El poder de las revelaciones de Jesús mismo que guía a la Iglesia.
En los últimos tiempos los laicos oyen cada vez más frecuentemente, de boca de muchos sacerdotes decir, con una enorme liviandad, prejuicio y falta de información “yo no creo en las apariciones”.
Incluso hasta llegan a tratar a los laicos de crédulos y fantasiosos, poco serios e inmaduros, cuando se refieren a apariciones.
En su excesivo clericalismo, suponen que los decretos de la Iglesia son absolutamente independientes de las apariciones.
Sin embargo, muchísimas devociones emblemáticas de la Iglesia surgieron de apariciones, fueron desarrolladas por devociones, y sostenidas y justificadas por ellas.
Dios fue guiando a la Iglesia por apariciones, como lo hizo a los judíos en el Antiguo Testamento.
La mayoría de las devociones tienen origen en apariciones, como por ejemplo la devoción al Sagrado al Sagrado Corazón de Jesús.
Y fueron desarrolladas y enriquecidas por ellas, como por ejemplo la aparición del Corazón Eucarístico de Jesús.
Aquí queremos hablar de cómo surgió la devoción al Sagrado Corazón de Jesús y especialmente cómo se desarrolló y enriqueció, vinculándose a la Sagrada Eucaristía, en la devoción al Corazón Eucarístico de Jesús.
Las apariciones del Corazón Eucarístico de Jesús son parte del desarrollo de las apariciones del Sagrado Corazón, que comenzaron con la mística benedictina Santa Gertrudis, del siglo XII, a quien Jesús le muestra Su Corazón lleno de amor.
Continúan con las apariciones del Sagrado Corazón a Santa Margarita María de Alacoque en Paray-le-Monial, Francia, en el siglo XVII, a quien Jesús le muestra Su Corazón, y le dice que se entristece porque tan pocos le aman y muchos le tratan con ingratitud, irreverencia, desprecio y frialdad, especialmente los consagrados.
Y se desarrollan con la beata María del Divino Corazón, del siglo XIX, a quien el Sagrado Corazón le pidió que gestione la consagración del mundo a Su Corazón ante el Papa, Consagración que hizo León XIII en 1899.?
En el mismo tiempo en que el Sagrado Corazón inspiró a la beata María del Divino Corazón, también inspiró a la laica Sofía Prouvier a desarrollar la devoción al Corazón Eucarístico de Jesús.
Ella recibió una aparición de Jesús el 22 de enero de 1854 en el Oratorio de las Hermanas del Refugio, del Hospital Santiago de Besançon, Francia.
Cuenta que fue impulsada a entrar, por una fuerza misteriosa, a la capilla donde estaba el Santísimo Sacramento.
Y vio a Jesús mostrándole Su Corazón desde el fondo del sagrario, quien con un tono de lamentación le dijo,
“Yo soy el Corazón Eucarístico… tengo sed de ser amado en el Santísimo Sacramento… Muchas almas me rodean, pero no me consuelan… Mi Corazón pide amor, como el pobre pide pan…”.
Ella cuenta que el Divino Corazón estaba como sumergido en una profunda desolación, pero tenía en su rostro algo indefiniblemente dulce, una expresión de bondad infinita, aunque combinada con un dolor sin fin, debido a la ingratitud de los hombres, incluso de los más favorecidos con sus dones.
Sin embargo, Sofía dudó, dice, “solo una cosa me molestó, era el nombre de Corazón Eucarístico, me hubiera gustado que fuera el Sagrado Corazón».
Y se lo confió a su Director Espiritual, quien sabiamente le dijo que se calmara, porque lo que no entendemos hoy, mañana se aclarará.
Y unos meses después, Sofía estaba de nuevo en la pequeña iglesia y Nuestro Señor se le apareció de nuevo y le dijo,
“Yo soy el Corazón Eucarístico… Tengo sed de ser amado… ¡Dadme a conocer, hacedme amar!… ¡Difundid esta Devoción mía en el mundo!”.?
Esta devoción, aunque nueva, expresaba una doctrina tan antigua como la misma Eucaristía, por lo que los fieles, sacerdotes y almas consagradas quedaron entusiasmados.
Porque procedía del tronco de la Devoción a la Eucaristía y se asociaba al Sagrado Corazón.
Y significaba la veneración y el agradecimiento al amor infinito del Corazón de Jesús por darnos la Eucaristía.
