El contraste político con occidente.
La población de Taiwán es mayoritariamente budista y taoísta, y a pesar de la pequeña cantidad de cristianos (menos de 4%), el gobierno valora y promueve la educación católica, cosa que no sucede en occidente, donde la mayoría de la población todavía es cristiana.
El contraste entre occidente y Taiwán muestra que el esfuerzo occidental para quitar el cristianismo de la escena pública es de carácter político y llevado adelante por la clase política, la que hoy ha logrado autonomía para operar esta descristianización porque los cristianos no han podido “hilvanar” una oposición contundente. En cambio, cuando hay decisión política, aún países sin ninguna tradición cristiana, como Taiwán, pueden aceptar y promover instituciones cristianas.
La decisión del gobierno de Taipéi de incluir en todos los currículos académicos la enseñanza de la Doctrina Social de la Iglesia (por lo cual la Iglesia también puede despedir a un profesor que no respeta la identidad católica) fue aprobado por unanimidad por el Parlamento.
Don Donato Contuzzi, sacerdote de la fraternidad sacerdotal misionera de San Carlos, profesor de la Universidad Católica Fujen explica,
«Ningún taiwanés está preocupado de que su identidad fue herida. Una fuerte identidad no es sinónimo de intolerancia. Por el contrario, ayuda a dialogar: favorece una comparación sin confrontación».
La población católica en la capital de Taiwán es de 0,5 por ciento, pero la decisión del gobierno no desató la polémica en absoluto.
De hecho, para los jóvenes de la isla asistir a nuestras universidades es una fuente de orgullo. Las enseñanzas y valores católicos son aceptados como un recurso básico.
Además informa que,
El pasado octubre, el presidente nos ha llamado a los misioneros católicos y nos dio las gracias uno a uno por las obras educativas y la asistencia que estamos dando. Nuestra universidad, que existía antes de la llegada del comunismo en China, se mudó aquí hace 52 años y siempre ha sido vista como un recurso tanto por el gobierno democrático actual, como por el régimen anterior. El gobierno nos impulsa a estar presentes con una fuerte identidad.
La educación católica nunca ha creado problemas. Aunque no sean católicos, los ciudadanos saben que ganan por recibirla.
El Presidente ve salir de nuestras escuelas, personas con una buena educación, que contribuyen al bienestar de la sociedad. Usted ve la bondad de nuestra acción pastoral, en hospitales e instituciones. El mismo gobierno continúa pidiendo al Vaticano para aumentar el número de misioneros y maestros católicos en Taiwán.
De hecho, yo y mis hermanos enseñamos en las tres universidades. No sólo eso, en 2011, un año y medio por delante de Italia y Europa, el presidente ha reconocido nuestros títulos obtenidos en universidades pontificias.
La población taiwanesa, de base, está abierta. Da gracias a la presencia de Occidente y saben también que es gracias a ellos que viven en la libertad negada a China.
Se sienten orgullosos de tenernos entre ellos. También porque los misioneros en los años más duros ayudaron a la población hambrienta afectada por la carestía.
Fuentes: Tempi, Signos de estos Tiempos