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La infalibilidad del Papa suele ser mal interpretada.

A veces se confunde infalibilidad con impecabilidad, o sea que el Papa no puede pecar.

Y a veces se opina que el Espíritu Santo mismo eligió al Papa.
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Por lo tanto le dio el don de la infalibilidad como si fuera un amuleto.

Mira el video de reflexiones sobre este artículo, que está abajo.

Pero este no es el caso, porque la Iglesia ha tenido en su historia Papas realmente funestos.

Se puede mencionar a Sergio III del año 904, que era tildado por sus propios Cardenales como “esclavo de todos los vicios” y llegó al trono después de matar a su predecesor León V.

También se habla de Juan XII del 955, que era conocido como el “Papa fornicario”, acusado de mantener relaciones sexuales con sus hermanas y murió asesinado por un marido que lo sorprendió en el lecho nupcial.

Y Julio III del 1550, de quien se habla que era sodomita y tenía diferentes amantes.

Estos son sólo tres casos que demuestran, que si hay Papas que vivieron escandalosamente, no pueden ser infalibles en todo lo que hacen.

La coronación de Papa y la definición de infalibilidad no es garantía de que el Papa no peque o no de un mal ejemplo.

Los Papas son infalibles sólo en circunstancias excepcionales.

La infalibilidad depende de la razón iluminada de la fe y habita pasivamente en toda la iglesia.

Mientras que habita activamente en el Romano Pontífice, a quien Cristo confío la misión de guiar a sus hermanos en la fe.

El Papa es infalible según el Concilio Vaticano I, de 1870, cuando habla “ex cathedra”.

O sea ejercitando su oficio de pastor y maestro de todos los cristianos y en virtud de su suprema autoridad apostólica.

Pero en ocasión de definir una doctrina sobre la fe o la moral que debe tener la Iglesia universal.

Por lo tanto se trata de un privilegio sobrenatural fundado en la asistencia prometida por Jesucristo a su sucesor.

Y que se activa no errando en el momento en que él habla como maestro supremo de la Iglesia, definiendo una doctrina de fe o moral que pertenece al depósito de la fe.

Este privilegio no se otorga al Papa como un individuo sino a su cargo y función, y es para beneficio de la Iglesia.

Pero no implica que en sus demás acciones no esté sujeto a errores intelectuales o pecados morales.

Como cabeza de la iglesia el Papa tiene muchas funciones, como administrador, político, diplomático, comunicador, pero en ninguna de ellas existe la infalibilidad.

Aunque los católicos deberían respetar las decisiones del Papa debido a su dignidad, pero no obligados por un acto de fe.

Incluso en los documentos dogmáticos oficiales en que el Papa define una doctrina de fe, no todo su contenido es infalible.

Sólo la definición es infalible, cuando la declaración solemne y absoluta pertenece al depósito de la fe.

Y debe tener cierta formalidad para que sea infalible.

La enseñanza debe estar claramente expresada, explícitamente e inequívocamente redactada, para que no deje ninguna sombra de duda en ninguna mente.

Y luego ser trasladada a toda la iglesia en forma precisa.

Por lo tanto el ejercicio de la infalibilidad es raro los Papas.

Por lo cual no podemos considerar la infalibilidad Papal como un privilegio indeterminado, que puede usar a su antojo.

Sino que debemos entenderlo como algo enunciado sobre un tema preciso, que tiene normas precisas.

Esto nos lleva a la cuestión de cómo fue elegida la persona que puede tener las atribuciones de infalibilidad.

¿La eligió el Espíritu Santo?

 

LA ELECCIÓN DEL PAPA

Hay muchos que piensan que es el Espíritu Santo el que selecciona al mejor hombre posible dentro de los candidatos a Papa, que discuten los Cardenales.

La historia de la iglesia y de los Papas sugiere que es un pensamiento piadoso y no se compadece con el sentido común.

Seguramente los Cardenales del cónclave invocan al Espíritu Santo para emitir su voto.

Pero esto no anula su libre albedrío.

La elección de un Papa está bajo el cuidado providencial de Dios como lo está cualquier otro evento que sucede en la Tierra.

Las cosas suceden porque Dios lo permite.

Y la elección del Papa no es distinta a cualquier otro acontecimiento de la realidad.

Por otro lado que el deje pasar un hecho no significa que lo apruebe.

