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A Nuestra Señora de Schoenstatt DEVOCIONES Y ORACIONES

Oraciones a la Madre, Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt

Todas las oraciones fueron escritas por el Padre José Kentenich, fundador del Movimiento Apostólico de Schoenstatt en el campo de concentración de Dachau.

 

 

 

 

 ORACIÓN

Querida Madre y Reina: Vengo a tu Santuario a buscar el silencio que afuera en el mundo lleno de ruidos, no es fácil encontrar.

En mi ambiente muchas veces se vive la intranquilidad y en mi familia no siempre se vive la alegría, por eso a veces la vida se me hace difícil.

Hoy junto a Ti, quiero encontrar la paz; quisiera silenciar mi corazón ya que muchas veces no puedo rezar porque mi alma no puede descansar en Ti.

Ahora no sé que decirte pues mi corazón está lleno de tantas cosas…deseo renovarme interiormente en tu presencia, aquí ante tu trono, ante tu Hijo vivo y presente en el Sagrario. Con mucha esperanza he venido a tu Santuario, quisiera quedarme aquí espiritualmente para siempre y recibir con el corazón abierto todo lo que tú me tienes preparado.

Madre, al mirar tu imagen, descubro que tu me miras como si hubieras estado esperándome. Yo sé que quieres ser mi madre; Cristo tu Hijo te dio esta gran misión desde la cruz cuando dijo a Juan: «He aquí a tu Madre». Y Tú me aceptas tal cual soy; con todo lo que me preocupa y alegra, con mis deseos y necesidades, con mis talentos y miserias y en tu corazón encuentro hogar, seguridad y paz.

Allí me siento cobijado. Madre, escribe mi nombre en tu corazón y no lo borres jamás; desde allí enséñame el arte de descubrir el amor Misericordioso del Padre en todas las circunstancias de mi vida. Edúcame para que siempre pueda dar un sí dispuesto a la voluntad de Dios. Transforma mi pequeño corazón, dame la fortaleza en el dolor, paciencia y valor en las adversidades de la vida y dame la gracia que me impulse a colaborar en la construcción del Reino de Dios en mi ambiente.

Por eso hoy me entrego a Ti:

Oh Señora mía. Oh Madre mía, yo me ofrezco todo a Ti y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día: mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón, en una palabra todo mi ser; ya que soy todo tuyo oh Madre de bondad, guárdame, defiéndeme y utilízame como instrumento y posesión tuya. Amén.

 

AGRADECIMIENTO

Gracias por todos tus regalos, gracias por la abundancia que hemos recibido y porque elegiste a Schoenstatt para que allí Cristo nazca de nuevo. Gracias porque desde allí quieres irradiar al mundo las glorias de nuestra Madre, inundando los corazones fríos con torrentes de amor.

 

PODER EN BLANCO

Usa de nosotros según tu voluntad, haz que por Schoenstatt vuelvan a llenarse los amplios atrios de la Santa Iglesia y que alabanzas circunden tu trono. Si deseas, puedes dedicarnos al trabajo, puedes mandarnos cruz, penas, dificultades. En el éxito o en el fracaso, anunciaremos siempre tu amor.

 

INSCRIPTIO

Padre, hágase en cada instante lo que para nosotros tienes previsto. Guíanos según tus sabios planes y se cumplirá nuestro único anhelo. El ideal para el cual tu amor nos creó, esté presente ante nuestros ojos y plasme íntegra nuestra vida, por él lucharemos con todas las fuerzas. Haznos arder como antorchas, marchar con alegría hacia los pueblos y combatiendo como testigos de la redención, guiarlos jubilosamente hacia la Trinidad.

 

CONFIANZA

Cuando consideramos nuestras propias fuerzas, decaen la esperanza y la confianza. Madre, a ti extendemos las manos e imploramos abundantes dones de tu amor. Aún en tormentas y en peligros, guardarás fidelidad perenne a la Alianza que sellaste con nosotros y que con tantas gracias bendijiste. Tú nos enviarás las vocaciones que se consagren al servicio de tu Reino; nos darás trabajo y copiosas bendiciones y a nuestra impotencia unirás tu inmenso poder.

 

OFRECIMIENTO

Cuanto llevo conmigo, lo que soporto, lo que hablo y lo que arriesgo, lo que siento y lo que amo, los méritos que obtengo, lo que voy guiando y luchando, lo que me hace sufrir y lo que me alegra; cuanto soy y cuanto tengo, te lo entrego como regalo de amor para la fuente de gracias, que desde el Santuario brota cristalina, para penetrar el alma de quienes en Schoenstatt han puesto su corazón; para conducir bondadosamente hasta allí, a los que, por misericordia, quieras escoger y para que fructifiquen las obras que consagramos a la Trinidad.

 

CONSAGRACION NOCTURNA

Tras el peso y el afán del día, junto a ti que nos guiaste y que nos escogiste como instrumento, Padre, buscamos el reposo.

 

AGRADECIMIENTO

Alabanza y gratitud a Ti, compañero de esta jornada. A Ti que realizaste con nosotros lo que te alegra y regocija. Con nuestras manos, fuiste agregándole a Schoenstatt piedra tras piedra, a esta Obra que escogió tu bondad para llevar salvación al mundo entero. Porque nos confiaste tu Obra a nosotros como, Esposa del Señor. María, la madre fiel que nunca nos deja solos, con fuerza nos tuvo en su mano. Todas las bendiciones de este día fluyeron desde el altar; como un inmenso mar de gracias majestuosamente nos mantuvieron y nos llevaron. Cuando una y otra vez, se nos manifestó el Señor en los hombres, tu amor nos saludó y puso dulzura en nuestras vidas. Solicitando nuestra compañía, por el dolor humano nos llamó una y otra vez; para asemejarnos a El , a menudo nos trajo la cruz. Lo que alegró tu mirada, retorne, Padre, a la fuente de gracias que brota desde nuestro Santuario para honra tuya del Hijo y del Espíritu Santo.

