A veces se pueden confundir con demonios o con otras manifestaciones de la naturaleza.
Hay suficiente evidencia de almas del Purgatorio que se aparecen a los seres vivos, fundamentalmente para pedir oraciones y misas para elevarse al Cielo.
Una figura humana desconocida, que da la impresión que no es de este mundo, aparece sobrenaturalmente y pide a viva voz oraciones y misas para ir al Cielo.
Estas son apariciones de almas de los niveles más altos del Purgatorio, y por eso la experiencia es que se elevan al Cielo no bien se le aplican unas pocas oraciones y misas.
Pero el caso de apariciones de almas que están en los niveles más bajos del Purgatorio es diferente.
Son más difíciles de identificar, se las puede confundir más fácilmente como manifestaciones demoníacas, y tienen dificultades para comunicarse.
Aquí hablaremos de las almas de los niveles más bajos del Purgatorio que se aparecen, cómo se manifiestan, cómo se comunican y cómo hay que actuar con ellas, porque su liberación no será casi instantánea como las de los niveles más altos.
Según la enseñanza católica las almas del Purgatorio están detenidas allí donde están siendo limpiadas de los efectos de sus pecados, antes de que puedan entrar a la presencia de Dios.
Se les llama «santos» porque han traspasado los portales de esta vida, por lo que no pueden cometer más pecados y su salvación está asegurada porque no cometieron pecados mortales o éstos les fueron perdonados.
Y Dios permite que un alma aparezca a un ser vivo para ser liberada del Purgatorio, o por lo menos para que su sufrimiento sea mucho menor.
Le sucede a personas piadosas y compasivas, que por eso mismo es más probable que respondan a sus peticiones ofreciendo sacrificios, sufrimientos y oraciones, que son los medios que ayudan a las pobres almas.
Hay muchas historias de encuentros con almas del purgatorio de santos y beatos y sus trabajos para liberarlas.
Especialmente San Padre Pío, el Beato Enrique Suso y San Juan Macías, son conocidos por haber liberado literalmente miles de almas del Purgatorio durante su vida santa.
Las almas del Purgatorio en general reciben una doble gracia cuando oramos por ellas.
En primer lugar, reciben una disminución de parte de su tiempo asignado para estar en el Purgatorio; algo así como disminuir la condena de un prisionero aquí en la Tierra.
Y en segundo lugar también reciben un cierto alivio del dolor de la purificación que están experimentando; algo así como dar un vaso de agua a alguien que tiene mucha sed.
Todas excepto las que están en el nivel más bajo.
Algunos místicos dicen que las almas en el nivel más bajo del Purgatorio no reciben la segunda gracia, o sea el alivio, sino sólo la primera, la disminución del tiempo de la condena.
Pero una vez que se elevan a regiones superiores del purgatorio, recibirán las dos gracias de nuestras oraciones.
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Para tener una idea de cómo está organizado el Purgatorio, podemos echarle un vistazo a lo que relató una monja de Francia que murió en 1871 a la edad de 36 años.
Y dos años y medio después ella comenzó a aparecerse, desde el Purgatorio, a una monja compañera en su convento, llamada Hermana M. de L C.
Lo cual fue publicado mientras la monja aún vivía en un folleto llamado «Un manuscrito inédito sobre el Purgatorio».
Dice que en el Purgatorio hay varios niveles.
El de más abajo es muy doloroso, es como un infierno temporal.
Allí están los pecadores que han cometido crímenes terribles durante la vida y cuya muerte los sorprendió en ese estado.
Fue casi un milagro que se salvaran, y a menudo gracias a las oraciones de los santos padres u otras personas piadosas.
A veces ni siquiera tuvieron tiempo de confesar sus pecados y el mundo los tuvo por perdidos.
Pero Dios les dio en el momento de la muerte la contrición necesaria para su salvación, a causa de una o más buenas acciones que realizaron durante la vida.
Para tales almas, el Purgatorio es terrible, es un verdadero infierno, pero con la diferencia, que en el infierno maldicen a Dios y en el Purgatorio anhelan estar con Él.
Junto a éstos están las almas, que aunque no cometieron grandes pecados como las demás, pero fueron indiferentes a Dios.
No cumplieron con sus deberes y también se convirtieron al borde de la muerte.
Muchos no pudieron recibir la Sagrada Comunión.
Están en el Purgatorio por los largos años de indiferencia.
Sufren dolores inauditos y son abandonados sin oraciones o si se dicen por ellos, no se les permite aprovecharse de ellas.
Hay en esta etapa del Purgatorio religiosos de ambos sexos, que fueron tibios, descuidados de sus deberes, indiferentes a Jesús.
También sacerdotes que no ejercieron su sagrado ministerio con la reverencia debida y que no inculcaron un amor a Dios suficiente en las almas confiadas a su cuidado.
