Después de 60 años surge por qué el Concilio Vaticano II no condenó al Comunismo como la Virgen de Fátima.
Cuando Nuestra Señora bajó en Fátima en 1917 alertó a la Iglesia que el enemigo utilizaría a Rusia para sembrar errores en el mundo y dio una fórmula para erradicar su poder.
El Papa debía Consagrar Rusia al Inmaculado Corazón de María, en comunión con todos los obispos del mundo.
Pero esto no sólo no se hizo hasta mucho más adelante, sino que el Concilio Vaticano II no emitió ningún juicio directo sobre el comunismo ni sobre el bloque soviético, en discrepancia con las duras advertencias que había hecho la Virgen sobre el comunismo.
Aquí hablaremos sobre el juicio de Nuestra Señora sobre Rusia y el comunismo, y cuál fue la razón por la que el Concilio Vaticano II no condenó al comunismo, como lo había hecho hasta entonces el Magisterio Papal y la propia Virgen María en Fátima, no alertando sobre su avance y su metástasis posterior en occidente.
Los mejores médicos que rodeaban al Padre Pío habían dicho que iba a morir a causa de un tumor maligno incrustado profundamente en sus pulmones en 1959.
La enfermedad del Padre Pio había comenzado sugestivamente cuando una imagen de Nuestra Señora de Fátima había llegado a Italia, llevada por un Jesuita, y duró hasta que se fue.
Como si su tiempo a las puertas de la muerte durara durante la estancia de ella en Italia.
Pio pasaría 4 meses en cama, incapaz de ofrecer la Santa Misa y escuchar confesiones.
Y en agosto de 1959, con el Padre Pío preso en la cama, la imagen de Nuestra Señora de Fátima llegó a San Giovanni Rotondo.
Mientras Ella estaba en el helicóptero, sobrevolando su celda, a punto de irse definitivamente, Pío lanzó una súplica desesperada para que la Virgen lo curara.
En el momento en que lo pidió, se curó total y milagrosamente.
Y pudo levantarse de la cama, caminar y reanudar sus actividades normales, lo que significó jornadas de 19 horas.
Esto sucedió el 5 de agosto.
La Santísima Virgen se había manifestado de una manera milagrosa, que celebraron los católicos, o deberían haber celebrado.
Y 2 semanas después de la curación del Padre Pío, Juan XXIII abrió el 3er Secreto de Fátima, 3 meses antes del comienzo de 1960, que era la fecha estipulada por la Virgen María.
Pero previo a eso, el 25 de enero de 1959, había anunciado la convocatoria del Concilio Vaticano II, un proyecto no sólo de Juan XXIII sino de la cúpula vaticana.
Es muy probable que ya se supiera en los círculos papales que Nuestro Señor le había dado al Padre Pío el contenido de ese Tercer Secreto cuando aún era un joven sacerdote.
Y entonces en 1960 se supo que no Juan XXIII no iba a publicar el 3er secreto.
¿Qué razón había?
En 1980 se le preguntó a Juan Pablo II acerca del porqué no se había revelado el secreto desde ese momento.
Y él contestó,
«dada la gravedad del contenido, para no provocar a la potencia mundial del comunismo a tomar ciertas determinaciones, mis predecesores en el oficio de Pedro, han preferido aplazar su publicación».
Y agregó,
«muchos quieren saber solo por curiosidad y por gusto sensacionalista, pero olvidan que el saber conlleva una responsabilidad».
Y finalizó alzando un rosario y diciendo,
«Aquí está el remedio contra este mal: rezad y confiad todo lo demás a la Madre de Dios».
De modo que la reticencia a publicar el tercer secreto dado por la Virgen en Fátima fue no confrontar con el comunismo.
Y no se le hacía caso a la Virgen María, cumpliendo Su pedido, pero se pedía rezarle a Ella.
Recordemos que el 13 de junio de 1929 Nuestra Señora se aparece a Sor Lucía de Fátima en Tuy, durante el pontificado de Pio IX y le dice,
«Ha llegado el momento en que Dios pide que el Santo Padre haga, en unión con todos los Obispos del mundo, la Consagración de Rusia», prometiendo la Paz para el mundo, y salvarlo por medio de esta Consagración.
Y en Agosto de 1931 en Rianjo, Nuestro Señor le dice algo más duro aún, por la renuencia a la Consagración de Rusia al Inmaculado Corazón de María,
«Dile a mis ministros que, en vista de seguir el ejemplo del Rey de Francia en la dilación de cumplir Mi pedido, también lo han de seguir en la aflicción».
El Rey de Francia había desatendido el pedido de consagrar a Francia como le fue pedido, y la revolución arrasó a la monarquía, justo cien años más tarde.
Pero la consagración de Rusia por parte del Papa no sucedió.
En mayo de 1936, Nuestro Señor le dijo a Sor Lucía,
«la conversión de Rusia acontecerá sólo cuando aquella nación sea consagrada solemne y públicamente al Corazón Inmaculado de María, por el Papa junto con todos los obispos».
Y la Santísima Virgen le dijo,
«Rusia será el instrumento del castigo mundial, si antes no se hubiera conseguido su conversión por medio de la consagración».
