas y dolores.

mano con un rosario

 

OFRECIMIENTO A LA SANTÍSIMA TRINIDAD PARA ALCANZAR UNA BUENA MUERTE

1. Ofrezcamos a la Santísima Trinidad los méritos de Jesucristo en acción de gracias por la preciosa sangre que Jesús derramó é por nosotros en el huerto, Por los méritos del mismo roguemos a su Divina Majestad por la remisión de nuestros pecados. Padrenuestro, Avemaría y Gloria…

2. Ofrezcamos a la Santísima Trinidad los méritos de Jesucristo en acción de gracias por la preciosísima muerte que padeció por nosotros en la Cruz. Por los méritos del mismo roguemos a su Divina Majestad por la remisión de las penas debidas por nuestros pecados. Padrenuestro, Avemaría y Gloria…

3. Ofrezcamos a la Santísima Trinidad los méritos de Jesucristo en acción de gracias por la inefable caridad con que bajó del cielo a la tierra a tomar carne humana y padecer y morir por nosotros en la Cruz; y por los méritos del mismo pidamos a su Divina Majestad que después de nuestra muerte conduzca nuestras almas, a la gloria celestial. Padrenuestro, Avemaría y Gloria…

manos de enfermo y cuidador

 

ORACIÓN PARA ACEPTACIÓN DE LA MUERTE

Dios mío, pienso en el momento próximo y decisivo
de mi muerte. Absoluta separación del alma y de
todo lo del mundo. Apartado, arrancado de la tierra
y arrojado a los pies del juez infalible………

Todo lo que alegra a los sentidos, todo lo que me
alimenta, el orgullo, muere……..

Vanidad, riqueza, honores, poder, placeres, fama,
amistades, negocios, profesión, todo muere…….

Solo queda una cosa: la satisfacción de haber
amado a Cristo, de haber amado ” en el ”
a los hombres ” sus hermanos” , de haberlos
amado humildemente, calladamente, hasta la locura de la cruz…..
sólo eso queda. ( L. Chabord)

Fuentes:


Sergio Fernández, Editor de los Foros de la Virgen María

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Oraciones a la Divina Misericordia, Fundamentales para el Momento Actual

Nuestro Señor le dictó a Santa Faustina Kowalska la Coronilla de la Misericordia.

Y también una serie de oraciones para llamar a su Misericordia Divina, tanto para para uno mismo como para otros.

“Si tú dices esta oración, con un corazón contrito y con fe, en nombre de algún pecador le daré a esa alma la gracia de la conversión”.

No debemos olvidar que estamos en el tiempo de la Misericordia de Dios, antes de su Juicio.

Y si uno lee los mensajes que la Reina de la Paz da en Medjugorje, veremos que insiste hasta el cansancio en esto.

altar misericordia

Jesús está demostrando a Santa Faustina que las oraciones a la Divina Misericordia no son sólo para la persona que las ofrece.

Sino que son principalmente oraciones de intercesión a través de las cuales Él concede gracias y misericordia a innumerables almas.

La Coronilla de la Divina Misericordia es especialmente una oración de expiación.

Expiación no sólo por mis pecados, sino por nuestros pecados, lo que incluye a nuestro linaje familiar y demás seres queridos.

Cuando hablamos de linaje queremos decir para todos aquellos en nuestra ascendencia de la familia que han pasado antes que nosotros y todos los de nuestro linaje familiar que todavía tienen que nacer.

Y por supuesto te cubre a ti y a tu familia inmediata también. 

Dice santa Faustina:

“El Señor me dijo, siempre me consuelas cuando oras por los pecadores. La oración por su conversión es para Mí la más agradable. Yo la escucho siempre”. (Diario 1397)

conversión pecadores

Al rezar esta oración, especialmente por los pecadores o los que van a morir sin reparación, vas a participar en la redención de la humanidad y la salvación de almas que son muy valiosos para Jesús.

“¡Oh Sangre y Agua, que brotaste del Corazón de Jesús como una Fuente de Misericordia para nosotros, en ti confío!”

jesus de la divina misericordia fondo

La importancia de la oración para la gracia la expresó Jesús a Santa Faustina a través de estos mensajes:

“A través de la oración el alma se arma para enfrentar cualquier batalla.

En cualquier condición en que se encuentre un alma, debe orar.

Tiene que rezar el alma pura y bella, porque de lo contrario perdería su belleza.

Tiene que implorar el alma que tiende a la pureza, porque de lo contrario no la alcanzaría.

Tiene que suplicar el alma recién convertida, porque de lo contrario caería nuevamente.

Tiene que orar el alma pecadora, sumergida en los pecados, para poder levantarse.

Y no hay alma que no tenga el deber de orar, porque toda gracia fluye por medio de la oración” (Diario, 146).

Y también la explicó la importancia de la oración para llevar adelante los planes de Dios:

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“El alma debe ser fiel a la oración, a pesar de las tribulaciones, la aridez y las tentaciones.

Porque de tal plegaria en gran medida depende a veces la realización de los grandes proyectos de Dios.

Y si no perseveramos en tal plegaria, ponemos impedimentos a lo que Dios quiere hacer a través de nosotros o en nosotros.

Que cada alma recuerde estas palabras: Y encontrándose en una situación difícil, rogaba más tiempo (Diario, 872).

Estatua de Jesus de la Misericordia con arco iris arriba

 

LAS ORACIONES DEL DIARIO DE SANTA SOR FAUSTINA

I

“Amor eterno, llama pura, arde incesantemente en mi corazón y diviniza todo mi ser según Tu eterno designio por el cual me has llamado a la existencia y a participar en Tu eterna felicidad” (Diario, 1523).

 

II

“Oh, Dios misericordioso que no nos desprecias sino que continuamente nos colmas de tus gracias, nos haces dignos de Tu reino y en Tu bondad llenas con los hombres los lugares abandonados por los ángeles ingratos.

Oh Dios de gran misericordia que has apartado Tu santa vista de los ángeles rebeldes dirigiéndola al hombre arrepentido, sea honor y gloria a Tu misericordia insondable…” (Diario, 1339).

