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Instrucciones y consejos.

 

Francisco se reunió el lunes 16 con los sacerdotes de San Juan de Letrán en una reunión, que se prolongó durante más de dos horas y media. Y dos temas surgieron como importantes, el tema de los divorciados y las ofrendas.

 

francisco ante la tumba de juan pablo ii en san juan de letran

 

El Papa Francisco habló también de los “gravísimos problemas de la Iglesia”, “pero sin pesimismo”.

Pero aclaró que:

“La Iglesia no se derrumba. La Iglesia nunca ha estado tan bien como hoy, es un momento hermoso de la Iglesia, basta leer su historia. Hay santos reconocidos incluso por los no católicos (pensemos en la Beata Teresa), pero hay una santidad cotidiana de muchos hombres y mujeres, y esto da esperanza. La santidad es más grande que los escándalos”.

EL DIVORCIO

Un tema importante de los tratados fue el tema de los divorciados y la nulidad del matrimonio, un tema que él ya había tratado y que fue un tema de inquietud de Benedicto XVI. Indicó que hay propuestas al respecto, estudios y análisis profundos en curso. Hablarán de ello en octubre con el grupo de los ocho cardenales y en el próximo Sínodo de los obispos.

Ya el 28 de julio durante su vuelo de regreso a Roma desde Río de Janeiro Francisco había dicho:

«Los ortodoxos tienen una práctica diferente, siguen la teología de la ‘oikonomia’ (economía o administración), como lo llaman, y permiten una segunda darle una segunda posibilidad».

Sobre la mención que Francisco hizo a los ortodoxos hay que tener en cuenta que, a diferencia de la anulación, que declara que la unión no era válida desde el principio, el decreto ortodoxo no pone en duda la validez inicial de un matrimonio sacramental, y a diferencia de un divorcio civil no disuelve el matrimonio. Por el contrario, los ortodoxos lo describen como un reconocimiento de que el matrimonio ha terminado debido a la falta o pecado de uno o ambos cónyuges.

La ortodoxia se refiere a la unión matrimonial como, en principio, para toda la vida e indisoluble, y condena la ruptura del matrimonio como un pecado y un mal.Pero al tiempo que condena el pecado, la iglesia todavía desea ayudar a los pecadores y para permitirles una segunda oportunidad. Por tanto, cuando un matrimonio ha dejado del todo de ser una realidad, la Iglesia Ortodoxa no insiste en la preservación de una ficción legal.

El divorcio es visto como una concesión excepcional pero necesario por el pecado humano. Es un acto de «oikonomia» y de «philanthropia» (amor bondadoso). Sin embargo, a pesar de ayudar a los hombres y las mujeres a subir de nuevo después de una caída, la Iglesia Ortodoxa sabe que una segunda alianza no puede ser la misma que la primera, y así en el servicio para un segundo matrimonio las ceremonias alegres se omiten y se sustituye por oraciones penitenciales.

Y el Papa indicó a a sus sacerdotes trabajar en la “acogida” de las parejas que conviven  y la decisión valiente y creativa de dirigirse hacia las “periferias existenciales”. Una acogida que se debe ejercer en la verdad. “Decir siempre la verdad”, sabiendo que “la verdad no se acaba en la definición dogmática”, sino que se inserta en “el amor y en la plenitud de Dios”. Por ello, el sacerdote debe “acompañar”.

Habló sobre experiencias en Buenos Aires de creación de “cursos personales” para las parejas que quieren casarse pero que no pueden frecuentar los cursos prematrimoniales porque trabajan hasta tarde.

La prioridad, sin embargo, siguen siendo “las periferias existenciales”, que también son “las de las familias”, sobre las que habló en muchas ocasiones Benedicto XVI, sobre todo en relación con los segundos matrimonios. Nuestra tarea, dijo el Papa, es “encontrar otro camino, en la justicia”.

TEMAS ECONÓMICOS

El  Papa Francisco criticó severamente a los que en una parroquia se preocupan más por el dinero para un certificado que por el sacramento mismo.

Con esta actitud solo “alejan a la gente”. Se requiere, en cambio,

la “acogida cordial: que los que vengan a la Iglesia se sientan en su casa. Se sientan bien. Que no sientan que los están explotando”.  

“Un sacerdote, una vez, no de mi diócesis, de otra diócesis –contó Bergoglio–, me decía: ‘Pero yo no pido que paguen nada, ni siquiera las intenciones de las Misas. Tengo ahí una caja y si ellos quieren dejar lo que quieran, pues muy bien. Pero, padre, ¡tenemos casi el doble de lo que tenía antes! Porque la gente es generosa, y Dios bendice estas cosas’”.

Si, en cambio,

“la gente ve que hay un interés económico, entonces se aleja”.

 Fuentes: L’Osservatore Romano, Signos de estos Tiempos

 

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