Autobiografía del judío Mario Hübner: su conversión en Uruguay

Para San Pablo una de las señales de la 2ª venida de Jesucristo es la conversión de los Judíos. A través de la historia muchos judíos han aceptado a Jesús como el Mesías y han adoptado la fe cristiana, algunos de ellos tomando los hábitos como Edith Stein o los hermanos Ratisbone.

Pero muchos otros menos notorios lo han hecho, como Mario Hübner, un emigrante judío austríaco de familia perteneciente a la casta sacerdotal judaica, que se convirtió en Uruguay, y un resumen de cuya autobiografía traemos.

 Mario Hübner culminó sus días siendo un fervoroso católico que le puso el nombre Pablo a su único hijo porque san Pablo es el símbolo del judío converso, y también fervoroso devoto de la Virgen de Nizankowice ver NUESTRA SEÑORA DE LA DIVINA PROVIDENCIA DE NIZANKOWICE, UCRANIA ( 1º DE MAYO) de su tierra natal y principal difusor en Uruguay de Santa.Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein).
 

MI VIDA Y MI FAMILIA EN GALITZIA

MI NACIMIENTO

Nací el 22/10/1925 en la región de Galitzia y en la entonces novel República de Polonia, en casa de mis abuelos maternos en Nizankowice, localidad cabeza de ayuntamiento perteneciente al distrito de Przemysl, con ciudad capital homónima, histórica, importantes fortificaciones, monasterios, monumentos históricos, una importantísima pinacoteca y con la emblemática fortaleza construida en 1873 por los austríacos y que resistió el embate de los rusos durante su ofensiva en la 1ª. Guerra Mundial.

Fui el primogénito de mis padres, quienes tenían 26 y 25 años respectivamente. Luego nació muerto un hermano también en Europa, unos pocos años menor, y en Montevideo, mi hermano varón (1933) y mi hermana mujer(1936), hoy residentes en Sao Paulo (Brasil).

SOY DE LA CASTA SACERDOTAL ZADIK KOHEN

Era una promesa y una bendición para ellos y para mis abuelos, porque somos por los Hübner “Zadik Kohen”, es decir pertenecientes a la casta sacerdotal (en hebreo Zadik significa muy piadoso y Kohen, sacerdote). Esta calidad se transmitió de generación en generación y era y es reconocida entre la colectividad judía. Inclusive, nosotros podemos agregar, al firmar, las iniciales Z.K., que precisamente significan Zadik Kohen.

El ser de la casta sacerdotal implica que se tienen derechos y obligaciones religiosos especiales.

Y entre los derechos, hay uno que es el de que durante el culto en determinadas fiestas, se sube al altar de la sinagoga, se saca la persona los zapatos, se tapa con el talid y bendice a los presentes.

La condición de Zadik Kohen implica según averigüé luego, que por lo menos, en algunas corrientes rabínicas, el Kohen no se puede divorciar, existiendo casos muy curiosos en Israel, que gente de esta condición que se separa, no se puede divorciar y si quiere casarse nuevamente, lo hace inválidamente para la religión judía, aspecto que es o era recogido por la legislación civil israelí, por lo cual se casa o casaba sin efecto en el Estado judío, en Chipre.

De hecho, en mi familia no había divorcios y el tema de la indisolubilidad matrimonial se practicaba y aceptaba en los hechos, existiendo algún divorcio en épocas posteriores pero como excepción a la regla. También la fidelidad matrimonial era un valor.

Los Lehrer (la familia paterna), eran muy practicantes y piadosos, vinculados a las jeshivas (universidades rabínicas) a la representación de la comunidad judía ante el gobierno civil, etc., quizá también fueren Zadik Kohen, pero esto no lo sé con seguridad.

Como ejemplo de este mundo de religión sincera de mi familia, diré que yo conservo un libro de una colección completa del Antiguo Testamento o Biblia judía, que me llevé de mi casa paterna en Montevideo (año 1950) cuando me convertí al catolicismo.