 

ARREPENTIMIENTO

Padre, por la expiación de su sangre preciosa, Jesús nos reconcilia con tu corazón entristecido por cuanto hicimos sin el debido amor. Considera a María como abogada nuestra y escucha su petición maternal; recibe con benignidad sus méritos y míranos paternalmente. Muchas veces cuando el mundo nos sedujo, nuestros corazones se endurecieron. A menudo no estábamos vigilando cuando nos expresaste tus deseos. Muchas reservas ocultas nos cansaron y enfriaron, muchas malas pasiones menguaron la fuerza del amor. A menudo las acciones con que te irritamos, destruyeron con hechos lo que, con palabras, habíamos predicado y anunciado. A menudo malgastamos el tiempo y dejamos pasar oportunidades. Las faltas de omisión, que nos privaron de tu benevolencia, Padre, nos oprimen pesadamente. Para pena tuya se oscureció nuestro gran ideal y la batalla del día fue débil porque nos faltó espíritu y acción (Examen de conciencia).

 

PETICION

Danos reposo en tu protección; sé para nosotros escudo y defensa potente en contra de los instintos y de los sentimientos y de las argucias del demonio. Con el amor que de ti nace, colma mi alma hasta lo hondo; así viva únicamente para la Obra que alza al mundo hacia ti. Que mañana nos levantemos sanos y renovados a la hora señalada, para consagrarte con generosa servicialidad nuestra fuerza y nuestro tiempo. Inscríbenos en tu corazón, Madre y llévanos contigo hacia el cielo. La Alianza que sellamos en una hora de consagración, la renovamos ahora con fidelidad.

 

RECIBE, SEÑOR…

Por manos de mi madre, recibe, Señor, la donación total de mi libertad soberana; toma mi memoria, los sentidos, la inteligencia; recíbelo todo como signo de amor. Toma el corazón entero y toda la voluntad y de este modo se sacie en mí el auténtico amor, realizando mi mayor felicidad, cuanto me diste lo devuelvo a ti sin ninguna reserva. Sobre todo esto dispón siempre a tu gusto, sólo una cosa te pido: ¡que te ame, Señor! Haz que cercano o lejano me sepa amado por ti como la cara pupila de tus propios ojos. Concédeme las gracias que me impulsen con vigor hacia aquello que no me atrevo a emprender; dame participar en la fecundidad que tu amor otorga a tu Esposa. Hazme ser fecundo para la tierra de Schoenstatt: mi vida sea una palabra, un Sí creador para cuanto bondadosamente has planeado con el Santuario de Schoenstatt para la salvación de las almas. Sólo entonces me considero dichoso, pleno, y nunca se me podrá dar una felicidad mayor; ya nada hay que continúe anhelando; lo que tú dispongas es mi querer y mi bien. Mi Señor y mi Dios, toma todo lo que me ata, cuanto disminuye mi fuerte amor por ti; dame todo lo que acreciente el amor por ti y si estorba el amor, quítame mi propio yo. Amén.

 

ORACION DEL PASTOR

Madre Tres Veces Admirable, Señora de Schoenstatt, mira a los míos a quienes te encomiendo. Cuando tengo que verlos librar solitarios el combate, sólo confiando en ti puedo continuar el camino. Ordena a las furiosas tempestades de los tiempos que no se ciernan con indomable rigor; aniquila el poder y el engaño del demonio, quita de los míos la maldición del pecado. Acalla en ellos los instintos malos y enfermos, que todo su ser se incline ante Dios; a El pertenezcan sus ardientes corazones y le consagren fielmente su sacrificado amor. Que con fuerza aparten de sí todo amor que insidiosamente quiera arrancarlos de tu lado, que pretenda empañar el resplandor de su pureza y marchitar sus coronas de vírgenes. Han sellado una alianza contigo: se conserve firme como fundida en metal: entonces los sé bajo un seguro y fiel amparo y no temo la furia salvaje del diluvio… Victoriosamente, conducirás a todos hacia el hogar, al Padre, para que entonen cánticos al Cordero. Creo firmemente que nunca perecerá quien permanece fiel a su alianza de amor. En ellos quieres bendecir la obra de Schoenstatt y anunciar a todos los que la conozcan, que tú la escogiste como instrumento tuyo y que la conduces a la altura de la Inscriptio. Por esto, a cuantos me son queridos los vuelvo a inscribir en tu corazón a sangre y fuego y recorro sin angustia el camino de la vida que la sabiduría del Padre ha previsto. Si quiere El escoger mi vida como prenda de rescate, la pongo alegremente a su disposición, para que con ello concedas estar eternamente junto a la Trinidad a quienes se consagren a ti y a la obra de Schoenstatt. Amén.

 

EN GRANDES DIFICULTADES

Cuando padecía grandes dificultades y amargos dolores, a pesar de mis faltas y culpas, con benevolencia escuchaste mi oración, mi súplica filial. En momentos de dolor y preocupación, cuando acechaban los hombres y el fuego se elevaba, me cobijaste con tu poder bondadoso y vigilante. En años tormentosos llenos de peligros, a todos los míos que se unen a tí, inconmovible los guardaste con solícita fidelidad. Recibe mi agradecimiento; por ello quiero proclamar tus alabanzas en cada instante sencilla y servicialmente a todos los hombres. Y lleno de confianza sólo procuraré cumplir fielmente la voluntad del Padre, aunque irrumpan las pruebas del fin de los tiempos. El me guiará a través de las oscuridades y pese a todas las confusiones que se presenten, me conducirá, Madre, de tu mano, hacia el hogar, la casa paterna. Para después de todo llanto, unirme allí con los que amo y que fueron fieles y juntos contemplar al Cordero, estar en la presencia de Dios. Amén.

