Las evidencias que recopilaron médicos, enfermeras e investigadores.

Hay abundante literatura de que tras la muerte nos reuniremos con nuestros seres queridos fallecidos, que hemos querido ver de nuevo.

La consistencia de miles de informes de personal de salud y de investigadores sobre la muerte, deja pocas dudas.

En esa gran transición, al final de nuestra prueba terrenal, familiares y ángeles están ahí para recibir a aquellos que tienen su turno para hacer el pasaje.

Incluso muchas veces está Jesús.

Pero son cosas que en general no se hablan.

La creciente incredulidad de los médicos y también de muchos sacerdotes, pone un muro de silencio sobre lo que sucede en ese momento.

Lo que nos impide conocer las señales de lo que está pasando y de esa forma saber cómo actuar adecuadamente, para ayudar al moribundo.

Aquí hablaremos de las experiencias de investigadores sobre el momento final de la muerte, y del personal médico que asiste a los moribundos, para que estemos mejor equipados para saber cómo actuar cuando una persona está llegando a la muerte y deba hacer el pasaje.

La mayoría de las religiones y espiritualidades sostienen que hay otra vida después de esta en la Tierra.

Y el cristianismo es quien la explica mejor doctrinalmente.

Allí nos encontraremos con Dios y con nuestros seres queridos muertos, y viviremos en una eterna felicidad, en la plenitud de nuestros años de juventud, y sin padecer enfermedades ni angustias.

Y lo que sucede al final de la vida de las personas parece darle la razón.

Porque cuando el moribundo está cerca de hacer el pasaje, se le muestran imágenes de la otra vida y es visitado por miembros difuntos de la familia o amigos.

Y en otros casos por ángeles e incluso por el propio Jesús.

Su misión es darle tranquilidad al moribundo para que pierda miedo a la muerte, convencerlo para que no se resista a abandonar la Tierra y haga el pasaje en paz, y conducirlo a la otra vida.

Los investigadores han encontrado que el 80% de los moribundos tienen estos sueños o visiones.

Y en el 90 % de esos casos, las apariciones o visiones son de seres difuntos, especialmente padres, cónyuges, hermanos o hijos.

En estas visiones, los fallecidos que los vienen a buscar se ven muy saludables y juveniles, a pesar de que pudieron haber muerto viejos o deteriorados debido a la desfiguración cuando murieron.

Y con frecuencia describen como que hay una cerca o un velo entre el aquí y el más allá, simbolizado por una puerta, o un lago, pero que está al lado, aquí mismo.

Estas visiones comienzan unos días antes de la muerte, aún en casos en que la persona no esté moribunda.

El evangelio apócrifo Transitus Mariae trae la leyenda de como ángeles y Nuestro Señor vinieron a decirle a la Virgen María de la hora cercana de su muerte, para llevarla a la gloria. 

Y ella se preparó orando y citando a los apóstoles.

No se trata de alucinaciones, porque hay casos en que vienen también personas desconocidas, que son reconocidas por las personas de alrededor.

Una enfermera cuenta que una moribunda le dijo que la vinieron a ver los padres ya fallecidos de la propia enfermera, los describió exactamente como eran y los reconoció en una foto que se le mostró.  

Y Sir William Barret, el pionero de estas investigaciones, cuenta del caso de una moribunda que se sorprendió que la había ido a buscar su hermana, que había muerto unos días antes, pero que no se lo habían dicho debido a su estado de salud.  

Tampoco se trata de visiones de lo que las expectativas de la persona están dispuestas a ver, porque cuenta el caso de una niña que vio ángeles y dijo sorprendida, «¿Por qué no están usando alas?».

Estas visitas no suceden sólo como una visión fugaz sino que se establece un diálogo entre el moribundo y la aparición.

Y a veces la visita es la que provoca la despedida de los seres queridos.

Por ejemplo una enfermera presenció que un moribundo dijo a su esposa «Querida, es hora de que me vaya, mamá y papá están aquí», dijo señalando para el lado izquierdo de la sala, cerca de una ventana.

«Me dicen que es el momento. Yo les pedí que por favor me dejaran decirte adiós, y me dijeron que está bien».

Las visiones suelen ser tan vívidas que las personas hasta hacen gestos con su cuerpo.

Una enfermera cuenta el caso de una moribunda que de repente abrió los ojos, nombró a su marido difunto por su nombre y dijo que iba hacia él estirando los brazos.

Dijo, «querido, ya voy».

Parecía darse cuenta de que no estaba allí todavía. Era como si algo bello se hubiera abierto y estuviera al lado de ella.

Muchas veces las visiones se repiten a través de las semanas previas a la muerte.

