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Dios creo un tipo de ángeles específicamente para que luchen contra los demonios junto con los hombres.

No estamos solos en la lucha contra el mal en la Tierra, ni contra las perversiones que vemos crecer a gran velocidad, y que a veces nos paralizan porque nos sentimos indefensos.

Pero tranquilo. Hay seres sobrenaturales que tienen la función, no sólo de liderar esa lucha para mantener los avances logrados por el Reino de Dios en la Tierra, sino también de protegernos cuando decidimos entrar en combate.

No son nuestros Ángeles de la Guarda, sino otros creados como una milicia celestial para actuar en la Tierra.

Aquí hablaremos sobre cómo actúa esa milicia celestial, cómo se relaciona con los seres humanos y qué podemos esperar de ella.

Los ángeles no son como imaginamos debido a lo que nos están inculcando. 

Siglos de edulcorada iconografía han acabado vendiéndonos una especie de figura estándar de estos personajes alados.

Jóvenes o niños, al gusto del consumidor, vestidos con trajes ligeros o nulos, que ejercen su ministerio a través del amor romántico y la suavidad, incluso con los desobedientes a Dios.

Sin embargo, no podemos olvidar que estas criaturas nacieron en un cielo ígneo, entablaron combate contra los demonios ya en los primeros instantes de su existencia.

Fueron colocados a la entrada del Edén para protegerlo con espadas llameantes, y son capaces de diezmar ejércitos y castigar ciudades enteras según lo que leemos en la Biblia. 

Los ángeles se han revelado a místicos siempre como poderosos luchadores y, nos atreveríamos a decir, varoniles, porque la virilidad es sobre todo un carácter del espíritu.

Y en realidad es una Milicia Celestial como se lee en Lucas 2, que actúa a la órdenes de Dios.

Fueron los primeros seres que Dios creó y comenzaron a servirle de inmediato. 

Y cuando Dios creó a los seres humanos, los ángeles comprendieron que ellos, criaturas más elevadas que los seres humanos, debían dedicarse a su salvación, porque era la voluntad de Dios.

Sin embargo Lucifer se negó y levantó el estandarte de la rebelión: “Soy como un dios; nunca me rebajaré tan bajo. ¡No serviam!”.

Y otro ángel llamado Miguel, se atrevió a poner de pie y responder: ¿Quién es como Dios? Mi-ka-el, en hebreo. 

Miguel y sus ángeles lucharon contra Lucifer y los suyos, y estos últimos fueron derrotados y expulsados del Cielo a la Tierra, según Apocalipsis 12. 

En la Tierra se dedicaron a luchar contra los seres humanos, tratando de que pecaran y se perdieran.

Y esa lucha continúa ahora en el mundo. Los santos ángeles ayudan a los hombres a salvarse, y los demonios trabajan para su caída.

Pero Dios, pudiendo por decreto de su eterna y omnipotente voluntad aplastar a los demonios desobedientes en cualquier momento, quiso que sus criaturas lo hicieran.

Que los ángeles y los seres humanos aplastaran a sus enemigos. 

Dios envió a los Ángeles a la Tierra para luchar contra los ángeles caídos, pero quiere que los hombres se involucren en esta batalla, porque van contra ellos. 

Dios quiere ganar por y a través de los hombres las batallas que se libran en el dominio humano. 

Sin embargo, los ángeles son superiores en intelecto y dones sobrenaturales, y es por eso que a menudo ves a los Ángeles ayudando a los hombres en las contiendas.

Dios quiere nuestra cooperación en la lucha contra Sus enemigos, que son también los nuestros, pero quiere también que estemos convencidos de que, por importante que sea nuestro aporte, el elemento decisivo es la ayuda de los Ángeles. ?

Y aquí podemos distinguir dos clases de ángeles que puso Dios a nuestra disposición, a los que podemos recurrir.

Unos son nuestros guardianes en las cosas de la vida, y para ello cada uno de nosotros tiene un Ángel de la Guarda.

Y el otro tipo de ángeles a los que podemos acceder, son los ángeles aliados en la batalla contra los ángeles caídos que habitan en la Tierra y los seres humanos que reclutaron, estos son los Arcángeles.

Son ángeles que ven permanentemente el rostro del Señor, y están dispuestos a salvar al pueblo de la Alianza en todas sus tribulaciones.

Son mucho más que simples custodios, son nuestros compañeros en la lucha. 

La Providencia no nos dejó solos y nos concedió cerrar filas en un solo cuerpo de ejército con sus principales combatientes. 

Y en nuestra guerra contra el poder de las tinieblas, compuesta tanto de grandes luchas como de pequeñas escaramuzas cotidianas, podemos estar seguros de que su auxilio está al alcance de nuestras manos: basta juntarlas y rezar. 

Esta milicia celestial, como todo ejército, posee una jerarquía coronada por un Estado Mayor. 

En el caso de los ángeles, está integrado por siete oficiales de élite. 

