Los secretos mejor guardados de los tatuajes.

Podemos definir nuestro tiempo como la época de los tatuajes y los tatuados.

Luce como una gran tentación que ha caído sobre los jóvenes de un par de generaciones.

De tal magnitud que hoy es más común ver un joven tatuado que un no tatuado.

Los medios de comunicación alientan a hacerse un tatuaje tras otro. Y muestran cómo las grandes estrellas del deporte y el espectáculo lo hacen.

Mientras que no existen voces que llamen la atención sobre las consecuencias del fenómeno y alerten sobre sus problemas, inmediatos y de futuro.

Porque el hecho de decorarse la piel de forma irreversible tiene consecuencias insospechadas, físicas y espirituales.

Y parece que son pocos los que quieren oírlas por ahora, quizás porque tatuarse es una decisión que tiene pocas posibilidades de reversa.

Sin embargo, es razonable pensar que la disposición a reflexionar cambiará.

Aquí hablaremos sobre las posibles razones por las que los jóvenes se hacen tatuajes, sobre las consecuencias físicas y espirituales ocultas que tiene, y sobre la reflexión que una persona debiera hacer cuando le asalte la tentación de tatuarse.

Hace poco muy poca gente tenía tatuajes, la mayoría eran marineros.

Pero en los últimos veinte años o más, los tatuajes se han vuelto muy populares, tanto para hombres como para mujeres.

Se han vuelto mucho más elaborados y omnipresentes en todo el cuerpo.

Y aunque algunos tatuajes son horribles, macabros e incluso decididamente demoníacos, muchos tatuajes son de buen gusto.

Pero pocas cosas pueden ser más desagradables que un tatuaje en una carne caída, flácida, arrugada y envejecida.

Y en un futuro no muy lejano, estos tatuajes marchitos serán habituales.

Por otro lado, los tatuados pueden ser corteses y eficientes en su trabajo, buenos ciudadanos, buenos padres, buenos cristianos.

Pero es inquietante que se vean obligados a desfigurar permanentemente sus cuerpos hasta ese extremo.

¿Por qué una persona quiere hacerse un tatuaje? 

¿Es simplemente para llamar la atención, sorprender, intimidar, lucir genial o sexy?

¿Por qué esta época se ha convertido en una época de tatuajes? 

¿Hay una tentación del maligno para que te deformes o te decores el cuerpo con un tatuaje?

No hay nada en el Catecismo que prohíba los tatuajes per se.

Hay un texto de Levítico 19:28 al que algunos recurren para su prohibición, pero cuando se ve en el contexto de la época, la prohibición tenía más que ver con la práctica de los paganos de los alrededores de Israel, que se tatuaban a sí mismos como señal de su dedicación a un dios falso.

En general no hay voluntad de ofender a Dios en la mayoría de los tatuajes.

Incluso los cristianos coptos se tatúan para recordarle al mundo que son cristianos, a pesar de estar en un lugar donde muchas veces son martirizados.

Tampoco es malo pintar algo sobre el cuerpo si eso va a desaparecer al cabo de unos días o semanas. 

Pero es el hecho de la irreversibilidad lo que hace que el sentido común se pregunte si es adecuado tatuarse. 

Deberíamos reflexionar que Dios creó al ser humano a su imagen y semejanza, por lo que el ser humano, por su propia naturaleza, es portador de la belleza de Dios mismo, no sólo en el intelecto y la voluntad, sino también en el cuerpo.

Al hacerse un tatuaje uno está diciendo indirectamente que Dios no hizo un trabajo suficientemente bueno. 

Y que su obra debe ser mejorada, como sostienen los transhumanistas.

Desde la Iglesia Primitiva la naturaleza humana, cuerpo y alma, tenía un contenido normativo y sagrado, porque todos fuimos hechos a imagen de Dios.

Y el tatuaje es un tipo de profanación de algo sagrado, como la creación de Dios. 

Es la afirmación que a nuestra cultura le gusta creer: que los seres humanos somos los amos divinos de este universo.

