La primera vez que un Papa es publicado en la tapa.
La Revista Rolling Stone, una de las más influyentes publicaciones del mundo de la música y la cultura popular, eligió al Papa Francisco para la portada de enero, con la frase “Papa Francisco: los tiempos están cambiando”.
Con la adición de este número de Rolling Stones, que sale a la venta el 31 de enero a la venta, queda claro que los medios del sistema consideran que Francisco supone un quiebre con la última tradición papal, y están dispuestos a fabricar una imagen de Francisco a su medida, independientemente de sus gestos y palabras reales.
Esto no es del todo malo para Francisco y para la Iglesia, porque le permite al Papa sobreponerse a la estigmatización que tenía cada palabra de Benedicto XVI, ser oído sin cerrar la mente, y de esa forma, introducir conceptos destinados a la conversión de los laicistas.
Para uno de los editores de Rolling Stones, Mark Binelli, el Papa Francisco
“está realizando un notable quiebre en la tradición del Vaticano, poniendo al corriente de la opinión pública mundial las preocupaciones de la Iglesia y presentando una actitud más inclusiva hacia los derechos humanos”.
«En menos de un año desde el inicio de su pontificado, el Papa Francisco ha hecho mucho para separarse a sí mismo de los papas del pasado y establecerse a sí mismo como el Papa del pueblo».
En los últimos meses, Francisco ha aparecido en las portadas de Times, («Personaje del Año»), The New Yorker, The Advocate («La Persona del Año»), y Vanity Fair (edición italiana), entre una docena de otras más – por no decir nada acerca de las publicaciones católicas.
Francisco, por su parte, es el primer Papa que ha tenido alguna vez la portada de la revista Rolling Stone.
Y reflejando el estado de opinión de los laicistas, que ven en Francisco una fractura con los pontificados anteriores, Binelli escribe:
«La habilidad básica de Francisco como sus ganas de sonreír en público parecieron un pequeño milagro para el católico medio. Pero tenía muchos más cambios radicales en mente: evitar el palacio papal por un modesto apartamento de dos habitaciones, regañar públicamente a líderes de la iglesia por estar «obsesionados» con temas sociales divisivos como el matrimonio gay, el control de la natalidad y el aborto («¿Quién soy yo para juzgar?» respondió Francisco cuando se le preguntó su puntos de vista sobre los sacerdotes homosexuales) y, quizás lo más sorprendente de todo, dedicar gran parte de su primera enseñanza escrita importante a una crítica mordaz sobre el desenfrenado capitalismo de libre mercado. Con esto el Papa reveló sus propias obsesiones para estar más en línea con el hijo de su jefe».
Fuentes: National Catholic Reporter, Signos de estos Tiempos