Desde Arabia hasta Kuwait, desde Egipto hasta Irán, pasando por la India, a través de un creciente deseo de crear estructuras para asegurar la pureza «islámica» de las costumbres.
En una época era sólo la policía de la vestimenta en Arabia Saudí, los llamados Muttawa, que patrullaban las calles para reprender a las mujeres que, a su parecer, iban vestidas de modo indiscreto. Quien escribe recuerda un episodio que tuvo lugar a inicios de los años ochenta, en Yida, al sur. Algunos señores vestidos de blanco se me acercaron y me preguntaron si una mujer occidental que vestía mangas cortas y el cabello al viento, «me pertenecía». Negué cualquier responsabilidad, y el grupo continuó buscando hasta encontrar al «responsable» de aquel «libertinaje». Pero, fuera de Arabia Saudí, el mundo árabe vivía una estación de laicismo en todos los niveles.
Situación que parece estar desapareciendo cada vez más. Además del reino saudí, también Kuwait tiene una «policía de la vestimenta» y anunció su decisión de organizar, dentro de la policía religiosa, una brigada especial de «amazonas» que, según informa el periódico árabe al-lam al-iaum (El mundo hoy), estará formada exclusivamente por mujeres y combatirá los comportamientos sexuales considerados «inmorales». «Las mujeres policías patrullarán los centros comerciales y las discotecas de todo el país para dar caza a los travestidos», se lee en el periódico. La nueva fuerza de la policía religiosa deberá también vigilar «a los jóvenes a los que se encuentre flirteando en público, a los mendigos y a las personas que hagan demasiado ruido». Según el Ministerio del Interior, el objetivo de esta iniciativa es ayudar al mantenimiento de las tradiciones locales y defender a la población de prácticas «inmorales». La promiscuidad entre los sexos no está permitida en Kuwait, como en los demás países del Golfo. Los jóvenes, no obstante, escapan a la prohibición aprovechando las nuevas tecnologías ofrecidas por la red y reuniéndose con sus coetáneos del sexo opuesto en los centros comerciales.
En Egipto, algunos responsables de los Hermanos Musulmanes, el principal grupo islámico de Egipto, pidieron en las semanas pasadas que se cree una policía de la «modestia», siguiendo el estilo de la que opera en Arabia Saudí, para combatir los comportamientos «inmorales» en las áreas públicas. Esta toma de posición representa una señal más de la mayor confianza (en sí mismos) islámica en la era pos-Mubarak, y que lleva a los salafistas a organizar una manifestación en la plaza Tahrir (irónicamente, la plaza Libertad) para pedir el advenimiento de la Sharia, la ley islámica, a la sombra de las pirámides. Por su parte, Issam Durbala, miembro del Consejo de la Shura de los Hermanos Musulmanes, dijo al periódico Al-Masri al-Yaum que estaba a favor de la entrada en vigor de una «policía de la virtud», o Hisbah, que existió en las sociedades medievales islámicas para controlar la virtud pública y la modestia, principalmente en las plazas de mercado y en otros espacios públicos de reunión. Y llegó casi a pedir una fuerza similar a la que opera en Arabia Saudí bajo los auspicios del Comité para la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio, y que debería vigilar el modo de vestir, la separación de los sexos y la observancia de las oraciones. «La nueva policía debe tener un departamento con la autoridad para poder arrestar a aquellos que cometen actos inmorales , declaró Issam Durbala.
Y el deseo de contar con una «policía de la vestimenta» o «policía moral» está llegando a orillas hasta ahora impensables. Como Kerala, Estado hasta ayer comunista ubicado en el sur de la India, y altamente poblado, además de por hindúes, por comunidades cristianas antiquísimas, malabares y malankaras, que reivindican raíces cristianas (gracias a Santo Tomás), más antiguas que las pedrinas de Roma. Hace algunos días, una mujer islámica, Tasni Banu, de 31 años, que trabaja como técnica en la sociedad It en el Infopark de Kakkanad, en Kochi (Kerala) fue brutalmente agredida por un grupo de personas que sostenían desempeñar la función de «policía moral» religiosa; voluntaria, obviamente. Tasni Basnu, este es el nombre de la mujer, estaba andando en bicicleta con un amigo, cuando un grupo de hombres le gritó: «No os permitiremos que hagáis de este lugar otro Bangalore, donde las muchachas andan de noche y van a fiestas».