 

TE ALABO, MADRE

Madre, te alabo filialmente por los obsequios que me han enviado fieles corazones; fuiste tú quien con tu propia bondad les impulsaste a cubrir con abundantes provisiones la mesa de los míos. Agradecido devuelvo los dones de amor a tus benignas manos de madre, y de corazón te pido: indícame la forma como el reparto te honre y te alegre. Medianera de los dones y de las gracias, acércate, sean tú y el Señor los invitados, ata estrechamente el vínculo familiar entre corazón y corazón, entre país y país. Serviremos con desprendimiento tu obra con el corazón fuerte y el rostro alegre, confiando a ti durante nuestro peregrinar el cuidado por la salud y el sustento. Fue eso lo que Jesús nos aconsejara: con palabras y con hechos busquen primero el reino de Dios, lo demás se los dará el Padre por añadidura y no dejen de importunarlo con peticiones filiales. Enséñanos a que estos dones nos lleven hacia lo alto y a que nos inclinemos reverentes ante el Amor, que cada día nos abre más y más su inagotable mar de misericordias. Implora copiosas bendiciones de Dios para todos los que se afanan por nuestro bien; otórgales en el duro camino de la vida con abundancia tu amor y tu gracia. Amén.

 

CANTICO DEL INSTRUMENTO

Madre Tres Veces Admirable, consérvanos siempre como instrumento tuyo; haz que con amor y todos los días nos pongamos a tu servicio. Según los deseos de Dios, usa de nosotros enteramente para tu Reino de Schoenstatt. Toma el corazón y la voluntad, te pertenecen por completo; ciegamente quieren doblegarse a tus indicaciones y a tu palabra. Ser total posesión tuya es, para el instrumento, su honra y su gloria. Está pronto a servir sin reservas a tu obra de Schoenstatt. Mándanos sufrimientos, guíanos a la lucha, danos ganar la victoria plena. Contra las argucias y la saña del demonio, danos luz, templa nuestro espíritu. Aseméjanos a ti y haznos caminar por la vida como tú lo hiciste: fuerte, digna, sencilla y bondadosa, repartiendo amor, paz y alegría. En nosotros recorre nuestro tiempo, preparándolo para Cristo Jesús. Aunque nos amenacen el mundo y el demonio o tempestades se ciernan sobre nosotros, tú vences todos los peligros y nos concedes tu inmenso poder. Tu corazón, puerta del cielo es siempre nuestro seguro amparo. Nunca pereceremos si somos fiel instrumento tuyo; nos ayudas en todo instante para que demos abundantes frutos. Con alegría caminemos de tu mano hacia el eterno Schoenstatt.

 

ORACION DE AGRADECIMIENTO

Por todo, Madre, por todo te agradezco de corazón y te ofrezco mi amor más íntimo; ¿que hubiese sido de nosotros sin ti, sin tu cuidado solícito y maternal? Gracias, porque nos salvaste en las grandes dificultades y porque con amor fiel nos encadenaste a ti. Te agradezco y quiero darte gracias eternamente y consagrarme a tí sin reservas. Amén.

 

CONFIANZA

Confío en tu bondad y en tu poder, en ellos espero filialmente. Madre Admirable en ti y en tu Hijo, en cada circunstancia, creo y confío ciegamente. Amén.

 

CANTICO DE GRATITUD

¡Cayeron las cadenas! Resuene en las voces de todos un cántico jubiloso de agradecimiento, que se eleve desde los santos atrios de Schoenstatt hacia lo alto. En el dificil camino de peregrinación, Dios se ha demostrado ante nuestra comunidad en su grandeza y sabiduría para gloria y alabanzas suyas. Cuanto el poder y la astucia de Satanás idearon como infortunio, lo transformó la mirada del Padre en nuestra suprema felicidad. Aquello que era terreno en el pensar o demasiado humano en la entrega, quiso Dios orientarlo hacia las alturas y sumergirlo enteramente en su corazón. Así formamos hoy una estrecha unidad fundidos en el amor de Dios y luchamos sin fatigarnos en contra de los engendros de Satanás, a fin de que nazcan hombres nuevos que siendo aquí en la tierra libres y fuertes se comporten como Cristo en las alegrías y dificultades y que sólo con Cristo entrelacen el afán de sus corazones, así como durante su vida se entregó María, la Madre y Esposa. En agradecimiento, nuestras almas escojan al Cordero de Dios, para desposarnos con El por la eternidad y ser contados entre los que permanezcan fieles. Y ahora cuando nos amenaza un súbito derrumbe ¿quieres Señor, morir nuevamente, buscas también con estos requerimientos de amor a herederos de tu santa transfiguración? Si es así, mira a la grey de los que son tuyos, a la porción de los pequeños y de los puros y por misericordia únelos a ti para aparecerte nuevamente al mundo. En ellos tú puedes sufrir, luchar, apacentar y a través suyo prepararte de nuevo las alegrías de la resurrección. A través suyo construye la ciudad celestial hacia la cual todo mire con entera confianza. Hasta los confines del mundo puedes enviar a quienes hoy se te consagran para completar tu reino en la tierra. María, recibe la ofrenda en tus fieles manos de madre y así hasta nuestro paso a la vida futura no cese este cántico de gratitud. Amén.

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A Nuestra Señora de Schoenstatt DEVOCIONES Y ORACIONES

Novena a la Madre, Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt

La devoción a la Madre, Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt tiene su inicio en el Santuario original que está en Schoenstatt (que significa «lugar hermoso»), en un barrio del pueblo de Vallendar, próximo a Coblenza, a orillas del río Rhin en Alemania.

Su fundador fue el Padre José Kentenich el 18 de octubre de 1914. Su nombre deriva del lugar donde surgió, el «Santuario Original», una modesta capilla consagrada a la Santísima Virgen.

Su fiesta es el 18 de octubre. Puede verse la historia en NUESTRA SEÑORA DE SCHOENSTATT, ALEMANIA ( 18 DE OCTUBRE)

ORACIÓN INICIAL (PARA DECIRSE CADA DÍA DE LA NOVENA)

Querida Madre, Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt; vengo a Ti con ilimitada confianza a implorar tu ayuda para obtener de Dios lo que humildemente pido.

