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TESTIMONIO DE GLORIA ÁLVARO SANZ

Desde Valladolid nos escribe Gloria Álvaro Sanz, consagrada en el Ordo Virginum, para darnos su testimonio sobre la muerte en paz de su madre, noticia que ella recibió en su peregrinación a Nazaret. En esta nota ella explica los milagros que se produjeron alrededor del hecho.

Publicamos también una entrevista que le realizara el L’osservatore Romano en 2005 y que publica la página del Vaticano.

En la foto aparece Gloria Irene Álvaro Sanz (a la derecha) durante el Congreso-Peregrinación Internacional OCV en Roma. Mayo 2008.

Muchísimas gracias por todo cuanto recibo. Creo que debo compartir lo que va a continuación, para honra de nuestra Madre la Santísima Virgen María. Estoy consagrada en el ordo virginum (canon 604 del CDC ).

Mi madre, que se llamaba María, murió a los 96 años. Tuvo una vida de mucho sufrimiento, pero aunque no siempre iba a Misa era muy devota de la Virgen. Con dolor inmenso para mí, no pude cuidarla como hubiera deseado en sus dos últimos años, en que se demenció y desorientó – pero conservaba una dosis de inteligencia para darse cuenta de cómo estaba y eso le hacía sufrir más – hasta el punto de que se pasaba las tardes gritando llamando a la Virgen: «¡Virgen María, ayuda, ayuda!» y gritaba de tal forma que los sedantes no le hacían efecto.

Tenía terror a la muerte, y se me ocurrió decir: «No tengas miedo, mamá, que no sufrirás. La Virgen se encargará de ello.» Por mi petición, le impusieron la medalla-escapulario, rezaba conmigo lo poco que podía y se hacía la señal de la Cruz. Pero gritaba llamando a la Virgen hasta de madrugada, y por eso durante el día la llevaban a una habitación aislada para que gritase allí, sola. Imaginen mi dolor. Les aseguro que la situación es indescriptible.

Todos los días yo la consagraba a la Santísima Virgen y rezaba por ella sin cesar. Era tanto el sufrimiento que le supliqué al Señor que, si mi petición no le ofendía, me concediese una señal de la felicidad de mi madre después de morir.

Así las cosas, el día 12 de noviembre me fui a Tierra Santa en un viaje de siete días. Mi madre no estaba para morir de forma inminente, podía vivir meses, no se sabía. Y yo me sentía extrañamente impulsada a hacer ese viaje. Incluso, lo comenté con uno de nuestros obispos y con mi confesor: «¡Si yo jamás he ido a Tierra Santa en noviembre, sino en el verano!. No sé por qué, me siento extrañamente impulsada a hacer este viaje. Creo que allí tengo ahora una cita especial con Jesús, pero no entiendo…»

Ese día, el 12 de noviembre de 2009, al llegar a Tierra Santa, me dice por teléfono mi hermana que esté tranquila, que mamá está bien y ha cenado normal. Yo estuve esa noche paseando junto al Lago de Galilea y pedí muy especialmente por mi madre: «Señor, cuídamela estos días. La pongo en tus manos y en las de tu Madre, como siempre. Cuídamela, Señor.» Eran las 11 de la noche.

Al día siguiente, nada más desayunar, viajamos a NAZARET, la ciudad de la Virgen. Según bajo del coche, suena mi móvil. Y mi hermana me dice. «Gloria, mamá ha muerto esta noche sin sufrir, mientras dormía. No hay signos de vómito, ni de movimientos bruscos. Dicen que murió a eso de las 11» Yo le dije: «¿Sabes a dónde acabo de llegar? ¡A NAZARET!»

La Misa por mi madre FUE EN NAZARET. Y en mi alma surgió el convencimiento de que esa era la señal y por eso yo tenía que ir a Tierra Santa. Mi madre había gritado a la Virgen tanto tiempo, invocándola, y la Virgen me avisaba en Nazaret de que Ella se había encargado de todo. ¡¡Habíamos sufrido tanto por tantos motivos que no puedo decir!! Me limito a lo esencial.

Consulté todo esto con mi confesor, con algunos obispos que me conocen y todos estuvieron de acuerdo: «Sí, ha sido una señal del Señor.» Y tuve otras señales que sería largo contar…

Por eso, CONSÁGRENSE A LA SANTÍSIMA VIRGEN TODOS LOS DÍAS y conságrenla a todos sus seres queridos vivos y difuntos, a todos cuantos confían en sus oraciones, conságrenla el planeta entero. ¡No hay una Madre mejor!

Desde Valladolid, España, en unión de oraciones. Gloria Irene Álvaro.