O sea que Jesús y María dejaron muy claro a los pontífices que el beneficio de la Consagración de Rusia sería que esa nación dejaría de ser un problema para el mundo, y en cambio aumentaría su agresividad si no se la consagraba, convirtiéndose en el instrumento para castigar al mundo.
Y entonces el 8 de diciembre 1942 el nuevo papa Pío XII, consagra al mundo al Corazón Inmaculado de María, sin mencionar a Rusia, pero sin cumplir el formato que había pedido la Virgen.
Y semanas después los Aliados empiezan a ganar la mayoría de sus batallas.
Y en la primavera boreal de 1943 Nuestro Señor diría a Sor Lucía que la paz mundial no resultaría de esta Consagración, pero en cambio la guerra sería abreviada.
De modo que aunque el Papa no quiso irritar a los comunistas mencionando el nombre de Rusia en la Consagración, aún así tuvo ciertos efectos positivos, lo que mostraba la eficacia de cumplir los mandatos del Cielo.
Sobre el final del pontificado de Pio XII, el Padre Agustin Fuentes, vice postulador en la causa de beatificación de Francisco y Jacinta, entrevista a Sor Lucía.
Y ella le cuenta de las advertencias de Nuestra Señora, que a buen entendedor, era el contenido del 3er Secreto: pérdida de la fé, relajamiento de de la conducta del clero, catástrofes naturales, guerras, varias naciones serían destruidas.
Y preguntada sobre por qué el 3er secreto debía ser publicado en 1960, Sor Lucía contestaría, «porque la Santísima Virgen lo quiere así, y será más claro entonces».
A partir de ahí le prohibieron oficialmente a Sor Lucía hablar del Secreto y no podía recibir visitantes, con la excepción de familiares y conocidos más próximos.
Y así llegamos a 1960, cuando Juan XXIII, que había ascendido al pontificado en octubre de 1958, decide no publicar el 3er secreto dado por la Virgen, aunque por esa fecha sabía de Su manifestación curando al Padre Pío.
Y entonces decide llevar adelante el proyecto de la cúpula vaticana, el Concilio Vaticano II, como si fueran incompatibles.
Sin embargo ambas cosas en teoría son compatibles, se podría haber revelado el 3er secreto y desarrollar el Concilio Vaticano II sin inconvenientes.
Pero había algo en el plan del vaticano que los hacía incompatibles, y era la relación con los comunistas rusos.
El 3er secreto que entregó la Santísima Virgen seguramente pedía combatir al comunismo, mientras que el plan Vaticano era que representantes religiosos del comunismo ruso participaran en el Concilio, porque querían hacer un concilio ecuménico.
Y en agosto de 1962, dos meses antes del inicio del Concilio Vaticano II, la diplomacia vaticana hace un acuerdo con Moscú.
Este acuerdo dió principio a la llamada Ostpolitik en la diplomacia vaticana, que ya había empezado a practicar Europa occidental.
Que significa cultivar relaciones amistosas y de cooperación con los soviéticos, en vez de orientar su política exterior solamente hacia hacer caer al bloque soviético.
Y en agosto de 1962 se produjo lo que ha pasado a la historia como el «Pacto de Metz».
En la ciudad alsaciana de Metz se reunieron con el aval de sus autoridades respectivas, el Cardenal Eugene Tisserant, decano del Sacro Colegio cardenalicio, y el Metropolita Nikodim, en representación del patriarcado de Moscú y del Kremlin.
El lugar exacto fue la residencia del Padre Lagarde, capellán de la Hermanitas de los Pobres en Borny, en las afueras de Metz.
El acuerdo consistió en que el Concilio se abstendría de condenar explícitamente al comunismo soviético y al marxismo, y a cambio asistirían al Concilio dos representantes de la Iglesia Ortodoxa Rusa como observadores.
Hasta el Concilio Vaticano II el comunismo había sido condenado en numerosas ocasiones por el Magisterio.
Pero a principios de los años 60 una nueva condena tan pública hubiera sido bastante dañina, ya que el comunismo atravesaba una grave crisis, tanto interna como externa.
Y así el Concilio hizo declaraciones sobre el capitalismo y el colonialismo, pero no dijo nada específico sobre el mayor mal de la época, el comunismo.
A pesar de que 213 cardenales, arzobispos y obispos solicitaron a Pablo VI que el Concilio hiciera una condena al Comunismo y que 334 Padres Conciliares repitieran la misma petición, entregada debidamente en fecha, la condena no se hizo.
En conclusión, la Virgen se había manifestado haciendo un milagro al Padre Pío que todos celebraron, sin embargo a pesar del prodigio, no se hizo caso en publicar el 3er secreto de Fátima, porque entraba en colisión con el proyecto ecuménico vaticano de cultivar buenas relaciones con los ortodoxia rusa y con el Kremlin.
Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre las causas que han llevado al mundo a estar hoy presar del comunismo de oriente por un lado y de occidente por otro, con frutos que hicieron metástasis en la ideología de género, en la teoría de la raza y la desvalorización de la vida humana.
Y me gustaría preguntarte si crees que el comunismo está en camino de dominar el mundo o no.
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