Tasni Banu contó: «Unas diez personas me insultaron usando palabras vulgares. Cuando pregunté cuál era la razón de su comportamiento, me agredieron. Uno de ellos comenzó a darme bofetadas, casi me desmayo». Por lo que parece, el episodio no es aislado: muchas jóvenes son agredidas de este modo en Kerala en los últimos tiempos, por elementos definidos «antisociales». La policía registró las declaraciones de Tasni Banu, que fue hospitalizada con heridas lacero-contusas en el cuello y las manos. «Las mujeres no están seguras en las calles de Kochi. El ataque refleja el trato que la sociedad reserva a las mujeres que salen de noche», agregó Tasni. Según el padre Paul Thelakat, portavoz de la Iglesia sirio-malabarés, esta llamada «policía moral» es el resultado de una derivación más amplia de la sociedad india, arrollada por la invasión de una cultura de mercado: «La revolución sexual en acto entre los jóvenes provoca dos reacciones opuestas: por un lado, una libertad extrema en la vestimenta entre los jóvenes; por otro, reacciones despreciables como este episodio».
Mientras tanto, en Irán, está por comenzar la habitual ofensiva estival por parte de las «rondas de la moralidad», que presionan a las mujeres para que no dejen que los velos se aflojen con la excusa del calor, o que se descubran. Este año, la ofensiva parece más amplia que de costumbre, y parece tener en la mira con especial vehemencia a los cortes de cabello para hombres y las joyas consideradas demasiado occidentales. Según la agencia Irna, alrededor de 70 mil «policías de la modestia» han sido repartidos en Teherán este mes; y «reprender a aquellas mujeres que no estén lo suficientemente cubiertas es un pedido legítimo por parte del pueblo», declaró el general Ismaeil Ahmadi Moghadam, nueva entrada en la lista de los sancionados por Estados Unidos por su presunto rol en los disturbios políticos que siguieron a la discutida reelección de Ahmadineyad en el 2009.
Este año, de todos modos, los collares masculinos, las colas de caballo, los cortes de cabello estilo «gallo» y los que dejan el cabello corto delante y largo detrás han sido juzgados como «no islámicos». Los hombres «culpables» reciben la invitación severa de ir a un peluquero o a cambiarse a casa. Las mujeres generalmente reciben también un discurso sobre los valores y la vestimenta islámica. Y, si no se obedece, avisa Irna, «se procederá al arresto inmediato». Y se recuperará la libertad sólo después de haber firmado un compromiso escrito a no volver a presentarse en público en manera «inmodesta».
Sin embargo, Wikileaks devela lo que sucede tras las bambalinas del puritanismo islámico. «Detrás del conservadurismo wahabí que se ve por las calles, la vida nocturna de los jóvenes en Arabia Saudí es vital y palpitante», se lee en un informe escrito de noviembre del 2009 por el cónsul estadounidense de Yida, la segunda ciudad más grande del país. «Toda la gama de posibles vicios y tentaciones está a disposición de las personas —alcohol, droga, sexo—, pero a puertas cerradas. Esta clase de libertad e indulgencia es posible sólo porque la policía religiosa se mantiene alejada de las fiestas en las que participan miembros de la familia real saudí o de su círculo de amigos y camaradas». No obstante, son alrededor de 10 mil las personas que pueden reivindicar a distinto título la pertenencia, o al menos la proximidad, a la familia real. Y esta circunstancia, como se puede comprender fácilmente, puede hacer delicada y difícil la vida para los pobres Muttawa saudíes.
Fuente: Marco Tosatti para Vatican Insider
Más noticias relacionadas
Lea las últimas noticias de Signos de estos Tiempos
“Signos de estos Tiempos” un noticiario sobre categorías cristianas de análisis