El tomo de la colección que yo escogí es el de los profetas Isaías y Jeremías. Lo hice a propósito ya que sobre todo Isaías es quien anuncia con suma claridad a Jesucristo y si se lo lee sin preconceptos, al menos, un judío religioso, debería preguntarse si realmente el catolicismo no es la continuación del judaísmo y por lo tanto, que efectivamente Cristo es el Mesías y no un falsario.

LO PRIMEROS 5 AÑOS EN POLONIA

A los pocos meses, tuve una pulmonía que casi acabó conmigo. Me salvé porque Dios es grande ya que estaba cianótico. Mi madre, hija del Sr. Lehrer, tenía muchas amigas y le decían sobre su primogénito: “ese hijo tuyo es feúcho”, y ella replicaba diciendo, pero es muy inteligente”. Tiempo más tarde tuve una segunda pulmonía y me tuvo que ver el médico con residencia permanente en Nizankowice y sobre la plaza pública donde estaba también el Ayuntamiento. Este hombre dijo: “El día que Uds. se vayan a América será un niño gordito y se curará”, cosa que efectivamente sucedió.
Mi vida a los dos años, dos años y medio, muchas veces consistía en quedarme en casa de mis abuelos. Me sentaba esperando que las campesinas trajeran crema doble, frutillas y azúcar. Todo esto me gustaba.

A los dos años y medio-tres, me dejaban en el Jeider, la escuela de religión que estaba arriba de la sinagoga. Me sentaban sobre unas tarimas y me dormía, aunque no del todo ya que escuchaba lo que decía el maestro a sus alumnos. Venía mi madre y me daba leche y me preguntaba de tanto en tanto si estaba cansado.

LAS CIUDADES DONDE YO VIVIA

Nizankowice tenía unos 3000 habitantes. Luego de 1945, el distrito de Przemysl fue partido en dos, la ciudad de Przemysl y Bircza en donde vivían mis abuelos paternos, quedaron dentro de Polonia, mientras que mi localidad quedó anexada a la URSS, siendo hoy parte de Ucrania, al igual que Dobromil de donde son oriundos los Hübner.

Queda hoy Nizankowice dentro del país citado a 3 kms. de la frontera con Polonia. También sufrió la anexión la capital de la provincia y de la región de Galitzia, ciudad muy importante, que los austríacos llamaban Lemberg, los polacos Lwow y los ucranianos, denominan Lviv.

Mi vida pues, transcurrió en mis primeros cinco años en el eje geográfico Lemberg-Przemysl, históricamente emblemática para los polacos- y Cracovia. Si uno mira un mapa es una línea casi horizontal.

YO SOY AUTRÍACO

Yo soy austríaco de corazón, legalmente no lo puedo ser aunque quise nacionalizarme, ya que mis padres, no hicieron uso de una opción que establecía el Tratado de Paz con los aliados y perdieron la nacionalidad. Adquirieron la polaca en forma automática al igual que mis familiares, pero era algo extraño, ya que si bien era la de la tierra en que vivían y amaban era un asunto superpuesto al mismo tiempo, por haber desaparecido el Imperio austriaco.

Yo nací bajo la administración polaca y mantengo esa nacionalidad, que también estimo, pero es como una segunda nacionalidad. La verdadera es la austríaca. También me siento ligado al Uruguay, país de adopción y del que soy ciudadano legal.

Mis padres eran por fuerza políglotas. Aparte del alemán y del iddish, lengua básicamente formada por un alemán arcaico de los ghettos alemanes, palabras eslavas y hebreas, que hablaban los judíos de la Europa Oriental, llamados asquenazíes , sabían polaco, algo de ruso y de otras lenguas para entenderse con un ambiente multirracial y multicultural.