Tu Hijo Divino te entregó a mi como Madre. Sus palabras “He ahí a tu Madre” me las dijo a mi también, y a Ti te dijo “He ahí a tu hijo”, (Jn. 19, 26-27), una unión eterna. ¡Heme aquí pues arrodillado a tus pies! ¡Que consuelo tenerte como Madre! Por lo tanto acudo a Ti en mi angustia. Te ruego Madre Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt, pues ninguno de tus hijos que han acudido a Ti ha quedado sin protección o ayuda. Tú misma has llevado a cuestas grandes penas. Como Madre Dolorosa permaneciste al pie de la Cruz. Ahora que vengo a Ti con mi dolor, ¿Despreciarías esta humilde y angustiosa súplica? ¡No, Nunca! Tú eres la Salud de los enfermos, el Consuelo de los afligidos, el Auxilio de los cristianos. Lo que me llena de consuelo especial es el hecho de que Tu eres «Madre, Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt», una advocación que quiere decir simplemente que eres mi Dulcísima Madre en todo momento y lugar.

Te suplico que obtengas para mi de tu Misericordioso Hijo, la respuesta a mi plegaria (…), y yo repetiré tu “Magnificat” (Lc 1, 46-55) y pregonaré la Misericordia de Nuestro Señor por toda la eternidad. Amén.

DIOS SALUDA A MARÍA SANTÍSIMA. PRIMER DÍA

“El ángel del Señor anuncio a María y Ella concibió del Espíritu Santo” (Lucas 1, 28-38)

A través de los siglos, las campanas de todas nuestras iglesias y capillas han proclamado en voz alta este misterio. Tres Veces al día nos quiere recordar el principio de nuestra redención.

Meditemos por un momento en la Anunciación. ¡Cuanta Luz ha de haber rodeado a la Santísima Virgen María! ¡Qué gran misterio confío el Señor a su Cuidado! ¡La Venida del Mesías se acercaba y aquella humilde doncella llegaría a ser su Madre! ¡Qué profunda emoción debe haber embargado a María cuando oyó lo increíble: que el Hijo de Dios quería hacerse uno de nosotros!

Preguntémonos sin embargo, si acaso este hecho trajo alegría y felicidad tan sólo a la Virgen María. Claro que no, pues bien sabemos, la hora aguardada por tan largo tiempo traía consigo una profecía de mucho sufrimiento. Seguramente que en el momento de la Anunciación, la Virgen Santísima no conocía a detalle todos los acontecimientos que se disponía a aceptar. Por otro lado, Ella estaba familiarizada con las Escrituras. Especialmente los pasajes referentes al Mesías quien, a un precio de extremadamente dolorosos sufrimientos, quería redimir a un mundo tan profundamente sumergido en la culpa y el pecado. Entonces, ¿No tendría también su Santísima Madre que prepararse para un mar de sufrimientos?
“El Ángel del Señor anunció a María” (Lc. 1,28) Dios saluda a María Santísima.

¿Dios nunca te ha enviado un ángel que te salude y te traiga un mensaje? Entonces, ¿Quién te trae sus mensajes? Tal vez sea el cartero quién trae noticias que pueden destruir todos tus sueños y tu felicidad. Noticias de que algunos de tus semejantes te calumnian y manchan tu honor, noticias de que has perdido tu casa y todas tus posesiones o de que tus acreedores te amenazan con una demanda. Tal vez te han llegado noticias del fallecimiento o la gravedad de algún ser querido o esperas con ansia saber con sigue el enfermo. Tal vez los problemas que te hacen la vida pesada no sólo son exteriores sino también interiores.

¡Ah no digas que Dios nunca te manda un mensajero o un mensaje! ¡Calla! Arrodíllate silenciosamente frente al Señor tu Dios como la Virgen María se arrodilló ante el ángel, y reflexiona.

Para aquellos que aman a Dios, nada es imposible. ¿Acaso tu cruz, cualquiera que ésta sea, no es un saludo del Padre celestial para ti, su hijo? ¿No es esto como si un ángel mensajero se parara delante de ti? Tal como sucedió a la Virgen María, Él espera también tu consentimiento.

Tu sufrimiento tiene un profundo significado. Desde que Cristo murió en el Gólgota, Él permite que aquellas personas a quienes Él Ama participen en su muerte, para que así mismo se hagan participes de su gloria. Junto con Cristo debemos sufrir por nuestra propia redención y al de los demás.

Inclina tu cabeza, pues, bajo la mano de Dios, y cree ciegamente que es Dios quien te saluda en tu dolor, que es un mensaje del Cielo. Cree firmemente que ahora, más que nunca, no estás abandonado de Dios, y confía implícitamente que Él te escuchará a través de la intercesión de María Santísima, Madre Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt.

Oración. Madre Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt, puesto que Tú has caminado siempre en la obediencia de la fe, sometida en todo momento a la Voluntad del Todopoderoso, ayúdame en mi cruz y mi calvario, a encontrar el Amor de mi Padre Celestial. Intercede por mi para que Dios me escuche y, si mi súplica tiene cabida en su plan divino, concédeme lo que te pido (…) . Amen.

Ejercicio. Pon atención cuidadosa a todo lo que pasa a tu alrededor y tómalo como un saludo de Dios.

RESPUESTA DE MARÍA SANTÍSIMA AL MENSAJERO DE DIOS. SEGUNDO DÍA

«He aquí la sierva del señor, hágase en mi según su palabra» (Lc. 1, 37,38)

¿Acaso fue fácil para María dar esa respuesta? ¿O acaso respondió precipitadamente casualmente y sin reflexionar como nosotros lo sabemos hacer cuando rezamos el Ángelus?.

María indudablemente estaba atemorizada ante lo que vio y oyó; atemorizada seguramente ante la tarea sin precedente que Dios le asignaba puesto que Ella solo deseaba permanecer Virgen y ahora eso sería diferente . Pero no había mucho tiempo para reflexionar. La decisión tenia que ser tomada de inmediato. El Ángel permaneció ahí aguardando la respuesta que determinaría los futuros planes divinos. Era la respuesta de la que dependía la redención de todo el mundo. María nunca se revistió de falsa humildad pretendiendo no poder hacerlo. Nunca luchó con el Ángel como lo hizo Moisés cuando el Señor le ordenó ir ante el faraón y realizar actos milagrosos para que éste le permitiera partir a los hijos de Israel. La respuesta titubeante de Moisés fue: “Yo no puedo, soy torpe para expresarme, permite que Aarón hable por mi” (Ex. 4,10)

María Santísima actuó de otra manera cuando el Ángel le revelo que Ella podía llegar a ser Madre de Dios sin perder su virginidad, María no titubeó ni por un momento. Con una simplicidad de niño y depositando toda su confianza, pronuncio estas palabras: «He aquí la sierva del señor, hágase en mi según su palabra» (Lc 1, 37,38)

Ahora dime, ¿Cuál es tu respuesta al dolor que te agobia? ¿Cómo vas a contestar al mensaje de tu Padre Celestial? Seguramente estarás pensando ¿Cómo voy a poder contestar a las injusticias, a perder mi honor, mi hogar y mis posesiones? ¿Acaso hay quien pueda aceptar fácilmente la perdida de sus seres queridos, o el tormento de alguna enfermedad que amenaza su propia existencia?