Y no hay manera más dramática que pretender ser Dios, que librar una guerra santa contra la naturaleza dada por Dios.

Ver nuestros cuerpos como cosas al servicio de nuestro ser consciente, es parte de una mentalidad que acompaña a algunos de los pecados más graves de nuestra época.

Por ejemplo “mi cuerpo, mi elección” es el lema que utiliza el movimiento pro terminación precoz de los embarazos.

Y esto queda sólo a unos pasos de la noción de que uno puede cambiar su identidad sexual.

Es una rebelión a Dios que proclama “puedo hacer con mi cuerpo lo que quiera”.

Y esa no es una visión cristiana del cuerpo. Porque mi cuerpo es parte esencial de mi identidad, de mi persona. 

Y esto no es trivial, sino que está en la base de nuestra espiritualidad.

Pero además hay algo inquietante más.

El padre Gabriele Amorth escuchó en exorcismos que el diablo confesó repetidamente, por boca de los poseídos, que cualquiera que sea el tema del tatuaje, él está relacionado en el tatuaje de forma real y continua, y con el tatuado.

Dijo también que muchos problemas como la depresión, el alcoholismo, las drogas, a menudo aparecen justo después de hacerse un tatuaje. 

Y que los poseídos sienten un fuego arder justo en la piel donde están tatuados.

El exorcista Padre Stephen Rossetti también ha dicho que ha encontrado que los tatuajes pueden ser un portal demoníaco.

Cuenta el caso de cuando se derramó agua bendita sobre el tatuaje de una mujer, y ella gritó “¡Me está quemando!”, cuando el agua estaba fría. 

Tuvo el caso de un tatuaje de algunas rosas, que se convirtió en un enorme portal demoníaco, que propició una posesión demoníaca.

Y los ministerios de liberación saben que los tatuajes están relacionados con las opresiones, infestaciones y obsesiones demoníacas.

Se sabe además que algunos salones de tatuaje maldicen la tinta o inscriben símbolos mágicos dentro de las imágenes.

Y hay testimonios de gente que tiene la sensibilidad de ubicar salones de tatuaje a la distancia, por todos los demonios que los rodean.

Anton La Vey, fundador de la iglesia de satanás ha dicho que detrás de cada tatuaje, ya sea una flor o un dragón, hay satanismo. 

Un sacerdote de satanás tiene la obligación de consagrarse con un tatuaje.

Y varias brujas utilizan los tatuajes como pactos de sangre.

En resumen, la Iglesia no prohíbe los tatuajes, pero al comprender de que se trata de una alteración permanente de la persona, uno nunca debe hacerse un tatuaje sin un gran análisis sobre las consecuencias físicas, sociales, morales y espirituales que conlleva.

Se debe reflexionar si no se trata de una tentación de los demonios y si no hay detrás una forma inconsciente de rebelión contra Dios, que puede llevar a una separación mayor en el futuro. 

Es importante recordar que un tatuaje es una alteración permanente del cuerpo, porque la eliminación de tatuajes es muy cara y bastante dolorosa. 

Y por lo tanto es algo que estará contigo de por vida, cuando tus carnes sean flácidas.

Por lo que el padre Mike Schmidt propone lo que llama la Prueba de los Diez Años, o sea que antes de hacerte un tatuaje, te preguntes cómo va a estar dentro de diez años, y si todavía querrías ese mismo tatuaje en tu cuerpo.

Y en los casos que la persona sienta la necesidad de hacerse un tatuaje si o si, debería tener la precaución de no tatuarse cosas que vayan directamente en contra de la fe, como obscenidades o frases incorrectas, o imágenes de otras divinidades y creencias, incluso temas satánicos.

Bueeeno, hasta aquí lo que queríamos hablar sobre las consecuencias ocultas de tatuarse, para que reflexionen los que quieran tatuarse.

Y me gustaría preguntarte por qué crees que una persona quiere realmente tatuarse, más allá de manifestar que le gusta.

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