Pero en nuestro caso, es de remarcar que éramos judíos austríacos y no polacos, lo que implicaba una diferencia en modalidad, cultura, etc.

EL ORIGEN DEL APELLIDO HÜBNER

El origen alemán de mi apellido Hübner, provocó que mi abuelo paterno, quien vivía en Bircza, se negara a enviar a mi padre a la escuela pública por razones religiosas para que no le enseñaran cristianismo, estuvo detenido dos días e igual se negó a mandarlo. No le pasó nada porque era austriaco y no polaco.

Lo envió a la buhardilla, al cuarto de arriba, a aprender a leer y escribir, adquiriendo un efectivo conocimiento y buena letra y ortografía, donde estaban todas las cartas escritas en buen alemán, así como también en polaco, iddish y hebreo, provenientes de la correspondencia de los parientes, p.ej. de Dobromil, de donde provenían los Hübner.

Hübner no es un apellido judío y sí perteneciente a la nobleza. Pudo haber habido alguna conversión al judaísmo o casamiento interreligioso.

LENGUAS Y LA NACIONALIDADES DE LA ZONA

Muchos de los judíos religiosos no sabían hablar polaco. Y los polacos no estaban en el pueblo de Nizankowice, estaban en las afueras. Eran campesinos, campesinas. Iban a la Iglesia, etc., pero en el pueblo mismo vivían judíos, que eran comerciantes, negociantes, compraban madera. Los ucranianos se la tenían “guardada” a los polacos. Vivían también en las afueras de Nizankowice, así como también rutenos.

La ciudad era una ciudad de judíos quienes tenían su rabino permanente. Era, pues, el centro, en los hechos, lo que los judíos llamaban un “shtetl”, pero tenía jurisdicción administrativa sobre todos. Los comerciantes eran sólo judíos .Los judíos dominaban la ciudad.

En cuanto a la religión de los polacos, ucranianos, rutenos, no era motivo de conversación entre lo que yo escuchaba. Pero eran cristianos, recordando algo sobre sacerdotes y la división entre católicos de rito latino y oriental, tema que después me enteré que estaba ligado a la liturgia, derecho, espiritualidad y costumbres propias, pero dentro del catolicismo todos. Había había también cristianos ortodoxos rusos y yo me acuerdo que me llamaba la atención las cúpulas de la iglesia de ellos, tipo Kremlin que al igual que las católicas estaban en Nizankowice. Son iglesias antiguas y grandes.

Nizankowice era una mezcla de razas, con sus propias costumbres e idioma. La lengua de los judíos era el iddish.

JUDIOS, CRISTIANOS Y CONVERSIONES

Había conversiones de judíos al catolicismo. A pesar de que yo era un niño chico y no entendía determinadas cosas, sin embargo, lo que yo oía lo entendía. En Nizankowice, mi abuela tenía una íntima amiga muy piadosa en el Antiguo Testamento y un buen día desaparece de la localidad y se fuga para ser católica.

Esto lo dijeron mi madre y mi abuela y yo lo escuché. Decían, “pobre, se enloqueció; yo la trataba siempre y no parecía loca”. Esto pasó en Nizankowice.

Otro episodio me lo contó años más tarde en Montevideo un tío mío Hübner oriundo de Bircza. Había una persona que se llamaba Sender y que “un buen día desapareció, se fue con los católicos”. Y otro día apareció con un camión en un día de fiesta contando lo que había hecho, su experiencia de conversión y gritando que había adoptado el nombre cristiano de Alexander. Mi tío, decía que había enloquecido y se extrañaba del cambio de nombre, ya que el tal Sender era muy conocido.

Otro caso de conversión es el de Eisig Hübner Berger el tío paterno menor, oriundo de Bircza, unos años mayor, que vino a Uruguay luego de la segunda guerra mundial traído por una organización humanitaria judía, con problemas psiquiátricos causados por la Guerra. No sabemos si vive pero se lo ha visto varias veces en la iglesia del Cordón comulgando.

