Un análisis astronómico exclusivo del Dr. Antonio Yagüe.
Antonio Yagüe – el más famoso investigador en Astronomía Sagrada – descubrió que en las tres fechas relevantes de la historia de la salvación se presentó en los cielos la conjunción entre Venus (la Virgen) y el Sol (Dios); y es casi imposible estadísticamente que esto hubiera sucedido.
Él mismo nos cuenta lo que halló, en un artículo exclusivo para los Foros de la Virgen María.
Esta increíblemente rara señal la puso Dios para advertirnos que estamos en la puerta de un suceso de enorme significación, similar a la estrella de Belén que informó a los Reyes Magos de la Primera Venida de Jesucristo.
Si Dios no nos hubiera querido informar ¿habría puesto la estrella de Belén que guió a los Reyes Magos?
¿Habría puesto en el manto de la Virgen de Guadalupe las constelaciones presentes en ese momento para darnos pistas sobre dónde hallar sus señales?
¿Habría hecho coincidir la misma conjunción astronómica en tres fechas claves de la historia de la salvación, cuya probabilidad que suceda es humanamente casi imposible?
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Veamos lo que nos dice el Dr. Yagüe ¿por qué Dios quiere informarnos?
SI EL DIABLO SABE CUANDO SUCEDERÁN LAS COSAS ¿DIOS NO NOS HABRÁ DADO LA INFORMACIÓN TAMBIÉN A NOSOTROS?
¡Ay de la tierra y del mar!, porque ha descendido hasta vosotros el Diablo, con gran ira, al saber que le queda poco tiempo. (Ap. 12, 12).
Este pasaje de la Sagrada Escritura asegura que el enemigo de nuestras almas sabe el tiempo que le queda antes de ser vencido, es decir, lo que falta para que un ángel le encadene por mil años (Ap. 20, 2) en la Venida del Verbo de Dios (Ap. 19, 13), para apacentar a las naciones con cetro de hierro (Ap. 19, 15), al tiempo de la resurrección primera (Ap. 20,5).
Esto lleva a preguntarnos si es que Dios da ventaja al Diablo para la batalla final contra los cristianos o si, por el contrario, es un conocimiento que también nosotros podríamos saber y hasta ahora no hemos sido tan hábiles para indagarlo como él.
La respuesta es evidente, porque Dios no revelaría algo al Diablo que podría ayudarle en su estrategia para vencernos, sin también habérnoslo revelado a nosotros.
En otras palabras, el Apocalipsis sugiere que el Diablo conoce mejor que nosotros los tiempos revelados en las profecías y señales que Dios ha puesto acerca del momento en que se cumplirá su Venida.
Buena parte de esta situación de desventaja se debe a una pobre interpretación de la frase, nadie sabe de ese día y de esa hora: ni los ángeles de los cielos, ni el Hijo, sino sólo el Padre (Mt. 24, 36).
En efecto, si esta frase la hubiera dicho nuestro Señor en un sentido absoluto, ninguna vigilancia podría tener éxito para conocer el tiempo de su nueva Venida y sin embargo Él no dijo despreocuparos sino, al contrario, velad porque no sabéis en qué día vendrá vuestro Señor (Mt. 24, 42).
7 SUCESOS CON LOS QUE FINALIZA LA GRAN TRIBULACIÓN
Esta aparente contradicción nos obliga a profundizar en la Escritura para resolverla y así encontramos que la nueva Venida del Señor está configurada por una sucesión de 7 hechos al menos, con los que finaliza la gran tribulación y que se podrían enumerar así:
1 – Resurrección de “los de Cristo” (1 Cor 15, 22-24; 1Tes 4, 15-17)
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2 – Batalla del Armagedón. Derrota del Anticristo (Ap. 16,16)
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3 – Destrucción de la Tierra por el fuego. 3 días de tinieblas (2 Ped. 3, 7; Ap. 16, 10 y 17-21)
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4 – Transformación del cuerpo mortal (1 Cor. 15, 51). Nueva Creación (Ap. 21, 1)
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5 – Restablecimiento del Nuevo Templo tras la abominación de la desolación (Ap. 21, 22)
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6 – Juicio de las Naciones (Joe. 4, 2; Eze. 39, 21-22; Mt. 12, 18 y 24, 31)
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7 – Segundo Pentecostés (Ap. 21, 3)
Sólo algunos de estos siete últimos hechos que configuran la nueva Venida del Señor requieren la presencia de Jesucristo, por lo que probablemente sólo a uno de estos siete hechos debe aplicarse la frase nadie sabe el día ni la hora, mientras que para los otros seis que lo acompañan sí existen señales proféticas temporales, que nos ayudarían en la tarea de vigilar, que también nos mandó.
En mis trabajos, siguiendo este criterio, elaboro razonadamente posibles fechas de hasta 61 hechos profetizados en la Sagrada Escritura sobre los últimos tiempos.
QUE SEÑALES DEBEMOS BUSCAR
Veamos la principal de estas señales temporales que he encontrado, para reducir esta ventaja que aún nos saca el enemigo en el conocimiento de los tiempos establecidos por el Padre, para la nueva Venida de su Hijo, con gran poder y majestad.
