Sin hacer mucho ruido, como el mar que crece, se está extendiendo la tendencia.
Se desestima que las consecuencias de lo que hacemos nos puede privar de la vida eterna.
Y hasta hay algunos controlan que no hablemos de ello.
Porque “sabes, no se debe hablar de cosas malas de la iglesia”.
Para evitar que lo que hacemos no tenga consecuencias en nuestro el juicio final, tratamos de cambiar en la Tierra los criterios por lo que se nos juzgará en el cielo.
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Creando opinión para modificar lo que la iglesia consideraba tradicionalmente pecaminoso o admisible.
¿Pero esta fantasía mundana de que Dios acepta casi cualquier laxitud es fecunda a largo plazo para la institución eclesial?
LA MAREA CRECIÓ ANTES DEL PAPA FRANCISCO
Parece claro que el pontificado de Francisco pretende cambiar criterios pastorales tradicionales.
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Como por ejemplo la comunión a los divorciados vueltos a casar.
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La información que llega por todos lados, tanto de partidarios de Francisco y de opositores, es coincidente.
Todos hemos visto que esto no está dicho en voz alta ni directamente, sino que operado a través de la búsqueda de aliados a nivel de los obispados y las parroquias.
Algunos se preguntarán ¿qué se le ha dado al Papa ahora para cambiar la pastoral tradicional sobre los divorciados vueltos a casar?
¿Y por qué lo está haciendo con esa metodología ‘subterránea’?
A punto que lo pensemos con algo de detenimiento, veremos que en realidad Francisco está “blanqueando” lo que la masa católica occidental piensa.
Durante décadas la mayoría de los católicos se fueron separando de las enseñanzas tradicionales de la Iglesia.
Un ejemplo claro es la anticoncepción, pero eso es sólo la punta del iceberg.
La ideología del mundo ha invadido tanto las bancas de la Iglesia, que se ha desdibujado la idea tradicional que Jesús, como Dios, nos vino a comunicar y a mandar cosas eternas.
La idea es que muchas de las cosas que Jesucristo nos ha pedido estaban en consonancia con su época, pero ya no tienen relevancia para la nuestra.
Es así como hoy se entiende que lo que Jesús prohibió, o sea la posibilidad de divorciarse y de casarse nuevamente, no es un precepto absoluto: “el hombre no separe lo que Dios ha unido” (Mc 10,9; Mt 19,6).
Pero algunos dirán, sin dejarles de asistir razón, que la apostasía que ha crecido en las bancas de la Iglesia, es consecuencia de la falta de predicación de los sacerdotes sobre temas que a veces se llaman batallas culturales.
¿Cuántas veces has oído en tu Iglesia una prédica sobre el tema de los divorciados, la anticoncepción, el aborto o la homosexualidad?
Y otros, pensando en aún más profundidad, establecerán que esa falta de predicación es consecuencia de una apostasía que creció en el clero a raíz del Concilio Vaticano II.
Piensa lo siguiente.
Si a un grupo de personas no se les indica con convicción y se le recuerda, que la Biblia es la palabra eterna de Dios.
Y si por el contrario se les demuestra que esa palabra puede ser reinterpretada a la luz de las nuevas tendencias culturales.
Entonces se abre el grifo para que cada uno trate de interpretarla para quitarle las demandas que se le hacen pesadas.
Eso es lo que ha pasado y está pasando.
Es un tema fascinante analizar por qué estamos en esta situación.
Pero lo cierto es que estamos en un punto en que hoy la gente que está sentada en las bancas de los templos no tolera – de buen grado – que se pare un sacerdote en el ambón y les predique la posición hasta hoy oficial, doctrinal, sobre los divorciados vueltos a casar, la anticoncepción, el aborto y la homosexualidad.
Y los sacerdotes no lo hacen.
A veces porque no quieren confrontar con su público y a veces porque ellos mismos creen que esa doctrina debe aggiornarse.
Entonces, lo que sucede ahora es que quien solamente recuerde en voz alta las verdades históricas de la fe, y sin siquiera intención de prédica, es considerado un alborotador.
