Categoría: Comunismo / Socialismo

Descubre la Trama Oculta que Sacude a la Iglesia #AlertaRoja

¿Qué pasaría si la Iglesia Católica se viera obligada a someterse al comunismo?

¿Qué pasaría si los sacerdotes y obispos tuvieran que jurar lealtad al Partido Comunista?

Esa es la realidad que viven los católicos en China.

El régimen comunista chino está llevando a cabo un proceso de domesticación de la Iglesia Católica.

Y la jerarquía vaticana está mostrando una preocupante tendencia a legitimar este proceso.

Aquí vamos a hablar sobre esta peligrosa tendencia.

Vamos a ver cómo el acuerdismo con el comunismo terminó traicionando al magisterio y a la Virgen María, en una de las etapas más negras del Concilio Vaticano II.

Y cómo hoy los chinos están en el camino de lograr lo mismo.

¿Hasta qué punto las parroquias serán capaces de resistir la presión del comunismo chino?

En una entrevista de 2016 el periodista ateo izquierdista Eugenio Scalfari le dijo al Papa Francisco “Entonces anhelas una sociedad donde domine la igualdad ¿no?.  ¿Estás pensando entonces en un tipo de sociedad marxista?”. 

Y Francisco respondió: «Mi respuesta siempre ha sido que, en todo caso, son los comunistas los que piensan como cristianos». 

Francisco nunca ha negado ni repudiado tal declaración que mimetiza el cristianismo con el comunismo.

Pero el 10 de enero 2024, Francisco instó a los comunistas del Dialop, la organización para el diálogo entre socialistas/marxistas y cristianos a que “no retrocedan, no se rindan”.

Y mientras hizo referencia a los crímenes de las “grandes dictaduras”, mencionando el “nazismo” por su nombre, pero evitó hablar de los males del comunismo. 

Y en el mismo tiempo, Edward Fesser, un filósofo norteamericano católico de primer nivel, recopiló la doctrina de diez de los predecesores de Francisco, quienes condenan al comunismo claramente.

Durante este pontificado la Iglesia Católica firmó en 2018 un acuerdo con China para nombrar a los obispos católicos en China, que fue renovado en 2020 y en 2022.

A los que el Cardenal chino Joseph Zen, ex arzobispo de Hong Kong, se ha opuesto enérgicamente, calificándolo como una traición a los católicos chinos.

No se conoce el texto totalmente, es secreto, pero la jerarquía vaticana dice que China reconoce la autoridad suprema del Papa, pero también otorga al gobierno chino un papel en el proceso de nombramiento.

Aunque de hecho China ha nombrado a varios obispos católicos unilateralmente, del mismo modo que sigue persiguiendo a los católicos y destruyendo iglesias a pesar del acuerdo.

¿Qué está pasando?

China está en proceso de domesticar a la Iglesia Católica, reprimiendo a los cristianos para lograr que bajen su nivel de confrontación con el comunismo, y hagan la vista gorda a sus acciones.

Lo vemos actualmente en Nicaragua, que es el país con más penetración china de América Latina.

El régimen de Ortega expulsó a decenas de congregaciones, confiscó sus propiedades, encarceló durante 500 días al obispo Rolando Álvarez y 17 sacerdotes más.

Quienes fueron liberados el 14 de enero de 2024 y deportados a Roma, pero se necesitó una negociación con el Vaticano, que no sabemos en qué consistió.

Lo cierto es que el comunismo está hoy dominando el mundo nuevamente.

China es la principal economía del mundo, el grupo Brics que lidera está llevando una exitosa batalla contra occidente por la hegemonía, y el fundador del Foro Económico Mundial, que está operando un proceso de remodelación del mundo, es un admirador del sistema de gobierno chino.

Lo que sucede es parecido a lo que pasó en la década de 1960, cuando el comunismo soviético estaba en su cenit y parecía externamente que se iba a adueñar del mundo, mientras que internamente comenzaba su crisis.

En 1962, mientras millones de católicos eran reprimidos detrás de la cortina de hierro, y la Unión Soviética trabajaba para difundir el comunismo ateo en todo el mundo, se había anunciado que el Concilio Vaticano II se preparaba para pronunciar una condena histórica al comunismo.

Las comisiones preparatorias del Vaticano II habían creado tres declaraciones que condenarían al marxismo como un «peligro extremadamente grave y universal» y al comunismo como «una religión falsa sin Dios» que buscaba «subvertir los cimientos de la civilización cristiana». 

Llamaban a una campaña masiva y altamente coordinada para liberar a la humanidad del comunismo y “hacer añicos su audacia”.