Para ello, la pregunta es ¿por qué medio habría conocido el Diablo algo tan importante?
La respuesta, en mi opinión, la da nuestro Señor en San Lucas (21, 25) al decir que habrá señales en el Sol, la Luna y las estrellas.
Efectivamente las estrellas fueron creadas por Dios, para marcar los tiempos (Gen 1, 14-18). De hecho hoy siguen siendo las que marcan la hora que rigen nuestros GPS, internet o las transacciones económicas.
Por tanto, debemos volver al ejemplo de los Reyes Magos y estudiar e interpretar bien los movimientos de los astros para encontrar en ellos esas señales que marcan los tiempos de la próxima Venida del Señor (Mt. 24, 3).
Entre otras cosas podremos saber así cuándo el Diablo ejecutará su última batalla, con gran ira (Ap. 12, 12), y podremos preparar nuestra defensa.
Algunos piensan erróneamente que seguir el consejo de nuestro Señor de buscar señales de su Venida en las estrellas cae dentro de la adivinación o astrología, prohibida por la Sagrada Escritura.
Sin embargo esto es confundir adivinación con profecía. Ambas tienen por objeto el conocimiento del futuro, pero mientras la profecía surge del deseo de revelar Dios su Plan de Redención al hombre, la adivinación, aunque use los mismos astros, tiene su origen en el deseo del hombre de ser como Dios.
Una lleva al hombre a su salvación y luce como faro en lugar oscuro (2Ped. 1, 19), mientras que la otra lo guía hacia su eterna condenación.
La Sagrada Escritura presenta a los Reyes Magos como ejemplo de sabios por su conocimiento de las señales en las estrellas y que toda sabiduría procede del orden, no del caos.
Esta idea trasladada a los astros significa que no debemos esperar señales astronómicas en forma de fenómenos aleatorios, como serían la aparición de cometas o novas, sino en sus movimientos regulares según las leyes de traslación del Sol, la Luna y los planetas, sobre el fondo fijo de las constelaciones.
Habitualmente estos movimientos producen encuentros o conjunciones que por su infrecuencia pueden interpretarse como señal anunciadora de hechos históricos importantes en el plan de Redención. Así entendemos hoy que fue, lo que conocemos como estrella de Belén.
LAS TRES PRINCIPALES FECHAS A TOMAR EN CUENTA
Para buscar estas señales, se parte del estudio del firmamento en fechas significativas del Plan de Redención.
En nuestro caso, deseamos conocer el final del proceso que concluye en la nueva Venida del Señor con gran poder y gloria (Mt. 24, 30).
Es el tiempo en que comenzará el Reino Eucarístico sobre una nueva tierra, en la que habitará la justicia (2 Ped. 1, 13 y Ap. 21, 1).
Por tanto, buscaremos señales de momentos históricos que son figura o realidad de los nuevos cielos y la nueva tierra. Y, con este objetivo, al menos podemos examinar tres fechas.
LA PRIMERA FECHA: LA CONCEPCIÓN INMACULADA DE MARÍA
La primera es el día en que se produjo la Inmaculada Concepción de la Virgen María, ya que Ella es modelo de los nuevos cielos y la nueva tierra, tal como dicen varios místicos.
Siguiendo las indicaciones de la Virgen en algunas apariciones, sabemos que Ella nació un 5 de agosto. A su vez algunos místicos y la tradición indican que Ella era 16 años mayor que nuestro Señor, que por otros datos astronómicos e históricos, sabemos que nació el año 2 antes de nuestra era.
Por tanto, la Concepción Inmaculada, el abrazo entre San Joaquín y Santa Ana bajo la Puerta Dorada del Templo de Jerusalén, se produjo nueve meses antes del nacimiento de la Virgen, es decir el 5 de noviembre del año (-19). No olvidemos que no existió el año cero, pues este es un concepto árabe muy posterior.
Gracias a los ordenadores hoy en día no es difícil comprobar con programas astronómicos cómo estaban los cielos en esa fecha.
Así pues, ese día 5 de noviembre de (-19) hubo una conjunción entre Venus (la Virgen) y el Sol (Dios) situada donde el Serpentario pisa la cabeza al Escorpión.
La interpretación de este fenómeno con la simbología que surge de los nombres de las estrellas y planetas, es aquella del Protoevangelio: pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo; él te herirá en la cabeza, mientras tú le herirás en el talón (Gen, 3, 15).
LA SEGUNDA FECHA: LA APARICIÓN DE LA VIRGEN DE GUADALUPE EN MÉXICO
Otra segunda fecha histórica de relevancia, figura de los nuevos cielos y la nueva tierra, es el día de la aparición de la Inmaculada de Guadalupe en México, dejando una señal que sigue la descripción de la Mujer del Apocalipsis (12, 1), ocurrida el 12 de diciembre de 1531 (calendario Juliano).