En el segundo nivel del Purgatorio están las almas de los que murieron con pecados veniales no expiados del todo antes de la muerte.
O con pecados mortales que les han sido perdonados, pero que no han satisfecho enteramente a la Justicia Divina.
En esta parte del Purgatorio también hay diferentes grados según los méritos de cada alma.
Así por ejemplo, el Purgatorio de las almas consagradas o de las que han recibido gracias más abundantes, es más largo y mucho más doloroso que el de la gente corriente del mundo.
Por último, está el Purgatorio que se llama el Umbral, muy pocos escapan a este.
Para evitarlo por completo, uno debe desear ardientemente el Cielo y la visión de Dios.
Y eso es raro, más raro de lo que la gente piensa, porque incluso las personas piadosas no tienen un deseo suficientemente fuerte de ir al Cielo.
Este Purgatorio tiene su martirio muy doloroso como los demás, y es la privación de la vista de Jesús, que es la fuente del intenso sufrimiento.
Algunos místicos dicen que este nivel se llama umbral porque es muy parecido al Cielo.
Incluso lo describen con espléndidos paisajes.
Un místico por ejemplo recibió a un sacerdote que tenía que pasar sólo un momento allí antes de ir al Cielo.
Pero aún en este nivel hay sufrimiento, porque después de vislumbrar al Señor en el momento de la muerte, hay un anhelo insoportable, de estar en Su compañía constante.
Generalmente las historias que se cuentan del Purgatorio son de almas de seres humanos reconocibles como tales.
Quienes se presentan a seres vivos para que oren y hagan misas para ellos, e inmediatamente realizado esto, el alma se eleva al cielo.
Pareciera que esas almas estaban en el nivel más alto del Purgatorio, donde sólo le faltaba un último recurso para ir al Cielo.
Pero no sucede lo mismo con las almas que han visitado a otros místicos, como por ejemplo a Eugenie von der Leyen que nació en 1867 y murió en 1929.
Eugenie von der Leyen era una mujer bien educada y llevaba el título de princesa. Vivió en un castillo en Waal, Baviera, Alemania.
Por orden de su confesor, mantuvo un diario de sus contactos con las pobres almas, que después de su muerte fue entregado al obispo Eugenio Pacelli, quien más tarde se convirtió en el Papa Pío XII.
Estas almas que se le aparecían estaban cursando a veces una condena de siglos.
Algunos de sus visitantes eran religiosos difuntos que aún no podían mostrarse del todo.
La Princesa Eugenie registró,
«El 9 de agosto de 1921, a las cinco de la tarde, vi a una monja de pie entre dos árboles en el jardín.
Como parecía estar esperándome pensé que era una monja que conocía de antes, me apresuré a encontrarla.
Ella desapareció repentinamente sin dejar rastro. Retrocedí para ver si podía ser una ilusión de sombra, pero el espacio entre los árboles era como siempre».
Algunas eran solo figuras grises, algunas estaban en la niebla.
La mayoría parecía humana, pero otros parecían tener semblantes desagradables, como parte de su castigo.
Muchos de los que Eugenie describió suenan como entidades malvadas, pero ella insistió en que eran almas que buscaban alivio, a menudo a través de Misas.
A uno de esos niveles donde moraban estas almas ella lo denominó como «el abismo».
A un alma que se le apareció la llamó la «abominación»,
«ahora puedo distinguirla claramente», escribió, «es de gran tamaño, peluda y negra, resoplando de una manera horrible.
Me protegí con una partícula de la Santa Cruz y Agua Bendita. Me miró y luego salió por la ventana».
O sea que el estado del alma no le permitía mostrarse como figura humana ni comunicarse fluidamente.
En una experiencia posterior, el alma se le apareció como un árbol y aunque esta alma la aterrorizaba, oró por ella.
Rezaba por ella en la Misa, ofreciendo la Sagrada Comunión, y con otras oraciones.
También rociaba agua bendita sobre ella cuando se le aparecía.
Y en unos pocos días, comenzó a parecerse más a una persona.
Y después de más oración, se dio cuenta de que se trataba de un hombre y no de una mujer.
Unos días más de oración y creyó reconocerlo, era un pastor que había muerto varios años antes, un hombre al que había compadecido y orado durante su vida.
Sin embargo el alma no respondió a su nombre.
No pudo hablar hasta que ella ofreció más oraciones por el alma, y recién entonces pudo contar su historia.
Bueno hasta aquí lo que queríamos contar sobre las apariciones de almas de niveles bajos del Purgatorio, que no se aparecen al principio con clara figura humana, ni pueden comunicarse verbalmente, y entonces hay que ser sensible para orar por esa manifestación, hacer sacrificios y pedir misas.
Y me gustaría preguntarte si a ti o a otra persona que conoces se le ha aparecido alguna figura que encaja con la descripción de las almas de los niveles más bajos del Purgatorio, y que hiciste.
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