Desde el día 2 de febrero de 1583, en que asentó sus reales en el pueblo la Virgen de la Candelaria, comenzó la conversión definitiva del Collao y la fama de sus milagros hizo que su influencia se extendiera a las comarcas más distantes.

Varias son las leyendas que hacen surgir milagrosamente a la imagen de la Virgen de las aguas del legendario lago Titicaca…

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Las cruentas luchas por la posesión de la riquísima mina de Laicacota, a mediados del siglo XVII, movieron al célebre Conde de Lemos, Don Pedro Antonio Fernández de Castro, a dirigirse en persona al altiplano para pacificar aquella vasta región.

En su empeño, el piadoso Virrey –muerto en olor de santidad– acudió al famoso santuario de Copacabana para agradecer a la Virgen por el éxito de su empresa, luego de fundar a orillas del soberbio Titicaca, el lago navegable más alto del mundo, la ciudad de San Carlos Borromeo de Puno, el 4 de noviembre de 1668. Allí, en la parroquia de San Juan Bautista, se venera desde antaño a una linda, dulce y sonrosada imagen de la Santísima Virgen de la Candelaria.

La Festividad de la Virgen de la Candelaria -que se desarrolla en la ciudad de Puno la primera quincena del mes de febrero- es la más grande e importante de Perú y una de las tres más significativas de Sudamérica (junto con el Carnaval de Rio de Janeiro en el Brasil y el Carnaval de Oruro de Bolivia), por la cantidad de símbolos y manifestaciones artístico culturales propios de las culturas quechua, aymara y mestiza del altiplano andino y por el volumen impresionante de personas que participan directa e indirectamente en su realización, lo que motivó que el gran José María Arguedas calificara a Puno como «la otra Capital del Perú» y fuera designada como «Capital del Folklore Peruano» el 7 de noviembre de 1985. Festividad que rinde homenaje a la milagrosa Virgen de la Candelaria, patrona de la ciudad, y a la Pachamama o Madre Tierra, ambas benefactoras de la población puneña.

 

LA APARICIÓN

No se conoce exactamente la fecha desde la que se rindió culto a la Virgen de la Candelaria de Puno. Su entronización como Patrona de este lugar se enlaza a un hecho considerado milagroso, que constituye una tradición puneña transmitida oralmente.

Varias son las leyendas que hacen surgir milagrosamente a la imagen de la Virgen de las aguas del legendario lago Titicaca, queriendo seguramente darle así a la Virgen un origen similar a la de los míticos Incas fundadores Manco Cápac y Mama Occlo.

Una de estas leyendas hace aparecer a la imagen de la Virgen de la Candelaria en el antiguo acodadero de las balsas después de una noche de tormenta en que los relámpagos habían destejido el cielo del lago» en el transcurso del siglo XVII.

Otras leyendas relacionan a la imagen de la Virgen con la vida de los mineros. Hay que recordar que en sus orígenes Puno era principalmente un asentamiento minero con las minas de Laicacota y la fundición de plata de los hermanos Salcedo en San Luis de Alba, ubicadas en las faldas Oeste del Cerro Cancharani, también recordar que, en época de la Colonia, del Cerro Azoguini se extraía en gran cantidad el precioso mercurio quien dio su nombre al cerro (el antiguo nombre del mercurio era «azogue»).

En esas leyendas también la imagen de la Virgen aparece milagrosamente en Puno, tal es el caso de lo que cuenta Dionisio Quispe donde «la Virgen con el rostro de una Señora elegante serenísima y con un niño en los brazos» apareció en el siglo XVII a un nativo de la zona quien por orden de su amo cuidaba un pequeño caserío ubicado a las riberas de un riachuelo en las faldas del Cerrito Huajasapata. En esos tiempos los españoles sancionaban drásticamente a los nativos que no cumplían con sus trabajos en las minas, así que el hombre se encontraba entre el dilema de obedecer o no a su amo cuidando el terreno.

La Virgen le pidió permiso de poder lavar las ropas de su hijo en el río a cambio de cuidarle el predio hasta su regreso. Cuando regresó con su amo, quien no creía en esta historia, encontraron «el busto de la Virgen, toda vestida de blanco, con un niño en los brazos y sus ropitas aún mojadas».

 

LA CONSOLIDACIÓN DE LA ADVOCACIÓN

La gran devoción del pueblo puneño por su reina y patrona sólo vendrá a consolidarse años después, durante la rebelión de Tupac Amaru, por los 1780.