Y quien nos da a conocer la existencia de los siete arcángeles es San Rafael, uno de ellos. 

Después de haber cumplido su misión junto a Tobías y los suyos, revela su verdadera naturaleza y afirma que pertenece a ese selecto grupo de espíritus, “Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están al servicio del Señor y que pueden entrar ante su presencia gloriosa”, Tobías 12.

Ni siquiera utiliza el término arcángel, por cierto, empleado tan sólo un par de veces, ambas en el Nuevo Testamento.

Pero sus palabras fundamentan la revelación de la existencia de los siete arcángeles. 

De ellos se nos han revelado sólo 3 nombres, San Miguel, San Gabriel y San Rafael.

Los nombres bajo los cuales se presentan se refieren simplemente a la misión que desempeñan entre los hombres.

Ya en la Biblia se los ve actuando con decisión bélica en Ezequiel 8, sobre todo mostrando a las generaciones futuras cómo actúan.

El profeta Ezequiel se vio transportado místicamente al atrio interior del Templo de Jerusalén y le fue revelado que en el propio recinto sagrado se practicaba la idolatría, probablemente la adoración a la diosa Astarté.

En el corazón de la religión verdadera, se habían infiltrado hombres que trabajaban para el enemigo; tal vez ahora esté sucediendo algo parecido.

Aquel pecado no podía quedar impune.

Y entonces aparecieron seis hombres, cada uno empuñaba una maza y eran liderados un séptimo personaje vestido de lino, como los sacerdotes, y con los avíos de escribano a la cintura.

Esos ángeles en forma humana habían recibido instrucciones precisas.

En primer lugar, el último de ellos debía recorrer Jerusalén marcando con una cruz en la frente a los que gemían y se lamentaban por los pecados cometidos en la ciudad.

Mientras los otros seis exterminarían a todos los impíos que no tuvieran esa señal sagrada, comenzando por el santuario. 

O sea que estos 7 arcángeles protegían a los fieles mientras liquidaban a los infieles.?

Y también vemos a los siete ángeles en el capítulo octavo del Apocalipsis, pero esta vez provistos no de mazas, sino de trompetas. 

Al ser tocadas las trompetas, se precipitaban catástrofes sobre la tierra.

Y un detalle es que el castigo divino se desencadenaba en atención a las oraciones de los santos, Apocalipsis 8.

Sus métodos son muy similares a los de la visión de Ezequiel, el castigo no alcanza a los que están marcados en la frente con el sello de Dios, Apocalipsis 9.

De modo que no se trata solamente de perdonar a los justos. 

Sino que los siete arcángeles se dirigen contra el mal a fin de exterminarlo, a la vez que protegen, guían y consuelan a los buenos.?

Y el líder de estos 7 ángeles guerreros es el Arcángel Miguel, el Comandante de los Ejércitos Celestiales.

Este guerrero es quien sostiene una espada llameante en la puerta del Jardín del Edén, y le enseñó a Adán expulsado, a cultivar la tierra con la azada, a sembrar y a cosechar.

Él es quien autoriza a los elegidos a entrar en el Paraíso. 

Él es quien pesa nuestras almas, por eso los escultores de nuestras catedrales lo representan con una balanza en la mano.

Fue quien detuvo la espada de Abraham, para que no matara a su hijo, y bendijo en él a todos los pueblos.

Se apareció en medio de una zarza ardiente a Moisés, cuando estaba apacentando las ovejas.?

Y a lo largo de la historia se ha aparecido en tono de batalla, indicándonos la alianza entre los arcángeles con los hombres de fe, contra el mal.

Quizás el caso más paradigmático sea el de Juana de Arco.

Una niña sin experiencia de vida ni bélica, fue elegida por Miguel para liderar a los franceses en la guerra para expulsar a los ingleses de sus tierras, en el siglo XV.

Orleans estaba a punto de caer cuando San Miguel envió a Santa Juana de Arco y consiguió una serie de victorias que alejaron el peligro.

Y durante el juicio, que terminó en la hoguera merced a la complicidad del clero pro inglés, Juana dijo del Arcángel Miguel, 

“Lo vi con los ojos de mi cuerpo, así como te veo a ti. Lo vi con mis ojos corporales”

“Tenía la forma de un verdadero caballero valiente».

Y se presentó diciendo, “Soy Miguel, el protector de Francia”

Esta sola frase confirma la protección que San Miguel concede a los fieles.

Miguel visitó a Juana todos los días mientras estuvo prisionera, rezaba con ella y fue el inspirador de las respuestas que desconcertaban a los jueces.

Bueno hasta aquí lo que queríamos contar sobre la clase de ángeles guerreros que están junto a los seres humanos en la batalla contra el mal, la alianza que tenemos con ellos y la protección que Dios pidió que realicen a los hombres.    

Y me gustaría preguntarte si has sentido la protección de los ángeles guerreros en tu vida y en qué circunstancias.

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