Como entrenarse para identificar cuando Dios te habla.

Dios se comunica todo el tiempo con sus hijos.

Pero lo escuchan más claramente quienes están entrenados para escucharlo y entenderlo.

También nos habla con elementos externos a nosotros.

Entonces debemos estar atentos a nuestro interior y al exterior.

No sólo a escuchar sus palabras en nuestro interior, sino todos los signos y señales que nos manda el Señor fuera nuestro.

Incluido la lectura de la Biblia, que también es una forma de entender lo que quiere decirnos el Señor.

Pero es la oración frecuente el camino más directo para encontrar la voz de Jesucristo.

Y el silencio es fundamental para escuchar lo que recomienda el Cielo. 

Debemos aprender a escuchar esa voz que tintinea en nuestra mente y que parece la nuestra, que está compuesta por ideas que no nos pertenecen y que son la guía divina para nuestro camino.

Aquí explicaremos cómo Dios nos habla a nuestra mente y corazón, y sobre el final te daremos un método para captar la voz de Dios, para utilizar en momentos difíciles o ante decisiones importantes.

Muchas personas nunca escuchan a Dios porque no saben que Él les habla. 

Y que las puede guiar en una decisión que quieren tomar o cómo calmarse en una situación en que tienen una fuerte preocupación.

Lo cierto es que puedes recurrir a Él que te contestará.

¿Y quién mejor para recurrir cuando tenemos una situación complicada no?

Pero Dios te habla de una manera sutil que debes aprender a captar.

¿En qué momento preciso entonces Él me habla sobre mi problema? 

Él habla en cualquier momento, es más, en todo momento, especialmente en la oración. 

Por eso la oración debe ser una conversación con Dios, no un monólogo en que no te das la posibilidad de oír.

Si recitamos continuamente oraciones vocales sin detenernos de vez en cuando para pensar, sofocaremos los pensamientos y deseos que Dios desea excitar en nosotros.

Y Dios te habla personalmente a ti.

A menudo leemos sobre visiones y apariciones en las que Dios habló a los santos, místicos y videntes.

Pero, ¿es imprescindible tener una visión o una aparición para que Dios nos hable, para sentir su mensaje?

Absolutamente no.

Pero desafortunadamente, muchos de nosotros nunca nos hemos entrenado para escuchar Su voz.

El miedo ha ocupado un lugar importante en nuestras vidas, porque se ha deteriorado nuestra capacidad de reaccionar con serenidad levantando la vista al cielo.

Dios habla a tu mente y a tu corazón siempre.

Nuestros secretos más ocultos no son secretos para Él. 

Santa Teresita de Lisieux dice,

«Sé y he experimentado que ‘el Reino de Dios está dentro de nosotros’, que nuestro Maestro no necesita libros ni maestro para instruir a un alma».

Y continúa diciendo que nos instruye sin sonido de palabras, que Él está dentro nuestro siempre, guiándonos e inspirándonos, justo cuando lo necesitamos.

Él viene directo a nuestra mente. 

Nuestros deseos no son solo nuestros deseos, también pueden ser los pensamientos y deseos de Dios. 

Aunque debemos discernir, porque además nuestras pasiones y los ángeles caídos también nos hablan al oído.

Pero debemos tener claro, y por eso lo repito, que Dios siempre está obrando en nosotros y nos inspira deseos santos si estamos abiertos y obedientes.

¿Y cómo identificar lo que viene de Dios?

Todo lo que proviene de Dios no hace ruido, todo es delicado, puro y silencioso. 

Él es quien nos da pensamientos santos para vencer nuestras tentaciones, y en esos pensamientos debemos reconocer que está Dios y que es a lo que debemos obedecer. 

Él nos habla a través de la maravilla de su creación y de las cosas bellas.

Él nos habla a través de la paz que de repente nos invade.

Pero también nos habla a través de las cosas que nos suceden: un encuentro con una persona, unas palabras que oímos de otros, un cartel en la vía pública, algo que leemos, sobre todo cuando leemos la biblia, etc.

Es tan sutil que muchas veces no lo notamos trabajando en nosotros. 

Y otras veces tenemos la conciencia de que Dios nos acompaña en medio de una decisión difícil o una situación dolorosa o de miedo. 

Si haces el ejercicio de mirar hacia atrás, verás que algunas de las experiencias más poderosas que has tenido de Dios, fueron en los momentos de silencio.

