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Lo indios que la conducían a Cuzco no pudieron seguir porque la imagen pesaba demasiado y oyeron una voz que les decía, ”caiman”, que en quechua quiere decir “acá”- “acá me quedo”.

Así nació el nombre de Cayma y allí le levantaron una ermita…

Existen incontables imágenes en que se venera a María en este misterio de la purificación o Candelaria, cuya fiesta la Iglesia celebra el 2 de Febrero. Una de las más antiguas del Perú se halla en la parroquia de San Miguel Arcángel de Cayma, en Arequipa.

Cayma se encuentra en lugar privilegiado rodeado de los volcanes Misti y Chachani, bañado por el Río Chili y con una verde campiña que le da ese señorío y gracia. Se localiza a 3 km al noroeste de la Plaza de Armas, a 2 463 metros de altura, con una superficie de 246 km2 y con una ubicación elevada que le permite tener una visión panorámica de toda la ciudad de Arequipa.

 

LA HISTORIA DE LA ADVOCACIÓN

El nombre Cayma proviene del vocablo Aymara: “Kaymanta” que significa “hacia aquí” o “acá acá”. Pero según la leyenda se cree que el vocablo Cayma surgió en el virreynato, cuando la Virgen de la Candelaria era traslada al Cusco junto al Señor de los Temblores y a Nuestra Señora La Linda.

Su existencia remonta a los orígenes de la Ciudad Blanca y su historia se confunde con la leyenda. Lo cierto es, según constante tradición, que fue un obsequio a aquella región del Emperador Carlos V y que un día lo indios la conducían a Cusco.

Durante la travesía, los indios decidieron descansar durante la noche en el lugar donde actualmente es el cementerio de Cayma, pero al amanecer no pudieron retomar su camino porque la imagen de la Virgen pesaba demasiado, entonces escucharon una voz que decía: ”caiman”, ”caiman”, que en quechua quiere decir “acá, acá”- “acá me quedo”, y así nació el nombre de Cayma y la devoción a la Virgen de la Candelaria que se festeja el 2 de febrero de todos los años. Allí le levantaron una ermita.

 

LA IMAGEN Y MILAGROS

La Virgen de Cayma es una talla de tamaño regular, de rostro delicado y dulce. Sostiene al Niño Jesús, con su respectiva candela y canasto, infaltables en las imágenes de esta advocación mariana, muy difundida bajo diversos nombres.

En numerosas ocasiones Ella ha sido el consuelo y el amparo de Arequipa, afligida por las epidemias y los terremotos, comenzando por la violenta erupción del Huaynaputina en el 1600.

Cuatro años después, a raíz de una terrible epidemia de cólera –conocida vulgarmente por “el vómito negro”– que devastaba a la población “hasta el punto de no caber los muertos en las iglesias y ser enterrados en masa en grandes zanjas”, se acordó traer en su socorro a la imagen de la Candelaria de Cayma y fue tan sólo pasearla por la ciudad que la mortandad cesó. Por lo que se hizo costumbre, en agradecimiento por haber ahuyentado tan implacable pestilencia, bajarla todos los años en esa fecha, 28 de agosto, fiesta de San Agustín. Devoción ésta que perduró hasta fines del siglo XIX.

También, gobernando en el siglo XVIII la Diócesis de Arequipa Mons. Abad e Illana, fue repentinamente afligido por una severa parálisis. Conducido en silla de manos al Santuario, habiendo invocado a la Santísima Virgen de la Candelaria, alcanzó la milagrosa curación de su dolencia.

La constancia de su devoción y el fervor nunca desmentido de los arequipeños ha quedado inmortalizado en los numerosos cuadros que relatan los favores de esta Virgen de la Candelaria y que se conservan al interior del templo.

En uno de ellos –pues faltaría espacio para transcribir tantos hechos que se le atribuyen– aparece estampada esta elocuente inscripción: “No es posible reducir a número los muchos y portentosos milagros que ha obrado y obra cada día esta divina Señora de Cayma. Cojos, mancos, calenturientos, los que padecen flujos de sangre, apretones de garganta y otras enfermedades interiores, especialmente bultos; las mujeres en sus partos; muchos casados deseosos de tener sucesión, la han conseguido por intercesión de María”.

En 1947 se celebró en Arequipa un trascendental Congreso Mariano, que fue el marco preparatorio para la solemne coronación canónica de la Virgen de Cayma. Trasladada con la mayor pompa a la Plaza de Armas de la Ciudad Blanca, el día 11 de mayo tuvo lugar la ceremonia en la que el Emmo. Cardenal Juan Gualberto Guevara, Arzobispo de Lima y Primado del Perú, ciñó sobre su frente una espléndida corona.

 

LA IGLESIA SAN MIGUEL ARCÁNGEL

Con el crecimiento de la ciudad, el pueblo de Cayma, hoy convertido en distrito, se encuentra plenamente insertado en el casco urbano de Arequipa.

Desde el centro de la ciudad, se puede llegar a él cruzando el río Chili por el puente Grau, siguiendo por la Av. Ejército hasta la intersección con la Av. Cayma y subiendo por su empinada cuesta, hasta atravesar uno de los cinco hermosos arcos de cantería que dan acceso a su pintoresca Plaza.

En uno de sus lados, se encuentra el Santuario de Cayma con sus añejos sauces al pie y su bello artesonado labrado en sillar.

Aún hoy son frecuentes las peregrinaciones al lugar y la tierna mirada de la Virgen está siempre dispuesta a acoger con la mayor ternura al caminante, escuchar sus congojas y atenderle cariñosamente.

La estructura del templo ha pasado por sucesivas recreaciones, fruto de los avatares del tiempo. Al presbítero Juan Domingo de Zamácola y Jáuregui, cuyos restos descansan en su interior, le debemos una edificación mayor y más espléndida, que llevó pacientemente hasta su culminación en 1802.

Pero previamente, después del terremoto del 13 de mayo de 1784 fue reconstruida, agradándose dos naves laterales, con paredes dobles y cuatro arcos. Cada nave tiene tres retablitos. En medio tenemos el altar mayor y sobre el sagrario se encuentra colocada la imagen de la Virgen de la Candelaria.

El violento terremoto de 1868 lo dejó prácticamente en ruinas, salvándose milagrosamente la imagen. Restaurado convenientemente, en la actualidad lo podemos apreciar como joya arquitectónica llena de inigualable encanto.

Actualmente tiene dos torres en forma de pirámide, es de buena y sólida construcción de sillar labrado, cubierta de bóvedas con cúpula o media naranja con adornos de pirámide. La puerta principal mira a la cuidad y al sol naciente.

Su fachada es de estilo corintio, con cuatro columnas, dos en cada lado, delante de pilastras con sus correspondientes bases, alquitranes y capiteles y cornisas sobre las cuales se encuentra un nicho en forma de concha, que al mismo tiempo sirve de ventana para dar luz al coro, en la cual se encuentra sobre una piedra la Virgen de la Candaleria.

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