Todos mis abuelos eran muy practicantes. Los judíos practicantes se iban a purificar en una especie de piscina cerrada con agua caliente, fría. Como dato anecdótico, allí se veía que la mayoría de los hombres tenían hernias, ya que se bañaban desnudos y se quitaban las fajas.

Todos los viernes a partir de las cinco de la tarde concurrían a la sinagoga con rucucs de piel etc. Eran creyentes sinceros .

Yo quería muchísimo a mi abuelo materno y él a mí. Me llamaba cariñosamente con el diminutivo de “Maierci”.

Era un hombre piadoso, caritativo, lo que se puede llamar un justo del Antiguo Testamento o un cristiano de intención sin saberlo. El dejó en mí una fuerte impronta espiritual que influyó en mi evolución posterior por su testimonio y coherencia de vida. Murió en Palestina pero no era sionista porque consideraba que no era acertado un Estado de Israel. Está enterrado en la ladera del Monte de los Olivos en un cementerio judío para personas destacadas ya que él había sido orientador y profesor en las jeshivas y especialmente en la de Jajma Lublin.

Quizá esto signifique que Dios efectivamente preparó mi conversión al catolicismo y enterró a mi muy querido abuelo en el mismo lugar en que Cristo se preparó para la Pasión.

Como hijo de judíos practicantes fui circuncidado de acuerdo al ritual hebreo por un tal Herz Apoteker. Estos datos constan en mi partida de nacimiento, ya que existía un Registro Civil Israelita, dado que los judíos eran respetados en sus leyes y costumbres, pero dentro de la legislación general.

Yo usaba las patillas, las paies, de los judíos religiosos y me acuerdo que cuando tenía cuatro años y me llevaron una vez al peluquero con mi madre, chiquito como era, me tapaba para que no me las cortaran y gritaba: “no me corte las paies”. El peluquero no era judío o era un judío no piadoso ya que algunos que tenían estas profesiones no practicaban.

También usaba el solideo o “kappele”(en hebreo) por lo que yo me vestía a la usanza de los niños judíos religiosos ortodoxos.

 

MONTEVIDEO: ENTRE LA PROFESIÓN Y LA CONVERSIÓN

LA LLEGADA A MONTEVIDEO

Nuestro destino fue el Uruguay por sugerencias de conocidos ya que no sabíamos antes ni donde estaba.

Yo desembarco en el puerto Montevideo el 11 de noviembre de 1930. Vine con mi madre, mi padre hacía 6 meses que había venido. Me metieron en una ambulancia junto con mi padre y mi madre, rumbo al Hospital Pedro Visca por todas las pestes que yo había tenido durante el viaje. Había contraído una doble pulmonía en el trasbordo del buque que venía del puerto polaco de Gdynia.

Fue un milagro mi curación ya que me querían echar al mar apenas muriera. Me había desahuciado el médico del buque quien tampoco era muy brillante técnicamente. Mi madre, en la desesperación, le preguntaba a este médico cómo estaba y como él no la entendía, le contestaba en inglés que yo estaba “all right”. Y esto lo hacía con todos los enfermos, por lo que era apodado como “all right”.

En Pernambuco, no me desembarcaron, como pensaban en un principio. Un médico gordo brasileño me vio y me indicó que me dieran uvas y caldo de paloma. Con eso empecé a recuperarme por obra divina.

Empezamos a vivir como emigrantes.

El primer día que mi madre quería hacer café, fuimos juntos para no dejarme solo al almacén. Ella no sabía hablar español ni conocía las costumbres. Pidió achicoria, que es un sustitutivo del café que en la zona de Europa de la que yo provenía, se tomaba, ya que no se conocía el café. Esto como dato jocoso, ya que no se vendía en Montevideo.