 

III

“Oh Jesús, tendido sobre la cruz, Te ruego, concédeme la gracia de cumplir fielmente con la santísima voluntad de Tu Padre, en todo, siempre y en cualquier lugar.

Y cuando esta voluntad de Dios me parezca pesada y difícil de cumplir, es entonces que Te ruego, Jesús, que de Tus heridas fluyan sobre mí fuerza y fortaleza y que mis labios repitan:

Hágase Tu voluntad, Señor… Compasivísimo Jesús, concédeme la gracia de olvidarme de mi misma para que pueda vivir totalmente por las almas, ayudándote en la obra de salvación, según la santísima voluntad de Tu Padre…” (Diario, 1265)

santa faustina y jesus de la misericordia

 

IV

“Oh Señor, deseo transformarme toda en Tu misericordia y ser un vivo reflejo de Ti. Que este supremo atributo de Dios, es decir su insondable misericordia, pase a través de mi corazón al prójimo.

Ayúdame, oh Señor, a que mis ojos sean misericordiosos, para que yo jamás recele o juzgue según las apariencias, sino que busque lo bello en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarla.

Ayúdame, oh Señor, a que mis oídos sean misericordiosos para que tome en cuenta las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a sus penas y gemidos.

Ayúdame, oh Señor, a que mi lengua sea misericordiosa para que jamás hable negativamente de mis prójimos sino que tenga una palabra de consuelo y perdón para todos.

Ayúdame, oh Señor, a que mis manos sean misericordiosas y llenas de buenas obras para que sepa hacer sólo el bien a mi prójimo y cargue sobre mí las tareas más difíciles y más penosas.

Ayúdame, oh Señor, a que mis pies sean misericordiosos para que siempre me apresure a socorrer a mi prójimo, dominando mi propia fatiga y mi cansancio. (…)

Ayúdame, oh Señor, a que mi corazón sea misericordioso para que yo sienta todos los sufrimientos de mi prójimo (…)

Que Tu misericordia, oh Señor mío, repose dentro de mí” (Diario, 163).

 

V

“Oh, Rey de Misericordia, guía mi alma…” (Diario, 3).

 

VI

“Que cada latido de mi corazón sea un nuevo himno de agradecimiento a Ti, oh Dios. Que cada gota de mi sangre circule para Ti. Señor, mi alma es todo un himno de adoración a Tu misericordia. Te amo, Dios, por Ti Mismo” (Diario, 1794).

jesus de la misericordia siendo pintado

 

VII

“Oh Jesús, deseo vivir el momento actual, vivir como si este día fuera el último de mi vida: aprovechar con celo cada momento para la mayor gloria de Dios, disfrutar de cada circunstancia de modo que el alma saque provecho. Mirar todo desde el punto de vista de que sin la voluntad de Dios no sucede nada.

Oh Dios de insondable misericordia, abraza el mundo entero y derrámate sobre nosotros a través del piadoso Corazón de Jesús” (Diario, 1183).

 

VIII

“Oh Dios de gran misericordia, Bondad infinita, hoy toda la humanidad clama, desde el abismo de su miseria, a Tu misericordia, a Tu compasión, oh Dios; y grita con la potente voz de la miseria. Dios indulgente, no rechaces la oración de los desterrados de esta tierra.

Oh Señor, Bondad inconcebible que conoces perfectamente nuestra miseria y sabes que por nuestras propias fuerzas no podemos ascender hasta Ti, Te imploramos, anticípanos Tu gracia y multiplica incesantemente Tu misericordia en nosotros para que cumplamos fielmente Tu santa voluntad a lo largo de nuestras vidas y a la hora de la muerte.

Que la omnipotencia de Tu misericordia nos proteja de las flechas de los enemigos de nuestra salvación, para que con confianza, como Tus hijos, esperemos Tu última venida…” (Diario, 1570).

 

IX

Oh Sangre y Agua que brotaste del Santísimo Corazón de Jesús como fuente de misericordia para nosotros en ti confío.

Oh Jesús, te entregaste por nosotros a tan asombrosa pasión únicamente por amor.

La justicia de tu Padre habría sido expiada con un solo suspiro tuyo y todos tus anonadamientos son actos de tu misericordia y tu inconcebible amor (…)

Cuando estabas muriendo en la cruz, en aquel momento nos donaste tu vida eterna, al haber permitido abrir tu sacratísimo costado nos abriste una inagotable fuente de tu misericordia; nos ofreciste lo más valioso que tenías, es decir, la sangre y el agua de tu Corazón.

He aquí la omnipotencia de tu misericordia, de ella toda gracia fluye a nosotros.

Oh Jesús extendido sobre la cruz, te ruego concédeme la gracia de cumplir fielmente con la santísima voluntad de tu Padre en todas las cosas, siempre y en todo lugar.

Y cuando esta voluntad me parezca pesada y difícil de cumplir, es entonces que te ruego, Jesús, que de tus heridas fluyan sobre mí fuerza y fortaleza y que mis labios repitan constantemente: hágase tu voluntad, Señor.

Oh Salvador del mundo, Amante de la salvación humana que entre terribles tormentos y dolor, te olvidaste de ti mismo para pensar únicamente en la salvación de las almas. Compasivísimo Jesús, concédeme la gracia de olvidarme de mí misma para que pueda vivir totalmente por las almas, ayudándote en la obra de salvación, según la santísima voluntad de tu Padre.

Expiraste, Jesús, pero la fuente de vida brotó para las almas y se abrió el mar de misericordia para el mundo entero. Oh fuente de vida, insondable misericordia de Dios, abarca el mundo entero y derrámate sobre nosotros.

Oh Sangre y Agua, que brotaste del Corazón de Jesús como una Fuente de Misericordia para nosotros, en ti confío!

Tu expiraste, Jesús, pero la fuente de vida brotó inmensamente para las almas, y el océano de Misericordia se abrió por todo el mundo.

O fuente de Vida, Oh Misericordia Infinita, envuelve todo el mundo y desocúpate sobre nosotros.

