La batalla espiritual por la presencia de Dios en el mundo.

La astrología está en auge.

Es incalculable el dinero que mueve a través de secciones en las revistas, los diarios y la televisión. 

Y por la tirada de cartas astrales y el asesoramiento que hacen sus expertos.

Mientras los científicos dicen que la astrología no ha demostrado que sus predicciones sean correctas.

Pero sigue adelante y crece por alguna razón, de la que vamos a hablar aquí. 

Las críticas más profundas que hacen inconveniente esta disciplina no es la que se hace desde el punto de vista científico, sino desde el punto de vista espiritual.

Tiene una visión equivocada de lo que es el hombre, contraria a su esencia.

Aquí hablaremos sobre por qué está en auge la astrología, cual es el principio espiritual erróneo que maneja, qué sucede en la práctica cuando un cliente va a ver a un astrólogo y por qué el cristianismo no aprueba este tipo de adivinación del futuro.

Uno de los negocios más prósperos en este momento es la astrología, porque la gente quiere conocer su futuro ante la incertidumbre.

Prácticamente no existe un periódico o revista que no contenga el horóscopo, donde se leen enunciados tan generales como: se está por iniciar para usted una nueva etapa, pronto hallará las anheladas respuestas.

O aproveche el momento, sobre todo el financiero; la relación con los socios y con la pareja es muy buena, etc.

Lo cual es apto para todo tiempo o lugar.

Internet está lleno de canales que hacen previsiones astrológicas y explican que el movimiento de los astros determina lo que te va a suceder.

Y esto sucede en la misma medida en que la gente ha dejado de creer en Dios.

El que le daba un marco explicativo de lo que podía esperar de la vida, de cuáles son las cosas aceptables y las condenadas por Él, y que le daba la seguridad de su divina providencia

Pero en un mundo incrédulo de Dios todo se ha abierto.

Y entonces la gente es capaz de creer en las promesas más salvajes, con pocas restricciones, y hasta crear sus propias promesas.

Todo esto bajo la sombrilla de la New Age, una espiritualidad laxa, donde todo cabe, sin importar su coherencia ni su veracidad.

Y donde en definitiva se trata de crear un sustituto de Dios que el cliente pueda manejar a su gusto.  

La promesa de la astrología es que nuestro destino está escrito en los astros y es inmodificable.

Y creerlo da seguridad, siempre y cuando el futuro que se lea en los astros sea bueno para la persona, pero de esto se encargan los astrólogos corrientes. 

Mientras que los horóscopos, un subproducto de la astrología, dan respuesta a las dudas de que hacer en la vida diaria y también tiran buena onda para contentar a la clientela.  

Según la creencia de las primeras civilizaciones de Oriente, las estrellas eran la fuente y los heraldos de todo lo que sucedía.

Y el derecho a estudiar lo que llamaban ciencia divina de la astrología, era un privilegio de los sacerdotes. 

En Mesopotamia y Egipto, la astrología estaba unida a la religión y a la astronomía.

En todas las cortes había astrólogos que interpretaban el futuro para los gobernantes, que siguió en las civilizaciones griega y romana. 

Pero esto cambió cuando Dios se manifestó primeramente al pueblo de Israel y luego a toda la raza humana a través del cristianismo.

El primer capítulo del Génesis de la Biblia enseña claramente que los cuerpos celestes son indicadores de las estaciones y eso es parte de por qué fueron creados. 

Y Santo Tomás de Aquino admitirá cierto influjo de los astros sobre la parte corpórea del hombre, como por ejemplo la luna tiene sobre las mareas. 

Pero pretender conocer los hechos futuros de los hombres a partir de los astros, implica la negación de la libertad humana y de la Providencia Divina.

Y afirma, por el contrario, el fatalismo y la predestinación.

Los hechos futuros de los hombres no son el efecto de los movimientos astrales, Dios dotó al hombre de libre albedrío.

Los primeros cristianos y los Padres de la Iglesia fueron acérrimos contrarios a la astrología.

Y la Iglesia ha establecido su posición condenando la creencia en la astrología a través de varios concilios.

Por eso los astrólogos modernos y sus seguidores tienden a ser hostiles al cristianismo. 

El catecismo de la Iglesia Católica numeral 2116 dice que «Todas las formas de adivinación deben ser rechazadas».

Porque son violaciones del primer mandamiento, que implica el honor, el respeto y el amoroso temor que le debemos solo a Dios.  

Y menciona expresamente a la astrología y los horóscopos dentro de esas artes adivinatorias.

