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Una nueva dinámica.

 

Estos son los principales sucesos que se generaron en la Iglesia Católica durante el 2013, año que será recordado por la renuncia de una Papa (Benedicto XVI) y la elección de otro (Francisco), que es el primero del continente americano.

 

Vaticano

 

El nuevo papa eligió un nombre que marca su perfil, Francisco, y a impreso un estilo diferente a su sucesor, que es más populista y comunicativo con los fieles.

RENUNCIA DE BENEDICTO XVI

El papa alemán anuncia que su mandato como sucesor de Pedro terminará al final del mes y el 28 de febrero, en helicóptero, se retira a Castel Gandolfo donde a las 19.50 se cierra la puerta del Palacio Apostólico con vistas al lago y con ella, el pontificado. Se abrirá el 12 de marzo en la Capilla Sixtina el Cónclave para la elección del nuevo Papa. Los fieles que llena la Plaza de San Pedro y los medios de comunicación de todo el mundo que emiten en directo no deberán esperar mucho el resultado: el día siguiente, después de apenas cinco votaciones, la fumata bianca anticipa lo que será proclamado solemnemente desde la Logia de la Basílica Vaticana por el cardenal protodiácono Jean Louis Tauran: “¡Habemus Papam!”.

ELECCIÓN DE FRANCISCO

Es el argentino, de origen piemontés, Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, “cerca casi del fin del mundo”, como subraya él mismo en el primer discurso a la multitud de creyentes, después de anunciar el nombre elegido para el pontificado: Francisco. Y también esta es una decisión que entra en la Historia de la Iglesia, ya que se trata de la ‘primera vez’, sin precedentes ni siquiera en los siglos más lejos que nos separan del Francisco de Asís, al cual papa Francisco claramente se inspira. “Hermanos y hermanas, ¡buenas noches!”, son las primeras palabras del pontífice, éstas también inusuales, como el doble augurio de ‘buenas noches y buen reposo’ con el cual se despide de los fieles, asegurándoles: “Nos vemos pronto”.

UN NUEVO ESTILO DE LIDERAZGO DE FRANCISCO

La negativa de vivir en el Palacio Apostólico, la multitud en las audiencias y en el Ángelus

Francisco, ya desde su primer discurso, introduce dos elementos no coreográficos pero sustanciales de lo que será su ministerio espiritual: se define como ‘Obispo de Roma’ sin auto-atribuirse nunca el título de ‘Papa’. Y antes de dar la bendición a la multitud de creyentes, pide al pueblo cristiano que rece por él. Y lo pide “por favor”, otro término que resultará habitual en el inicio de su pontificado.

Pontificado que será desde el principio recordado por una foto que puede definirse como ‘histórica’, sin miedo a abusar del término: la del abrazo entre el papa Francisco y el pontífice emérito Benedicto XVI, en el helipuerto de Castel Gandolfo, seguida por la imagen de los dos Papas de rodillas, uno al lado del otro y rezando delante del altar y el Crucifijo.

Una cita diaria, por otra parte, se revelerá un acontecimiento como la misa y la homilía de cada mañana a las 7 en Santa Marta, la domus al interno de la Ciudad del Vaticano donde Jorge Mario Bergoglio decide vivir, rechazando las habitaciones del Palacio Apostólico, considerado un ‘embudo’ que le impediría vivir más en contacto con la gente. Gente que cada vez más, llena la Plaza de San Pedro con cada audiencia general de los miércoles por la mañana y durante el Ángelus del mediodía de los domingos.

 LA RENOVACIÓN DE LA CURIA VATICANA

Justo a través de las palabras expresadas en las homilías de la mañana en Santa Marta o en la audiencia en la Plaza de San Pietro, los católicos, los fieles de otras religiones y los no creyentes –con los cuales instaura un diálogo franco y abierto– aprecian los tonos simples y misericordiosos de Francisco, la invitación a ser cristianos ‘de sustancia’ y no sólo de ‘apariencia’, la exhortación a no “cansarse nunca de pedir perdón al Señor, porque Él perdona siempre”.

Palabras y expresiones repescadas de proverbios, frases hechas, modismos, jergas y sabiduría popular y apreciadas por todos. Pero a las cuales el Papa las acompaña de hechos, sobre todo para curar las ‘plagas’ de escándalos éticos, morales y financieros que no han ayudado a la Iglesia en los últimos tiempos. Como el ‘motu propio’ del 8 de agosto con el cual interviene en el tema del IOR y de la lucha contra el reciclaje de dinero negro; el nuevo estatuto del Aif, la autoridad vaticana para las finanzas, aprobado el 15 de noviembre; y la institución el 13 de abril del Colegio de los ocho Cardenales, periodísticamente bautizado como el G8, para la reforma de la Curia Romana.

