La época de la mayor revolución contra Dios.

¿Te has preguntado por qué vendrá el aviso de Dios a la humanidad en nuestra ventana de tiempo?

Es un enigma para muchos, por qué esta profecía revelada hace 4 o 5 siglos, no se materializó por ejemplo en el siglo pasado, o en el anterior.

O también dentro de varios siglos más adelante.

¿Y cómo sabemos que será en nuestro tiempo?

Porque una gran cantidad de apariciones de Nuestra Señora en el último siglo han hablado de esta intervención decisiva, que pondrá de nuevo al mundo y a la Iglesia en el camino previsto por el Señor.

Hay algo en nuestro tiempo histórico que hace necesaria la iluminación de conciencia de los habitantes de la tierra por intermedio de Dios ahora.

Aquí hablaremos sobre las verdaderas razones por las que el aviso será en nuestra época histórica, en esta década o en la que le sigue.

La razón principal por la que el aviso será en nuestra época es la apostasía imparable por métodos humanos, que amenaza a destruir todo sobre la tierra. 

Y hay muchos indicadores de que será así.

En varios videos hemos dicho que los 4 jinetes del apocalipsis ya recorren el mundo produciendo estragos.

Y el primero que salió fue el jinete del caballo blanco, que se hace pasar por Jesucristo y sale para vencer al mundo.

Es el jinete que difunde falsas ideologías que llevan a la apostasía, o sea a la pérdida de fe en Jesucristo, al desvanecimiento de la verdad.

Y que produce un endurecimiento del corazón a los mandamientos del Señor, produciendo una inmoralidad que poco a poco hemos visto sumir a la tierra en las tinieblas.

Nuestra Señora le contó al Padre Gobbi que el primer signo del Fin de los Tiempos es la difusión de los errores que llevan a la pérdida de la fe y a la apostasía.

Y le acotó,

«Estos errores son propagados por falsos maestros, y por célebres teólogos que ya no enseñan la Verdad del Evangelio, sino perniciosas herejías, basadas en razonamientos errados y humanos».

O sea que Nuestra Señora se enfoca en la apostasía dentro de los encargados de predicar la fe.

Estos errores son difíciles de detectar, especialmente para quienes no tienen una formación teológica sólida.

Porque como bien dice el padre Horacio Bojorge, la apostasía se disfraza haciéndose pasar por fe y piedad.

Sólo Dios puede descubrir esta impostura debajo de la apariencia de un discurso de fe.

Ese velo que disfraza la apostasía, será levantado únicamente por el Señor, cuando venga el Aviso a la humanidad.

Y lo que justifica esta intervención es que hoy la apostasía se ha generalizado en nuestra cultura y ha penetrado fuertemente en la Iglesia.

El signo más palpable es la auto divinización de la humanidad, o sea que se pone al hombre en la posición de Dios.

Y es tan sutil que a muchos les impide ver que el amor que se predica por el prójimo, es parte de esa divinización de lo humano, cuando no está intermediado por los mandamientos de Dios.

Así por ejemplo, se habla de amor al prójimo justificando a una mujer que quiere interrumpir el embarazo, porque si no tendría dificultades en terminar su carrera.

O la separación de un matrimonio católico en pos de la autorrealización y encontrar la felicidad de sus miembros.   

En algunas homilías que se oyen, se expresa hablando solamente del amor al prójimo, pero desvinculado de los mandamientos de Dios, o sea del amor al propio Dios.  

Por eso podemos oír «ama a tu hermano porque al final seremos juzgados en el amor», pero en el mismo discurso se dice que no debemos ser rígidos con los preceptos bíblicos.

Y el resultado por ejemplo es que se legitime que notorios políticos en EE.UU., tomen la comunión aún en pecado mortal, porque promueven sistemáticamente acciones que violan los mandamientos.

Hacer lo que hacen estos políticos es apostasía, pero lo es también darles la comunión bajo el criterio de que no se le debe negar la comunión a nadie, porque difunde un poderoso mensaje a los fieles, de que la Iglesia ve aceptable violar los mandamientos de Dios.

Esta cultura de la apostasía, no es reconocible hasta que Dios provoque su desenmascaramiento, aún dentro de la Iglesia.

Porque se disfraza como «ángel de luz» para mantenerse oculta, con el atuendo del humanismo y el amor al prójimo.

Esa inconducta se reconoce porque no busca la santidad real de las personas, sino justificar los apetitos humanos.

