Recomendaciones concretas para actuar.

El purgatorio es el lugar que expresa la mayor misericordia de Dios.

Porque en el cielo entra solo lo puro y entonces Él creó un lugar, para que quienes tienen impurezas que no son graves, puedan purificarse luego de su vida en la tierra, y así poder llegar al cielo a vivir la vida eterna en Su Presencia.

El purgatorio es bíblico, es real.

Y el ignorar los riesgos de caer en el purgatorio, o aún mas bajo, en estos tiempos en que las ocasiones de pecado nos rodean, es una de las grandes locuras de nuestra época.

Es una de las obras de misericordia sensibilizar a la gente sobre los riesgos del pecado y cómo purificarse en la tierra para no pagar las cuentas pendientes en el mas allá. 

Aquí hablaremos sobre las razones por las que la gente pasa por el purgatorio, que sucede allí y cuales son las herramientas que Dios puso a nuestra disposición para zafar de él o estar la menor cantidad de tiempo posible allí.

El purgatorio es un lugar real, en que todos los que mueren sin ser perfeccionados deben ir para limpiarse.

El Catecismo de la Iglesia Católica, numerales 1030 a 1032 deja claro que el purgatorio existe como un lugar de limpieza o purga de base bíblica.

Nada impuro entra en el Cielo, por lo tanto los que no mueren en pecado mortal se purifican en ese lugar llamado purgatorio.

La Iglesia lo sostiene basándose en la Biblia.

Por un lado Apocalipsis 21:27 dice que en el cielo no entrará nada manchado, o sea que no habrá ninguna sombra de pecado.

Y San Pablo dice:

«Un día se verá el trabajo de cada uno. Se hará público en el día del juicio, cuando todo sea probado por el fuego.

El fuego, pues, probará la obra de cada uno. Si lo que has construido resiste el fuego, serás premiado.

Pero si la obra se convierte en cenizas, el obrero tendrá que pagar. Se salvará pero no sin pasar por el fuego». (1Cor 3,13-15)

Aquí queda claro que el que no resista la prueba el día del juicio tendrá que pagar.

Si un cristiano no puede entrar al Cielo por tener alguna mancha o impureza, que no implique la gravedad de sufrir el castigo eterno, es claro que tendrá que «pagar».

Por lo tanto la Iglesia Católica enseña que en el Purgatorio se perdonan los pecados veniales, aunque no los pecados mortales.

Y repetimos que es el mayor acto de misericordia de Dios, porque si en el cielo entra solo lo puro, entonces quien tiene manchas, aunque sea pequeñas, no puede entrar.

De modo que si no existiera el purgatorio para lavar esas manchas, las personas serían condenadas al infierno.

Esa es la consecuencia del pensamiento de los protestantes, que creen que no existe el purgatorio, por lo que entonces la consecuencia es que suponen que habrá más gente en el infierno de lo que supone el catolicismo.

Nuestro Dios es Amor y Misericordia, y por eso nos dio un lugar para purificarnos de los pecados veniales, que son pecados que no tolera Dios, pero que no son tan graves como para condenarnos al infierno.

El purgatorio existe por lo tanto para pagar los pecados por los cuales no se ha hecho reparación en la tierra. 

Es un lugar para que se borren las manchas de los pecados veniales. 

Por ejemplo, si una persona robó dinero, lo confesó y fue absuelto, pero no pudo devolverlo, esa suma tendría que ser «reparada» antes de que el alma entre en el cielo. 

Y eso se paga con tiempo de purificación.

Pero también hay algo que se llama «efectos del pecado».

Los efectos de los pecados perdonados permanecen en la persona como conciencia debilitada, capacidad menor para lidiar con las pasiones, etc. 

Además, cada persona tiene una falla predominante, y eso causa la mayor parte del pecado en su vida.

Entonces todas estas imperfecciones deben desaparecer antes de que la persona entre en el cielo.

Todo pecado y sus efectos debe ser resuelto.

En resumen los pecados veniales no confesados antes de la muerte son materia de limpieza en el purgatorio.

Los pecados mortales perdonados necesitan reparación, y eso se hace en el purgatorio, aunque esos pecados fueron confesados y absueltos. 

Y las disposiciones que nos llevan al pecado y todas las tendencias desordenadas, deben ser eliminadas.

De modo que uno es limpiado, en el purgatorio, de los efectos del pecado, de las malas tendencias, la disposición y los pecados veniales.

