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Una señal del cielo.

 

Un día después de la jornada de oración por la paz en Siria el papa recibió de un jardinero de los jardines del Vaticano una rosa blanca recién cortada; el cielo le había enviado una señal.  

 

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La rosa blanca es una flor que para él representa una “señal” vinculada con su devoción de la Santa Teresita de Lisieux.

La gran devoción del Papa Francisco por la mística carmelitana y patrona universal de la misiones – cuya fiesta celebra la Iglesia cada 1 de octubre – es notoria y muy significativa.

Teresa, mientras estaba todavía viva, había prometido que después de su muerte habría hecho llover del cielo “pétalos de rosas”, es decir gracias concedidas por Dios gracias a su intercesión.

Escribió:

“Un alma encendida de amor no puede permanecer inactiva… Si ustedes supieran cuántos proyectos hago sobre todas las cosas que haré cuando llegue al cielo… Sí, quiero pasar mi cielo haciendo el bien en la tierra”.

¿Qué significa la rosa blanca para el Papa Francisco? Lo explicó él mismo, cuando era cardenal, en el libro entrevista “El Jesuita” escrito por Sergio Rubin y Francesca Ambrogetti.

Los periodistas, al describir la biblioteca de Bergoglio en Buenos Aires, escriben:

“La escenografía de su biblioteca personal se completa con algunos retratos de personas queridas. Por caso, una foto de un joven estudiante de ingeniería, que murió en un accidente, y un cuadro de Daniela Pisarev, una amiga judía, pintora, a quien casó con un católico. Nos llamó la atención ver en uno de los estantes de la biblioteca un cuenco lleno de rosas blancas con una estampa de Santa Teresita detrás.

“Cuando tengo un problema -contó- le pido a la santa, no que lo resuelva, sino que lo tome en sus manos y me ayude a asumirlo y, como señal, recibo casi siempre una rosa blanca.” 

Una nueva voz -y muy autorizada- ha hecho mención a ella. Se trata del profesor Gerardo del Pozo quien durante la lección inaugural “Teología de los santos en Joseph Ratzinguer: Teresa de Liseaux”, del curso académico 2013-2014 de la Universidad Eclesiástica San Dámaso, de Madrid, explicaba lo siguiente:

“El Papa Francisco se ha referido ya varias veces a santa Teresa de Lisieux. Por ejemplo, cuando le preguntaron qué llevaba en la bolsa con que subió al avión en su vuelo a Río de Janeiro, dijo que, junto a los enseres habituales, incluía un libro de santa Teresa de Lisieux”.

“A los pocos días de su elección una periodista amiga suya, Stefania Falasca, publicó un artículo con el título: Una rosa blanca de santa Teresa. Cuenta allí que el cardenal Bergoglio tenía la costumbre de acompañar sus cartas o simples saludos con una imagen de Teresa de Lisieux y que siempre la lleva en los viajes”.

“En un Consistorio de Cardenales de 2007, esta misma periodista se encontró en Roma con el cardenal Bergoglio, que llevaba consigo la imagen de santa Teresita. Entonces le dijo que cuando tiene un problema se lo confía a Teresa: “No le pido que lo resuelva, sólo que lo tenga en sus manos y me ayude. Como señal recibo casi siempre una rosa”. Incluso rezó delante de ella una parte de la oración para obtener la rosa: Florecita de Jesús, pídele hoy a Dios que me alcance la gracia que yo ahora pongo con confianza en tus manos”.

En una entrevista a la mencionada periodista italiana durante la preparación del documento final de Aparecida, dijo el entonces cardenal Bergoglio

‘No hay que tener miedo a depender sólo de la ternura de Dios, como lo ha hecho Teresa de Lisieux, que es por eso una hija predilecta de María y una gran misionera’”.

El domingo 8 de septiembre, el día siguiente de la vigilia de oración por la paz en Siria, durante la cual fueron leídos algunos pasajes de santa Teresa de Lisieux, el Papa Francisco recibió como regalo, sorpresivamente, una rosa blanca. Una flor que para él representa una “señal” vinculada justamente con la devoción a una de sus santas predilectas.

Esto lo reveló, autorizado por el mismo Francisco, el arzobispo de Ancona-Ósimo, Edoardo Menichelli, quien escuchó la anécdota de los labios del mismo Papa, y la narró durante la presentación del libro “Teresa de Lisieux. La fascinación de la santidad. Los secretos de una doctrina reencontrada”, el voluminoso y documentado ensayo de Gianni Gennari que el Pontífice llevaba consigo en el equipaje de mano durante el viaje a Brasil en ocasión de la JMJ.

Mons. Menichelli contó de esta manera la anécdota papal:

“El Papa me dijo que fue sorprendido, mientras paseaba por los jardines vaticanos el domingo 8 de septiembre, por un jardinero que le regaló una rosa blanca apenas cortada. Una flor que considera una “señal”, un “mensaje” de santa Teresita, a la que se había dirigido con preocupación el día anterior”.

El arzobispo llevaba a los que asistieron a la presentación del libro los saludos de Papa Francisco e indicó que había sido el mismo Papa quien le había autorizado hablar sobre la anécdota de la rosa blanca.

El 1 de octubre de 2013, es la primera vez que celebra el Papa Francisco la fiesta de santa Teresa de Lisieux, quien afirmó en la homilía de la Santa Misa:

“Nos hará bien reflexionar en el espíritu de humildad, de ternura, de bondad. Un espíritu humilde que el Señor quiere de todos nosotros. ¿Dónde está por lo tanto la fuerza que nos conduce a este espíritu? Precisamente en el amor, en la caridad, en la conciencia de que estamos en las manos del Padre”.

“Esa caridad que todo sufre, todo perdona, que no se vanagloria, que es humilde, que no se busca a sí misma. Alguien puede decir -y había algunos filósofos que pensaban así- que esta sea como una humillación de la majestad del hombre, de la grandeza del hombre. ¡Esto es estéril! La Iglesia sabia ha hecho a esta Santa, humilde, pequeña, confiada de Dios, dócil: la ha hecho Patrona de las Misiones”.

“La caridad es simple: ¡adorar a Dios y servir a los demás! Y este testimonio hace crecer a la Iglesia. He aquí el por qué una monja tan humilde, pero tan confiada en Dios, como Santa Teresa del Niño Jesús, fue declarada Patrona de las Misiones, porque su ejemplo hace que la gente diga ¡Queremos venir con vosotros!”.

Terminamos esta breve síntesis sobre la devoción del Papa Francisco a santa Teresa de Lisieux, coincidiendo totalmente con el profesor Del Pozo, quien en la citada lección inaugural afirma que “el cardenal Bergoglio es ahora el papa Francisco, y por tanto, seguro que ha puesto en manos de Teresa su solicitud por la Iglesia”.

Fuentes: Padre José Medina, Signos de estos Tiempos

 

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