Oh Sangre y Agua que brotaste del Santísimo Corazón de Jesús como fuente de misericordia para nosotros en ti confío (Diario, 187).

procesion jesus de la misericordia fondo

 

X

Oh Jesús, te entregaste por nosotros a tan asombrosa pasión únicamente por amor.

La justicia de tu Padre habría sido expiada con un solo suspiro tuyo y todos tus anonadamientos son actos de tu misericordia y tu inconcebible amor (…)

Cuando estabas muriendo en la cruz, en aquel momento nos donaste tu vida eterna, al haber permitido abrir tu sacratísimo costado nos abriste una inagotable fuente de tu misericordia; nos ofreciste lo más valioso que tenías, es decir, la sangre y el agua de tu Corazón.

He aquí la omnipotencia de tu misericordia, de ella toda gracia fluye a nosotros (Diario, 1447).

 

XI

Oh Jesús, Verdad eterna, Vida nuestra, te suplico y mendigo tu misericordia para los pobres pecadores. Dulcísimo Corazón de mi Señor, lleno de piedad y de misericordia insondable, te suplico por los pobres pecadores.

Oh sacratísimo Corazón, fuente de misericordia de donde brotan rayos de gracias inconcebibles sobre toda la raza humana.

Te suplico luz para los pobres pecadores.

Oh Jesús, recuerda tu amarga pasión y no permitas que se pierdan las almas redimidas con tan preciosísima, santísima sangre tuya.

Oh Jesús, cuando considero el alto precio de tu sangre, me regocijo en su inmensidad porque una sola gota habría bastado para salvar a todos los pecadores (…)

Oh, qué alegría arde en mi corazón cuando contemplo tu bondad inconcebible, oh Jesús mío. Deseo traer a todos los pecadores a tus pies para que glorifiquen tu misericordia por los siglos de los siglos (Diario, 72).


Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María

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31 visitas a María Santísima [de San Alfonso María de Ligorio]

El siguiente es un compendio de 31 pensamientos oraciones y peticiones a la Santísima virgen María.

Que fueron escritos por San Alfonso María de Ligorio.

San Alfonso fue el fundador de los padres redentoristas la Congregación del Santísimo Redentor.

Su advocación Mariana es Nuestra Señora del Perpetuo Socorro cuya historia puede leerse en el enlace.

San Alfonso nació en Nápoles en 1696.

Primero ejerció como abogado destacándose en la profesión.

Y a los 30 años se ordenó sacerdote llegando a ser Obispo.

Su apostolado lo hizo en los barrios periféricos de Nápoles.

Fue un importante teólogo y escribió obras sobre teología moral, ascética y espiritualidad.

Fue nombrado doctor de la iglesia y es considerado el patrono de los confesores y de los profesores de teología moral.

Estas son 31 visitas a la Santísima Virgen para orar durante un mes diariamente.

En cada día hay un pensamiento, una petición, una jaculatoria y además hay una oración final que es común a todos los días.

Una versión más larga puede leerse aquí.

 

ORACIÓN PARA FINALIZAR CADA VISITA DIARIA

¡Inmaculada Virgen y Madre mía santísima!. A ti, que eres la «Madre de mi Señor», la Reina del mundo, la abogada, la esperanza y el refugio de los pecadores, acudo en este día yo, que soy el más necesitado de todos.

Te alabo, Madre de Dios y te agradezco todas las gracias que hasta ahora me has hecho, especialmente la de haberme librado del infierno que tantas veces he merecido. Te amo, Señora y Madre mía, y por el amor que te tengo te prometo servirte siempre y hacer todo lo posible para que seas también amada de los demás. En ti pongo mi esperanza y mi eterna salvación.

Madre de misericordia, acéptame por tu hijo y acógeme bajo tu manto, y ya que eres tan poderosa ante Dios, líbrame de las tentaciones y dame fuerza para vencerlas hasta la muerte.

Te pido el verdadero amor a Jesucristo. De ti espero la gracia de una buena muerte. Madre mía, por el amor que tienes a Dios, te ruego que siempre me ayudes, pero mucho más en el último momento de mi vida. No me desampares mientras no me veas a tu lado en el cielo, bendiciéndote y cantando tus misericordias por toda la eternidad. Así sea.

 

Visita 1

Otra fuente para nosotros muy preciosa es nuestra Madre María, tan rica de bienes y gracias, dice san Bernardo, que no hay hombre en el mundo que no participe de su abundancia. Dios llenó de gracia a María Santísima, como se lo reveló el Ángel diciéndole: «Dios te salve llena de gracia». Pero no fue sólo para ella, sino también para nosotros, a fin de que según advierte san Pedro Crisólogo, de aquel tesoro de gracias hiciese participes a todos sus devotos.
Jaculatoria: Causa de nuestra alegría, ruega por nosotros.
Oración final

 

Visita 2

Lleguémonos al trono de la gracia para encontrar misericordia en el momento oportuno. María es, en sentir de san Antonino, ese trono, desde el cual dispensa Dios todas las gracias. Reina amabilísima, ya que tanto deseas ayudar a los pecadores, ve aquí a un gran pecador que a ti recurre. Ayúdame con tu poder y ayúdame pronto.
Jaculatoria: ¡Refugio único de los pecadores, apiádate de mi!
Oración final

 

Visita 3

«Sus lazos son ligadura de salud». Nos dice el devoto Pelbarto que la devoción a María es señal de predestinación. Supliquemos, pues, a nuestra Madre bendita que con amorosos lazos nos asegure siempre y cada vez más apretadamente en la confianza de su protección.
Jaculatoria: ¡Piadosa y dulce Virgen María, ruega por nosotros!
Oración final

 

Visita 4

«Yo soy la madre del amor hermoso», dice María, es decir, del amor que hermosea las almas. Vio santa María Magdalena de Pazzi que iba María santísima distribuyendo un licor dulcísimo que no era sino el amor divino. Don éste que sólo María dispensa; pidámoslo, pues,a María.
Jaculatoria: Madre mía, Esperanza mía, hazme todo de Jesús.
Oración final

 

