Cómo Jesús le retribuyó a San Dimas haciéndolo el primer santo que subió al cielo.

Uno de los hechos más extraordinarios que sucedió el primer viernes santo, fue la promesa que Jesús le hizo a uno de los criminales que estaba crucificado a su lado, de que ese día estaría con Él en el Paraíso.

Porque Dimas, nombre por el que se conoce al delincuente crucificado a su derecha, tenía cientos de muertes en su haber, era un criminal muy notorio de su época.

Sin embargo, sin haber sido bautizado y con sólo pedirle unos minutos antes de la muerte, Jesús le otorga la vida eterna.

Una gracia por la que millones de personas trabajan arduamente, tratando de cumplir los duros mandamientos de Dios diariamente.

¿Cuál es el misterio que hay detrás de esta promesa de Jesús a Dimas?

Ahí hay toda una historia de fondo. Habían sucedido hechos previos que pocos conocen. Pero que la tradición relata.

Aquí hablaremos sobre qué cosas sucedieron en la historia de Jesús y Dimas, para que el Señor le otorgara rápidamente ir al cielo cuando Él ascendiera.

Y qué enseñanzas nos deja para nosotros, en particular para nuestros familiares que no se han convertido. 

La de Cristo crucificado es la imagen más popular y poderosa de la Iglesia Católica. 

Se ve en cada altar donde se celebra la misa y cuelga en un lugar destacado en cada parroquia.

Y también es muy poderosa la imagen de las tres cruces, la de Jesucristo en medio de los dos ladrones, a quienes la tradición conoce con los nombres de Dimas al buen ladrón y de Gestas al otro.

Y es poderosa porque incluye la realidad de los seres humanos en general, de aquellos que ven a Dios y se convierten, y de los otros que no lo ven y no se convierten.

Estos dos hombres fueron crucificados al mismo tiempo que Jesús, uno a su derecha, Dimas el buen ladrón, y otro a su izquierda.

Por eso las representaciones de la crucifixión de Jesús, a menudo muestran la cabeza de Nuestro Señor inclinada hacia Su derecha, mostrando Su aceptación hacia el buen ladrón. 

Según el evangelio de Marcos esta crucifixión es el cumplimiento de la profecía de Isaías 53: «Y fue contado entre los transgresores».

El evangelio de Lucas, capítulo 23, muestra el poderoso mensaje de la conversión de Dimas en la cruz.

Que luego evangelios apócrifos y visiones de místicos, dirán que tiene relación con sucesos transcurridos en la infancia de Jesús, como veremos.

Sucintamente mientras los dos ladrones colgaban allí sin nadie que llorara su muerte, vieron a un grupo llorando por Cristo crucificado. 

Y con rabia impotente, Gestas se volvió contra el Inocente y le dice a Jesús que si Él es Dios, que se salve a sí mismo.

Dimas le reprende y acusa de no temer a Dios y le dice que Jesús no ha hecho ningún mal.

Y entonces le pide a Jesús que se acuerde de él en Su reino. 

La gracia divina la que había quitado las escamas de los ojos, le inspiró a proclamar a Cristo y se atrevió a pedir entrar en Su Reino.

Y Jesús le responde afirmativamente, «hoy estarás conmigo en el paraíso».

¿Y que se sabe sobre este Dimas que mereció tal premio?

Dimas era un criminal notorio que eludió a Herodes durante años, hasta que fue atrapado y crucificado.

Cuenta la tradición que el padre de Dimas era un jefe de ladrones y se desconoce si Dimas alguna vez consideró una forma de vida diferente.

Pero al llegar a la edad adulta se volvió más infame que su padre.

Vivía en el desierto, se aprovechaba de cualquiera que tuviera la mala suerte de cruzarse en su camino y se le atribuyen miles de muertes.

Pero tuvo un cambio del corazón, que se produjo después de que Cristo se levantó dolorosamente sobre los clavos que lo traspasaban y le habló al Padre, «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen».

¿De dónde había recibido Dimas su iluminación? ¿Cuál fue el agente de esta gracia? 

Porque es poco probable que Dimas reconociera a Jesús como el mesías, porque no era judío. 

Varios autores dicen que Dimas era egipcio, por lo tanto pagano.

Pero San Vicente Ferrer afirma que la sombra del cuerpo de Cristo tocó a Dimas, y que esto efectuó su conversión.

Otros Padres de la Iglesia han especulado que las oraciones de la Virgen María perdonaron a Dimas por su bondad hacia la Sagrada Familia. 