LA EDUCACIÓN EN URUGUAY

En Montevideo aprendí el español yendo a la escuela pública de varones de Villa Muñoz, con el maestro Formento y escuchando a otros niños. Fue aprendizaje a la fuerza con cero pedagogía en la enseñanza para extranjeros, ya que los planes y programas de Enseñanza Primaria no contemplaban el caso de los inmigrantes que no hablábamos castellano. Pero, sin embargo aquel maestro de primer año, logró hacerse entender, que empezáramos a aprender el español, aunque durante algunos años hablaría con la “erre,” de los alemanes, y por sobre todo, que aprobáramos el año los niños inmigrantes, quienes competíamos con nuestros compañeros uruguayos en inferioridad de condiciones.

Simultáneamente, como no había colegios judíos, concurría a la escuela de religión (Jeider) de mañana y de tarde a las diferentes escuelas públicas, siendo la última la Cuba en Ciudad Vieja. Por lo tanto, yo iba a almorzar a casa y luego a continuar mis estudios. Hacía doble turno y estudiaba en tres idiomas (hebreo, iddish , español e inclusive arameo cuando hice los cursos de Mishna; este último idioma lo oía hablar a personas cultas y religiosas y no sólo en los cursos).

La enseñanza en el Jeider y luego en los cursos de Mishna (superiores y posteriores al Jeider, nivel en el que se estudia el Pentateuco, mientras que en la Mishna, se ven otros textos y se estudian comentaristas más en profundidad).

Luego, en 1934, nos mudamos del barrio de inmigrantes judíos a la Ciudad Vieja (que era una zona muy elegante por aquel entonces) y posteriormente, con los años, al Cordón y finalmente a Pocitos.

EL TRABAJO Y LA APERTURA A LA VIDA NACIONAL

Yo era un niño y desde que mi padre puso su tienda “La Bolsa de las medias” en la calle Juncal casi la Plaza Independencia y a su vez, vivíamos cerca de ahí, empecé a participar de eventos que ocurrían en la citada plaza, que era un importante centro de acontecimientos próximos a la Casa de Gobierno y a la también cercana Plaza Matriz.

Así recuerdo, por ejemplo la llegada diaria del Presidente de la República Dr. Gabriel Terra al Palacio Estévez flanqueado por numerosa guardia y motoristas en side-car.

En la Plaza Independencia, se reunían grupos de inmigrantes españoles a conversar entre ellos durante la Guerra Civil Española, siendo la mayoría republicanos, por lo que el tema de ellos era si los franquistas hacían esto o aquello. Yo los escuchaba y volvía a mi casa gritando “Viva Cataluña” sin entender nada mis padres a que me refería.

Este tema que nos era ajeno, curiosamente me interesó posteriormente, tanto por la amistad que trabé con los Padres Dominicos españoles a partir de 1950, muchos de ellos próximos al martirio por su fe católica en la zona republicana o parientes de los hoy beatificados sacerdotes dominicos españoles por el Papa Juan Pablo II en el año 2001,

Además, lo español me empezó a atraer tanto por su cultura, historia, religión y modalidad, asunto que no es sorprendente ya que ha existido siempre afinidad entre personas de raíz germánica con los habitantes de la península ibérica.

Cuando culminé mis estudios primarios, ingresé a la División Primera del Liceo Nocturno “José Enrique Rodó”, cuyo Director era el Prof. Raúl. A. Castro Paullier y posteriormente al Instituto Alfredo Vázquez Acevedo durante el día cuando ingresé a cursar Preparatorios para Medicina.

CONVERSIÓN AL CATOLICISMO

Como dije anteriormente, nací en un hogar piadoso de honda espiritualidad judía, aprendiendo desde muy pequeño textos bíblicos y concurriendo a la sinagoga con mis ascendientes, sinceros creyentes de su religión. Concurrí al Jeider, la escuela para niños de religión y lengua hebreas, habiendo efectuado otros estudios superiores.