El milagro más importante y que justificó el reconocimiento de los puneños a la Virgen se sitúa en los primeros meses de 1781, cuando las huestes de los lugartenientes del caudillo aimara Tupac Catari al lado del rebelde azangarino Vilca Apaza continuador de la lucha de Tupac Amaru, Pedro Vargas y Andrés Ingaricona, pusiéron sitio a la ciudad de Puno (que se llamaba Villa de Nuestra Señora de la Concepción y san Carlos de Puno) para reducir este bastión del Virreynato y concertar luego, su ataque sobre La Paz.

Los sitiadores, en número superior a los 12 mil hombres ocuparon los cerros que rodean Puno y sus contingentes de vanguardia, luego de algunas escaramuzas se desplazaron hacia Huajsapata, Yuraj-orqo y Orcapata en los extramuros de esa villa.

La ciudad de Puno, al mando del Corregidor don Joaquin de Orellana resistió a los dos primeros asaltos de los miles de indios rebeldes tupacamaristas del 10 de Marzo y 10 de Abril. Entre el 7 y el 12 de mayo las tropas rebeldes de Túpac Amaru lograron, en un tercer intento, avanzar hasta las primeras casas de la pequeña ciudad pero se retiraron por las orillas del Lago para preparar su último y definitivo ataque.

Los habitantes de Puno estaban completamente agotados y a punto de rendirse, en un ultimo recurso desesperado, los mestizos e indígenas puneños decidieron al anochecer sacar en procesión a la imagen de la Virgen de la Candelaria cuya imagen se veneraba en el Templo de San Juan luego de implorarle su protección.

Lo hicieron, como siempre acompañando la imagen de grupos de sicuris y corneteros seguidos por todo el pueblo de Puno con velas encendidas. Al observar desde los cerros vecinos esta ruidosa agitación, los rebeldes percibieron en ésa la manifestación de un importante ejercito listo a combatir por mucho tiempo más. Al día siguiente los agotados puneños tuvieron la suerte de constatar que durante la noche los rebeldes se habían definitivamente retirado.

Según el relato tradicional, se dice que los sitiadores habían escuchado sonidos de fanfarrias y de un gran número de cabalgaduras que, en la oscura noche, les hicieron presumir que se acercaba un numeroso ejército en auxilio de los sitiados. En realidad el único refuerzo que llegó a Puno, fueron los restos del Ejército del General Español José del Valle (casi desecho, pues la mayor parte de los soldados estaban descalzos y mal vestidos).

Los habitantes de la ciudad lacustre consideraron el hecho como un verdadero milagro de la Virgen y desde entonces los puneños empezaron a venerar cada vez más a la humilde imagen de la Virgen de la Candelaria que poco a poco se convirtió en la verdadera patrona de Puno, minimizando así el culto impuesto por los Españoles hacia Nuestra Señora de la Concepción.

 

EL SANTUARIO

En el Collao, andaluces, asturianos y viscaínos, frailes jesuitas y dominicos construyeron muchos templos y santuarios; en Puno se levantó el templo de Nuestra Señora de la Concepción, en el lugar que hoy ocupa la Plaza de Armas y para los indígenas se habría construido la iglesia de San Juan Bautista, donde ahora se venera a la Patrona de Puno.

Este templo habría tenido varias refacciones; la última que se recuerda se concluyó en 1901. Fue el 10 de febrero de aquel año que se procedió a bendecir dicho templo por el entonces Obispo de la Diócesis, Monseñor Ismael Puirredon, habiendo apadrinado dicho acto el Exemo. Presidente de la República de entonces, Sr. Eduardo López de Romaña y Sra. Julia Castresa de Romaña, representado por el Cml. Manuel Eleuterio Ponce, Prefecto del Departamento y su señora esposa doña Florinda Méndez de Ponce. La fecha marca exactamente el día de la Octava de Festividad de la Virgen dela Candelaria”.

 

LAS FIESTAS

Se inicia la Fiesta de la «Mamacha Candelaria» aproximadamente el 24 de enero y culmina el 18 de febrero como preludio del Carnaval. En ese lapso se congregan en el lugar, y entregadas en absoluta devoción a la Virgen, unas setenta bandas musicales, algunas compuestas hasta por 300 personas, entre músicos y bailarines. Los integrantes de estas bandas no bailan ni tocan todo el jubileo, sino que se relevan constantemente ayudando a que la música, la veneración y la celebración continúen sin que nada ni nadie pueda detenerla.

Las novenas se realizan ocho días entes de la Fiesta en honor a la Virgen de la Candelaria, se inician cada 24 de enero y culminan el 31 del mismo mes, éstas se llevan a cabo en el Santuario de la Virgen. Los feligreses acuden al templo para agradecer a la Virgen por las bondades recibidas.

El primero de febrero de cada año, a partir de las dos de la madrugada, los puneños despiertan por el estallido de las bombardas y camaretazos que se oyen desde las inmediaciones del cerro Azoguini porque son los alferados del día jubilar, quienes saludan desde muy temprano a la Virgencita de la Candelaria.