LA EXHORTACIÓN ‘EVANGELII GAUDIUM’ Y LA ENCÍCLICA ‘LUMEN FIDEI’

Una ‘suma’ del pensamiento y de la acción de Jorge Mario Bergoglio se tiene con la publicación de la exhortación apostólica ‘Evangelii Gaudium’ del 24 de noviembre, con la cual incluso indica la necesidad de una “conversión del papado”, subrayando la imposibilidad de dejar las cosas así como están. La invitación a revisar también las costumbres de la Iglesia, a renunciar a la cómoda frase de “así se ha hecho siempre…”, y avanzar en el plan de descentralización, comenzado concretamente con el nombramiento del nuevo Secretario de Estado vaticano, monseñor Pietro Parolin, que desde el 15 de octubre toma el puesto del cardenal Tarcisio Bertone; y con la apertura a una reforma que invierta las Conferencias episcopales, con la italiana a la cabeza.

Otros temas ‘calientes’ tienen que ver con el papel de las mujeres en la Iglesia, en favor de las cuales  pide una “presencia más incisiva” también en los lugares donde se toman las decisiones, recordando que “las reivindicaciones de legítimos derechos no se pueden eludir superficialmente”. Y también la suministración del sacramento de la eucaristía a los católicos divorciados y casados de nuevos, para los cuales pide actuar al mismo tiempo “con prudencia y con audacia”, no olvidando nunca que la comunión es un remedio para el alma y no un premio a quien se cree o del que cree es “perfecto”.

Muy tajante la intervención sobre la política social y económica, con acusaciones contra  “una economía que mata y un mercado que es una tiranía invisible en el que prevalece la ley del más fuerte y donde reina la especulación, la corrupción y la evasión fiscal”. Acusaciones que le han costado incluso el título de ‘marxista’ por parte de los ambientes ultraconservadores del Tea Party de Estados Unidos y, obviamente, responde a éstos que el marxismo “es una idelogía erronea”, a pesar de que no esconde que en su vida ha conocido “muchas personas buenos que se proclamaban marxistas”.

Antes de la publicación de la exhortación apostólica ‘Evangelii Gaudium’, el 29 de junio, el día de San Pietro y San Paolo, patrones de Roma, publica su primera encíclica, ‘Lumen Fidei’, escrita a ‘cuatro manos’, es decir, con la contribución inicial y seguramente preponderante del papa Benedicto XVI, a pesar de que la firma del texto es la de Francisco. “No nos dejemos robar la esperanza”, es la exhortación –típicamente ‘bergogliana’ y tantas veces dirigida sobre todo a los jóvenes– que resuena en la encíclica.

LOS VIAJES APOSTÓLICOS A LAMPEDUSA, ASÍS, LA JMJ EN RÍO DE JANEIRO

Las palabras, las decisiones, los documentos. Pero Papa Francisco comunica el mensaje evangélico también con sus viajes: los más cercanos, en Roma de donde es obispo, al Centro Astalli que da asistencia a los refugiados, en las parroquias de la perifería más extrema, otro ‘leit-motiv’ recurrente de Francisco que a menudo pide “mirar e ir hacia las periferias, las físicas y las existenciales”. Como los viajes en Italia: el primero, el 8 de julio a la isla siciliana de Lampedusa para llevar la atención del mundo entero sobre la cuestión de la inmigración; el último, el 4 de octubre a la Asís de ‘su’ San Francisco, para llamar a todos hacia la caridad y la solidaridad.

Pero el ‘baño de masas’ que recuerda los viajes de Juan Pablo II y el Gran Jubileo del 200, el Papa lo recibe sobre todo en su América Latina, en Brasil durante las Jornadas Mundiales de la Juventud en Río de Janeiro, del 23 al 28 de julio. Una interminable platea no sólo de jóvenes, lo acoge, lo acompaña y lo aclama en todas las etapas de su camino, con una presencia de más de un millón de jóvenes en la playa de Copacabana, durante la fiesta de acogida.

Otras elecciones, llevadas a cabo desde el principio por Bergoglio, tienen el poder mediático de identificar su pontificado con una “Iglesia pobre para los pobres”. Empezando por su forma de vestir, una túnica blanca sobre pantalones negros; negros como los zapatos que lleva y no rojos como los de su predecesor. Y después, la cruz sobre el pecho, no de oro sino de plata. Y para terminar la ‘papalina’, que usa en lugar de la tiara o la mitra, y que intercambio muchos veces con una sonrisa con los niños en las audiencias en plaza.

Fuentes: Vatican Insider, Signos de estos Tiempos

 

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