Sin embargo, perdí mi fe judaica antes de realizar la Bar-Mitzva, incorporación adulta a la religión judía, por encontrarla incompleta y mal practicada por algunos, que la reducían a un mero formalismo. Por respeto a mi familia continué concurriendo a la sinagoga y participando luego de la citada Bar-Mitzva, de los cultos, por algunos años…

Al entrar en el liceo, mi pérdida de fe judaica era total, encontrando en cambio, como buen biólogo que todo estaba explicado desde el nacimiento hasta la muerte, por el materialismo biológico. No había alma ni había espíritu. Así llegué hasta el cuarto año de liceo, donde estudiamos en literatura, el nuevo Testamento cristiano. Concretamente, se trataba del Evangelio de San Juan que narra la vida de Jesucristo. Claro está que para nada se consideró el tema desde el punto de vista religioso, lo cual yo tampoco hubiera aceptado.

Para mi sorpresa, el profesor elogió mi escrito sobre el tema, y me invitó a leerlo delante de la clase. Así fue que se rompió en mí mi primer “tabú”, puesto que yo le tenía miedo a Cristo.

Pero volví a mis ideas materialistas que yo leía mucho, al extremo que con mi fogosidad hubo compañeros de estudios católicos que perdieron la fe por mi prédica. En el último año del bachillerato, mi esquema materialista comenzó a quebrarse con el encuentro de la filosofía espiritualista, sobre todo con Henri Bergson, filósofo judío francés profesor de La Sorbona. Con uno de sus libros “La evolución creadora” aprendí filosóficamente la existencia del espíritu y su papel.

Años después, al ingresar al ambiente médico, seguí predicando que yo era un judío liberado de lo que consideraba entonces las estupideces de la religión judía.

Un par de años después, un médico católico, Germán Surraco con el cual trabajaba en guardias nocturnas, se puso a hablar conmigo para decirme que yo estaba equivocado y que la Iglesia Católica, en su esencia, no era otra cosa que una continuación del judaísmo. Me pidió que por favor, fuera un buen judío religioso, ante lo cual yo me reí.
Modestamente, mi amigo, al darse cuenta que, a pesar de mis ideas, yo tenía grandes conocimientos bíblicos, me solicitó que tuviéramos encuentros para que yo le enseñara cosas del Antiguo Testamento, o sea, la Biblia judía. A mí esto me llenó de orgullo.

En el intercambio de conocimientos e ideas, yo dejé de reírme de la religión judía, y empecé a entender seriamente a ambas religiones. Y, en consecuencia, enfrenté el estudio del catolicismo en forma crítica y profunda por vez primera en mi vida. Obtuve prestado un libro de Santo Tomás de Aquino, el más grande de los filósofos del catolicismo, de base aristotélica.

Al cabo de unos días, llegué a la conclusión de que los temas que yo necesitaba, ahora sí muy en serio, era encontrar claramente y documentado los porqués del seguimiento de Cristo por sus primeros discípulos, que eran judíos. Esto no estaba explicado en Santo Tomás y sí en cambio, en una biografía de San Pablo. Este último era un judío religioso de la Escuela de Rabí Gamaliel,

En sus escritos ni siquiera oculta que se dedicó por orden del Sanedrín a perseguir con las armas a los cristianos, hasta su conversión al cristianismo. En este libro encontré la contestación a todas mis dudas y hallé en mi alma turbulenta una paz tan grande como la que experimentan los atletas cuando llegan a la meta. Sentí por fin que había reencontrado en el cristianismo a mis raíces judías.

Pero pasaron todavía unos meses para que yo perdiera mi miedo atávico para entrar en una Iglesia y resistir la vista de un crucifijo. En esos meses anteriores a mi conversión al catolicismo, quedaron a mis espaldas mis esquemas conflictivos y racionalistas. Con una claridad meridiana sentí la fe, algo que está fuera de todo conocimiento racional. No fue pues, un capricho mío o una reacción contra determinadas personas o concepciones.