Todo en consonancia con los mensajes de la Virgen en Fátima.

El principal documento se llamaba “Sobre el cuidado de las almas con respecto a los cristianos infectados por el comunismo”.

Advertía que los comunistas buscaban cambiar radicalmente el orden social y subvertir los cimientos de la civilización cristiana.

Y declaraban que el comunismo era el equivalente de una religión falsa basada en el materialismo, con sus propias doctrinas, sacramentos y promesa de salvación. 

En resumen, una imitación del verdadero cristianismo, que buscaba suplantarlo con una ideología que reemplazaba a Dios por el Estado.

El documento también abogaba por programas para educar a fondo a los fieles sobre las doctrinas de la Iglesia Católica sobre justicia social, proporcionar una contra respuesta sistemática a la propaganda comunista, y pedía que los sacerdotes que apoyaran al comunismo debían ser severamente amonestados.

Sin embargo, los documentos fueron descartados ya desde los primeros meses del Concilio, cuando tomaron el control los obispos liberales y progresistas de habla alemana, francesa y holandesa, conocidos como «grupo del Rin».

A resultas de maniobras internas el Concilio Vaticano II no emitió ningún juicio directo sobre el comunismo, ni sobre el bloque soviético, en discrepancia con las duras advertencias que había hecho la Virgen en Fátima y el magisterio papal anterior.

¿Qué había pasado?

El plan de los liberales era que representantes religiosos del comunismo ruso participaran en el Concilio, porque querían hacer un concilio ecuménico.

Y en agosto de 1962, dos meses antes del inicio del Concilio, la diplomacia vaticana hizo un acuerdo con Moscú.

En ese agosto de 1962 se produjo lo que ha pasado a la historia como el “Pacto de Metz”. 

En la ciudad alsaciana de Metz se reunieron, con el aval de sus autoridades respectivas, el Cardenal Eugene Tisserant, decano del Sacro Colegio cardenalicio, y el Metropolita Nikodim, en representación del patriarcado de Moscú y del Kremlin.

El acuerdo consistió en que el Concilio se abstendría de condenar explícitamente al comunismo soviético y al marxismo, y a cambio asistirían al Concilio dos representantes de la Iglesia Ortodoxa Rusa como observadores. 

Hasta el Concilio Vaticano II el comunismo había sido condenado en numerosas ocasiones por el Magisterio. 

Pero el Concilio hizo sólo declaraciones sobre el capitalismo y el colonialismo, pero no dijo nada específico sobre el mayor mal de la época, el comunismo. 

¿Y cuál fue la consecuencia de eso?

En los años posteriores al Concilio, formas de la “teología de la liberación”, inspiradas en el marxismo, se afianzaron entre muchos clérigos y teólogos católicos.

Especialmente entre los progresistas.

Y esa generación del Concilio es la que hoy dirige la Iglesia, de obispos para arriba.

Y ahora se enfrentan a una nueva escalada del comunismo, que parece más peligrosa que antes, porque en occidente el marxismo cultural se ha hecho hegemónico y la política expansionista china es más sutil que la soviética.    

Hoy hay signos claros de que el comunismo chino está tratando de domesticar a la Iglesia Católica.

Es altamente probable que la jerarquía haga cada vez más,  las concesiones que se le piden, por razones de supervivencia.

¿Pero este acuerdismo infestará a la base de los católicos de las parroquias? 

Bueno hasta aquí, lo que queríamos hablar sobre cómo los chinos están tratando de domesticar a la Iglesia Católica, como lo hicieron antes los soviéticos. 

Y me gustaría preguntarte si crees que la base de las parroquias católicas serán infestadas por los acuerdos crecientes con China o crees que resistirán en su mayor parte.

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El método y proceso de infiltración y las pruebas que existen.

Siempre se ha rumoreado sobre la infiltración de la Iglesia Católica por parte de los comunistas.

Incluso está el famoso episodio del cardenal Eugène Tisserant que pactó con los soviéticos que el Concilio Vaticano II no condenara explícitamente al comunismo, porque Juan XXIII quería representantes de la Iglesia Ortodoxa Rusa en el Concilio, y al final participaron y no se condenó al comunismo.

¿Pero hay pruebas de esa operación de infiltración?

La infiltración comunista en la Iglesia Católica no fue una teoría de la conspiración, sino una operación de la que hay abundantes pruebas.

Aquí hablaremos sobre los principales testimonios y pruebas que hay sobre la operación de infiltración de la Iglesia Católica por parte de los comunistas, especialmente del testimonio de Bella Dodd, una norteamericana que llegó hasta los puestos más altos del Partido Comunista de su país y operó esta infiltración.