Dios no anula el libre albedrío, pero ofrece orientación si se le pide.

En Juan 16: 13 dice que el espíritu de la verdad guiará a los apóstoles.

Y adquiere relevancia cuando se lo combina con Mateo 28: 20, que dice que Jesús estará con nosotros hasta el fin de los tiempos.

Y el ofrecimiento de capacitación se puede leer en Santiago 1: 5, que expresa que quién carece sabiduría se la pida a Dios que Él se la dará.

De modo que es razonable pensar que los que integran el colegio de electores papal pedirán la guía de Dios en un cónclave y que Dios los auxiliará.

Pero es condición “sine qua non” la disposición para oír el susurro del Espíritu Santo imponiéndose por sobre las pasiones humanas, las posiciones políticas y las ambiciones personales.

Por otro lado tampoco debemos suponer que hay una sola opción correcta para elegir el Papa, de la misma manera que no hay una sola opción correcta para elegir al cónyuge.

En 1997 cuando era cardenal Benedicto XVI reconoció que los Cardenales pueden elegir Papas por debajo del óptimo.

La televisión alemana le preguntó si el Espíritu Santo es responsable de la elección de un Papa y él dijo:

“Yo no diría eso, en el sentido de que el Espíritu Santo escoge al Papa…

Yo diría que el Espíritu no toma exactamente el control del asunto, sino que más bien como un buen educador, por así decirlo, nos deja mucho espacio, mucha libertad, sin abandonarnos por completo.

Por lo tanto, el papel del Espíritu debe entenderse en un sentido mucho más elástico, no que él dicte el candidato por el cual uno debe votar.

Probablemente la única garantía que él ofrece es que la cosa no puede estar totalmente arruinada.

¡Hay demasiados ejemplos contrarios de Papas que obviamente el Espíritu Santo no habría escogido!

Y cuando el propio Papa Benedicto XVI se despidió como pontífice, luego de su renuncia, declaró que oraría para que los Cardenales sean dóciles al Espíritu Santo en la elección del nuevo Papa.

La necesidad de oración para que esto suceda muestra la posibilidad de que no sean dóciles.

Pero aún luego de elegido un Papa, aunque éste no sea la mejor opción y ni siquiera una buena opción, podemos estar seguros que Dios sacará provecho de él, porque como dice la sabiduría popular, Dios escribe derecho en renglones torcidos.

Esto expresa la necesidad de los católicos de orar para que se elijan buenos Cardenales.

Y orar para que estos oigan el susurro del Espíritu Santo sobre a quién elegir, cuando están en el cónclave.

De modo que tenemos un Papa elegido por un Espíritu Santo auxiliando a los Cardenales y también auxiliando al nuevo Papa.

¿Es este Papa infalible?

 

INFALIBILIDAD PAPAL

La infalibilidad tal como la entiende la Iglesia es reciente, porque la formalizó el primer Concilio Vaticano en 1870.

Sin embargo era algo que se había usado desde el principio del cristianismo.

Desde el primer momento los Papas habían hecho declaraciones infalibles.

Por ejemplo el Papa León I declaró infaliblemente que Cristo tenía dos naturalezas, era completamente hombre y completamente Dios.

Y podemos mencionar los distintos dogmas que están en el depósito de la fe.

Hay tres fuentes de la infalibilidad Papal.

Una es la sagrada escritura, en pasajes como “tú eres Pedro y sobre esta roca edificaré Mi Iglesia”.

O “me amas Pedro, apacienta mis ovejas”.

O “Yo he orado por ti para que tu fe no falte”.

Estos pasajes son la consolidación del papel de Pedro en el establecimiento de la iglesia y la protección de Dios para ejercitar su ministerio.

La otra fuente es la historia de los obispos de Roma que han actuado con autoridad sobre los otros obispos.  

Ya sea dictaminando cuestiones de fe y moral, así como de disciplina.

Al punto que se ha acuñado la frase ante cada decisión Papal diciendo “Pedro ha hablado” o “Roma locura, causa finita”.

Y la otra fuente es la lógica.

Las escrituras muestran que el Señor asignó a Pedro una misión y poderes especiales para atar y desatar, confirmar a los hermanos en la fe y mantener las llaves del Reino.