ENTREVISTA TRADUCIDA DEL ITALIANO SOBRE EL ORDEN DE LAS VÍRGENES

ENTREVISTA EN L’OSSERVATORE ROMANO. ( Edición diaria italiana, 5 de junio 2008)

Coloquio con Gloria Irene Álvaro Sanz sobre el ordo virginum, una de las formas de consagración más antiguas. TRADUCCIÓN DE LA ENTREVISTA.

ESPOSAS Y VÍRGENES, SIGNO DE CONTRADICCIÓN PARA EL MUNDO.
Periodista. Nicola Gori.
Entrevistada.- Gloria Irene Álvaro, virgen consagrada de la diócesis de Valladolid (España).

¿Qué caracteriza la consagración en el orden de las vírgenes?

Es el retorno a la actualidad de la forma de consagración femenina más antigua en la Iglesia. No somos una institución, no somos un instituto religioso. No tenemos superioras, nuestros superiores con los Obispos. El Obispo diocesano es el superior de cada una, y a través de él estamos unidas a la Iglesia Universal, al Santo Padre.

¿Cuándo ha sido restaurada esta forma de consagración?

Es un fruto del Concilio Vaticano II, porque en aquel contexto se decidió que esta forma de consagración femenina debía ser restaurada. Se veía que era necesario redescubrir esta forma de consagración, situándola junto a las otras ya existentes. Sobre todo, era necesario dejar claro que las vírgenes consagradas podemos tener como superiores directos a los Obispos. Por lo tanto, se trata de una consagración íntimamente unida a los pastores de la Iglesia.

¿Qué diferencia hay entre las vírgenes consagradas y las religiosas?

Nosotras somos seglares, vivimos en el mundo y vivimos de nuestro trabajo. Llevamos una vida de oración intensa pero no hacemos votos, hemos sido consagradas por el Obispo como esposas de Cristo. Nuestra ceremonia de consagración es llamada por el diccionario de liturgia “consagración matrimonial a Jesucristo“, sponsa Christi. Toda forma de vida religiosa lo es, naturalmente, y cada alma cristiana es esposa de Cristo, pero no está llamada a expresarlo de manera eminente. Nosotras hemos de representar la unión esponsal del alma con Cristo, y nada más. Por eso es obligación irrenunciable para nosotras llevar el anillo nupcial. No podemos hacer menos, porque es el signo exterior del matrimonio y por nuestra consagración representamos de forma eminente a la Iglesia virgen, esposa de Cristo. Por esto no hacemos votos, porque lo característico de nuestra es, esencialmente, la virginidad consagrada, que como requisito canónico supone la virginidad física.

¿Qué promesas hacen en las manos del Obispo? Para ser exactos, ¿emiten los tres votos de pobreza, castidad y obediencia?

Los vivimos, pero sin especificarlos, porque nuestra consagración total y virginal a Jesucristo abarca todo sin necesidad de más especificaciones. Nuestra consagración comprende y abarca todo.

¿Qué significa vivir en el mundo como vírgenes?

Significa mucho, cuando los otros llegan a saberlo. Yo he ejercido, hasta hace pocos meses, como Catedrática de Lengua y Literatura. He tenido incluso algún cargo político, he sido Delegada Provincial del Ministerio de Educaci
ón y Ciencia. Y todos sabían que era virgen consagrada. Eso no me ha impedido realizarme como mujer. Es verdad que se me ha exigido demostrar una gran profesionalidad, pero si somos verdaderamente profesionales en nuestro trabajo y si nos actualizamos regularmente, en ese ámbito profesional seremos respetadas como mujeres y como vírgenes. Por eso nuestra profesionalidad es muy importante. Podemos ser médicos, abogados, profesoras, lo que importa es que la gente note una forma diferente en nuestra vida diaria con respecto a otras mujeres. Todo esto hace que quienes nos rodean comiencen a hacerse preguntas. Hasta ese punto podemos mostrar nuestra profunda identidad, la de consagradas a Cristo como esposas suyas. Es verdad que me he encontrado en situaciones muy particulares, pero siempre me he sentido valorada y considerada. La prueba es que se me confió algún cargo político.

¿Qué sentimientos provocáis en las personas que os rodean en la vida diaria?

En primer lugar, curiosidad. La mayor parte de las personas se interroga sobre nuestra forma de vida. La mejor respuesta que podemos ofrecerles es demostrarles que estamos a su lado, que podemos ayudarles, que pueden confiar en nosotras porque no les traicionaremos. Y que todo esto lo haces por Cristo y por ellos, porque los quieres. Y es entonces cuando ellos comienzan a hacerse preguntas muy serias. Comienzan a darse cuenta que eres una persona libre, que das grandísima importancia a la sexualidad matrimonial, que consideras importante el matrimonio y lo defiendes. Eso hace que la gente se interrogue, que se plantee cuestiones muy profundas.

¿Puede hablarnos de una jornada-tipo, diaria?