Y su capacidad de engaño, es tan grande, que sería capaz de embaucar a los elegidos, si no fuera por una particular intervención divina, como dice San Pablo.

Por lo tanto asistimos a una generalización de la pérdida de fe y la Iglesia ya no es el gran instrumento para su denuncia y corrección, porque allí también lamentablemente está cada vez más mezclada la paja con el trigo.

Por eso dice el teólogo Luis Eduardo López Padilla que estamos en la hora en que la conciencia del mundo será corregida.

Aún la de los creyentes, porque vivimos inmersos en un mundo poscristiano, que viene creando refinados métodos e instrumentos de inducir a la apostasía, en todos, sacerdotes, religiosos y laicos. 

Métodos intelectuales, filosofías, supersticiones, múltiples sucedáneos para apartar a las personas y a los pueblos, del Dios de la revelación cristiana.

Y sobre todo su capacidad de engaño es tanta, que es capaz de ofrecer al que se aparta del culto cristiano verdadero, o sea de la relación con Cristo y de la piedad y el amor cristianos, un certificado de autenticidad cristiana, por parte de sacerdotes que se desvían muchas veces sutilmente.

Por todo esto, el mundo y los integrantes de la Iglesia también tendrán una iluminación de conciencia por el propio Jesucristo.

Aún aquellos que hoy están en posición de maestros de la fe y la moral deberán pasar por esta corrección de la conciencia.

Y entonces quedará de manifiesto que Dios es el autor de la vida, y que sólo Él la da y la puede tomar.

Que no nos debemos avergonzar de lo que dijo Jesucristo a la humanidad, que no está pasado de moda ni es un corsé que impide la libertad.

Que no se ama realmente al prójimo si no se ama primero a Dios y a sus mandamientos.

Que debemos respetar el orden establecido por Dios para la naturaleza y la sociedad, por sobre los apetitos de la carne.

Cuando llegue el aviso cada uno pasará por esta revelación para corregir sus desviaciones.

Sucederá a hombres y mujeres, personas de todas las razas y religiones, laicos y sacerdotes.

Y será una gran prueba para la Iglesia fundada por Jesucristo, porque hoy muestra una gran confusión interna, fruto del despiadado ataque del maligno, que ha propiciado herejías y desviaciones muy evidentes.

Porque repetimos, la desviación más evidente ha sido predicar el amor como diferente a la ley de Dios y hasta en algunos casos opuesto a ella.

Lo cual ha propiciado la moral del permisivismo y la tolerancia.

Y a que se desvanezca el sentido del pecado, y con él, la necesidad de arrepentimiento y dolor por haber caído.

Nuestra Señora en sus apariciones ha denunciado las vidas no evangélicas de algunos sacerdotes y jerarquías.

Y lo ha hecho mucho antes de la explosión de los abusos sexuales, que debe ser la demostración más evidente de pérdida de fe, hasta niveles indecibles, de los sacerdotes que los cometieron.

Y también de los obispos que los encubrieron.

El verdadero católico, que sigue la verdadera enseñanza de Jesucristo, debe hablar de esto, no ocultarlo debajo de la alfombra, para que no vuelva a pasar.

Pedir perdón con todo el corazón, orar y hacer sacrificios por la dura tarea que le compete a los sacerdotes, ante el ataque maligno.

En resumen, estamos a las puertas del aviso para corregir la conciencia del mundo, que se ha desviado de los mandamientos de Dios de una manera sutil pero muy evidente.

Poniendo primero el amor al hombre antes que el amor a Dios, que es el que debe sustentar verdaderamente el amor al prójimo.

Si esto no sucede no hay posibilidad de re evangelizar al mundo ni de sanear a la Iglesia.

Por eso todos pasaremos por esa corrección y en esta época.

Pero especialmente los integrantes de la Iglesia que fundó Cristo pasarán por una dura prueba, porque ellos, o sea nosotros, deberemos ser recalibrados para ponernos en condición nuevamente de ser la luz que atraiga al mundo y lo convierta a la forma de vida que Jesucristo vino a traernos.

Bueno, hasta aquí lo que queríamos hablar sobre cómo se va a solucionar la pérdida de fe, o sea apostasía, que afecta al mundo y a la propia Iglesia.

Esta es una tarea de Dios no nuestra, nosotros no podemos hacer nada, sino rogar a Dios para que el aviso venga cuanto antes.  

Y me gustaría preguntarte si has notado la pérdida de fe de los católicos y los sacerdotes y en qué lo notas. 

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