¡Piénsalo detenidamente! Tu dolor por profundo que sea lo permite el Amor de Dios, y por lo tanto su Mirada está continuamente puesta en ti. Él tan sólo te desea el bien. Quiere que te acerques a Él ¡Esto lo debes de creer con todo tu corazón!

Aún cuando Él permite que vivas en una debilidad moral, seria y humillante, lo hace para tu beneficio. Recuerda que como dijo San Pablo “Para quienes aman a Dios, todas las cosas cooperan para su bien” (Rom 8,28) . Todo lo que necesitas es admitir con humildad tu miseria y elevar incesantemente tu corazón con tus plegarías a Él. Ofrécele toda tu voluntad y has el propósito de aceptar cuando menos el día de hoy esa cruz que cae tan pesadamente sobre tus hombros.

Cuando todo parezca sin sentido o sin razón repite con humildad junto a María: «He aquí la sierva del señor, hágase en mi según su palabra» (Lc 1, 37,38) . ¡Si Padre Celestial, hágase siempre tu Voluntad ya sea que me traiga pena, dolor o alegría!

Oración. Madre Santísima, Reina Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt, obtén para mi la gracia de pronunciar un sincero, humilde y resignado ¡Si! de corazón en mi gran sufrimiento. Amen.

Ejercicio. Confía en el Señor como tu Madre Celestial te enseña. Cuanto más confíes en el Señor, Él Será más bondadoso contigo. Hoy pronuncia un resignado ¡Si! a todo acontecimiento imprevisto que suceda.

EL ESPÍRITU SANTO ALABA A MARÍA SANTÍSIMA A TRAVÉS DE ISABEL. TERCER DÍA

«Bendita seas Tú por que has creído»

En el primer día de esta Novena aceptaste tu sufrimiento como un mensaje de Dios, en el segundo día trataste de someterte a Dios, tu Padre Celestial, como un niño. Con María, la Bienaventurada Madre de Dios, le has dado tu sí, con la ciega confianza de que la Voluntad de tu Padre ha planteado nada menos que lo mejor para ti, aún cuando Él permita penas amargas.

Hoy presenciamos el encuentro entre María Santísima y su prima Isabel. Nos maravillamos ante las palabras del Espíritu Santo que pronunció Isabel: “¿Y cómo es que he merecido que la Madre de mi Dios venga a mi?” “Bendita eres Tu que has creído” (Lc.1- 43)

¿Qué fue lo que creyó María? Creyó en el poder supremo de Dios y nunca dudó que para lograr sus planes Dios puede, incluso, romper las leyes de la naturaleza. Realmente Él había hecho cosas grandes e incomprensibles en María. Ella podía cargar al Hijo de Dios bajo su corazón y llegar a ser Madre sin perder su virginidad.

Recuerda que estas palabras del Espíritu Santo, en labios de Isabel, fueron pronunciadas también para ti. Sí, como María tu también puedes creer. El Buen Dios es Todopoderoso, y está listo, a petición de María, a ayudarte también, si es para tu salvación, aun si se requiere de un milagro. ¿Acaso no es Ella la Estrella de esperanza?

Que María sea tu Madre es un hecho maravilloso. Su más hermoso privilegio de Madre consiste en obtener de Dios favores para ti. “La Virgen María ha hecho el Milagro”, ha sido escrito miles de veces en los Santuarios y Basílicas de nuestra Santísima Madre, la “Salud de los enfermos” , el “Consuelo de los afligidos” la “Abogada de los cristianos”. Todos los Santuarios de la Madre de Dios son testimonio de su maravilloso y grande amor maternal.

¿Acaso no son testimonio viviente de su poder? María puede, desea hacerlo y obtendrá milagros para ti. El número de milagros obtenidos por su intercesión es incalculable. El mismo Cristo nos exhorta a creer fuerte y firmemente en el Poder de Dios y en su ayuda milagrosa cuando nos dice “Tengan fe en Dios. Yo les digo que cualquiera que diga a esa montaña: Levántate y arrójate al mar, sin dudar y creyendo firmemente en lo que dijo, lo conseguirá. Por lo tanto, Yo les digo que todo lo que pidieran en la oración, crean y lo recibirán” (Mc 11, 22,25)

Bendito eres si tienes fe que Dios, por intercesión de María te concederá lo que pidas, siempre que sea para tu bien, o te dará fuerzas para cargar tu cruz si acaso Dios, en su Misericordia infinita, decide que no es para tu bien y no te lo concede.

Oración. Madre Admirable, en tu poder y en tu bondad fundo mi vida. En ellos espero confiado como niño. Madre Admirable, en tu Hijo y en Ti en toda circunstancia creo y confío ciegamente.

Ejercicio: Practica la confianza de un niño todo el día

RESPUESTA JUBILOSA DE MARÍA SANTÍSIMA EN EL MAGNIFICAT. CUARTO DÍA

“Mi alma engrandece al Señor y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador” (Lc 1, 46-47)

¿Qué tiene que ver el himno de alabanza de María con tu Novena y el grito suplicante de tu corazón en busca de un respuesta a tu gran súplica? Ciertamente tú te entregarás en un fervoroso Magnificat tan pronto obtengas lo que has pedido, pero, ¿ahora? Es mucho pedir, ¿así piensas?.