Entonces lo del título. Este es un movimiento que empezó mucho antes que Francisco llegara al pontificado.
Y él está blanqueando la situación.
Pero algunos dirán que el Papa tiene en sus manos la opción de reafirmar la doctrina y la pastoral sobre los divorciados vueltos a casar o blanquearla según lo que piensa el mercado católico.
Es absolutamente cierto.
Pero en todo caso es su decisión, que puede ser debatida – y lo es fuertemente hoy -, por católicos de a pie, así como sacerdotes, obispos y cardenales.
Y aún queda la siguiente pregunta ¿por qué el Papa está operando el cambio de una manera subterránea?
Se nos ocurre que si lo dijera formalmente, se produciría un tal revuelo en la Iglesia que llevaría a un cisma.
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Polarizando las líneas de fractura que existen desde hace décadas, pero que más o menos han marchado unidas hasta ahora.
Y aunque se atreviera a arriesgarse a dividir a la Iglesia – preocupación que ya ha manifestado -, su posición aun siendo mayoritaria en las bancas occidentales, posiblemente naufragaría a nivel de obispos y cardenales, cuya mayoría fue elegida por pontífices más conservadores (Juan Pablo II y Benedicto XVI).
¿LA MAYORÍA DE LOS CATÓLICOS CREEN EN EL DIOS CRISTIANO?
Está siendo cada vez más dudoso.
¿Creen en el Dios que se hizo hombre para salvarnos del pecado y que murió en la cruz y resucitó;
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– que nos llama a participar en una vida de sacrificio y amor hasta que él venga para elevarnos de entre los muertos en el Juicio Final;
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– donde encontraremos que algunos han elegido la vida eterna, y otros la condenación eterna?
En los hechos, la mayoría perece creen en lo que cita H. Richard Niebuhr que…
«Un Dios sin ira, que lleva a los hombres sin pecado, a un reino sin juicio, a través de un Cristo sin cruz.»
Esta es la religión que gusta al enemigo, de Cristo sin la cruz, a pesar que adopte todos los aspectos formales y ritos del catolicismo original.
UNA HEREJÍA O NUEVA RELIGIÓN SE ABRE PASO
Hoy día pulula dentro del catolicismo una herejía grave.
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Por querer acercar tanto a Cristo a los hombres y por pedir que solucione nuestros problemas económicos y materiales, se ha despojado a Cristo de su dimensión divina y espiritual.
Para esta herejía, Jesús no vino para salvarnos del pecado, no murió en la cruz para redimirnos y abrirnos las puertas del cielo.
Para algunos, sobre todo en Latinoamérica, vino como inconformista que quiere poner orden y justicia, destruyendo a los ricos y capitalistas, para así dar de comer a los pobres.
Quienes defienden esta posición dicen «Lo urgente hoy es el estómago, la cultura, la distribución a los pobres».
Este error distorsiona la misión de Cristo, pues Cristo vino a liberarnos del pecado que se esconde en el corazón de cada hombre.
Eliminado el pecado, podrán cambiarse más fácilmente las estructuras de pecado, entre ellas la desigual distribución de la riqueza.
COMO PODEMOS DEFINIR ESTA NUEVA RELIGIÓN
¿Donde está la base falsa de esta herejía?
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En que la salvación universal que se ofrece a todo el mundo, en realidad la obtienen todos, independientemente de sus creencias o prácticas éticas.
Nada puedes hacer con tu libre albedrío, que te lleve lejos del cielo.
Queremos evitar el dolor y ser felices, y esta interpretación de la religión nos afirma justo donde estamos y lo que queremos.
Y nos ofrece el mecanismo de orar para que esto sea posible.
Belloc y PIo X llamaron Modernismo a esta herejía, pero incluso reconocieron que parecía ser una mezcla de todas las herejías y que era difícil de precisar o definir.
Otros creen que el mejor nombre para ella es Inconsecuencialismo.
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O sea la creencia de que no existen consecuencias en ninguna de nuestras elecciones o acciones.