Esto significa gobernar siguiendo el mandato de Cristo y bajo la protección de que Él estaría con la Iglesia hasta el fin de los tiempos y los poderes del infierno no prevalecerán.

Obviamente Cristo sabía que Pedro moriría en algún momento, por lo tanto debía ser sucedido por nuevos vicarios que tomaran su lugar.

Y es así como se estableció la cadena de sucesores donde un pontífice sucede a otro con sus mismos poderes.

Esos sucesores tendrían y tienen la autoridad para enseñar infaliblemente cuestiones de fe y de moral para toda la iglesia, protegidos por el Espíritu Santo.

Esa promesa garantiza que la Iglesia nunca se apartará de sus enseñanzas (Mateo 16: 18), lo que no significa que católicos individuales, e inclusive Obispos y Cardenales se aparten.

Como ya vimos la infalibilidad no es ausencia de pecado ni un carisma que pertenece sólo al Papa.

Dicho valor pertenece también al cuerpo de los obispos cuando están en unidad doctrinal con el Papa y enseñan una doctrina como verdadera.

Esto proviene de Lucas 10: 16 que Él dice “el que a vosotros escucha me escucha a mí” y Mateo 18: 18 en que Jesús le dice a Pedro “todo lo que ates en la Tierra será atado en el Cielo”.

Incluso el Concilio Vaticano II lo aseguró diciendo que aunque los obispos individuales no disfrutan de la rogativa la infalibilidad, pueden proclamar la doctrina de Cristo infaliblemente, siempre y cuando mantengan el vínculo de unidad entre ellos y con el sucesor de Pedro y enseñen auténticamente sobre una cuestión de fe o moral; esto se explica el Lumen Gentium 25.

En general las declaraciones infalibles hechas por el Papa o por un Concilio ecuménico se realizan cuando hay alguna doctrina cuestionada.

Y como dijimos se aplica solamente a enseñanzas solemnes y oficiales sobre la fe y la moral, y no a decisiones disciplinarias y evaluaciones teológicas.

Hay que considerar que las opiniones teológicas de un Papa no son infalibles, sino que sólo es infalible lo que enseña “ex cathedra”.

Y no se trata de un carisma o de un don especial, porque no es sustituto del estudio teológico por parte del Papa.

Éste y sus asesores deben comprender de lo que están hablando a través del estudio.

Algunos utilizan como ejemplo contrario la conducta de Pedro en Antioquia cuando se negó a comer con los gentiles (Gálatas: 2 11). Y Pablo, no siendo Papa, lo reprendió.

Pero Pedro no hizo esto aplicando su infalibilidad.

Se trató de una conducta personal aplicada asuntos de disciplina y pastorales, y no relacionado con cuestiones de fe o moral generales.

Además él no lo proclamó como una enseñanza qué debía aplicarse en toda la Iglesia y ser parte del depósito de la fe.

Por otra parte, es el Espíritu Santo quien impide que el Papa enseñe oficialmente errores ex cathedra.

Y esto es porque Cristo prometió que las puertas del infierno no prevalecerán contra la iglesia y por lo tanto no se alejará de las doctrinas de Cristo.

Sin embargo esto no es garantía de que un Papa en particular no descuide la enseña de la verdad.

Si lo hace, es porque las puertas del infierno están acechando a la iglesia.

Y que el infierno no prevalecerá contra la iglesia significa que la Iglesia nunca podrá desaparecer.

Aunque no se está hablando necesariamente de la Iglesia institucional como la vemos ahora, con la cúpula en el Vaticano.

Hubo en la historia de la iglesia conflictos en los cuales había dos Papas en distintos lugares.

En el momento histórico la iglesia es un gran conglomerado de distintos grupos esparcidos por todo el planeta.

Pudiera suceder teóricamente, una apostasía generalizada en la cabeza de la Iglesia institucional, pero que subsista la Iglesia que fundó Cristo en un lugar apartado del planeta donde se siga estrictamente los mandatos del Señor.

Esto es una posibilidad teórica que no sabemos si se podría producir en algún momento.

Por lo tanto en una situación típica el Papa es infalible cuando intenta enseñar en virtud de su autoridad suprema, sobre una cuestión de fe y moral, para toda la Iglesia, lo manifiesta así, y lo comunica de una manera clara, entendible y que no deja dudas.

Fuentes:

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