Con el corazón lleno de alegría María proclamó las grandes Obras de Dios. Ella no pensaba que era la predilecta de Dios. Su alegría se desbordaba al mundo entero, cuya redención había llegado. “Por generaciones y generaciones es su Misericordia … Él ha exaltado a los humildes…ha saciado a los hambrientos con buenas cosas” (Lc 1, 50).

También en la vida práctica, María revela en su totalidad una actitud de sensibilidad para ayudar a los necesitados.

Tan pronto como el milagro de milagros sucedió y el Hijo de Dios se hizo hombre en su Vientre, Ella no permaneció recluida para adorar al Dios de su Corazón, al niño de su Vientre, sino que rápidamente se fue a casa de Isabel, donde puso manos a la obra.

¡En que forma tan humana se reveló la Santísima Virgen! Fue allí, al servicio de otra persona, que cantó su glorioso Magnificat.

Tú te acercas ahora con una gran súplica. Tal vez estés decepcionado de Dios y de los hombres, o te encuentras atormentado por un profundo conflicto interno. O tal vez haya muchos obstáculos frente a ti. ¿Cómo vas a tener tiempo de preocuparte por alguien más? Tienes bastantes problemas propios, demasiadas preocupaciones. Nadie se va a ocupar de resolver tus problemas. ¿No es ésta tu manera de pensar? Tal vez en ocasiones te has indignado, entristecido, o has envidiado la buena fortuna de otros.

Tal vez la Santísima Virgen te pueda dar alguna enseñanza en su Magnificat ¿Acaso no te habla de servir y ayudar desinteresadamente? ¿Porqué no tratar, a pesar de tus propias penas y preocupaciones, de llevar un poquito de felicidad a otros y de ser verdaderamente amable y caritativo con la mirada, con las palabras y con hechos? Ruega por otros. Haciendo esto hallarás profunda felicidad en medio de tu sufrimiento tal como lo ha escrito San Pablo: “Yo reboso de alegría en mis tribulaciones” (II Cor. 4,7)

Oración. Madre Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt, tu has cantado tu Magnificat por que el Señor te eligió como Madre, y por que por medio de tu maternidad te convertiste en sierva de todos. Obtén para mí la gracia de cargar mi sufrimiento con alegría y de servir siempre a otros con la esperanza de que Dios me conceda mi petición a través de tu poderosa intercesión, Oh Madre Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt. Amén.

Ejercicio. Trata de ser alegre y amigable en tu trabajo hoy. Usa todas las oportunidades para servir a otros.

LA PREGUNTA DE MARÍA SANTÍSIMA A JESÚS. QUINTO DÍA

«Hijo Mío, ¿Por qué nos has hecho esto?…» (Lc 2, 48)

Tu llevas a cuesta una carga pesada. Apenas ayer, a pesar de todas tus preocupaciones, hiciste un gran esfuerzo para ser alegre y agradable. Tal vez trabajaste para otro hasta estar rendido. Ahora vuelves a ser el mismo con tu problemas. Hay algo muy dentro de ti que quisiera levantarse y exigir una respuesta a la eterna pregunta ¿Por qué?

Eso simplemente es humano, pero no debes amargarte tu vida. Además debe servirte de consuelo el saber que la misma Virgen María tuvo la misma duda: “¿Por qué nos has hecho esto?” (Lc 2, 48) Dime ¿Hay alguna cosa que pueda hacernos sentir más cercano a María, de esta manifestación humana de preocupación Maternal, o en todo caso, todos los incomprensibles hechos de su vida, aún al pie de la Cruz? Calladamente Ella estuvo al pie sin quejarse.

Ahora tu te preguntas ¿Por qué todo el terribles sufrimiento, las decepciones, el dolor? ¿Hay algún propósito en todo esto? . Hay Un verso que dice: «Cuando el dolor y el sufrimiento tus compañero son, el Padre Celestial te está diciendo: “Ven acércate a mi Corazón”

Es que el Amor de Dios hacia a ti es aún mayor ahora que ha permitido que sufras. Por medio de ese dolor ha querido purificarte, apartarte de las cosas mundanas y acercarte a Él. Se que has de decir: “Dios me esta castigando”, y has de creer que ya no está de tu lado. Sin embargo Él te ama, especialmente cuando sufres pacientemente, porque entonces es como si cargaras su propia Cruz.

Sin embargo, deberás aceptar tu sufrimiento con verdadero espíritu de penitencia, pues cada uno de nosotros tienen muchas razones para pagar por los pecados propios y por los de los demás. Por medio del sufrimiento y del dolor puedes borrar, aquí en la tierra parte del castigo temporal que te espera por tus pecados. Esto también es prueba del Amor de Dios. Por lo tanto, el sufrimiento y el dolor se convierten en peldaños de la escalera de tu salvación y santificación.

Pero hay aún un significado más profundo en tu dolor. El dolor, cuando se sufre resignadamente, amolda tu alma a la imagen y semejanza de tu Salvador Crucificado. Amando a Jesús, como seguramente tu lo haces, ¿No quisieras asemejarte un poquito más a Él?

Recuerda que a través del dolor y las penalidades de esta vida tienes una maravillosa oportunidad para adquirir preciados méritos para la eternidad. Algún día, a la hora de morir, te regocijarás por las ocasiones en que como el oro fuiste purificado con el fuego del sufrimiento, y por los momentos en que, como Cristo, caíste al suelo bajo el peso de la cruz. Los momentos de placer y de prosperidad no te darán ningún consuelo en este momento. Pero bendito eres tres veces, si has soportado las pruebas que la vida te ha puesto, en unión con Dios.

Tu sufrimiento también te ofrece la oportunidad de ser un apóstol y ayudar en la salvación de muchas almas. Podríamos decir que la Madre Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt te sale al encuentro y te dice: “Dame todos tus sacrificios, dolores, y penas para poder ofrecérselos a Dios. Ellos sería fructíferos en la salvación de almas y en la reconstrucción del mundo de acuerdo con los planes de Cristo” ¿Acaso puedes negarle esto a la Madre de Gracia de Schoenstatt? ¿No te gustaría llegar a ser una victima de amor, a través de tus esfuerzos y sacrificios, con objeto de ganar muchas gracias para las conversiones? Mira dentro de ti y fíjate si Dios y nuestra Madre Reina Y Victoriosa tres Veces Admirable de Schoenstatt no están tratando de despertar en ti un espíritu de sacrificio y acción heroica.