Visita 5

Virgen María, san Bernardo te llama «robadora de los corazones». Dice que con tu belleza y con tu bondad andas robando los corazones. Roba, te lo pido, este corazón mío y toda mi voluntad. Yo te la entrego. Unida a la tuya, dásela a Dios.
Jaculatoria: Madre amabilísima, ruega por mí.
Oración final

 

Visita 6

«Como olivo hermoso en los campos». Yo soy, dice María, el hermoso olivo del que se extrae siempre aceite de misericordia, y estoy en campo abierto a fin de que todos me vean y puedan acudir a mí.
«Recordad diremos con san Bernardo, piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que haya sido de ti desamparado ninguno de cuántos se han acogido a tu socorro». No sea yo el primer desventurado que, acudiendo a ti, Madre, quede sin amparo.
Jaculatoria: María, concédeme la gracia de recurrir siempre a ti.
Oración final

 

Visita 7

Señora mía amabilísima, la Iglesia toda te proclama y saluda: Esperanza nuestra.
Ya que eres la esperanza de todos, sé también mi esperanza. San Bernardo te llamaba toda la razón de su esperanza, y añadía: «En ti espere el que desespera».
Esto es lo que yo quiero decirte: Madre mía, tú salvas hasta a los desesperados. En ti pongo toda mi esperanza.
Jaculatoria: Madre de Dios, ruega a Jesús por mí.
Oración final

 

Visita 8

«Quien sea pequeñuelo venga a mí”. María llama a todos los pequeñuelos que no tienen madre, con el fin de que acudan a ella, como a la más cariñosa de todas las madres.
Dice el padre Nieremberg que el amor de todas las madres es sombra y nada en comparación con el amor que María nos tiene a cada uno de nosotros.
Madre de mi alma, que tanto amas y deseas mi salvación más que nadie, después de Dios, muestra que eres mi madre.
Jaculatoria: Haz, Madre mía, que siempre me acuerde de ti.
Oración final

 

Visita 9

Toda semejante a Jesús es su Madre María, que, siendo Madre de misericordia, goza socorriendo y consolando a los miserables.
Y es tanto lo que desea está Madre dispensar sus gracias a todos, que, según san Bernardino de Busto, más desea ella hacerte bien y concederte gracias que tú deseas recibirlas.
Jaculatoria: Dios te salve, vida y esperanza nuestra.
Oración final

 

Visita 10

Nos dice la Reina de los cielos: «En mi mano están las riquezas para enriquecer a los que me aman».
Amemos a María si queremos ser ricos. Raimundo Jordán la llama «tesorera de las gracias». Bienaventurado el que con amor y confianza invoca a María. Madre mía, esperanza mía, tú puedes hacerme santo: de ti espero está gracia.
Jaculatoria: Madre de amor, ruega por mí.
Oración final

 

Visita 11

«Bienaventurado el que vela a mis puertas todos los días y aguarda a los umbrales de mi casa». Dichoso el que, como los pobres que están a la puerta de los ricos, pide solícito limosna a las puertas de la misericordia de María. Y más feliz aún el que cuida de imitar las virtudes que ve en María, pero en especial su pureza y su humildad.
Jaculatoria: Ayúdame, Esperanza mía.
Oración final

 

Visita 12

«Los que se guían por mi no pecarán. El que trata de obsequiarme dice María alcanzará la perseverancia. Los que me glorifican tendrán la vida eterna». Y los que trabajan en hacer que los demás me conozcan y amen serán predestinados». Promete, pues, hablar siempre que puedas, pública o privadamente de las glorias y de la devoción de María.
Jaculatoria: Quiero alabarte en todo momento, Virgen María.
Oración final

 

Visita 13

Nos exhorta san Bernardo a que busquemos la gracia y la busquemos por medio de María.
Ella, dice san Pedro Damiano, es la tesorera de las divinas misericordias: puede y quiere enriquecernos, que por eso nos invita y llama diciendo: «Quien sea pequeñuelo venga a mí».
Señora amabilísima, noble y amable, mira a este pobre pecador que a ti se encomienda y que confía enteramente en ti.
Jaculatoria: Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios.
Oración final

 

Visita 14

«Nadie se salva dice san Germán, hablando con María santísima, sino por ti, nadie se libra de sus males sino por ti, a nadie se concede gracia alguna sino por tu intercesión».
De suerte, Señora y esperanza mía, que si no me ayudas estoy perdido y no podré llegar a bendecirte en el paraíso. Pero sé muy bien lo que dicen los santos, que no desamparas a quien recurre a ti y que sólo se pierde quien no te invoca. Yo, pobrecito, acudo a ti y en ti pongo toda mi esperanza.
Jaculatoria: “Esta es toda mi confianza, ésta es la razón de mi esperanza» (san Bernardo).
Oración final

 

Visita 15

Déjame, dulcísima Virgen María, que te llame, con tu siervo san Bernardo, «toda la razón de mi esperanza». Y que te diga con san Juan Damasceno: «En ti he puesto toda mi confianza».
Tú me has de alcanzar el perdón de mis pecados, la perseverancia hasta la muerte y verme libre del purgatorio.
Por ti logran la salvación los que se salvan. Tú, Madre mía, me has de salvar. «Quien tú quieras se salvará, dice san Bernardo. Quiero salvarme, y me salvaré. Y como das la salvación a cuántos te invocan, te invocaré diciendo:
Jaculatoria: «Salvación de los que te invocan, sálvame» (san Buenaventura).
Oración final

 

Visita 16

Dijiste. Virgen Santa, a santa Brígida: “Por mucho que haya pecado el hombre, si verdaderamente arrepentido se vuelve a mí, yo estoy pronta a acogerlo. No miro la muchedumbre de sus culpas, sino la disposición con que a mí viene. Ni me desdeño de poner bálsamo en sus llagas y curarselas; porque me llaman, y soy en verdad, Madre de misericordia».
Ya que puedes y deseas curarme, a ti acudo, Médica celestial, para que cures las innumerables llagas de mi alma. Con solo una palabra que digas a tu Hijo quedaré curado.
Jaculatoria: María, Madre mía, ten piedad de mí.
Oración final

 

