Los conflictos en las parejas son inevitables.
El conflicto es un hecho, pero no tiene por qué ser malo, ya que puede servir para conocerse mejor, y aprender a amarse aún en medio del desacuerdo.
Uno de los errores más comunes en los matrimonios es pensar que el conflicto es síntoma de que la relación no va bien. Así lo mantienen los terapeutas Les y Leslie Parrot, que acaban de publicar un libro centrado en cómo afrontar las discusiones de pareja, titulado “La buena pelea” (The good fight).
Ambos explican en su libro que, al igual que cualquier otra pareja, tienen peleas:
pero “hemos aprendido un secreto: Hay una diferencia entre una mala pelea y una buena pelea”, dicen.
Según los expertos, hay cinco áreas alrededor de las que discuten la mayoría de las parejas:
dinero, sexo, trabajo, crianza de los hijos y las tareas domésticas.
La mayoría de las discusiones son sobre estos aspectos porque “son las cosas que más nos preocupan” y ocupan en la vida diaria, afirman.
En cada uno de estos asuntos, los Parrot piensan que hay claves que ayudan a que la pelea sea constructiva.
PELEAS RESPECTO AL DINERO
En cuanto al dinero, consideran que:
“estas peleas rara vez son por dinero: en realidad es una pelea porque se tiene temor a no tener influencia en las cuestiones importantes de la vida, o se teme acerca del futuro, o hay temor a que el otro no respete los valores, o hay temor a no realizar los sueños”.
Por eso, el enfoque de la discusión, según estos expertos, debe reorientarse a tratar este sentimiento de temor, y compartirlo con la pareja puede ayudar a encarar el problema.
RESPECTO DE LA RELACIÓN SEXUAL
La relación sexual es también un problema habitual en las discusiones. Estos terapeutas afirman que la solución pasa por “hablar con franqueza” del asunto.
“La principal razón que dan las personas para no mantener relaciones son ‘no estoy de humor’ y ‘estoy demasiado cansado’”.
Para resolver este desajuste, los Parrot aconsejan a la pareja buscar un momento adecuado y relajado para conversar sobre el tema y avanzar en soluciones comunes.
LAS OCUPACIONES
El trabajo suele ser un motivo de discusión para las parejas. Ambos suelen estar “tan ocupados” que no se dan tiempo para conversar y estar juntos. Por eso, los terapeutas aconsejan tener al menos una cita semanal. “Si no lo haces, tu matrimonio sufrirá”, advierten.
En un estudio realizado por la Universidad de Virginia, se demostraba que las parejas que apartaban una noche a la semana para estar juntos haciendo una actividad que ambos apreciaran manifestaron ser “muy felices”, en un índice cuatro veces mayor que aquellos que no contaban con esta “cita” semanal.
LOS NIÑOS
Un aspecto delicado que tratan en este libro se refiere a las discusiones por los niños. Les y Leslie Parrot recomiendan que, ante cualquier aspecto que se presente en la crianza de los hijos, es necesario formar un “frente común”, de lo contrario los niños acaban manipulando a sus padres y agregando leña al conflicto entre ellos:
“El conflicto disminuye a medida que trabajamos la crianza en equipo”, dicen los terapeutas.
Por eso, cuando no se está de acuerdo en algo, es necesario que la discusión “se haga en privado” y la negociación llegue a un término. Una vez decidido, ambos padres deben “estar unidos” en la determinación, y no se puede recurrir ya a las recriminaciones en caso de que la medida no funcione.
TAREAS DOMÉSTICAS
El último punto en el que se fijan los autores tiene que ver con las tareas domésticas:
“La mayoría de las peleas domésticas se producen porque uno de los cónyuges lleva la cuenta. Eso es una mala idea”, dicen.
Por ello, los expertos aconsejan establecer una división del trabajo, en la que cada uno aporte de acuerdo a su tiempo y capacidad:
“Deje de tratar de dividir las tareas de la casa por la mitad. El matrimonio se vive mejor cuando usted no está tratando de equilibrar la balanza”, advierten Les y Leslie.