Esta devoción pretende encender el amor al Sagrado Corazón de Jesús, no por los beneficios que puedan derivarse de Él, sino por pura gratitud suscitada por el don de la Sagrada Eucaristía.
Porque en todas partes de la Tierra, donde hay una hostia consagrada en un Tabernáculo, incluso en las misiones más lejanas, Él permanece con nosotros, esperándonos pacientemente, deseando que le recemos y lo consolemos.
El Corazón Eucarístico de Jesús llama además la atención de que sólo puede perpetuarse con el sacerdocio.
Y de hecho agradece por la gracia del Señor de hacer florecer con cada generación, después de dos mil años, vocaciones sacerdotales, y hasta el fin del mundo.
Estas revelaciones de Jesús a Sofía Prouvier atrajeron inmediatamente la atención de la Iglesia, y en el mismo año la devoción se difundió en Francia y pronto llegó a toda Europa.
Mientras cardenales y obispos se apresuraban a dar su asentimiento y animar a los apóstoles del Corazón Eucarístico, porque eminentes oradores de la santidad y de la doctrina la promovían.
Como personajes de la talla del Padre Carmelita Descalzo y Siervo de Dios, Agustín del Santísimo Sacramento, Hermann Cohen, San Pedro-Julian Eymard y Leo Dupont, llamado el santo de Tours.
En 1879 el Cardenal Guibert, Arzobispo de París, erige la primera cofradía diocesana del Corazón Eucarístico de Jesús.
Diciendo que la devoción al Corazón Eucarístico de Jesús contiene y une en sí misma la devoción al Santísimo Sacramento y al Sagrado Corazón, con la intención de honrar al Sagrado Corazón de Jesús por el acto de amor con que entregó la Eucaristía, y por medio de ella, perpetuó su adorable presencia entre nosotros.?
La Devoción al Corazón Eucarístico de Jesús fue aprobada por Pío IX , quien concedió una indulgencia a la invocación,
“Alabado, adorado, amado y agradecido sea el Corazón Eucarístico de Jesús en todo momento, en todos los sagrarios del mundo, hasta el fin de los tiempos” .
Benedicto XV aprobó el 9 de noviembre de 1921 Misa y Oficio propios, y asignó la fiesta del Corazón Eucarístico de Jesús, al jueves siguiente a Corpus Christi, diciendo que la razón particular y el objeto de esta fiesta es conmemorar el amor de Nuestro Señor Jesucristo en el Sacramento de la Eucaristía.
Y pidió que los corazones ardan cada día más y más en las llamas de divina caridad del Sagrado Corazón de Jesús, que por Su infinito Amor, instituyó la Santísima Eucaristía.
Pero las obras de Dios llevan el sello de la contradicción y el infierno no podría soportar una devoción tan desastrosa para su reino y tan saludable para las almas.
Así que desde el Santo Oficio llovieron críticas feroces con acusaciones de inadecuada y superflua a la devoción, porque no era diferente de la devoción al Sagrado Corazón, decían.
Pero la intervención de eminentes teólogos disipó estas objeciones.
El padre Alberto Lepidi, por ejemplo, quien fue teólogo y canonista papal durante 28 años, explicó así la diferencia entre las dos devociones,
«La Devoción al Sagrado Corazón honra de manera general el amor de Jesús, que da al hombre los beneficios de la Redención.
Y la devoción al Corazón Eucarístico, en cambio, honra de manera particular y precisa el amor de Jesús que instituyó la Eucaristía, para permanecer siempre con nosotros, entregándose al hombre en la realidad de su Cuerpo y Sangre».
Esta discusión fue zanjada por León XIII, quien encomendó el culto y apostolado del Corazón Eucarístico a los Padres Redentoristas.
Por lo que la celebración al Corazón Eucarístico de Jesús sigue vigente, y es celebrada por algunas comunidades, aunque luego de la reordenación litúrgica promovida después del Concilio Vaticano II, se ha integrado dentro de la solemnidad del Corpus Christi.
Bueno, hasta aquí lo que queríamos demostrar, que devociones fundamentales de la Iglesia surgieron y fueron desarrolladas por apariciones sobrenaturales, cuando los sacerdotes creían más en lo sobrenatural.
Y me gustaría preguntarte si los sacerdotes que conoces creen en las apariciones marianas o no.
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