Y el numeral 2115 dice que Dios puede revelar el porvenir a sus profetas o a santos, pero sostiene que la actitud cristiana justa, consiste en entregarse con confianza en las manos de la providencia, en lo que se refiere al futuro.

La interpretación de las cartas astrales también puede ser un engaño que abre una puerta a los ángeles caídos. 

Porque las interpretaciones que hacen los astrólogos de las cartas astrales son conjeturas que pueden venir de la imaginación humana.

Pero muchas veces también de los demonios, que conocen como nadie las debilidades y las miserias humanas, y tienen interés en acrecentarlas.

Y una ex astróloga llamada Felicity Carter, ha contado a The Guardian las debilidades en la práctica de esa adivinación astrológica.

Ella estudió astrología y dice que la astrología es un gran juego de asociación de palabras. 

Los significados astrológicos se derivan de un principio llamado magia simpática, donde las cosas que se parecen están unidas entre sí. 

Por ejemplo, Marte se ve rojo, por lo que gobierna cosas rojas como la sangre, las cirugías y la guerra. 

Saturno rige las restricciones de acuerdo a sus anillos.

Y entonces predices combinando significados con movimientos planetarios. 

Digamos que Saturno, el planeta de las restricciones, está a punto de transitar la Primera Casa del yo, por lo tanto ¡tu vida tendrá restricciones! 

Entonces sigue la interpretación de que vas a tener más responsabilidades de lo habitual, o tal vez se te niegue la oportunidad de asumir más responsabilidades, o tal vez llegue a tu vida una persona fría y crítica.

Y también es un buen momento para ponerse a dieta.

Cuando el astrólogo da esa interpretación tan abierta es entonces cuando la persona hace su propia autoadivinación.

Y entonces Felicity dice que en el resto del tiempo no podía decir una palabra, porque cada uno le contaba su propia historia.

Y que al final había escuchado tantas historias, que a menudo podía adivinar cuál era el problema, en el momento en que alguien entraba a la sala. 

Por ejemplo, venían jóvenes con el corazón roto y hablaban con ella porque es menos riesgoso que contárselo a sus amigos. 

Y a veces una sola palabra o insinuación era interpretada por ellos como la verdadera predicción astrológica.

Al punto que algunos clientes habituales afirmaban que había hecho predicciones muy específicas de un tipo que nunca había hecho. 

Incluso la llamaron para elogiar la lectura que había tenido, llena de predicciones asombrosamente precisas. 

Pero ella grababa las conversaciones por seguridad y podía constatar que nunca había hecho esas predicciones, sino que lo había hecho la imaginación del cliente. 

Y entonces llegó a dos conclusiones.

Primero, que las señales que ella captaba inconscientemente de la otra persona eran la materia prima fundamental para las interpretaciones.

Y segundo, que la mayor parte de la interpretación y de la predicción la hacía el cliente.

Y hay un tercer principio que manifestó.

La astrología se trata de halagos. 

Nunca vio un libro o lectura de astrología que le dijera a alguien que habitualmente miente, que es vago, que engaña, etc. 

Ninguna lectura de cartas astrológicas ayuda a curar a un alcohólico o un jugador compulsivo, a curar un trastorno de ansiedad o a tratar una enfermedad mental.

En definitiva, en la experiencia de esta ex astróloga, las predicciones generadas por la astrología, tal como se usa en la vida diaria, son tan generales que cualquier cosa dicha puede interpretarse como que se ajusta a las expectativas del cliente.

En resumen, en la medida que la gente deja de creer en Dios comienza a creer en otras cosas que le den seguridad.

Y una de esas cosas es la astrología, que tiene una larga historia como adivinación del futuro en civilizaciones anteriores al cristianismo y hoy en auge.

Su error conceptual es que sostiene que nuestro destino está escrito en los astros y es inmodificable.

Es la expresión del fatalismo y la predestinación

Y eso niega la libertad humana y el accionar de la Providencia Divina.

Y por eso la doctrina católica es contraria a la adivinación del futuro que implica la astrología.

Pero además hay un problema adicional en la práctica de los astrólogos.

La interpretación que dan se basa en un gran juego de interpretación de palabras.

Que se dan al cliente como enunciados muy abarcativos, partiendo de lo que inconscientemente el astrólogo capta del cliente.

Que luego diseña el propio cliente de acuerdo a sus inclinaciones y a lo que quiera escuchar.

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre las debilidades que tiene la teoría y la práctica de la astrología.

Y me gustaría preguntarte qué otras cosas piensas sobre la astrología y los horóscopos.

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