Si falta la profecía prevalece el clericalismo.
El papa Francisco reflexionó en la Misa en Santa Marta que si en la Iglesia falta la profecía, falta la vida misma del Señor, y así toma fuerza el clericalismo. Es una lectura profunda de estos tiempos, que vale la pena discernir.
El Pontífice ha explicado que el profeta es el que escucha las palabras de Dios, el que es capaz de ver el tiempo presente y proyectarse en el futuro.
Tiene dentro de sí estos tres momentos: el pasado, el presente y el futuro.
El pasado: el profeta es consciente de la promesa y mantiene dentro de su corazón la promesa de Dios, la da vida, la recuerda, la repite.
Después, mira el presente, mira a su pueblo y siente la fuerza del Espíritu para decirles una palabra que los ayude a levantarse, a continuar el camino hacia el futuro.
Por lo tanto el profeta es un hombre
de tres tiempos: promesa del pasado; contemplación del presente; valentía para indicar el camino hacia el futuro.
Dios siempre ha custodiado a su pueblo con los profetas – ha continuado el Papa- en los momentos difíciles, en los momentos en los cuales el Pueblo estaba abatido o destruido, cuando el Templo no existía, cuando Jerusalén estaba bajo el poder de los enemigos, cuando el pueblo se preguntaba así mismo: “Pero Señor ¡tu me hiciste esa promesa! ¿Y ahora que sucede?”.
Sucede también
en el corazón de la Virgen – ha recordado Francisco – cuando estaba a los pies de la Cruz.
Es justo en esos momentos que
es necesario la intervención del profeta. Y no siempre el profeta es recibido, muchas veces es rechazado.
El Pontífice, como ha hecho en días pasados, ha recordado que
el mismo Jesús dice a los Fariseos que sus padres han matado a los profetas porque decían cosas que no eran agradables: ¡decían la verdad, ¡recordaban la promesa! Y cuando en el pueblo de Dios falta la profecía – ha observado de nuevo el Papa – falta algo: ¡falta la vida del Señor!
Después Francisco ha añado:
Cuando no hay profecía la fuerza cae sobre la legalidad, prevalece el legalismo.
De hecho en el Evangelio se lee que
los sacerdotes fueron a Jesús a pedirle la cartilla de la legalidad: “¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¡Nosotros somos los padrones del Templo!”. No entendían las profecías – ha dicho el Papa –. Habían olvidado la promesa. No sabían leer las señales del momento, no tenían ni ojos penetrantes, ni oído la Palabra de Dios: ¡solamente tenían la autoridad!.
Y cuando
en el pueblo de Dios no existe la profecía, el vacío que deja viene ocupado por el clericalismo; y es justo este clericalismo que pide a Jesús: “¿Con qué autoridad haces tu estas cosas? ¿Con qué legalidad?”.
Y así
la memoria de la promesa y la esperanza de ir hacia adelante se ven reducidas solamente al presente: ni pasado, ni futuro esperanzador. El presente es legal: si eres legal vas hacia adelante.
Pero impera el legalismo, la Palabra de Dios no se percibe, no existe, y los creyentes “lloran” porque les falta la profecía y no encuentran a Dios.
Lloran
como lloraba la madre Ana, la madre de Samuel, pidiendo la fecundidad del pueblo, la fecundidad que viene de la fuerza de Dios, cuando Él nos despierta la memoria de su promesa y nos empuja hacia el futuro, con la esperanza. ¡Esto es el profeta! Esto es el hombre del ojo penetrante y que escucha las palabras de Dios.
El Papa ha concluido con algunas invocaciones:
Que nuestra oración en estos días en los que nos preparamos para la Navidad del Señor, sea: “Señor, ¡que no falten los profetas en tu pueblo!”. Todos los que estamos bautizados somos profetas. “Señor, ¡que no nos olvidemos de tu promesa! ¡Que no nos cansemos de seguir hacia delante! ¡Que no nos cerremos en la legalidad que cierra las puertas! Señor, libera a tu pueblo del espíritu del clericalismo y ayúdalo con el espíritu de la profecía”.
Fuentes: Radio Vaticana, Signos de estos Tiempos