USANDO EL CONFLICTO DE FORMA CREATIVA
La mayoría de los conflictos se producen porque vivimos sometidos al estrés. En la sociedad actual hay un bombardeo de información y presiones sobre cada persona que generan “tensión, y hace que estemos más irritables”.
Además hay momentos en la vida de pareja que pueden producir una situación aún más estresante. Un cambio de trabajo, una mudanza, o la llegada de un hijo, alteran el status quo y son cambios que hacen más habitual las discusiones en la pareja.
ERRORES APRENDIDOS
“El problema está en que solemos repetir patrones aprendidos de la sociedad o de nuestros padres para enfrentar el conflicto, y no siempre es la manera correcta”.
Entre estos patrones, “a veces optamos por huir”, intentando dejar pasar el problema en lugar de enfrentarlo. Esta huida parece una solución, aliada con el silencio, pero en realidad no hace más que “posponer un problema, que volverá luego con más fuerza si cabe”.
Otro patrón incorrecto es el que siempre ceda la misma persona. Hay parejas en las que uno siempre acaba queriendo imponer su criterio:
“no ayuda a resolver el conflicto, sino que intenta taparlo, pero trae peores consecuencias”.
Entre ellas, la incomunicación o hasta la ruptura de la relación.
Otras parejas, para no “chocar” lo que hacen es “ir cada uno por su lado”. Esta es la opción que toman muchos hoy en día. Una vida en pareja con el mínimo roce posible para evitar conflictos. Estas relaciones, sin embargo, con el tiempo pierden solidez, y hacen que la relación de pareja se debilite y hasta pueda desaparecer.
Basándose en los principios bíblicos el pastor Juan Marcos Vázquez encuentra que el conflicto se puede afrontar de otra forma. Y sobre todo aconseja revestir toda acción de amor y perdón.
“El perdón – apunta Vázquez – es algo básico en la pareja, lo dicen todos los terapeutas y psicólogos. Es una de las mejores herencias que nos deja el cristianismo para cualquier relación”.
UN CAMINO A LA RECONCILIACIÓN
Ante el conflicto, Vázquez compartió seis pasos que ayudan a que éste sirva para fortalecer, en lugar de dañar:
1. Toma la iniciativa. Muchas parejas se enfadan esperando que “el otro” saque el tema. Es importante no dejar pasar el tiempo y seguir el consejo bíblico de resolver cualquier problema “antes de que se ponga el sol”, dice Vázquez.
2. Cuida las formas. El conflicto puede ir a peor si las formas que se emplean no son las adecuadas. Por eso, aconseja “hablar siempre sentados”, porque en esta posición estamos más tranquilos. También es bueno que haya cercanía física, “mirándonos el uno al otro”. Y finalmente, “tomar un tiempo de silencio, pausas”, que sirvan para aplacar la furia.
3. Prohibido gritar e insultar. Elevar la voz y soltar palabras sólo hace que la discusión se acalore y no lleva a la solución.
4. No guardes “todo” lo que se dice en la pelea. “A veces pensamos que lo que se dice en medio de la pelea es lo más sincero, pero no es verdad”, apunta Vázquez. “Hay que comprender que en medio de la tensión se dicen cosas que en realidad, no se piensan”.
5. Busca la paz y no siempre tener la razón.
6. Escucha de verdad y ponte en el lugar del otro. Porque en las discusiones solemos querer decir nuestra parte, pero nos cuesta abrir el oído.“Tenemos que acostumbrarnos a escuchar, pero no para corregir, sino para saber qué es lo que siente la otra persona”.
Estos consejos son “semillas”, dice Vázquez, que ayudan a que la relación, al enfrentar un conflicto, pueda crecer en lugar de estropearse.
Fuentes: Relevant, Daniel Hofkamp, Signos de estos Tiempos