Visita 17

Reina mía dulcísimo, cuánto me agrada este hermoso nombre con que os invocan vuestros devotos: «Madre amable».
Si, Señora mía, te encuentro, a la verdad, toda amable. Tu belleza enamoró a tu mismo Señor. «El Rey deseó tu belleza».
Dice san Buenaventura que es tan amable vuestro nombre para los que os aman, que sólo al pronunciarlo o al oírlo pronunciar sienten que se inflama y acrecienta el deseo de amaros. Dulce, compasiva, amabilísima María, no es posible nombrarte sin que se encienda y recree el afecto de quien te ama. Justo es, pues, Madre del todo amable, que yo te ame. Mas no me contento solo con amarte, sino que deseo ahora en la tierra y después en el cielo ser, después de Dios, el que más te ame. Y si tal deseo es atrevido en demasía, cúlpese a tu amabilidad y al especial amor que me has demostrado. Si fueses menos amable, menos desearía yo amaros.
Acepta, Virgen bendita, este mi deseo, y en prueba de que me lo has aceptado, consígueme de tu Jesús este amor que te pido, ya que tanto agrada a Dios el amor que te tenemos.
Jaculatoria: Madre mía, te amo con toda mi alma.
Oración final

 

Visita 18

Así como los enfermos pobres, que por su miseria se ven desamparados de todos, hallan su único refugio en los hospitales públicos, así los pecadores más desamparados, aunque de todos sean despedidos, no se ven desamparados de la misericordia de María, a quien Dios puso en el mundo con el fin de que fuese el refugio y hospital público de los pecadores, como dice san Basilio. Y por esto san Efrén la lla¬ma «asilo de los pecadores».
Por eso, si acudo a ti, Reina mía, no puedes desecharme por mis pecados; antes bien, cuanto más desamparado me encuentro, más motivo tengo para ser acogido bajo el manto de tu protección, ya que Dios quiso crearte para que fueras el socorro de los desgraciados. A ti recurro, María, y me pongo bajo tu manto. Tú, que eres el refugio de los pecadores, sé mi refugio y la esperanza de mi salvación. Si tú me desechas, ¿a dónde acudiré?
Jaculatoria: María, refugio mío, sálvame.
Oración final

 

Visita 19

Dice el devoto Bernardino de Busto: «Pecador, quienquiera que seas, no desconfíes. Recurre a la Virgen con la certidumbre de ser socorrido, y la hallarás con las manos colmadas de misericordia y de gracias». Y «sabe añade , que más desea esta piadosísima Reina hacerte bien que tú el ser socorrido por ella».
De contínuo doy gracias a Dios, Virgen Santa, porque hizo que yo te conociera. Pobre de mí si no te hubiera conocido o si me olvidase de ti: gran riesgo correría mi salvación. Pero. yo, Madre mía, te bendigo, te amo y confío tanto en ti, que en tus manos pongo mi alma.
Jaculatoria: María, dichoso quien te conoce y en ti confía.
Oración final

 

Visita 20

Me infunde una grata esperanza san Bernardo cuando acudo a ti, mi dulce Reina. Me dice que no os detenéis en examinar los méritos de los que recurren a tu misericordia, sino que te ofreces a auxiliar a cuántos te invocan. De suerte que si te pido alguna gracia, tú me escuchas benignamente. Esto es lo que te pido: soy un pobre pecador que merece mil infiernos; pero quiero mudar de vida, quiero amar a mi Dios, a quien tanto he ofendido.
A ti me ofrezco por esclavo; a ti me entrego, indigente como soy. Salva, te diré, a quien es tuyo y ya no se pertenece. Virgen mía, ¿me has oído?. Espero que me escuches y atiendas favorablemente.
Jaculatoria: María, Madre mía, tuyo soy. ¡Sálvame!
Oración final

 

Visita 21

Llama Dioniso Cartujano a la Santísima Virgen «abogada de todos los pecadores que a ella acuden».
Madre de Dios, ya que es oficio tuyo defender las causas de los reos más delincuentes que a ti recurren, aquí estoy a tus pies. A ti recurro diciéndote con santo Tomás de Villanueva: «Abogada nuestra, cumple tu oficio». Sí, cúmplelo encargándote de mi causa. Es cierto que he sido reo de gravísimos delitos a los ojos del Señor y que le he ofendido grandemente a pesar de tantas gracias y beneficios como me ha concedido; pero el mal está ya hecho y tú me puedes salvar. Basta que le digas a Dios que tú me defiendes, y El me perdonará y me salvará.
Jaculatoria: Madre mía amantísima, tú me tienes que salvar.
Oración final

 

Visita 22

Dulcísimo Señora y Madre mía, yo soy un vil rebelde a tu excelso Hijo; pero acudo arrepentido a tu clemencia para que me consigas el perdón. No me digas que no puedes, pues san Bernardo te llama «la dispensadora del perdón».
A ti, Madre, corresponde ayudar a los que están en peligro, que por eso te denomina san Efrén «auxilio de los que peligran». Y ¿quién, Reina mía, peligra más que yo?.
Perdí a mi Dios y he estado ciertamente condenado al infierno; no sé todavía si Dios me habrá perdonado, y puedo perderle de nuevo. De ti, que puedes alcanzarlo todo espero todo bien: el perdón, la perseverancia, la gloria. Espero ser en el reino de los bienaventurados uno de los que más ensalcen tu misericordia, Virgen Madre, salvándome por tu intercesión.
Jaculatoria: Las misericordias de María cantaré eternamente, eternamente las cantaré.
Oración final

 

Visita 23

Virgen querida, san Buenaventura os llama «Madre de los huérfanos, y san Efrén, «Refugio de los huérfanos».
Estos pobres huérfanos son los desventurados pecadores que han perdido a su Dios. Por tanto, a ti acudo, Virgen santísima, aquí me tienes: perdí al Señor, mi Padre. Pero tú, que eres mi Madre, haz que vuelva a encontrarlo. En está inmensa desgracia te llamo en mi ayuda. ¿Quedaré sin consuelo?. No, que Inocencio III me dice de ti: «¿Quién la invocó y no fue por ella socorrido?». Y ¿quién ha orado ante ti sin que le hayas escuchado y favorecido?. ¿Quién se ha perdido que a ti haya recurrido?. Sólo se pierde el que no acude a ti. Por ello, Madre mía, si quieres que me salve, haz que siempre te invoque y en ti ponga mi confianza.
Jaculatoria: María, Madre mía, haz que en ti ponga toda mi confianza.
Oración final