Pocas personas lo hacen en su vida.

Por eso son bienaventurados los que toman su purgatorio en la tierra, mediante la aceptación generosa de las pruebas diarias.

Porque el tiempo en el purgatorio y los dolores se ha dicho que son mayores a los de la tierra. 

Los múltiples sacrificios de la vida cotidiana purifican y perfeccionan el amor, y por este amor seremos juzgados.

A menos que uno le permita a Dios llevarlo a uno a través de la noche oscura de los sentidos y la noche oscura del espíritu, donde tales fallas espirituales son eliminadas, uno debe ir al purgatorio.

En varios mensajes de apariciones, Nuestra Señora y Jesucristo han dicho que la mayoría de las personas que llegan al cielo pasan por el purgatorio.

Y Nuestro Señor le dijo a Santa Teresa de Lisieux que de todas las personas que habían muerto en el convento, durante todos los años que vivió allí, sólo tres habían ido directamente al cielo.

La Biblia no nos dice dónde está el purgatorio exactamente. 

Por lo que podría suceder que las almas que a veces se ven fugazmente en algunos lugares, sean almas que están purgando y que por alguna razón Dios les dio el permiso de aparecer, quizás para que oremos por ellas.

Porque Dios ha provisto un medio por el cual nosotros, a través de nuestras oraciones como Iglesia militante en la tierra, podemos ayudar a aflojar los lazos del pecado de la Iglesia que sufre en el purgatorio, para que puedan llegar rápidamente al cielo. 

Por eso hay que orar por las almas del purgatorio.

Una buena noticia, Dios en su infinita misericordia nos da los caminos para que podamos zafar del purgatorio o estar la menor cantidad de tiempo allí.

Una ayuda son videos como este que explican lo que es el purgatorio, por qué razones se llega a allí y que se debe hacer para zafar de él o por lo menos aminorar el tiempo de estancia allí.

Y también sensibilizan sobre la función de aceptar las pruebas en la Tierra, ofreciéndolas para las almas del purgatorio y que nos sean contadas para nuestra propia purificación.

Otra ayuda son las oraciones y mortificaciones que nosotros hacemos por las almas del purgatorio.

Porque al ayudarlas a purificarse más rápidamente por nuestros sufragios, tendremos a personas agradecidas que orarán por nosotros cuando lleguen al cielo y nosotros estemos eventualmente en el purgatorio.

Y también porque incidimos en que otros seres vivos hagan lo mismo y se crea una corriente de oración por las pobres almas purgantes.

Otra es la promesa del escapulario de la Virgen del Carmen. 

Nuestra Señora le prometió a San Simon Stock cuando le entregó el escapulario carmelita, «si mueres devotamente vestido con este hábito serás preservado del fuego eterno».

Y 50 años después de muerto, Nuestra Señora se apareció al Papa Juan XXII y le hizo mensajero de otra promesa: 

«Si entre los Religiosos o miembros de la Cofradía del Monte Carmelo, hay algunos que estén condenados al Purgatorio, descenderé en medio de ellos como una tierna Madre el sábado después de su muerte, los libraré y los conduciré al monte santo de la vida eterna».

Otra ayuda es pedir a Dios por el camino de nuestra purificación en la tierra.

Cada oración que dices, cada misa que oyes, cada comunión que recibes, toda buena obra que realices, debe tener la intención de expresar y de implorar a Dios que te conceda una muerte santa y feliz, y no haya purgatorio.

Y seguramente Dios escuchará una oración dicha con mucha confianza y perseverancia y te guiará para tu purificación en la Tierra.

Y por último otro regalo para los laicos.

Santa Margarita María de Alacoque dice que los laicos salen primero del purgatorio que los religiosos.

Nuestro Señor le dio el regalo de liberar un alma del purgatorio, le ofreció tres, un sacerdote, una monja y un laico. Ella declinó la elección y luego Él liberó al laico.

Y le explicó que los religiosos habían tenido muchas más oportunidades de trabajar sus pecados durante su vida mortal que las personas laicas.

Bueno hasta aquí lo que te queríamos hablar sobre las herramientas que Dios puso a nuestra disposición para poder zafar del purgatorio o aminorar nuestro tiempo allí.

Porque no es ignorando cómo se llega allí que podremos zafar, por el contrario, si lo ignoramos será peor para nosotros.    Y me gustaría preguntarte si estas haciendo esfuerzos para purificarte en la tierra y que estás haciendo.  

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