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Padre eterno, quiero consagrarme en el Espíritu Santo y ofrecerme a los Sagrados Corazones de Jesús y de María, para ser un hijo tuyo cada vez más entregado y fiel.

Madre María, yo, (nombre), me entrego hoy a tu Inmaculado Corazón.

Acógeme bajo tu protección maternal y condúceme a tu Hijo Jesús.

Señor Jesús, a través del Corazón Inmaculado de María me consagro y entrego a tu Sacratísimo Corazón.

Haz que mi corazón sea imagen de tu Corazón, para que tú vivas cada vez más en mí.

Sacratísimo Corazón de Jesús, Inmaculado Corazón de María, con esta consagración y entrega les devuelvo el Amor que me han demostrado en toda vuestra vida terrenal, especialmente en el Calvario, y que me siguen demostrando aún hoy.

A la vez renuevo mi consagración bautismal al Dios trino: renuncio al pecado, al mal y a satanás; creo en todo lo que Dios nos ha revelado y tal como nos enseña la Santa Iglesia Católica.

Prometo cumplir con el mandamiento de Jesús de Amar a Dios y al prójimo, de observar los Mandamientos y los preceptos de la Iglesia y de obrar de acuerdo con la doctrina del magisterio de la Iglesia conducida por el sucesor de San Pedro.

Con esto quiero contribuir a la unidad y al crecimiento de la Iglesia.

Prometo que rezaré con alegría el Santo Rosario ya sea solo, en familia o en otras comunidades y que, con la devoción de los primeros viernes y de los primeros sábados de mes, haré acto de reparación por mis pecados y por los pecados de toda la humanidad.

Sacratísimo Corazón de Jesús, Inmaculado Corazón de María, ayúdenme a que acoja el Evangelio en mi corazón y a que viva en la fe, en la esperanza y en la caridad.

De esta manera Jesucristo, con su santa Cruz y su Resurrección, será para mí el Camino, la Verdad y la Vida.

Que el Pan celestial sea mi alimento y que viva del sacrificio eucarístico, para ser capaz de vencer toda clase de mal y optar siempre por la vida.

Lleno de confianza me refugio en el cobijo de vuestros amantes Corazones.

Os ruego que me protejan en todos los peligros y condúzcanme, una vez acabado el peregrinar terrenal, felizmente a la patria eterna.
Amén.
 
 

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