 

Visita 24

Virgen poderosa, cuando me asalta algún temor acerca de mi eterna salvación,¡cuánta confianza siento con solo recurrir a ti y considerar, de una parte, que tú, Madre mía, eres tan rica en gracias, que san Damasceno te llama «el mar de gracia»; san Buenaventura, «la fuente de donde brotan todas las gracias»; san Efrén, «el manantial de la gracia y de todo consuelo»; san Bernardo, «la plenitud de todo bien». Y ver, por otra parte, que eres tan inclinada a dispensar mercedes, que te crees ofendida, como dice san Buenaventura, de quien no te pide gracias.
Clementísima Reina, ya sé que tú, conoces mejor que yo las necesidades de mi alma y que me amas más de lo que yo puedo amarte.
¿Sabes, pues, qué gracia te pido?. Otórgame aquella que creas más conveniente para mi alma. Pídesela a Dios por mí, y así quedaré plenamente satisfecho.
Jaculatoria: Jesús mío, concédeme la gracia que María te pida para mí.
Oración final

 

Visita 25

Dice san Bernardo que María es el arca celestial en la que ciertamente nos libraremos del naufragio de la eterna condenación, si en ella nos refugiamos a tiempo.
Figura fue de María el arca en que Noé se salvó del universal naufragio de la tierra. Pero nota Esiquio que María es un arca más fuerte y más poderosa. Pocos fueron los hombres y animales que aquella amparó y salvó, pero esta nuestra arca salvadora recibe a cuántos se acogen bajo su manto y a todos seguramente los salva. Pobres de nosotros si no tuviésemos a María. Con todo, Reina mía, ¡cuántos se pierden!. ¿Y por qué?. Porque no recurren a ti, pues ¿quién se perdería si a ti acudiese?.
Jaculatoria: Virgen Santa, haz que todos te invoquemos.
Oración final

 

Visita 26

En ti, Madre nuestra, hallamos remedio a todos nuestros males; en ti, dice san Germán, tenemos el sostén de nuestra flaqueza; en ti exclama san Buenaventura, la puerta para salir de la esclavitud; en ti nuestra segura paz; en ti, como decía san Lorenzo Justiniano, encontramos el auxilio en las miserias de la vida; en ti, finalmente, la gracia divina y el mismo Dios, porque por ello san Buenaventura os llama «trono de la gracia de Dios», y Proclo, «puente felicísimo» por donde Dios, a quien nuestras culpas alejaron, pasa a habitar con su gracia en nuestras almas.
Jaculatoria: María, tú eres mi fortaleza, mi libertad, mi paz y mi salvación.
Oración final

 

Visita 27

Es María aquella torre de David de la cual dice el Espíritu Santo en el Cantar de los Cantares que está edificada con baluartes y tiene mil defensas y armas para socorro de los que a ella acuden.
Tú eres, Virgen María, la defensa fortísima de cuántos se hallan en el combate.
¡Qué asaltos me dan continuamente mis enemigos para privarse de la gracia de Dios y de tu protección, Madre mía amabilísima!. Pero tú eres mi fortaleza y no te desdeñas, según decía san Efrén, de combatir por los que en ti confían. Defiéndeme y lucha por mí, que en ti deposito toda mi confianza.
Jaculatoria: María, vuestro hermoso nombre es la defensa mía.
Oración final

 

Visita 28

Cuanto alivio siento en mis miserias y cuanto consuelo en mis tribulaciones y qué esfuerzo recibo en la tentación no bien pienso en ti e imploro tu socorro, dulcísima Madre María.
Razón tenéis, santos del cielo, en llamar a la Virgen «puerto de atribulados», como san Efrén; «alivio de nuestras miserias y consuelo de los desgraciados», como san Buenaventura; «remedio de nuestro llanto», como san Germán.
Consuélame, Madre mía, pues me veo lleno de pecados, cercado de enemigos, tibio en el amor de Dios. Consuélame, pero que la consolación que me des sea el hacerme empezar una vida nueva que verdaderamente agrade a tu Hijo y a ti.
Jaculatoria: Conviérteme, transfórmame, Madre mía, que tú puedes hacerlo.
Oración final

 

Visita 29

San Bernardo llama a María «camino real para hallar al Salvador y la salvación». Si es cierto, Reina mía, que eres, como el mismo dice, quien conduce nuestras almas a Dios, no esperes que yo vaya a Dios si no me llevas en tus brazos. Llévame, si; y si resisto, llévame a la fuerza.
Con los dulces atractivos de tu amor fuerza cuanto puedas a mi alma, a mi rebelde voluntad, para que deje a las criaturas y busque sólo a Dios y su voluntad santísima. Muestra a los cielos cuán poderosa eres; muestra, entre tantos prodigios, esta otra maravilla de tu misericordia uniendo enteramente con Dios a quien tan lejos de El está.
Jaculatoria: María, puedes hacerme santo; de ti lo espero.
Oración final

 

Visita 30

La caridad de María para con nosotros, según nos lo afirma san Bernardo, no puede ser ni mayor ni más poderosa de lo que es. Por lo cual se compadece siempre generosamente de nosotros con su cariño y nos socorre con su poder.
Siendo, por tanto, purísima Reina mía, rica en poder y rica en misericordia, puedes y deseas salvamos a todos. Te diré, pues, hoy y siempre, con el devoto Blosio: «María santísima, en esta gran batalla que con el infierno tengo empeñada ayúdame siempre, y cuando veas que me hallo vacilante y próximo a caer, tiéndeme entonces, Señora mía, más pronto tu mano y sostenme con más fuerza».
¡Dios!, ¡cuántas tentaciones tendré que vencer hasta la hora de mi muerte! María, esperanza, refugio y fortaleza mía, no permitas que pierda la gracia de Dios, pues propongo acudir siempre a ti en todas las tentaciones, diciendo:
Jaculatoria: Ayúdame, María; María, ayúdame.
Oración final

