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La instalación de una Estatua de la Virgen María en un paseo público suscita fuerte debate en el Uruguay y se podría pensar que es el laicismo moderno que se opone, pero en esta oportunidad se trata del viejo anticlericalismo que ha vuelto a las andadas, aggiornando sus argumentos con el laicismo actual.

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Rosario de las Familias enero 2016 en Montevideo

En el pequeño Uruguay, nación situada entre Argentina y Brasil, el 37 por ciento de las personas no reportan ninguna afiliación religiosa, según una encuesta 2014 por el Centro de Investigación Pew; eso incluye a los ateos, agnósticos y las personas con creencias espirituales que no son parte de una fe organizada. Sólo el 42 por ciento de los 3,3 millones de uruguayos se identifica como católico, un porcentaje mucho más bajo que en cualquier otro país de América Latina.

Esto es fruto de tendencias desarrolladas en el siglo XIX. El anticlericalismo de Uruguay se remonta a principios del 1900 cuando el presidente José Batlle y Ordóñez del Partido Colorado – que se adelantó a su tiempo en la promoción del cambio social, jornada de trabajo de ocho horas, y la separación de iglesia y estado -, escribía Dios con una minúscula, y en virtud de la ley pionera de neutralidad religiosa presente en la Constitución, ordenó que todos los crucifijos fueran retirados de los hospitales públicos y abolió las enseñanzas religiosas en las escuelas públicas.

En este Uruguay con una fuerte corriente masónica – a pesar que el héroe nacional Gral. José Artigas fue de los pocos héroes latinoamericanos claramente católico y no masón -, y donde el actual presidente Tabaré Vázquez se define como masón y católico, se ha dado en las últimas décadas un cierto avivamiento católico, básicamente de la mano del movimiento carismático – que ha sido un gran proveedor de vocaciones sacerdotales -, y de las advocaciones marianas (básicamente las devociones a la Reina de la Paz de Medjugorje y a la Madre del Divino Corazón Eucarístico de Jesús, la aparición que transcurre actualmente en Salta, Argentina).

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Este avivamiento produjo el emprendimiento de un multitudinario Rosario de Bendiciones para las Familias que comenzó hace 6 años de la mano del sacerdote argentino Padre Fabián Barrera, carismático vicentino incardinado hasta 2016 en Uruguay, evento que cumplió 6 años con un crecimiento espectacular.

En ese Rosario se trasladaba la Virgen de la Medalla Milagrosa al inicio de cada celebración y surgió la idea de instalar en el predio frente a la costa una imagen permanente de la Virgen María, ya que no hay una estatua pública de ella en Montevideo. El Cardenal Daniel Sturla, Arzobispo de Montevideo acogió la idea y lo planteó a las autoridades.

Pero a pesar que la capital uruguaya tiene una estatua de Yemanjá, la diosa africana de los mares, que se encuentra a pocos kilómetros del paseo donde iría la estatua de la Virgen María, surgió una cerrada oposición a esta estatua, básicamente de los mismos sectores anti católicos de antaño.

Cardenal Daniel Sturla

Cardenal Daniel Sturla

La campaña fue liderada por exponentes del Partido Colorado, contando con la participación del ex presidente Julio María Sanguinetti, pero ha tenido la función de poner de vuelta a la notoriedad pública a un partido, que habiendo gobernado la mayoría del siglo XX, hoy ha reducido su electorado a un magro 10%.

Si bien se han sumado figuras de la coalición gobernante Frente Amplio, de izquierda, no ha sido una bandera de la izquierda como lo es del laicismo en otros lugares.

La idea que prevalece entre los que se oponen a la imagen, es que no solo el estado es neutral en materia religiosa, no favorece a ninguna, sino que debe cuidar que no haya manifestaciones religiosas públicas para no ofender al resto; en definitiva es tratar de imponer un ateísmo de hecho en la sociedad quitándole visibilidad a las religiones.

Este es el debate en Uruguay, en que algunos políticos en decadencia han desempolvado su anticlericalismo con fines políticos y están trancando la instalación de la imagen de María.

La polémica del lado católico la está respondiendo directamente el cardenal Sturla. Veremos cómo se desarrolla.