Tenemos que aprender a escuchar su voz para moldear nuestro futuro, pero el miedo ha deshabilitado nuestra capacidad para oírlo.

Cuando nos enfrentamos a situaciones difíciles, generalmente queremos hacer cosas. 

Porque hacer cosas nos hace sentir que tenemos el control.

Pero en lugar de hacer cosas, debemos tomarnos un tiempo para escuchar la voz de Dios en el silencio.

Porque en realidad es Él quien debe tomar el timón de nuestra vida, es lo mejor que nos puede pasar. 

Y el silencio no tiene por qué ser un silencio audible, total y completo, porque podemos tener silencio en nuestra mente y en nuestra alma, a pesar de cierto ruido externo.

Cuando tenemos una situación difícil nuestro estrés nos provoca miedo y nubla nuestro entendimiento.

¿Y cómo captar lo que Dios nos dice ante esa situación?

Inicialmente debemos acallar el ruido en nuestra mente y nuestro corazón, serenarnos y no dejar que el miedo nos domine.

Luego, levantar los ojos a Dios para pedir que nos deje ver lo que en realidad está pasando y cuáles son los caminos reales mejores. 

Y finalmente confiar en el plan de Dios para nosotros.

Te lo voy a contar más explicado para que lo puedas practicar.

Primero detener el ruido.

No se puede oír nada, ni poner en orden nuestra mente y corazón, hasta que silenciemos el ruido en nuestra vida y escuchemos.

Segundo, pregúntate: ¿Qué está sucediendo realmente?

¿Cuántas veces nos preocupamos ante problemas que unas semanas después nos damos cuenta que no eran tales?

Esto requiere que seas honesto acerca de la situación.

O sea, dar un paso atrás y observar la realidad de uno mismo y de la situación, tal cual es.

A veces tener claridad acerca de la realidad de la situación puede darnos miedo, pero tenemos que precavernos de que no estemos frente a un problema de fantasía.

Tercero, diferenciar lo que siento, o sea mis emociones, de los hechos objetivos.

Mis emociones me cuentan una historia sobre lo que está pasando en mi interior.

No puedo ignorarlas, pero no puedo dejar que ellas gobiernan mis decisiones.

Hay que observarlas tomando distancia, o sea disecando objetivamente las propias emociones, distinguiéndolas de las cosas objetivas que suceden.

Las emociones pueden tener un asiento en el autobús, pero no puedes permitirles conducir el autobús.

Cuarto, preguntarte cual es la verdad a los ojos de Dios.

O sea tratar de descifrar por qué razón Dios me está haciendo pasar por esto.

Para qué Dios, que se preocupa por mí y me ama infinitamente, dejó pasar esto en mi vida.

Este es el momento en que debes pedir al Espíritu Santo que ilumine tu mente y permitirte que la verdad penetre en tu espíritu.

Quinto, hacer la pregunta sobre qué debes hacer ahora.

Una vez que tienes una mejor idea de lo que está ocurriendo, ahora puedes empezar a preguntar al Señor qué hacer al respecto.

Este es el momento de recurrir al consejo divino.

Es el punto central para oír la voz de Dios que nos habla.

Una pregunta que nos podemos hacer aquí es ¿Jesús cómo hubieras actuado en este caso?

O ¿Madre Mía, qué le hubieras recomendado hacer a tu hijo Jesús?

Y sexto tomar una decisión en el tiempo presente.

Ahora que te has serenado, has mirado más objetivamente la situación, te has mirado más objetivamente por dentro a ti mismo.

Has visto las exageraciones y mentiras que hay flotando alrededor del tema y has oído al consejero dentro tuyo, ahora puedes tomar una decisión de cómo vas a actuar, pensar y sentir.

Mucha gente nunca llega a este punto porque paradójicamente les da miedo reconocer algunas cosas.

Pero si llegaste a este punto, verás la tranquilidad de espíritu que sientes y las ganas de obedecer lo que has sentido de lo que Dios te ha hablado.

Bueno, hasta aquí en lo que queríamos sensibilizarte sobre que Dios te habla permanentemente, y de cómo puedes captar Su voz, que complementa otros videos que hemos realizado sobre las señales que Dios nos envía.

Y aquí hemos informado sobre una herramienta muy útil para que puedas ver y oír con claridad la voz de Dios, cuando estás en una situación difícil o tienes que tomar una decisión importante.

Y me gustaría preguntarte si has sentido la voz de Dios diciéndote lo que debes hacer, sentir o pensar en algún momento y cómo es que la has sentido.

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