Tal vez el significado del dolor te sea un poco más claro ahora. Sin embargo, puedes acudir a María con absoluta confianza. Puede ser que Dios haya permitido tu dolor para que conozcas el poder y la bondad de María Santísima ¡Confía en Ella como un niño! Cuanto más confíes, más lograrás. Ofrécele tu dolor y tus penas a María y Ella dará consuelo a quien en su Amor confía.

Oración. Madre Querida Reina Y Victoriosa tres Veces Admirable de Schoenstatt, en tu sufrimiento has buscado a tu Hijo y lo has encontrado. Todo tu dolor lo has resumido en la Frase: “Hijo mío, ¿Por qué nos has hecho esto?” . A Ti traigo todas mis preocupaciones, y te ruego con todo el fervor de mi corazón que obtengas para mi las gracias que te pido (…). Que la Voluntad de Dios se haga sobre todas las cosas, Amén

Ejercicio: Repite esta idea Hoy: “Mi sufrimiento tiene un profundo significado y Dios hará lo que sea mejor”

LA RESPUESTA DE JESÚS A MARÍA SANTÍSIMA. SEXTO DÍA

«Su Hijo respondió: ¿No sabes que debo ocuparme de las cosas de Mi Padre?” (Lc, 2, 49)

María Santísima encuentra a su Hijo, pero al mismo tiempo se da cuenta que el Padre Celestial tiene primera potestad en el Corazón del Hijo y que su Corazón maternal tenía que tomar segundo lugar. Ella al unísono con Jesús dice: “Si” a la Voluntad del Padre. María no comprende de inmediato lo que Jesús dijo, pero guarda cuidadosamente aquellas palabras en su Corazón.

¿Acaso tú no te encuentras en una situación semejante? Tal vez tú también has perdido un hijo y la incertidumbre acerca de uno de tus seres queridos ha traído pesar a tu corazón. O tal vez has perdido tu hogar y posesiones o has visto el sol de tu felicidad ponerse detrás de la tumba. ¿Has perdido tu salud? ¿O tal vez has perdido la paz de tu corazón.?

Pero…¿No sabes que tú también debes ocuparte de las cosas de tu Padre? ¿Te das cuenta de que has perdido a Dios mismo a través del pecado mortal? Si es así, entonces ponte en marcha, recupera tu paz de conciencia por medio de una buena Confesión.

Pero si lo que has perdido son bienes terrenales, entonces entrégate completamente a la voluntad de Tu Padre Celestial.

Tal vez no hayas entendido lo que Dios te quiere enseñar por medio de este sufrimiento. Sin embargo, estás consciente de la presencia de Tu Padre Celestial sobre ti y tu alrededor, cuidándote. Así pues, haz lo mismo que María Santísima: reza y espera, confiando en la Divina Providencia. Los planes divinos son planes de Amor y Sabiduría.

María Santísima también te comprende, especialmente ahora que te hallas rodeado de dificultades. Mantente cerca de Dios y toma fuertemente la mano de tu Madre Celestial. En cualquier incertidumbre, ruégale a María: Madre yo no conozco el camino, Tú lo conoces bien. Eso me da paz y tranquilidad más allá de lo que puedo expresar. Nada en el mundo ha sido tan claro. El que confía en Ti, Madre Admirable, no confía en vano.

Oración. Querida Madre, Reina y Victoriosa tres Veces Admirable de Schoenstatt, obtén para mi la virtud de una profunda confianza en Dios y la gracia de aceptar su Voluntad como la mejor y más alta. Yo pongo toda mi confianza en Ti y te ruego fervientemente que nunca me abandones, y que obtengas de Dios lo que yo humildemente pido (…) Amén

Ejercicio. Hoy no te quejes de los sacrificios. Al contrario, recuerda que tu también debes ocuparte de las cosas de tu Padre, haciendo su sabia y Divina Voluntad.

LA ORACIÓN DE MARÍA SANTÍSIMA. SÉPTIMO DÍA

“Ya no tienen vino” (Juan 2,3)

En una forma natural, sencilla y de confianza ilimitada, la Madre del señor dijo: “Ya no tienen vino”. Estas palabras las pronuncio durante las Bodas de Caná.

Por treinta años el hijo de Dios había vivido desconocido en Nazareth, siguiendo el oficio de San José. Ahora empieza a enseñar, “a hablar como alguien quien tiene poder”. Hasta ahora Él no había hecho ningún milagro.

Un día el Salvador y su Madre María fueron invitados a un casamiento y ellos aceptaron. Cuando durante la celebración se agotó el vino, María se dio cuenta y se levanto. ¿Acaso se iba a despedir para evitar que los anfitriones se sintieran apenados? No ésa no era la razón, sencillamente se dirigió a su hijo y le dijo al oído: “Ya no tienen vino” (Juan 2,3)

Estas Palabras implicaban algo más que la simple comunicación de una noticia. María esperaba un milagro del Señor, un milagro de agua y vino. Algo sin precedente a nuestra manera de ver. ¿No hubiera sido mejor decir “vamos a casa”? sin embargo Ella no pensó así. Al contrario, pidió ayuda para los recién casados.

Esta sería la hora, de acuerdo con sus deseos, cuando su Hijo haría su primer milagro, no en el templo o la sinagoga, como se hubiera esperado, sino en la celebración de un casamiento. Ah que típicamente humana era María!

Sus palabras. “Ya no tienen vino”, debe darte una tremenda confianza. Tú no estás pidiendo vino. No, tú necesitas algo más, te encuentras en una situación no sólo desagradable sino dolorosamente difícil. Un peso insoportable agobia tu alma. Tal vez toda tu existencia, el bienestar de tus seres queridos, o la salvación de tu alma están de por medio.

No dudes ni por un momento que María tal como lo hizo en Caná, se encuentra en este preciso momento al lado de nuestro Señor, murmurándole al oído para ti: “Están en dificultades y ellos necesitan Tu Ayuda Tienen un problema que Tu solo puedes resolver.»