Sentí una presencia de Dios que hizo arrodillarme frente a un crucifijo en la casa de Ejercicios espirituales de los Padres jesuitas a donde había sido invitado por el Dr. Surraco para asistir a un retiro espiritual para personal médico, y luego salir en busca de un sacerdote para que me bautizara, el 24 de junio de 1950 , por el P.E.Mossman Gross SDB., un salesiano muy vinculado a los medios universitarios y profesionales católicos, quien eligió la fecha por ser la festividad de San Juan Bautista, primo hermano de Jesucristo, sobrino de la Virgen María, precursor de la predicación de Cristo y, por lo tanto, todo lo que ello significaba para la Iglesia Católica y para un judío converso. Debo señalar que fue mi padrino de bautismo el Dr.Germán Surraco , recibiendo poco después el Sacramento de la Confirmación.

LOS ESTUDIOS Y PROFESIÓN DE MARIO HUBNER

En el año 1945 ingresé a la Facultad de Medicina pleno de ilusiones y allí hice buenas amistades con todo tipo de personas,

Posteriormente, y siendo concomitantemente estudiante universitario ingresé en el Servicio de Transfusiones del Hospital “Pereira Rossell” como laboratorista, elaborando con los años la Inmunohematología, desconocida en el Uruguay hasta entonces por los técnicos.

También la docencia fue algo que me atrajo desde muy joven, por lo que acepté en 1946 y 47 el ofrecimiento de mi ex profesor de Historia Natural, Dr. Carlos Pérez del Castillo, para ser su Profesor Agregado en el turno diurno del Liceo No.1 José Enrique Rodó, uno de los más importantes liceos de mis ya lejanos 21 años de edad. El Dr. Pérez del Castillo me vio condiciones para enseñar, a punto tal que me dejaba gran parte de las clases para que las dictara yo solo. Y también me animó a escribir un curso de Historia Natural que efectivamente se publicó y vendió a los estudiantes como texto de clase.

 

MI VIDA POLÍTICA Y MI RETIRO

EL LAICISMO Y LA POLÍTICA EN URUGUAY

Del Uruguay y del Montevideo de mi adolescencia es de remarcar que, independientemente del laicismo imperante en materia de religión dirigida al catolicismo y que para nosotros pasaba inadvertido, el país era un verdadero remanso de tolerancia y convivencia a pesar del último tema citado, ya que en comparación con los países europeos, las distintas razas, religiones y opiniones coexistían sin problemas. Era una sociedad abierta y por eso el batllismo, que aparecía como el creador de este modelo gozaba de gran predicamento entre los inmigrantes.

Esto era una falacia, ya que en realidad otros sectores políticos como el Partido Nacional y la Unión Cívica, eran los pilares de esto y como no detentaban el poder pasaban inadvertidos para sectores como el judío que en gran medida estaban encandilados con el citado coloradismo batllista aunque Batlle y Ordóñez falleció como católico.

MI MILITANCIA POLÍTICA

Otro tema que paradójicamente me ocurrió, fue el de ser con los años militante del Herrerismo, cuando la prédica del diario “El Debate”, llegaba por altoparlantes desde la Plaza Matriz hasta la calle Juncal, con discursos abogando por la neutralidad en la Segunda Guerra Mundial y apoyando el anticomunismo alemán, asunto que nos ponía nerviosos y mi padre decía, entre otros, del Dr. Alejandro Gallinal, que era un antisemita.

El asunto era que el Herrerismo iba más allá del tema nazi, y buscaba la independencia segura de Uruguay, tema que nosotros no dominábamos en profundidad e ignorábamos que el propio Dr.Herrera era descendiente de judíos sefaradíes.

