De qué nos quieren advertir y que nos piden que hagamos.
Las apariciones de la Santísima Virgen y de Jesucristo se han multiplicado en este siglo respecto a siglos anteriores.
Y algunos se quedan enganchados en discutir si tal aparición es verdadera o falsa, si tal vidente es confiable o no.
O sea que se quedan viendo los árboles en lugar de ver el bosque.
Pero tengo algo que decirles, estamos ante una sola gran manifestación del cielo en el último siglo.
Una sola.
Que tendrá su particularidad luego en cada aparición concreta de la Virgen de Jesús, y hasta del Arcángel Miguel y San José.
El mensaje es uno sólo, que se repite una vez tras otra en las distintas apariciones.
Aquí hablaremos sobre el hilo conductor del mensaje del cielo en el último siglo, qué nos está diciendo, de qué nos está previniendo, qué nos está anunciando, que nos está pidiendo.
Mirado así todo adquiere más sentido y profundidad.
Las apariciones de Nuestra Señora y de Su hijo, que se han multiplicado en el último siglo, pero las debemos considerar como una gran y única manifestación, con un sólo mensaje global.
Las tres apariciones marianas que han marcado más claramente el hilo conductor del mensaje han sido las de Fátima, las recibidas por Santa Faustina y las de Garabandal.
El resto de las apariciones, aún agregando avisos y llamados específicos, repiten los conceptos globales de estas tres.
Nuestra Señora y el Señor son redundantes, aparición tras aparición repiten lo mismo: dejar de pecar, conversión, oración, penitencia, estamos en el llamado final.
Luego cada aparición tendrá sus temas particulares centrales, que le dan su perfil propio.
En Fátima será la advertencia sobre los errores de Rusia y el triunfo del Inmaculado Corazón de María.
En el caso de Santa Faustina Kowalska será la misericordia de Dios.
En el caso de Garabandal será la trilogía de aviso, milagro y castigo.
En Akita hablará sobre la interna de la Iglesia.
En Medjugorje hablará de 10 secretos que se desplegarán para cambiar el mundo
Y en el caso de La Salette, que si bien fue en el siglo XIX es muy significativa, será el deterioro de la fe y la moral, y los castigos que vendrán si no hay reforma.
Sobre esto último los mensajes de Fátima, Santa Faustina y Garabandal son muy claros en el diagnóstico del deplorable estado moral del mundo.
En Fátima, Nuestra Señora dirá que ha venido a advertir a los fieles que enmienden sus vidas y pidan perdón por sus pecados.
Que no pueden continuar ofendiendo a Nuestro Señor que está ya profundamente herido.
Que hay una decadencia tan grave y extendida que ya no se puede contener el brazo justo y castigador de Dios.
Nuestra Señora dirá en Fátima que ya no puede contener el brazo de Su Divino Hijo, que quiere castigar al mundo, justamente, por sus crímenes.
Y en la visión del Tercer Secreto se verá la intervención de la Santísima Virgen, evitando que el Ángel con la espada de fuego castigue a la humanidad, tocando el eje de la Tierra.
Dirá también que las guerras son castigos por los pecados del mundo.
A Santa Faustina se le repite la visión dada en Fátima de un Ángel a punto de castigar la Tierra, y es en este contexto que se le enseña la Coronilla de la Divina Misericordia, para evitar el castigo.
Allí también se habló de la intercesión de María para detener el castigo, tuvo una visión del Señor contemplando la tierra con una mirada severa, pero dijo que «por la súplica de su Madre prolongó el tiempo de la misericordia»
En Garabandal, Nuestra Señora dirá a las niñas, en su primer mensaje de 1961, que deben hacer muchos sacrificios, mucha penitencia, porque la copa se está llenando, y si no cambiamos nos vendrá un castigo muy grande.
Y todas las apariciones a Santa Faustina girarán en como Jesucristo llama a las personas que están inmersas en el pecado, diciendo claramente que quienes no acepten Su misericordia tendrán que pasar por Su justicia.
En una ocasión el Señor le hizo conocer a Santa Faustina su santa ira contra la humanidad, y le dijo que «por sus pecados merece que sus días sean acortados».
O sea que la aparición campeona en hablarnos de la absoluta misericordia de Dios, nos trae el mensaje de que en realidad los pecados de la humanidad merecen un castigo.
Otra constante en estas manifestaciones celestiales, es el dolor causado a Nuestro Señor por el clero y los religiosos amigos del mundo.
La tradición de este mensaje viene desde La Salette, donde Nuestra Señora le dio a los niños este terrible diagnóstico,
«Los sacerdotes, ministros de mi Hijo, por su mala vida, su irreverencia e impiedad en la celebración de los santos misterios, por el amor al dinero, a las honras y a los placeres, se transformaron en cloacas de impureza».
