La batalla contra la pedofilia dentro de la Iglesia.
El número exacto es 384, y es el resultado de un cálculo realizado por la agencia noticiosa AP, a partir de los datos publicados en el volumen de la actividad de la Santa Sede en 2012, en el que contiene las actividades disciplinarias de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
A partir de estos documentos, AP dice que entre 2010 y 2012 los sacerdotes condenados por abuso de menores (hechos en años anteriores) y reducidos al estado laical, habrían sido 260 en 2011 y 124 en 2012. Como comparación, sólo tenga en cuenta que entre 2008 y 2009, el cálculo fue de 171.
Inicialmente, el director de la sala de prensa del Vaticano, discrepó con estas conclusiones. El vaticanista Andrea Tornielli sin embargo lo confirmó, así como el obispo maltés Charles Scicluna, el prelado que durante una década ha llevado examinando estos casos en el ex Santo Oficio.
MÉRITO DE RATZINGER
La herida para la Iglesia de los casos de pedofilia entre el clero es grande, pero se debe reconocer a Benedicto XVI el mérito de haber tratado de manera decisiva el fenómeno, inspirando la legislación canónica en 2010.
Para él, que incluso se le acusó de haber encubierto algunos casos (recordar cuando quisieron denunciarlo por crímenes contra la humanidad), está el mérito de haber hablado siempre desde el momento en que era cardenal, en contra de tales escándalos.
Siempre con decisión y sentido de la proporción, considerando cuidadosamente, caso por caso, sin dejarse arrastrar por las emociones de escándalos hábilmente orquestados por la prensa, y finalmente resultaban inconsistentes.
EL PEDÓFILO NO PUEDE ‘SER SACERDOTE
Los números de ahora, por lo tanto deben rendir tributo a la determinación de Benedicto XVI, quien, primero como cardenal por Juan Pablo II y como Papa luego, no sólo siempre ha sido muy claro al decir que «el que es realmente culpable de ser pedófilo no puede ser sacerdote».
Sino que también se reunió con algunas de las víctimas de abusos y pidió a los sacerdotes culpables de abuso hacer frente a la justicia civil, comenzando al mismo tiempo, un camino de penitencia personal.
Fuentes: Tempi, Signos de estos Tiempos