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Nada de lo que hacemos conducirá al cielo o al infierno.
Nuestras vidas son obras de ficción escritas enteramente por nosotros mismos.
Dios aplaude cualquier elección que hacemos, porque nos ama y quiere que seamos felices, como un maestro de jardín de infantes de escuela pública indulgente.
Y puesto que nada conduce a nada, la cultura de esta herejía es una especie de parodia del Reino de los Cielos: el infierno en la tierra, un lugar que es por encima de todo irreal.
TENEMOS LIBERTAD PARA ELEGIR TODO
Es un lugar donde podemos elegir nuestros propios géneros, nuestras propias doctrinas, nuestro propio camino, nuestra verdad, nuestra propia vida.
Y si por ahí no lo hacemos – porque aún nos pesa la catequesis que recibimos cuando niños -, no vemos mal, ni reprobable, ni siquiera cuestionable, que otros lo hagan.
Se carece de todo juicio, porque el juicio es sobre las consecuencia de nuestra propia toma de decisiones del día a día, de nuestras propias «decisiones difíciles».
Pero sucede que ahora ningún asunto tiene consecuencias en lo más mínimo.
Así el infierno, a lo sumo, es un lugar donde nada se conecta con nada, todo está aislado, fragmentado y atomizado.
Y si existe y si hay alguien en él (cosa que muchos católicos dudan), no puede ser eterno.
EL CRISTO SIN LA CRUZ
El objetivo es negar la cruz y todo lo que implica la Cruz: el sacrificio, el sufrimiento, la disciplina, la decisión, la muerte, la culpa y el pecado.
Tener a Cristo sin la cruz es su objetivo.
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Esto, según el Obispo Sheen, fue el sello del espíritu del anticristo: la negación de la cruz en todas sus formas.
Pero si tu, en toda la filosofía de tu vida te dedicaste a negar las consecuencias (y la cruz es la expresión más contundente de las consecuencias), entonces todo lo que hagas – especialmente tu religión – se convierte en inconsecuente.
Lo que significa decir, sin importancia, menor, sin sentido, sosa, y en última instancia una forma de pasar el tiempo y conformarnos.
¿POR QUÉ UN SER HUMANO NORMAL BUSCA ALGO COMO ESTO?
La mayoría de quienes están en las bancas de los templos no están encantados con los cristianos que hablan del pecado, del infierno, de los 10 mandamientos.
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Y ahí está el caldo de cultivo.
Si queremos una experiencia religiosa podemos tomar un paseo por el bosque y orar en paz y tranquilidad.
Pero por supuesto, necesitamos a la Iglesia para los Sacramentos y para la enseñanza infalible de la moral y la fe.
Pero esto es visto como un atavismo, una costumbre formal que ha sido despojada de consecuencias.
Es así como en algunas homilías dicen que «nuestro esfuerzo debe estar en cambiar las injusticias de este mundo».
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Cuando en realidad nuestra lucha en el mundo tiene que ver con negar el propósito del deseo, educarnos en la abstención y eliminar las pasiones desordenadas.
Y suceden cosas aberrantes como en Italia, donde sacerdotes reemplazan en la misa la recitación del Credo porque ya no creen más en él.
U otro que le aconseja a los padres que no hablen del infierno a los hijos, porque «no ayuda a nadie y duele». Ver estos niveles de apostasía aquí.
EL COLAPSO INMINENTE
El sociólogo Philip Rieff, en El Triunfo de la Terapéutica, observó que las instituciones mueren cuando ya no pueden comunicar sus valores fundamentales a la siguiente generación de una manera convincente.
Dijo esto para apoyar su afirmación (¡de 1966!) que el cristianismo se estaba muriendo en Occidente.
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Porque nosotros, los occidentales nos hemos vuelto hostiles al espíritu ascético que es inseparable de cristianismo auténtico y que ha sido así desde el principio.
Y probablemente Rieff tenga razón, porque un cristianismo que hace la demanda de algo de sacrificio a sus seguidores, no sólo es fiel a la naturaleza de la religión, sino que es mucho más probable que engendre el tipo de devoción que perdure a través de la época oscura.