Y en 1938, cuando Santa Faustina estaba haciendo un Vía Crucis, el Señor empezó a quejarse de las almas de los religiosos y de los sacerdotes, por su falta de amor.
Le dijo, «permitiré destruir los conventos y las iglesias».
A lo que Santa Faustina le hizo ver las numerosas almas que lo alaban en los conventos.
Pero el Señor le contestó que esa alabanza hiere Su Corazón, porque el amor ha sido expulsado de los conventos.
Y se refirió a ellas catalogándolas de «almas sin amor y sin espíritu de sacrificio, almas llenas de egoísmo y de amor propio, almas soberbias y arrogantes, almas llenas de engaños e hipocresía, almas tibias que apenas tienen el calor suficiente para mantenerse vivas».
Y agregó que Su Corazón no puede soportarlo debido a que todas las gracias que derrama sobre ellas cada día, se resbalan como sobre una roca.
Y terminó diciendo,
«He instituido conventos para santificar el mundo a través de ellos. De ellos ha de brotar una potente llama de amor y de sacrificio.
Y si no se convierten y no se inflaman de su amor inicial, los entregaré al exterminio de este mundo».
Y ante la angustia que provocó esto en Santa Faustina, el Señor la consoló diciendo,
«No llores, todavía hay un gran número de almas que me aman mucho, pero mi Corazón desea ser amado por todos».
Y en el segundo mensaje de Garabandal, en 1965, Nuestra Señora mandó a decir a las niñas por el ángel que «antes, la copa se estaba llenando, ahora, está rebosando.
Muchos cardenales, obispos y sacerdotes van por el camino de la perdición, y con ellos llevan a muchas más almas.
A la Eucaristía cada vez se le da menos importancia».
Y agregó,
«Debéis evitar la ira del buen Dios sobre vosotros con vuestros esfuerzos.
Si le pedís perdón con alma sincera, Él os perdonará.
Yo, vuestra Madre, por intercesión del Ángel San Miguel, os quiero decir que os enmendéis.
¡Ya estáis en los últimos avisos! Os quiero mucho y no quiero vuestra condenación.
Pedidnos sinceramente y nosotros os lo daremos. Debéis sacrificaros más. Pensad en la Pasión de Jesús».
Ante este diagnóstico de Jesús y de la Santísima Virgen, sobre la decadencia moral, especialmente de las almas consagradas a Dios, es que el Ángel de Fátima enseñó a los pastorcitos una súplica que culmina diciendo «socorre especialmente a los más necesitados de tu Infinita Misericordia».
Porque como le dijo a Santa Faustina, Él prolongó el tiempo de Su misericordia.
De modo que el centro de la gran manifestación del cielo en el último siglo, será la necesidad de la conversión de los pecadores mediante oración y penitencia, haciendo uso de la misericordia de Dios.
Y para eso Nuestra Señora está bajando a la tierra recordándonos lo pecaminoso que está el mundo, que Dios no lo puede soportar más y que está dando la última oportunidad, acogiendo a los pecadores arrepentidos, a través de la impresionante misericordia de Su hijo.
Una última oportunidad que Nuestra Señora diagrama en Garabandal a través de tres eventos: el aviso para iluminar la conciencia de la gente de que Dios existe, el milagro para que se conviertan definitivamente, y el castigo en caso de no aceptar el ofrecimiento de la misericordia de Dios.
Consecuencia que es dramatizada por las visiones del infierno que tuvieron los pastorcitos de Fátima y también Santa Faustina, el lugar donde van a parar las almas de los pecadores que no aceptan la misericordia de Dios.
En toda esta gran aparición del siglo XX, que une a Fátima, Garabandal y Santa Faustina Kowalska con el resto, hay una profecía optimista.
La Santísima Virgen les dirá a los pastorcitos de Fátima que «al final mi Inmaculado Corazón triunfará».
Y el Señor le dirá a Sor Faustina «Prepararás al mundo para mi Segunda Venida».
O sea que en toda esta gran aparición el cielo nos está diciendo, mira que el mundo se ha vuelto terriblemente pecador, inclusive las almas supuestamente entregadas a Dios.
Debes saber que Dios está con ira por esto y los seres humanos merecerían un gran castigo.
Pero Dios es tan misericordioso que está dando una última oportunidad, olvidando los pecados si hay arrepentimiento.
Está enviando a Su madre para llamar a la conversión de los pecadores y producirá dos hechos, el aviso y el milagro para dramatizar aún más la necesidad de conversión.
Pero si el mundo no responde con la vuelta a Dios, entonces vendrá el castigo que Nuestra Señora está frenando.
Y ten por seguro, que cualquiera sea el escenario de futuro, al final triunfará el Inmaculado Corazón de María y se otorgará al mundo un tiempo de paz.
Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre el mensaje que está dando la gran manifestación del cielo en el último siglo.
Y me gustaría preguntarte si crees que los cristianos están comprendiendo este mensaje global o no.
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