Hay gran cantidad de testimonios sobre la infiltración de los seminarios de la Iglesia Católica, por parte de los Partidos Comunistas durante la Guerra Fría.

El ex comunista norteamericano Douglas Hyde reveló que en la década de 1930 la dirección comunista había emitido una directiva, en todo el mundo, para la infiltración de la Iglesia Católica. 

También Manning Johnson, que fue candidato comunista para representante de Nueva York, testificó en 1953 ante el Comité de Actividades Antiamericanas de la Cámara de Representantes, diciendo que el Partido Comunista se había dado cuenta, que con sólo pequeñas fuerzas podía infiltrarse en los seminarios y así lo hizo.

Pero no fue sólo en Estados Unidos.

Un francés llamado Albert Vassart, que ocupó altos cargos en el Partido Comunista Francés, reveló en 1955, que Moscú había emitido una orden, en 1936, para seleccionar cuidadosamente miembros de la juventud comunista, para ingresar a los seminarios y recibir la ordenación sacerdotal.

El ex oficial de la KGB Anatoliy Golitsyn, que desertó en 1961, confirmó en 1984 que la penetración de la Iglesia Católica y otras iglesias por parte de los soviéticos, era parte de la línea general en la lucha contra la religión.

El ex archivista de la KGB Vassili Mitrokhin publicó en 1999 cientos de archivos secretos que cuentan una historia similar acerca de la KGB, que cultivaba relaciones lo más estrechas posibles con los católicos progresistas y financiaba sus actividades. 

Ion Mihai Pacepa, que fue un general de tres estrellas de la policía secreta de la Rumania comunista, y desertó a los Estados Unidos en 1978, relató en un libro que la Unión Soviética había desarrollado una campaña para neutralizar a la Iglesia Católica y luego infiltrarla.

Este proyecto funcionó bien especialmente en latinoamérica, a través de la Teología de la Liberación, a la que le dio un giro anti-capitalista y anti-occidental, y de donde surgieron muchos curas guerrilleros.

La autora Marie Carré publicó en 1972 un libro titulado «AA1025: las memorias de un anti apóstol», donde cuenta una historia verídica según ella, de una enfermera que encontró un hombre herido por un accidente y agonizando, incapaz de hablar, al que le da sus primeros auxilio, aunque luego muere.

Ella lo atiende y encuentra un diario de 100 páginas en su portafolio, que demuestra que es un espía soviético infiltrado en un seminario católico, que trabajaba encubierto para subvertir a la Iglesia.

En ese diario se revela que ya había 1024 agentes comisionados en esa tarea.

Y en 1973, al Dr. Jerónimo Domínguez, un prestigioso médico español radicado en Nueva York, le llegó la prueba del plan maestro de esa infiltración, de la manera más extraña. 

Alguien dejó olvidado en su consultorio un sobre grande, cerrado.

Y después de dos meses que nadie lo reclamó, lo abrió para averiguar la identidad de su dueño. 

Y se encontró con una gran sorpresa, un plan detallado para destruir a la Iglesia. Nadie firmaba ni se daba ninguna dirección.

Allí decía que había más de 1300 comunistas que se hicieron sacerdotes católicos para destruir la Iglesia desde dentro.

Y según este proyecto, en 1980 debería estar ya terminando el proceso.

Pero hay un testigo privilegiado de esta estrategia, Bella Dodd, una ex alta funcionaria del Partido Comunista de EE.UU., que en la década de 1950 habló ante el Congreso de EE.UU. diciendo «pusimos más de mil cien hombres en el sacerdocio con el fin de destruir la Iglesia Católica desde adentro».

El plan fue que estos hombres fueran ordenados y progresaran en posiciones de influencia y autoridad como monseñores y obispos. 

Una docena de años antes del Vaticano II declaró, «en este momento se encuentran en los lugares más altos de la Iglesia».

Y en una conversación con Alice von Hildebrand, Bella le dijo que había cuatro cardenales en el Vaticano que estaban trabajando para los comunistas.

Por lo que dentro de los actores involucrados con el Vaticano II en la década de 1960 se encontraban los comunistas que Bella Dodd reclutó.

Contó que estaban allí trabajando para lograr el cambio con el fin de debilitar la eficacia de la Iglesia contra el comunismo.

También dijo que estos cambios serían tan drásticos «que no se reconocerá a la Iglesia Católica».

También declaró bajo juramento sobre la infiltración comunista en los sindicatos en el país y sobre su experiencia personal para asegurar puestos a miembros del Partido en el Sindicato de Maestros de Nueva York, así como en muchos otros grupos, que fueron operaciones en la que ella fue la principal organizadora. 