Me referiré, más o menos, a un día de una virgen consagrada: nos levantamos a una hora adecuada para la oración, a las 6,30 ó 7 de la mañana. Las primeras horas son para el Señor, con el rezo diario de Laudes y la lectura de la Sagrada Escritura. La Biblia es nuestra referencia principal, inspira nuestra conducta. Después, a nuestro trabajo. Ya le he dicho, por ejemplo, que yo ejercía como Catedrática de Lengua y Literatura española. Terminado el trabajo regresamos a casa, comemos, y por la tarde, si no lo hemos podido hacer por la mañana, vamos a Misa. Rezamos el Rosario, Vísperas y oramos ante el Santísimo. Después, la cena, el rezo de Completas y el descanso.

¿Tenéis algún encargo oficial en la diócesis o alguna misión en la comunidad eclesial?

Muchas de nosotras desempeñan un servicio total en la diócesis. A veces, se te encarga algo muy específico, como ocuparte de la catequesis parroquial o dirigir ejercicios espirituales. En mi caso, por ejemplo, acudo a las reuniones de la Comisión Episcopal de la Vida Consagrada para significar allí la presencia del orden de las vírgenes.

¿Cómo os relacionáis con los Obispos diocesanos?

No hay muchos problemas. Los que conocen a fondo el orden de las vírgenes valoran nuestro carisma. La obediencia al Obispo entra en las obligaciones de todo cristiano que desee sentirse unido a la Iglesia, y nuestros Obispos esperan de nosotras que nos integremos en la comunidad diocesana.

Habéis celebrado en días pasados un Congreso internacional. ¿Qué temas habéis planteado?

Es el segundo Congreso internacional que celebramos. La participación ha sido muy notable, porque ahora el orden de las vírgenes está más difundido que hace años. Hemos querido reflexionar sobre esa expansión. Hemos tratado todo cuanto nos parece útil para conocernos mejor, compartir problemas, superarlos, sentirnos unidas. Ocurre, en primer lugar, que estamos unidas a nuestro Esposo Jesucristo y, a través de Él, a nuestra Iglesia. Este Congreso es una gran ayuda para vivir en el gozo, en el corazón de la Iglesia, y para manifestar nuestro amor intenso y ardiente a Jesucristo.

¿Hay un tiempo de prueba antes de la consagración?

Hay un período de discernimiento, a veces de tres años, que sirve para conocer el carisma. Después, se necesita una formación teológica de manera que podamos dialogar con el mundo. De hecho, estamos llamadas a dar razón de nuestra vocación de forma que resulte atrayente. Nos presentamos tal como somos: mujeres que no se dejan manipular, mujeres que son libres para Cristo, para la Iglesia y para los hermanos.

¿Por qué decidió ser virgen consagrada y no entrar en un instituto religioso?

Porque me parecía que era la forma eclesial que reflejaba mejor ser esposa de Cristo de manera eminente. A mí no se me pide que haga voto de pobreza, por ejemplo, se me pide la esponsalidad con Cristo, y eso exige un enamoramiento profundo de Él, de Jesús de Nazareth. Somos esposas en sentido radical. En la ceremonia de consagración, el Obispo nos pregunta: “ ¿ Quieres ser consagrada como esposa a Jesucristo ? “. Y tenemos que responder como en cualquier ceremonia matrimonial: “ Sí, quiero “. Esta esponsalidad es importantísima para nosotras. Es lo que nos distingue de las otras formas de vida consagrada: sponsa Christi de forma radical. Para nosotras, Jesús de Nazareth es el único que ha sido capaz de enamorarnos profundamente. Nuestra consagración es la única forma de vida consagrada, la única, donde se exige el requisito canónico de la virginidad.

¿Qué diría a una joven que debe elegir vocación?

Yo empezaría preguntándole: ¿te atrae la figura de Jesús de Nazareth? ¿Hasta qué punto te atrae? ¿Te atrae para dedicarte únicamente a Él o para seguirle en el matrimonio? Si te atrae únicamente para Él, entonces viene el segundo paso: ¿cómo quieres vivir esa entrega? ¿Quieres vivirla unida a tu pastor, a tu Obispo, y ser consagrada a Cristo como esposa, o quieres vivirlo en otra forma de vida consagrada? pero ante todo y sobre todo, le diría: piensa bien si estás enamorada de Jesucristo, si Jesús es alguien vivo para ti, si te atrae, si te entusiasma su mensaje, piénsalo bien. En cuanto a mí, doy gracias a Dios por vivir todo esto, es una maravilla.

¿Vuestra realidad es conocida en España?

Es España sí es conocida e incluso la Conferencia Episcopal ha designado un Obispo Asesor, que nos ayuda y es una referencia. En España somos más de ciento setenta, y en el mundo ya somos más de tres mil.

Gloria Irene Álvaro Sanz (a la derecha) durante el Congreso-Peregrinación Internacional OCV en Roma. Mayo 2008.

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