 

Visita 31

Dice el beato Amadeo que la bienaventurada Reina María está continuamente ejercitando en la presencia de Dios el oficio de abogada nuestra e intercediendo con sus oraciones, que son para con Dios poderosísimas. Porque como ve nuestras miserias y peligros, la clementísima Señora se compadece de nosotros y nos socorre con amor de Madre.
De suerte que ahora mismo, Madre y Abogada mía, ves las miserias de mi alma y los peligros que me rodean y estás rezando por mí. Ruega y ruega y no dejes nunca de hacerlo hasta que me veas salvo y dándote humildes gracias en el cielo.
Dice el devoto Blosio que tú, dulcísima María, eres, después de Jesús, la salvación segura de vuestros siervos fieles. Yo te pido hoy esta gracia: concédeme la dicha de ser tu siervo hasta la muerte, para que después de esta vida vaya a bendecirte en el cielo, seguro ya de que jamás habré de apartarme de tus pies mientras Dios sea Dios.
Jaculatoria: María, Madre mía, haz que sea yo siempre tuyo.
Oración final

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A la Virgen de la Candelaria DEVOCIONES Y ORACIONES Foros de la Virgen María FOROS DE LA VIRGEN MARÍA

Oraciones a la Virgen de la Candelaria

La fiesta de la Candelaria o de la Luz tuvo su origen en el Oriente con el nombre del «Encuentro», posteriormente se extendió al Occidente en el siglo VI, llegando a celebrarse en Roma con un carácter penitencial.

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Su fiesta se celebra, según el calendario o santoral católico, el 2 de febrero en recuerdo al pasaje bíblico de la Presentación del Niño Jesús en el Templo de Jerusalén (Lc 2;22-39) y la purificación de la Virgen María después del parto, para cumplir la prescripción de la Ley del Antiguo Testamento (Lev 12;1-8).

 

ORACIÓN

Virgen de Candelaria, madre de Dios y madre nuestra,
Patrona de Canarias.

Con toda la devoción y
confianza, que un hijo pone en su madre, quiero ofrecerte,
hoy, mi persona, mis cosas y mi vida entera.

Acéptalas, madre mía.

Te pido protección para aquellos hijos tuyos,
que por circunstancias de la vida, se encuentran fuera de sus
hogares, y desde lejos te invocan con sincero corazón.

Dulce Virgen de Candelaria, consuelo de los afligidos y
Reina de los hogares cristianos: derrama tu gracia sobre nosotros
y sobre nuestras familias: y haz, que sin olvidarnos de Ti, tengamos
siempre, salud y paz. AMEN.

 

ORACIÓN ANTE LA VIRGEN DE LA CANDELARIA

VIRGEN MARÍA DE CANDELARIA. Contigo elevo a Dios, omnipotente y misericordioso, un himno de alabanza y agradecimiento, un himno de gozo y alegría, pues grandes cosas ha obrado el Señor por medio tuyo, clemente y piadosa Virgen María, a favor de nuestro pueblo canario.

VIRGEN MARÍA DE CANDELARIA, Madre de Dios y Madre de la Iglesia, confiado en tu protección, te encomiendo nuestra Iglesia Diocesana de San Cristóbal de La Laguna, que peregrina en Tenerife, La Palma, La Gomera y el Hierro.

Reina de los Apóstoles, tu que estuviste junto a los Apóstoles de tu Hijo y cuidaste de ellos; ahora que he sido constituido sucesor de los apóstoles, y que comienzo la misión apostólica como obispo de la Iglesia de Cristo, asísteme y protégeme, a mi y a todos los sacerdotes que conmigo forman el presbiterio diocesano, y a todos los religiosos, religiosas y seglares que trabajan en tantos y tan variados campos de nuestra Iglesia Diocesana.

Tú, que por tu mismo divino Hijo, en el momento de su muerte redentora, fuiste presentada como Madre al discípulo predilecto, acuérdate del pueblo cristiano que en ti confía y que te invoca asiduamente. Acuérdate de todos tus hijos: avala sus preces ante Dios, conserva sólida su fe, fortifica su esperanza, aumenta su caridad.

Acuérdate, especialmente, de aquellos que viven en la tribulación y el sufrimiento, de los que padecen hambre o cualquier otra necesidad fundamental para vivir dignamente, de los que padecen enfermedad, de los que no tienen trabajo, de los emigrantes, sobre todos lo que viven entre nosotros, de los que son perseguidos por su fe, de los que están en las cárceles… para todos ellos Virgen Piadosa y Clemente solicita el don de la fortaleza para sobrellevar su cruz y acelera con tu intercesión el ansiado día en que puedan verse libres de todo mal.

Y, a todos, Virgen Santísima, concédenos un corazón sensible para que no seamos indiferentes, ni pasemos de largo, ante el sufrimiento de los demás, sino que, como el Buen Samaritano, tendamos nuestras manos y seamos siempre médico para los enfermos, pan para los hambrientos, agua para los sedientos, compañía para los que están solos, abrigo para los que tienen frío… en fin ayúdanos a mostrarnos disponibles ante quien se siente explotado y deprimido.

¡Ave María Purísima! ¡Sin pecado concebida! Tú que eres templo de luz sin sombra y sin mancha, intercede ante tu Hijo, mediador de nuestra reconciliación con el Padre, para que sea misericordioso con nuestras faltas y debilidades, para que nos conceda la gracia de un sincero arrepentimiento de nuestros pecados y la firme voluntad de guardar sus mandamientos; que aleje de nosotros la desidia y la apatía, dando a nuestras almas la alegría de amar.

VIRGEN MARÍA, a ti, que eres “Madre del Buen Consejo”, te pido que intercedas por mí, ante tu hijo, el “Consejero Admirable”, para que a lo largo del ministerio episcopal que acabo de comenzar, no deje de asistirme con el don del Espíritu Santo, especialmente con el “Espíritu de Consejo”, para que, libre de la precipitación, del error y de la presunción, me haga conocer lo que agrada a Dios y me guíe en mis decisiones y tareas al servicio de esta Iglesia Diocesana.

