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Lamentaciones 5, 1-7.15-17.19-21

Recuerda, Señor, lo que nos ha pasado;
mira y fíjate en nuestras afrentas.

Nuestra heredad ha pasado a los bárbaros;
nuestras casas, a extranjeros.

Hemos quedado huérfanos de padre,
y nuestras madres han quedado viudas.

Tenemos que comprar el agua que bebemos
y pagar la leña que nos llevamos.

Nos empujan con un yugo al cuello,
nos fatigan sin darnos descanso.

Hemos pactado con Egipto y Asiria
para saciarnos de pan.

Nuestros padres pecaron, y ya no viven,
y nosotros cargamos con sus culpas.

Ha cesado el gozo del corazón,
las danzas se han vuelto duelo.

Se nos ha caído la corona de la cabeza:
¡Ay de nosotros, que hemos pecado!

Por eso, está enfermo nuestro corazón
y se nos nublan los ojos.

Pero tú, Señor, eres rey por siempre;
tu trono dura de edad en edad.

¿Por qué te olvidas siempre de nosotros
y nos tienes abandonados por tanto tiempo?

Señor, tráenos hacia ti para que volvamos,
renueva los tiempos pasados.

 

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