Si Cristo a petición de María convirtió el agua en vino para ayudar a los novios en su apuro, ¿Crees que Él no va a escucharla cuando María interceda por ti, siendo que tu problema en mucho más grande?

Oración. Madre Santísima, Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt, ruega e intercede por mi con el mismo fervor con que pediste por los novios de Caná. Lleva mi gran petición ante el Señor y será escuchada. Él me librará de mi dolor o me dará fuerzas para sobrellevarlo. Amén

Ejercicio. Repite hoy con nuestra Madre Santísima “Ya no tienen vino” e incluye aquí tus peticiones (…). Practica la confianza y persevera en tus oraciones.

LA RESPUESTA DE JESÚS A MARÍA SANTÍSIMA EN CANA. OCTAVO DÍA

“Mi Hora aún no ha llegado” (Jn 2, 4-5)

No sería raro que tu corazón todavía se halle cautivado por la bella imagen de la Virgen María en su papel de Madre verdaderamente humana y comprensiva. Su actitud fue arriesgada cuando pidió un Milagro. “Ya no tienen vino”. La respuesta de su Hijo, ahora ya investido de dignidad divida: “Qué quiere que hagas, Mujer?, Mi Hora aún no ha llegado” (Jn 2, 4-5)

Tal vez su Corazón se haya contraído momentáneamente ante la respuesta aparentemente un tanto ruda de su Hijo. Sin embargo, María no se da por ofendida ni se esconde en el silencio del resentimiento, como tal vez nosotros lo hubiéramos hecho. No, Ella es firme en su manera de pensar. Él vendrá al rescate de todas maneras. Ella no duda ni por un momento.

¿Cuál es la lección que la Santísima Virgen quiere enseñarte en tu angustia? Sencillamente que tú debes amoldar tu actitud a la manera de Ella. Persevera en oración ferviente. No te des por ofendido ni te escondas en el silencio del resentimiento por que rezaste una vez y tu plegaria no fue escuchada.

¿Acaso no es sorprendente ver a María, a pesar de la respuesta, empezar inmediatamente a dar instrucciones a los sirvientes? ¡Claro, Su Confianza no tenía limites!.

Así también tú, como María Santísima, debes esperarlo todo de nuestro Señor. Confía implícitamente hasta que llegue la respuesta de tu súplica.

Cristo mismo nos ha enseñado esta actitud: “Un hombre fue a casa de su amigo a media noche tocando la puerta, y pidiendo con insistencia que por favor le abriera y le prestara un poco de pan. Gracias a su insistencia, el amigo se levantó abrió y le dio pan, no tanto por la amistad sino por que no estuviera molestando” Lc 11, 5-13. Por medio de esta parábola nuestro Señor quiere comunicarte este pensamiento: Tú debes actuar como aquel amigo que perseveró en su súplica. No pierdas la fe, reza sin cesar, siempre esperando ayuda en tus necesidades, aunque tengas que esperar la respuesta.

Oración. Señor Jesús, Tú sabes el camino que debo seguir y eso es bastante para mi. En tus manos yo confiadamente pongo las mías. Tu plan es perfecto, nacido de Amor perfecto.

Oración. Madre Amada, Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt, en las Bodas de Caná Tu hiciste tuya la angustia de los novios. No dejes de interceder con tu Hijo Divino también por mi. Oh Amantísima Madre de nuestro Señor yo pongo toda mi fe y mi confianza en Ti y en la fuerza irresistible de tu intercesión. Amén.

Ejercicio. Hoy practica la paciencia

EL CONSEJO QUE NOS DA MARÍA SANTÍSIMA. NOVENO DÍA

“Hagan todo lo que Él les diga” Jn 2, 5-16

María aún se encuentra al lado del Señor. Nunca se ha desanimado ante su palabra. Al contrario, su fe y confianza siguen firmes como roca. ¡Él puede ayudar! Ella reúne a los sirvientes y en una forma muy natural les dice “Hagan todo lo que Él les diga”, y de verdad que su fe fue recompensada con una completa Victoria. Cristo hace su primer Milagro.

“Hagan todo lo que Él les diga” ¡Qué magnífico Consejo de labios de María! Bueno y valido para todo tiempo y para todas las generaciones. Tal como hizo en Caná, así hoy siempre le prepara el camino a Cristo. ¿Cuál fue la respuesta del señor? María y los sirvientes se regocijan al oír sus palabras “Llenen las jarras con agua” (Jn 2, 7-8) Precipitadamente obedecen su orden. Asimismo tú quieres que haya respuesta a tu súplica. Es decir debes limpiar tu corazón de todo pecado por medio de una buena Confesión. Debes alejarte de las relaciones ilícitas y deshacerte de la envidia y los celos. Ofréceles la mano en señal de reconciliación a tus enemigos. Ama a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Ama a tu prójimo como a ti mismo, a aquellos que trabajan contigo en el mismo piso, en la misma oficina o taller, y llena los jarros de tu corazón con agua. Éstas simbolizan tus buenas obras y la pureza de tus intenciones. Pero sobre todo, llena tu alma hasta desbordarse con infinita confianza, así como la disposición de cargar tu cruz mientras Dios disponga que así lo hagas.

Por lo tanto, sigue el consejo de la Virgen María, “Has todo lo que Él te diga”. Hazlo hoy, hazlo ahora mismo y sin titubear y ten confianza que por intercesión de la Virgen Madre, Reina y Victoriosa tres veces Admirable de Schoenstatt, Él escuchará tu súplica.

Oración. Oh Madre, Reina y Victoriosa tres veces admirable de Schoenstatt, obtén para mi la gracia de la conversión y ayúdame a seguir fielmente los mandamientos de Dios, a hacer su Divina Voluntad. No permitas que mi vida sea un obstáculo para el cumplimiento de mi oración y los milagros de gracia que Tu desees obtener de mi. ¡Oh Clementísima! ¡Oh Amantísima! ¡Oh Dulce siempre Virgen María” ! Amén

Ejercicio. Prepárate hoy para una buena confesión.

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