Finalmente, encomiendo a tu Corazón Inmaculado, ¡oh! Virgen Gloriosa y Bendita, a todos los hombres y mujeres del mundo: con tu amor materno condúcelos al conocimiento del único y verdadero salvador, Cristo Jesús; líbranos a todos de la esclavitud del pecado, concede a todo el mundo la paz en la verdad, en la justicia, en la libertad y en el amor.

Con las mismas palabras que me enseñó mi madre desde pequeño: “A ti, celestial Princesa, Virgen Sagrada María, yo te ofrezco en este día, alma vida y corazón, mírame con compasión, no me dejes madre mía”.

AMÉN

† Bernardo Álvarez Afonso Obispo Nivariense

 

HIMNO A LA VIRGEN DE CANDELARIA

Salve, salve,Virgen morenita,
Dulce Madre del Divino Amor,
clara estrella de esperanza nuestra,
luz que irradia del eterno Sol.

De Canarias la Patrona excelsa
nuestras islas con fervor te aclaman,
y admirando tu piadoso influjo,
Madre y Reina con amor te llaman.

Tu candela nos alumbra y guía
por la senda de la fe más alta,
como un faro que señala al mundo
los caminos de la Eterna Patria.

Templo abierto diéronte las cumbres
y de arena bello el ser la playa,
blanco perla tus dosel las nubes
y su arrullo las marina aguas.

Candelaria, pueblo venturoso,
relicario de tu imagen santa,
horno y centro del amor isleño,
cuna y fuente de la fe canaria.

 

ORACIÓN A LA VIRGEN DE LA CANDELARIA

Virgen de la Candelaria,
Madre de los mineros y del pueblo de Atacama,
a Ti venimos con la confianza y sencillez de hijos.
A Ti llegamos con nuestras angustias y esperanzas,
con nuestras penas y alegrías,
con las fatigas del trabajo y el peso de nuestros pecados;
con todo lo que somos y tenemos.

Virgen de la Candelaria,
Tú eres la primera portadora de la Luz, que es Cristo;
Tú eres nuestra Madre;
Tú nos reúnes junto a Cristo Salvador;
Tú eres nuestra esperanza, consuelo y gozo;
Tú nos acompañas en la ciudad, el desierto, los valles, las minas y el mar;
Tú eres nuestra estrella en el camino hacia el Padre;
Tú, nuestra huella para encontrar a Jesús.

Virgen de la Candelaria, Virgen Madre de Dios,
escucha nuestros ruegos, bendice nuestros hogares,
alcánzanos trabajo y salud;
enséñanos a escuchar la palabra de tu Hijo
y a vivirla cada día,
para que dóciles al Espíritu Santo,
sepamos construir una Nación de hermanos
y una Iglesia servidora
en nuestra tierra de Atacama. Amén.

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A Nuestro Señor de Esquipulas DEVOCIONES Y ORACIONES Foros de la Virgen María FOROS DE LA VIRGEN MARÍA

Oración al Cristo Negro de Esquipulas

medio cuerpo cristo esquipulas
Señor Jesús, creemos que estás vivo y resucitado.
Creemos que estás realmente presente en el
Santísimo Sacramento del altar y en cada uno de nosotros.
Te alabamos y te adoramos.
Te damos gracias, Señor, por venir hasta
nosotros como pan vivo bajado del cielo.
Tú eres la plenitud de la vida. Tú eres la resurrección y la vida.
Tú eres, Señor, la salud de los enfermos.

Hoy queremos presentarte a todos los enfermos que leen esta oración,
porque para Ti no hay distancia ni en el tiempo ni en el espacio.
Tú eres el eterno presente y Tú los conoces.
Ahora, Señor, te pedimos que tengas compasión de ellos.
Visítalos a través de tu Evangelio proclamado en este libro para que todos
reconozcan que Tú estás vivo en tu Iglesia hoy;
y que se renueva su fe y su confianza en Ti; te lo suplicamos, Jesús.

Ten compasión de los que sufren en su cuerpo,
de los que sufren en su corazón
y de los que sufren en su alma que están orando y leyendo
los testimonios de lo que Tú estás haciendo
por tu Espíritu renovador en el mundo entero.
Ten compasión de ellos, Señor.
Desde ahora te lo pedimos.
Bendícelos a todos y haz que muchos vuelvan a
encontrar la salud, que su fe crezca y se vayan abriendo a las
maravillas de tu amor para que también ellos
sean testigos de tu poder y de tu compasión.

Te lo pedimos, Jesús, por el poder de tus santas llagas,
por tu santa cruz y por tu preciosa sangre.
Sánalos, Señor, sánalos en su cuerpo, sánalos en su corazón,
sánalos en su alma. Dales vida y vida en abundancia.
Te lo pedimos por intercesión de María Santísima,
tu madre, la Virgen de los Dolores, quien estaba presente,
de pie, cerca de la cruz.
La que fue la primera en contemplar tus santas
llagas y que nos diste por madre.
Tú nos has revelado que ya has tomado sobre
Ti todas nuestras dolencias y por tus
santas llagas hemos sido curados.
Hoy, Señor, te presentamos en fe a todos los
enfermos que nos han pedido oración y
te pedimos que los alivies en su
enfermedad y que les des la salud.

Te pedimos por la gloria del Padre del cielo,
que sanes a los enfermos que van a leer esta oración.
Haz que crezcan en la fe, en Ia esperanza,
y que reciban la salud para gloria de tu Nombre.
Para que tu Reino siga extendiéndose más y más en
los corazones, a través de los signos y prodigios de tu amor.
Todo esto te lo pedimos Jesús, porque Tú eres Jesús,
Tú eres el Buen Pastor y todos somos ovejas de tu rebaño.

Estamos tan seguros de tu amor, que aún antes de conocer
el resultado de nuestra oración en fe,
te decimos: gracias Jesús por lo que Tú vas a
hacer en cada uno de ellos.
Gracias por los enfermos que Tú estás sanando
ahora, que Tú estás visitando con tu misericordia.
¡Gloria y alabanza a Ti, Señor!

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