Ella explicó que de todas las religiones del mundo, la Iglesia Católica era la única temida por los comunistas, porque era su único oponente efectivo. 

La idea era destruir, no a la institución de la Iglesia sino a la fe de la gente.

E incluso utilizar la institución de la Iglesia para la promoción de una pseudo-religión, algo que se asemejara al catolicismo, pero no tal cual era. 

Y una vez que la fe fuera destruida, explicó que sería introducido un complejo de culpa en la Iglesia.

La operación era etiquetar a la Iglesia del pasado como opresiva y autoritaria, llena de prejuicios, arrogante, porque afirmaba ser la única poseedora de la verdad, y la responsable de las divisiones de las entidades religiosas a lo largo de los siglos. 

Esto sería necesario para que los líderes de la Iglesia tuvieran vergüenza e hicieran una apertura al mundo, y desarrollaran una actitud más flexible hacia todas las religiones y filosofías. 

Y los comunistas luego explotarían esta apertura con el fin de obtener su apoyo.

En su libro, «Escuela de la oscuridad», de 1954, revela que el comunismo es un engaño perpetrado por los financistas para controlar al hombre común y avanzar hacia la tiranía mundial. 

Y describe al comunismo como un culto secreto extraño, cuyo objetivo es la destrucción de Occidente, es decir la civilización cristiana.

Dice que millones de idealistas ingenuos eran engañados con el pretexto de ayudar a los pobres, pero que a los líderes sólo les preocupaba el poder.

Los comunistas estadounidenses, dijo Dodd, usaban palabras que atraerían a los estadounidenses, como «justicia social» y «democracia», llamando a los enemigos como intolerantes, racistas, antisemitas y fascistas.

También explicó que su plan era eliminar el concepto de Dios en la educación para dejar a los estudiantes sin base para distinguir el bien del mal.

Y otro objetivo del comunismo era la familia misma, comenzando por derrumbar el matrimonio, como sucedió con el suyo.

Bella Dodd explicó que su objetivo era crear nuevos tipos de seres humanos que responderían al modelo del mundo que esperaban controlar.

Dodd misma ayudó a organizar el Congreso de la Mujer de América, un precursor del movimiento feminista.

Un supuesto movimiento por la paz, que atrajo a muchas mujeres, pero que era realmente sólo una ofensiva para controlar a las mujeres americanas.

Dodd se consideraba a sí misma y a sus camaradas como sirvientes de lucifer, el ángel caído rebelde que se convirtió en satanás.

Y cuando Bella dejó el Partido Comunista, la enchastraron de todas las formas posibles, la llamaron racista, fascista, nazi, antisemita, etc.

Intentaron cancelarla, como dicen hoy. La amenazaron y vivía bajo constante acoso. Sin embargo reaccionó,sin miedo.

Cuando se sintió completamente perdida, conoció al obispo Fulton Sheen, quien la ayudó a encontrar el camino de regreso a casa. 

Cuando se reunió con el Obispo Fulton Sheen por primera vez, la llevó a una pequeña capilla en su casa a rezar ante una imagen de la Virgen y le dio un rosario. 

Ella recordó, «él solo me dejó llorar, y luego, sin darme cuenta, descubrí que ambos estábamos de rodillas ante la Santísima Madre en la pequeña capilla».

Y Sheen le dijo, Bella, si quieres proteger a las personas a las que dices que amas, a la gente de este país y a todos los seres humanos del mundo, entonces para hacer las cosas bien, debes saber algo sobre el cristianismo. 

Sheen bautizó a Dodd en la Catedral de San Patricio en la ciudad de Nueva York en 1952, en el aniversario del cumpleaños de su madre, y él estaría allí nuevamente para darle los últimos ritos antes de que muriera, en 1969.

Una vez que Bella se separó del diablo, hizo todo lo contrario. 

Le dijo a Fulton Sheen, «quiero entrar en la orden penitencial más estricta que existe para pagar por mis pecados». 

Pero él respondió, «no, te ordeno que disertes sobre el comunismo, porque nuestra gente está ciega. Están totalmente ciegos a los peligros del comunismo». 

Y fue justo lo que hizo hasta su muerte, se comprometió a advertir al mundo divulgando todo lo que sabía por haber estado en los puestos más altos del Partido Comunista de los EE.UU.

Bueno, hasta aquí lo que queríamos hablar sobre el testimonio de Bella Dodd, y también de otros, de la infiltración de los comunistas dentro de la Iglesia Católica.

Y me gustaría preguntarte si crees que aún hoy sigue activa esa infiltración o que la Iglesia ha podido controlarla.

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