Una hija cuenta que durante aproximadamente una semana antes de su muerte, su madre comenzó a dar anuncios diarios a la familia sobre las visitas de su propia madre.

Algunos del personal médico informan que ellos mismos y familiares en ocasiones han sido testigos de indicios de las apariciones.

Por ejemplo una madre sentada al lado de un hijo de 15 años moribundo alegó que ella sentía algo detrás de ella.

Y a la tercera o cuarta vez que dio vuelta para mirar vio a su padre, que había fallecido hacía trece años, de pie en la puerta de la habitación, con resplandor dorado en torno a su cuerpo.

El chico hizo el pasaje poco después, al parecer acompañado por su abuelo.

El Dr. Melvin Morse, un reputado médico e investigador de estas visiones cuenta el caso de un joven que fue hospitalizado con neumonía grave, incurable.

Y un par de días antes anunció que Jesús estaba en la habitación, describió los hermosos colores que había en el cielo, y gritó diciendo «puedo saltar desde aquí».

«Veo un caballo blanco, todo es maravilloso», decía con la mano señalándolo. 

También la enfermera Kelley Jankowski, que ha escrito un libro sobre estos acontecimientos, cuenta de un paciente que fue visitado por Jesús.

El paciente contó que «Él colocó sus brazos alrededor mío y me llevó cerca de Él, y en mi alma le oí decir, ‘Te amo'», y recalcó que el amor que emana de Él es simplemente indescriptible.

Lo describió diciendo que Él era alto, completa y perfectamente masculino, y maravillosamente bien parecido. 

Tenía el pelo castaño y los ojos profundos y bellos, muy atractivos. 

No se parecía en nada a cualquier representación artística que hubiera visto en la tierra.

Pero también se ha comprobado que muchas veces los moribundos son retenidos por las oraciones de los vivos, a veces en contra de su voluntad.

Una enfermera cuenta el caso de un pastor que le contó que un joven moribundo le dijo antes de entrar en coma, «es mi hora, debe informar a mis padres para que dejen de orar. Se supone que tengo que irme ahora».

Y sus padres le dieron permiso para morir.

De repente, el chico recuperó la conciencia, dio las gracias a su familia por dejarlo ir y murió al día siguiente.

Otros investigadores cuentan también varios casos en que los moribundos piden permiso para irse y si no lo obtienen la agonía es más difícil. 

Un hombre le dijo a su esposa «he estado allá, en el más allá, y es hermoso.

Me quiero quedar, pero no puedo mientras mantengas la oración para que me quede contigo.

Tus oraciones me están trayendo para aquí. Por favor, no reces más».

También el personal de salud cuenta casos de gente que no tiene fe y casi siempre su final es una lucha, con mucha agitación previa a la muerte. 

Hay casos en que el comportamiento hacia las enfermeras se transforma poco menos que en demoníaco.

Algunos dan la orden que ningún sacerdote, predicador, monja, o quien sea le hable de Dios.

Y dicen que su muerte es difícil, su agitación es tan severa, que hasta llegan a ver a satanás en la esquina de la habitación.  

Y una expresión de miedo recorre su rostro antes de partir.

Y hay otros casos en que la habitación se llena de sucesos inquietantes.

Kelley Jankowski cuenta el caso de una mujer que estaba muriendo en la habitación 12 y sucedieron allí cosas que eran inexplicables: sillas moviéndose por el piso, luces parpadeando y una presencia terrible en la habitación. 

Revisaron a la paciente y estaba pálida, helada y sudorosa, y sus manos y labios estaban cianóticos. 

Y por el intercomunicador de la sala se oyó una voz profunda y gutural saliendo de la habitación 12 que gritaba: «Quítale las manos de encima. ¡Aún no he terminado con ella!».

La mujer gritaba y otra enfermera llamó al capellán para que le diera los últimos ritos.

Y luego el sacerdote mostró su crucifijo que estaba doblado hacia la derecha y el Corpus estaba doblado hacia adelante. 

La enfermera le preguntó al capellán que había sucedido y él dijo que probablemente estaba poseída. 

Durante muchos meses sucedieron cosas extrañas en esa habitación y trataron de no poner ningún enfermo en ella.

El timbre de llamada se encendía y apagaba a todas horas del día y de la noche, la puerta se cerraba sola, los muebles se reorganizaban solos.

Y finalmente un sacerdote realizó un exorcismo menor en la habitación y todo se calmó.

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre las cosas que suceden cuando las personas están por hacer el pasaje a la otra vida.

Y me gustaría preguntarte si tu o alguna persona que conoces ha tenido alguna de estas experiencias con un moribundo.

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