Desde lo alto del cerro, las melodías de las bandas de músicos acompañan a los invitados, a quienes agasajan con ponches calientes y licores. Posteriormente, al salir el sol inician la caminata hacia el Santuario de nuestra patrona, para celebrar la Misa de Albas a las seis de la mañana, terminada la eucaristía, los alferados invitan a los presentes a su domicilio para saborear una riquísimo plato de fricasé.

En horas de la tarde, acompañados de autoridades e invitados se trasladan nuevamente al templo de la Virgen portando cirios. Los alferados necesariamente deben ser esposos, donde el varón lleva el “guión” y la mujer lleva al niño en sus brazos, los cirios más grandes y adornados son para las autoridades y los pequeños para los acompañantes.

Los alferados de los conjuntos ribereños o comunidades, también en horas de la tarde realizan un pasacalle por las principales calles de la ciudad, cargando en llamas y burros la leña que posteriormente será quemada en el Atrio del Santuario de la Virgen.

En la víspera de la fiesta, también se realiza una misa en el Santuario de la Virgen, luego de esa celebración, en el atrio del templo se queman fuegos artificiales, las bandas de músicos invitan a la celebración, allí se sirven ponches a los invitados y amigos, toda esta labor está a cargo de los alferados de la fiesta.

El día central de la Fiesta, el 2 de febrero, se inicia con una misa comunitaria a las diez de la mañana. Se ofrece la Misa de Fiesta a cargo del Monseñor o Párroco del Santuario, allí los devotos rinden homenaje a la Virgen Morena.

Posteriormente se realiza la procesión por las principales arterias de la ciudad, terminada ésta se efectúa el cambio de alferados. Los feligreses acompañan a la imagen de la Virgen de la Candelaria en su recorrido, portando velas, y acompañados de una banda de músicos.

Es precisamente ese día que concursan en el Estadio Enrique Torres Belón, apreciándose un espectáculo sin comparación alguna, ya que se aprecia gran variedad de danzas propias y auténticas.

La octava de la Festividad de la Virgen de la Candelaria se inicia a los siete días después del día central. Se realiza igualmente una misa de Albas, entrada de cirios y misa de vísperas, posteriormente se queman castillos, fuegos artificiales, y las bandas de los diferentes conjuntos, así como las diferentes agrupaciones de sicuris, participan de esta actividad.

Paralelamente a este acto los conjuntos participantes del Concurso de Trajes de Luces hacen su participación en el Estadio “Enrique Torres Belón”, donde se desborda el colorido de los trajes y las espectaculares máscaras, todos los conjuntos muestran coreografías alusivas a la Virgen de la Candelaria, algunos de ellos forman figuras de candelabros, floreros, estrellas o siglas alusivas a Puno. Allí también se aprecia la grandiosidad de las bandas.

El día anterior a la Veneración el pueblo se asegura lugares para presenciar la Gran Parada que se realiza en honor a la Virgen de la Candelaria. Autoridades eclesiásticas, civiles, militares y políticas se congregan en el Atrio del Santuario, al mismo tiempo, el pueblo se vuelca a las calles para apreciar el paso de los conjuntos que danzan al compás de las bandas, las diabladas, reyes morenos, reyes caporales, morenadas, caporales, wacawacas, sicuris, doctorcitos, kullahuadas, llameradas, tinkus, entre otros, engalanan la Veneración.

El recorrido de los conjuntos se inicia en la esquina de la Avenida El Sol con el Jr. Lampa, avanzando poco a poco hacia el Atrio del Santuario, al llegar al Santuario, saludan a la Imagen Morena y reciben su bendición, que también está presente en ese momento, donde los bailarines piden sus deseos y agradecen por los ya recibidos, luego continúan su recorrido pasando por la Plaza de Armas hasta llegar al Jr. Branden (Laicacota) donde finaliza el largo recorrido.

Al día siguiente de la veneración comienza el Cacharpari que consiste en realizar una misa de despedida en el Santuario de la Virgen de la Candelaria, para posteriormente concurrir al local institucional y luego beber, bailar y adquirir compromisos para el próximo año.

Como son numerosos los conjuntos, el Cacharpari se prolonga por 8 a 10 días, y a veces coincide con el domingo de carnaval, continuando la fiesta por 20 días más. El Cacharpari quiere decir que el conjunto no volverá a reunirse sino en el año siguiente en que reanudará sus afanes para volver a danzar con su mejor homenaje a la Virgen.

Toda la festividad de la Candelaria gira en tomo al templo de San Juan. Ahí converge desde tiempos lejanos, la masa indígena.

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