La paradoja en este tema es que por los años sesenta escribí en diversas oportunidades artículos religiosos, políticos y de temas generales en el citado diario “El Debate”, así como también sobre diversas temáticas en el también blanco periódico “El País”, llegando a ser redactor responsable de la página económico-comercial del rotativo “El Clarín” en 1966 que respondía también al herrerismo.

Y en temas de religión, recuerdo un tema muy importante: el Cardenal Pacelli, futuro Pío XII, poco comprendido por los judíos, siendo Secretario de Estado de la Santa Sede, visitó el Uruguay con motivo del Congreso Eucarístico de 1936 , y yo movido por la curiosidad concurrí a la Plaza Matriz, donde fui bendecido por él, desde un auto abierto, antes de ingresar a la Catedral. En fin, cosas de Dios…yo que le tenía miedo a ver un crucifijo.

HUBNER RETIRADO

Luego de terminada mi actuación laboral como docente y como comerciante de antigüedades, me retiré y me di cuenta una vez más, por sucesivos problemas de salud, en parte generados por los avatares de la vida, que lo único que importa realmente es la confianza en la Divina Providencia, o sea en la acción de Dios en nuestras vidas, en nuestras buenas obras con las limitaciones humanas que todos sin excepción alguna tenemos, para con los familiares, amigos y gente desconocida, interesando poco y nada los honores mundanos, ni siendo mejores unos que otros, por más errores y pecados que se tengan.

Siempre hay una oportunidad para las personas, porque si no, poco sentido tendría la prédica del catolicismo basada en las Sagradas Escrituras, tendiente a convertir a los pecadores.

En todas estas conclusiones influyeron en mí las enseñanzas de diferentes organizaciones y personas católicas desde 1950 hasta la fecha incluida mi señora, pero en los años 1970-1980 fue importante la relación de amistad personal con personas de la hoy Prelatura personal del Opus Dei y la prédica de un sacerdote redentorista canadiense, antiguo misionero en Vietnam e integrante del movimiento carismático, el P. Denis y también las visitas como amigo personal y como de Fr.Ramón Arizmendi OP

Me resta agregar finalmente que he colaborado y colaboro con la ayuda de terceros en temas religiosos y humanos como lo hice por ejemplo con las Hermanas Carmelitas Descalzas en la divulgación y conocimiento de la persona de Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein) en el año de su canonización (1998), una filósofa judía conversa al catolicismo y martirizada por los nazis en Auschwitz en 1942, perteneciente a la Orden Carmelitana, y con las presentes líneas de mi relato de vida personal que deseo puedan ser de utilidad a quien Dios quiera.

El 8 de octubre de 2008 Mario Hübner entrega totalmente sereno su alma a Dios, Uno y Trino, teniendo entre sus manos una imagen llorando de Nuestra Señora Madre de la Divina Providencia de Nizankowice, su localidad natal , a la que siempre añoró y nunca pudo volver físicamente, pero sí espiritualmente.

El sacerdote encargado del Santuario donde está la imagen en Polonia, a pedido de su hijo y salvando dificultades idiomáticas, dio una Misa allí por su alma.

Tres días antes, lúcido, había recibido la Unción de los enfermos y se había confesado con un sacerdote amigo suyo, quien luego había congregado para rezar con el enfermo a su esposa de 89 años, su hijo nuera y una fiel y católica enfermera.

Al finalizar la oración, señaló con alegría al sacerdote la imagen de Nuestra Señora de Nizankowice con la que falleció.

Fallece en el año Paulino y en la noche de Kol Nidrei, víspera del día del Perdón, la fiesta más importante del judaísmo, y falleció también el mismo día que su abuelo materno, muy justo y religioso del cual era el nieto mayor y el preferido.

Había dado un testimonio de fe católica a los suyos, de religión judía o no, al igual que Santa.Teresa Benedicta de la Cruz ( Edith Stein) de quien era muy devoto y fue el primer difusor de su devoción en Uruguay, imprimiendo miles de estampas en el año 1954.

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