La personalidad de dos papas según su escritura.
Evi Crotti, analiza la grafía de Roncalli y Wojtyla, los dos Papas beatos que serán canonizados este año.
El análisis grafológico lo realizó la grafóloga Evi Crotti, fundadora de una escuela de grafología y titular, con Alberto Magni de un estudio que organiza cursos y ofrece preparación profesional.
Usted analizó la escritura de los dos Papas que serán canonizados en diciembre de este año por Francesco: Eoncalli y Wojtyla. ¿Qué fue lo que descubrió?
Juan Pablo II y Juan XXIII son dos personalidades completamente diferentes que siguieron caminos diferentes creyendo que las vías de Dios son infinitas; tal vez por este motivo cada camino recorrido en la fe lleva siempre a la vía verdadera.
Háblenos de Wojtyla…
Su palabra emanaba calor, alegría y seguridad: «No tengan miedo…». La escena que calcaba siempre era extraordinaria y sus palabras siempre estaban llenas de esperanza y de juventud. Al observar la grafía de Papa Wojtyla se nota un pensamiento especulativo, agudo y atento a las necesidades de la sociedad, que trata de derribar el muro del aburrimiento que se había instalado sobre todo en algunos jóvenes. Los revitalizó y animó usando su forma de expresarse y sirviéndose de sus dotes de actor, sin disminuir el núcelo de la fe. Es como si les siguiera el juego para estar más cerca de ellos. Él sabía que la gente lo quería y que poseía dotes particulares, de belleza y verdad. Como sostenían los griegos: «No hay verdad sin belleza ni belleza sin verdad». Este, en cierto sentido, se convirtió en uno de sus lemas.
Usted una vez dijo que Wojtila era un “actor de Dios”. ¿No es una definición negativa?
No, para nada. Era normal ver al Papa Juan Pablo II inclinarse a besar el suelo, con el viento remolineando en su cabello y en su hábito; después, con un gesto delicado, los arreglaba nuevamente. Su mirada aguda y penetrante sabía ver los “signos de los tiempos” y entender que eran justamente los jóvenes los que debían ser conquistados para llevarlos nuevamente a la fe. El don que Dios le dio era la capacidad para penetrar en el ánimo y de comunicar rápidamente con los demás. Cuando lo definí “actor de Dios”, quise subrayar que fue el artífice de palabras nuevas que le permitieron llegar a los corazones de los hombres y al horizonte de los cielos.
Y su escritura, ¿qué es lo que revela?
La escritura de Papa Wojtyla fluye como notas musicales, con ritmo y vivacidad. Inteligencia profunda, creatividad, originalidad en el pensamiento; la serenidad y la sensibilidad se fundieron en una ética que no tiene nada de rígido o riguroso, pero que no daba lugar a ninguna forma de laicismo. Los indicadores grafológicos son la dimensión pequeña de las letras, la fluidez del gesto, el ritmo dinámico y el respeto del espacio; todos ellos son símbolos gráficos que expresan una naturaleza que encontró en la vocación sacerdotal la investidura adecuada de una saludable madurez espiritual.
¿Y qué nos puede decir de la escritura de Juan XXIII?
La grafía de Papa Juan XXIII es todo lo contrario de la del Papa antes descrito. Sus orígenes campesinos permanecieron en su interior (y se pueden encontrar en sus letras “g”, que parecen “espigas de trigo”, símbolo del vínculo con las personas y las cosas). No le interesaba si había alguna letra chueca o fuera de lugar, puesto que lo importante era que el trigo madurara y llegara al resultado final de la unión en el cuerpo místico de la Iglesia, que no excluye a nadie, sino que, al contrario, quiere abrazar a todos. Al analizar su escritura, surgen algunos detalles que pueden ayudar a definir a Juan XXIII como Papa generoso, fuerte y determinado. Basta recordar el Concilio Vaticano II. Sabía luchar para obtener justicia, estaba dispuesto incluso a usar tonos fuertes, como el campesino, con tal de defender su cosecha.
¿Qué otras características emergen del análisis de la escritura de Roncalli?
Su escritura denota una cierta fluidez, pero que se detiene cada tanto con cada una de las “g”. Esto indica, además de otros signos, una naturaleza fuerte, tenaz y generosa. A la santidad, como hemos visto, no se llega a través de un único camino (y no es unidireccional), no tiene más reglas fijas que las del amor que compartían ambos Pontífices.
Fuentes: Vatican Insider, Signos de estos Tiempos