Según otros estudios de señales en las estrellas, descritos más ampliamente en mis libros y videos, ese día comenzó la cuenta atrás de la profecía de las 70 semanas de años de Daniel para, entre otras cosas, establecer justicia eterna y sellar visión y profecía (Dan. 9, 24-27).
Al examinar cómo estaba el firmamento ese día de hace 5 siglos, volvemos a encontrar una conjunción de Venus con el Sol pero situada esta vez en la constelación de Sagitario.
La interpretación de este animal de doble naturaleza es el Redentor, Dios y hombre, en actitud de disparar una flecha mortal al Escorpión, con la puesta en marcha de la profecía de Isaías: la virgen está encinta (así aparece en Guadalupe) y dará a luz un hijo (Isa 7,14), que finalizará cuando dio a luz un hijo varón, que ha de regir a las naciones con cetro de hierro (Ap. 12, 5).
LA TERCERA FECHA: LA APARICIÓN DE NUESTRO SEÑOR
Por último, la tercera fecha relevante para la aparición de los nuevos cielos y la nueva tierra será la de su propia aparición histórica.
El hallazgo de esa fecha viene precedido por el de otra señal en las estrellas que nos lleva a la fecha de la abominación de la desolación predicha por el profeta Daniel (Mt. 24, 15).
A partir de ese momento explican al profeta Daniel que dichoso el que espere y llegue a los mil trescientos treinta y cinco días (Dan. 12, 12).
Las fechas que marcan las señales astronómicas para ambos hechos son 31 de julio del 2017 y 27 de marzo del 2021, que es la fecha final que ahora analizaremos.
Al observar de nuevo la configuración celeste para esta fecha volvemos a encontrar una conjunción de Venus y el Sol en la constelación de Piscis.
La interpretación del simbolismo profético son los cristianos que ansían beber el agua de vida que proporciona el Aguador (Aquario), figura del Espíritu Santo, que ahora va a suministrar abundantemente en la Segunda Pentecostés.
LA INCREÍBLEMENTE BAJA PROBABILIDAD QUE SE DÉ LA MISMA CONJUNCIÓN ASTRONÓMICA EN LOS TRES SUCESOS
Las ventajas de encontrar señales proféticas en las estrellas son muchas. Entre ellas está el hecho de que nadie puede alterarlas, ni inventarlas, porque nadie puede mover los astros a su antojo.
También con estas señales podemos calcular las probabilidades matemáticas de ocurrencia de estas conjunciones planetarias. Al hacerlo valoramos cuantitativamente la seguridad de los hallazgos del método frente a cualquier otro modo de vigilar o interpretar.
Recordemos que iniciamos por sugerencia de nuestro Señor en el Evangelio esta metodología de vigilar, y que somos precedidos por el éxito que tuvieron con este mismo sistema los Reyes Magos para encontrar los tiempos de la primera Venida de nuestro Señor.
Así pues podemos calcular la probabilidad de que en tres fechas cualesquiera, distribuidas a lo largo de 2040 años (744.509 días) ocurra en las tres fechas una conjunción de Venus y el Sol.
Estas conjunciones ocurren en periodos no regulares en el entorno de 292 días. El cálculo de probabilidades concluye que necesitaríamos 10 elevado a 18 días para encontrar una sola vez esta coincidencia.
Para hacernos una idea de lo que significa esta cifra inconmensurable, basta decir que los 15.000 millones de años desde la creación del universo sólo alcanzan 10 elevado a 12 días.
En otras palabras, se necesitaría 1 millón de creaciones como la nuestra para que ocurra una sola vez esta señal profética en las estrellas.
La consecuencia de estas cifras que refrendan las señales en las estrellas, es que el marco temporal hallado para la nueva Venida de nuestro Señor es el único posible y había sido fijado y anunciado con gran Sabiduría por Dios en los cielos.
Esto es independiente y no contradice que alguno de los hechos que configuran el proceso de su próxima Venida ocurra en un día y hora que no sabemos, pero siempre dentro de los límites temporales que Dios mismo ha fijado.
Así se entiende que el Diablo pueda saber el tiempo que le queda para conseguir sus objetivos, como dijimos al principio de este artículo.
Y consecuentemente, también nosotros gracias a este vigilar sabemos que nos quedan poco más de cinco años para que finalice la gran tribulación y lleguemos al ansiado Reino Eucarístico de Jesucristo.
En los últimos años he dedicado gran cantidad de tiempo a buscar y explicar con detalle señales proféticas en las estrellas que marcan hechos del pasado y el futuro.
El resultado de estos trabajos y las señales encontradas los expongo en mi libro descargable “Astronomía Sagrada y el Fin de los Tiempos” y en mis canales Youtube básico (que supera 2 millones de visitas) y Vimeo (suscripción) que recoge los nuevos análisis periódicamente.
A través de estos medios podrán encontrar el detalle sobre esta metodología de análisis profético y los resultados, que es imposible mostrar con el detalle necesario dentro de los límites de un artículo divulgativo.
Escrito por Antonio Yagüe
Español, Dr. en Ciencias Geológicas, Investigador en Astronomía Sagrada