Aparte de sus innovaciones teológicas radicales que son imposibles de armonizar con el cristianismo, como fue conocido en sus primeros 1900 años, el cristianismo progresista ha adoptado plenamente la mentalidad terapéutica, en el sentido de que significa Rieff.
Se está muriendo porque no puede convencer a los jóvenes a abrazar sus valores dentro de las iglesias institucionales.
No se puede negar que muchos de los jóvenes aceptan el liberalismo social adoptado por los sacerdotes progresistas.
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Pero tampoco se puede negar que la mayor parte de ellos no ve por qué tienen que ser parte de una iglesia para ser socialmente progresistas.
¿Cómo podemos salir de esto? ¡¡¡Ahhh, qué pregunta difícil para los hombres de hoy!!!
Fuentes:
- http://thwordinc.blogspot.com/2014/11/the-suburban-parish-and-heresy-of.html
- http://www.es.catholic.net/op/articulos/17602/herejas-sobre-jess.html
- http://www.goodreads.com/quotes/616058-a-god-without-wrath-brought-men-without-sin-into-a
- http://www.theamericanconservative.com/dreher/last-episcopalian-been-born/
- http://es.wikipedia.org/wiki/Consecuencialismo
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Estupendo post. La Iglesia de la falsa misericordia, de la que dice que nada es pecado, y que por tanto, no hay que pedir perdón de nada a Dios, triunfará aparentemente, dentro de poco. Los cristianos auténticos, a las catacumbas.
totalmente de acuerdo contigo
Foros, que el Señor Todopoderoso los colme de bendiciones. A veces un cristiano fiel y orante se siente tan solo aún entre aquellos que comparten su fe. Creo que ya estamos siendo una Iglesia remanente, la que conservará los principios fundamentales del mensaje de Cristo, y sobre todo Su Santa Cruz, que nos abrió el camino y la puerta para que entremos a compartir Su gloria. Pero «un Dios que nos creó sin preguntarnos, no nos salvará sin nuestra decisión de aceptar la salvación. Hace poco leí una frase del Cardenal Burke, sobre la comunión a los divorciados, y él decía que aceptar eso sería una crueldad, como darle azúcar a un diabético». Los conduciría a su muerte eterna. Y creo que todos los católicos deberíamos pensar lo mismo, ninguna decisión humana, venga de quien venga, puede cambiar la doctrina y esos divorciados, al comulgar, estarían cometiendo sacrilegio, lo que es peor aún que un pecado mortal.. Creo que lo que deberían hacer los hermanos que viven en una situación de pecado que es contraria a sus creencias, sería comulgar espiritualmente y pedirle a Dios cada día que comprenda su vida y tenga misericordia. Y todos nosotros, los que vemos lo que otros no ven, duplicar nuestras oraciones para ayudarlos a salir del pecado que los tiene atrapados. Pero nunca negar la existencia de ese pecado. Bendiciones.
Coincido con el comentario de «Angeles» y agrego que no siento «pasión» en las homilías que dan algunos sacerdotes y ruego por ellos , todos los días, no hablan del pecado…no mencionan los mandamientos…no hablan del infierno…todo es «dulzura y suena agradable» pero no dicen nada…por eso vuelvo siempre al evangelio donde la PALABRA DE JESUS ES CLARA Y CONTUNDENTE, ES MI REFUGIO Y CONSUELO.. que importante es ver a los consagrados celebrar la misa con PASION , decir sus homilías apasionados de amor por Jesus…, me apena que solo digan lo que muchos quieren escuchar y tal vez tengan temor de hablar de los temas como el pecado, el infierno (en el que muchos cristianos no creen!) , la confesión, los sacramentos…, deben volver a la catequesis de la Iglesia católica…pero deben temer, como todos el juicio de nuestro maestro Jesucristo, a EL deben responder. Ruego por ellos y por Nuestra Madre Iglesia, que María Madre nos ayude para ser más fieles a su hijo Jesucristo.