Estamos presenciando la implosión de los planes humanos para crear el Paraíso en la Tierra.
Están fracasando claramente las doctrinas laicistas y las espirituales decididamente humanas como las hinduista y budistas, para desentenderse de Dios.
La epidemia de desesperación que recorre el planeta en nuestra época y la violencia que escala cada vez más, no son más que el fracaso de los proyectos meramente humanos y de haber abandonado a Dios.
La desesperación aumentará y la gente volverá su mirada de nuevo en Dios.
Aquí hablaremos sobre como los planes humanos, apoyados por las filosofías de base oriental que desconocen a Dios, están en la base de esta crisis que está comenzando y será definitiva.
Los hinduistas y budistas, sostienen que todas las acciones que una persona realiza, tienen consecuencias en la vida presente y en la futura de las personas.
Si una persona realiza buenas acciones, recibirá recompensas positivas, mientras que si realiza malas acciones, sufrirá las consecuencias negativas.
Esta no es mas que la idea humana de premio y castigo que está en la ley del Talión, ojo por ojo, diente por diente.
Mientras que la enseñanza de Dios es que esto es falso porque no deja lugar para el arrepentimiento y al perdón.
Y a partir de ahí a la conversión y un nuevo comienzo en la vida.
La historia del hijo pródigo y la misericordia de Dios están entre los textos clave del cristianismo.
Así como la idea del pastor fiel que sigue incansablemente a toda oveja descarriada, para volver a incorporar al rebaño.
El Dios personal que nos ama infinitamente y que siempre sale a nuestro encuentro, nos perdona y nos abraza, no existe en la concepción determinista del karma.
Porque al no existir el arrepentimiento de la persona y el perdón de Dios, las malas acciones que se realizaron tienen siempre un castigo.
Y como todos somos pecadores, el castigo es la norma.
En el cristianismo es Dios quien perdona.
Y además nos anima a perdonarnos unos a otros en la vida cotidiana, y a no guardar rencor.
Sin este perdón, la convivencia humana no sería posible a largo plazo, porque todos pecamos demasiado a menudo.
Por eso el florecimiento de la civilización humana vino con el cristianismo.
Sin embargo, la Biblia no niega la conexión entre culpa y expiación.
Porque asume que algún día, a más tardar en el más allá, tendremos que “dar cuenta” de que las malas acciones tienen consecuencias y lo debemos pagar.
En el juicio personal inmediatamente después de la muerte terrenal y en el Día del Juicio, se pesan las buenas contra las malas acciones de la vida.
Pero esto sucede cuando ya Dios nos ha dado todas las oportunidades posibles para arrepentirnos y nos ha perdonado una y otra vez.
De modo que es algo completamente diferente del funcionamiento frío y legal de la cadena causa-efecto del karma.?
Además, no es raro que aquellos que se han vuelto particularmente culpables jueguen un papel clave después de su conversión, porque pueden amar mucho más.
Dos grandes pecadores, uno en el Antiguo Testamento y otro en el Nuevo Testamento, se convirtieron en precursores cruciales de Dios: Moisés y Pablo.
Uno condujo a los hijos de Israel a través del desierto a la tierra prometida, liberándolos de la esclavitud.
El otro proclamó las buenas nuevas de Cristo a las naciones gentiles.
Pero ni Moisés ni Pablo confiaban en sí mismos, sino que el Espíritu de Dios era poderoso en ellos y se dejaban guiar por él.?
La idea del karma ha dado la base espiritual para el espíritu laicista de la época.
Que lleva a los individuos a verse a sí mismos como únicos modeladores de su propio destino.
Lo cual se expresa en las ideas de auto-redención, o sea liberarse del pecado y obtener el paraíso por sus propios medios y esfuerzos.
¿Y qué es el paraíso para el hombre de nuestra época?
Vivir bajo sus propios deseos sin rendirle cuentas a nadie.
Y tratar de ser feliz en la Tierra.
Evitando el pecado, que para el hombre de nuestra época es transgredir los valores de la sociedad.
A todo esto le dan cobertura las filosofías orientales, porque han sido las impulsoras de técnicas que propugnan ¡Conviértete en quién eres!
¡Ya tienes todo en ti y solo tienes que desplegarlo!
¡No dejes que nadie te detenga!
¡Tú mismo eres el dueño del universo si realmente lo quieres!, etc.
Estos son los objetivos declarados, en la sociedad moderna, del Yoga, la meditación, los ejercicios de respiración, el trabajo de «ángeles», el Reiki, y todo tipo técnicas que desconocen el poder de Dios en la salvación.
Y estas técnicas tienen en común la promesa original de la serpiente en el paraíso: ¡Come del árbol del conocimiento y serás como Dios!
Pero la pregunta básica sigue siendo la de siempre ¿soy capaz de llegar al paraíso por mí mismo o necesito la redención de Dios?
El hombre moderno cree que tiene que emanciparse de Dios para ello.
Y tratar de establecer el Cielo en la Tierra siempre crea un infierno.
Este intento conduce a la intolerancia, a la violencia y a la angustia porque los resultados no llegan.
El Paraíso está en el más allá, es una promesa celestial que nunca podrá ser creada en este mundo.
Las opiniones expresadas en películas, arte, publicidad, moda, música y espiritualidades como la hindú, apoyan a las personas a alejarse del Dios cristiano.
Pero en última instancia es Él quien nos abrirá la puerta del Cielo por su misericordia.
Debemos pensar en nuestra relación con Dios como la de un niño con sus padres.
Mientras los padres ayudan al niño a madurar para la vida en la Tierra, Dios nos ayuda a madurar para la vida celestial.
Pero mientras el proceso de ayuda de los padres en la maduración de los niños dura unas dos décadas, la ayuda de Dios para madurar dura toda una vida humana.
¿Y cómo la humanidad recobrará la fe en la guía de Dios y en que es el único que nos puede abrir la puerta del paraíso?
La idea de encontrar el paraíso en la Tierra no penetró en el mundo de la noche a la mañana, sino por un trabajo de siglos.
Fueron sus agentes la Revolución Francesa, la Ilustración, la Reforma Protestante, el comunismo, el movimiento de 1968.
Por lo tanto, difícilmente la reversión sea repentina.
Pero hoy estamos en un punto de inflexión.
Actualmente hay evidencias claras del estallido de la burbuja ideológica de auto redención.
Porque todos los esfuerzos humanos para crear el Cielo en la Tierra han fracasado.
Y pronto veremos fallar también la idea de que la inteligencia artificial, el sistema de crédito social, una renta básica mundial, la moneda digital, la lucha contra el cambio climático, nos salvarán.
Sólo el retorno a la fe en Dios, a sus mandamientos, hará posible una vida razonable en la Tierra y el pasaje al Paraíso en el Cielo.
Cuanto mayor sea nuestra confianza en Dios, más abundantemente fluirán los ríos de Su misericordia, como reveló Jesús a sor Faustina Kowalska.
Esta es la única forma de resolver las crisis que se avecinan debido a la implosión de los planes humanos que estamos presenciando.
Aquellos que se esfuerzan por salvarse a sí mismos se perderán en el laberinto de su ego.
Y la autoiluminación de las espiritualidades orientales demostrarán que no son más que una forma de autoengaño.
Bueno, hasta aquí lo que queríamos alertar de que ya comenzó la implosión de las expectativas humanas de crear el Cielo en la Tierra y eso llevará al hombre de nuevo a Dios.
Y me gustaría preguntarte si crees que lo que describimos ya está sucediendo o todavía no comenzó.
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