Otros dicen que Cristo mismo pagó a Dimas, recordando la súplica del ladrón años atrás: «Si alguna vez llegara un momento en que deba anhelar Tu Misericordia, acuérdate de mí y no olvides lo que ha pasado este día».

¿Y qué había hecho Dimas antes para que la Santísima Virgen y el Señor quisieran retribuirle?

El Evangelio de la Santa Infancia de Jesús, un texto árabe de finales del siglo II, cuenta la huída de la Sagrada Familia a Egipto para escapar a Herodes, que estaba buscando al Niño Jesús para matarlo.

José decidió cruzar el desierto de noche porque estaba infestado de ladrones, pero aún así se toparon con la banda de Dimas y Gestas.

Los ladrones registraron a la Sagrada Familia con la esperanza de saquearla y algo en el Niño Jesús detuvo a Dimas en seco. 

No solo dejó de buscar el botín, sino que pidió a sus camaradas que hicieran lo mismo.

Pero Gestas no aceptó y entonces Dimas le propuso que le daba 40 dracmas si los dejaba ir.

Ante esta actitud, María le dijo al buen ladrón, «Dios te sostenga con su diestra, y te conceda la remisión de tus pecados»

Y el Niño Jesús, que se estima tendría 9 meses de edad, dijo a su madre: 

«Dentro de treinta años, madre mía, los judíos me crucificarán, y estos dos ladrones serán crucificados conmigo, y ese día, este hombre estará conmigo en el Paraíso».

Otros relatos añaden que el joven ladrón no sólo se abstuvo de saquear al Niño y a Su madre, sino que se conmovió tanto por su belleza, que les rogó que pasaran la noche con ellos. 

Él los atendió, y luego los protegió con una escolta armada hasta el final de su viaje.

Y el beato Jacopo de la Vorágine consigna que Dimas habría dicho a sus compañeros, «si Dios pudiera asumir nuestra naturaleza, yo debería creer que este Niño es Dios».

Mientras que la beata Ana Catalina Emmerich tuvo una visión de que la madre de Dimas, le concedió hospitalidad a la Sagrada Familia, mientras iban por el desierto. 

Y Dimas, que había sido un niño leproso, se limpió instantáneamente al sumergirlo en el agua que se usó para bañar al Niño Jesús. 

O sea que la caridad de la madre de Dimas fue recompensada con la curación de su hijo.

En el arte medieval, a menudo se representa a San Dimas acompañando a Jesús en el descenso a la morada de los muertos.

¿Y por qué es esto?

Según las escrituras Jesús bajó al Seol entre Viernes Santo y el Domingo de Resurrección, al lugar donde habían ido los justos tanto como los injustos.

Y también las Escrituras afirman que Jesús en realidad no ascendió al cielo hasta cuarenta días después de su resurrección, Hechos 1.

De modo que durante ese período Dimas estuvo en el purgatorio expiando sus pecados y habría ascendido con Jesús al cielo cuando éste lo hizo. 

Incluso varios Padres de la Iglesia creen que Dimas fue el primero de los santos en entrar al Cielo, canonizado por el mismo Jesucristo. 

Y algo que se suele plantear es ¿cómo Dimas fue llevado al cielo sin haber estado aparentemente bautizado?

Porque supondría que el bautismo no es necesario para la salvación. 

La respuesta es que la Iglesia Católica enseña que en los casos en que no hay bautismo de agua, puede haber un bautismo de deseo. 

Esto puede ocurrir en situaciones donde no hay oportunidad para el bautismo.

El catecismo además dice que los que buscan a Dios con corazón sincero y son movidos por la gracia, pueden también lograr la salvación eterna, porque es un don gratuito que entrega Dios, según su criterio.

Sin embargo, el bautismo y estar en gracia de Dios al momento de la muerte, es el único camino seguro para entrar en el Cielo, lo demás es el arbitrio del Señor.

Y la conversión del Buen Ladrón Dimas es un ejemplo de los pasos necesarios que hay que dar para llegar a la salvación para la vida eterna: conciencia del pecado personal, arrepentimiento del pecado, aceptación de Cristo y sus mandamientos, y de la promesa de salvación eterna.

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar, sobre el enigma de la promesa de Jesús a San Dimas, el buen ladrón crucificado a su derecha, que no le fue concedida a Gestas, el de la izquierda.

Y me gustaría preguntarte si crees que aunque una persona haya tenido una vida de pecado mortal y nunca se haya arrepentido, igual será salvado, si en el último minuto le pide a Dios la salvación.  

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