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En el Corazón de María nació nuestra redención.

Fue Ella la que hizo posible el plan de Dios.

En las apariciones de Fátima se ve claro esto.

Por eso hay una directiva del cielo para establecer en el mundo la devoción al Inmaculado Corazón de María.

Y hay una serie de promesas a quienes se acojan a Él. Y también consecuencias a quienes no lo hagan.

Porque los videntes de Fátima fueron llevados al infierno, vieron las almas de los pecadores, esa era la consecuencia de no aceptar la conversión.

El Inmaculado Corazón de María no sólo es un refugio sino un camino que conduce a Dios.

Esto tiene dificultades para ser entendido por los protestantes.

Algunos de los cuales no sólo creen que María es tratada como una semidiosa por los católicos, sino que hasta la satanizan.

Constantemente uno puede leer en internet que cualquier aparición de María es catalogada como fruto del demonio.

Pero hay cosas que aparecen claras en la historia de la salvación.

Dios comenzó la obra de nuestra redención a través del Corazón de María.

Y es por eso que María y su corazón son el medio para llegar a Jesús, para convertirse y para salvarse.

Por eso María es tan importante en la historia de la salvación.

Y es por eso que muchos abogan por un nuevo dogma Mariano que es el de María Corredentora.

Porque de hecho, al ser portadora de los primeros latidos del corazón de Cristo, ya comenzó ahí la corredención.

A todas estas definiciones teológicas fue llegando la iglesia lentamente, por reflexión y por revelaciones posteriores.

Pero ya desde los primeros tiempos se ha generado un culto a María, la Madre de Dios que es rechazado por los protestantes en general.

Y al que también algunos católicos manifiestan dudas porque consideran que podría menoscabar la figura de Jesucristo.

Por eso hablaremos sobre ello.

    

COMO ES EL CULTO A MARÍA EN LA IGLESIA CATÓLICA

Los católicos creen que se debe honrar a aquellos que sobresalen en el mundo espiritual, por su obediencia a Dios, su caridad hacia los demás y por el plan sobresaliente que Dios les dio en la historia.

Es así cómo se honra a los santos, y esto no menoscaba a Dios ni a Jesucristo.

Porque es por los dones que le fueron dados por Dios que pudieron sobresalir en santidad.

Entonces de alguna manera estamos alabando a Dios cuando honramos a los santos.

Y la Virgen María es un santo, el mayor de ellos.

Pero no es un personaje divino sino humano y por lo tanto la Iglesia Católica prohíbe expresamente la adoración de María.

Se adora solamente a Dios, a los demás seres humanos se los venera.

Esto es más un concepto que una palabra y significa que a Dios le honramos de una manera superior y diferente que a María y a cualquier Santo.

Lo que ha hecho María en su vida terrenal, lo que continúa haciendo en la vida eterna y el papel central que Dios le dio para nuestra redención, le hacen merecedora de la más alta veneración dada a hombre o ángel que alguna vez existirá.

Las palabras son los de menos, pero hay que tener en cuenta que el honor que se da a María se le denomina hiperdulía.

   

LA IGLESIA CATÓLICA NO CONSIDERA A MARÍA COMO UNA SEMIDIOSA

El tipo de veneración que la Iglesia Católica hace a María no la convierten semidiosa como opinan muchos protestantes.

Pero sí la pone teológicamente en el centro de la piedad católica.

Ella fue el ser humano que hizo posible la redención que nos vino a dar Nuestro Señor.

Esto es por gracia de Dios, no por méritos propios de la Virgen María.

Y muestra que nuestras limitaciones corporales no son una limitación para la gracia de Dios.

Es así como la Iglesia aprobó el dogma de la Inmaculada Concepción, que muestra que si Dios lo desea para sus propósitos, puede crear un ser humano que esté libre de pecado.

Dios perfecciona al instrumento que va a usar.

Y el dogma de la Asunción también nos enseña que la corrupción de la muerte, que es un castigo por el pecado y no un elemento intrínseco de la creación, puede ser salteada si Dios así lo desea.

De modo que Dios puede permitir la ascensión al cielo en cuerpo y alma de una persona en virtud de su gracia.

Y también es un mensaje para nosotros de que podemos ser liberados de ciertos pecados y acercarnos a Dios por su gracia sobrenatural.

¿Sí María lo logró porque no lo puede lograr alguno de nosotros?

De modo que al identificar la Iglesia lo que Dios hizo por María, muestra a los fieles que los seres humanos son capaces de una santidad superior y una perfección que sólo Dios puede otorgar a sus elegidos.

Porque las miras de la iglesia son mucho más altas y abren la puerta hacia cosas extraordinarias sobrenaturales.

   

4 RAZONES POR LAS QUE MARÍA DEBE NUESTRA RECIBIR MAYOR ATENCIÓN Y DEVOCIÓN

Está en el plan de Dios que María reciba más atención y devoción que cualquier hombre o mujer que haya existido y que los Ángeles.

La primera razón es que Dios dio a María la plenitud de la gracia desde el momento de su Concepción.

Fue concebida sin pecado original y eso le permitió transmitir su naturaleza Inmaculada a Su hijo.

Esto no ha sucedido aparentemente con ninguno otro ser humano, aunque hay corrientes teológicas que opinan que algo parecido sucedió con San José.

Todos los santos recibieron enorme cantidad de dones, sin embargo María recibió la plenitud de la gracia.

Porque la diferencia está en que todos los santos nacieron con el pecado original y Ella nació libre de toda mancha.

Solamente por este privilegio ya debería ser venerada por sobre todos los santos.

En segundo lugar María recibió el privilegio de ser la Madre de Dios.

Lo llevó en su vientre y Jesucristo tuvo parte de su ADN.

La única persona que tuvo un rol físico y espiritual a la vez en la encarnación fue María.

Esto generó que Nuestro Señor tuviera una relación muy especial con Ella y diferente con el resto de los seres humanos.

Esto no se puede minimizar diciendo que Ella fue solo la vasija de Jesucristo.

Ella fue más que eso, y Sor Lucía de Fátima lo enfatiza relacionando el Inmaculado Corazón de María con la Sagrada Eucaristía,

«Es la sangre recibida de María que circula en las venas de Cristo y que se derrama de Su Divino Corazón.

Es el mismo cuerpo y esta misma sangre, recibida de María, que se nos dan, bajo las apariencias de pan y vino, como alimento diario, para fortalecer en nosotros la vida de gracia

Y así continúa en nosotros, miembros del Cuerpo Místico de Cristo, su obra redentora para la salvación de todos y cada uno en la medida en que cada uno se aferre a Cristo y coopere con Cristo».

En tercer lugar, la razón por la que deberíamos dar el más alto grado de veneración a la Santísima Virgen es por su obediencia durante su peregrinación en la Tierra.

Esto comienza con las palabras de aceptación que le dio al Ángel Gabriel cuando la Anunciación “hágase en mí según tu palabra”.

Las escrituras y otros textos no canónicos destacan que vivió toda su vida en obediencia a la voluntad del Padre y de Su Hijo.

Pero claro está, no fue solamente virtud de Ella, sino que fue sostenida por la gracia.

La Iglesia nos presenta a María como modelo para todos los creyentes.

Y sólo por estas tres cosas debería ser normal que María sea una parte muy importante es la vida de todos los cristianos.

Pero hay un cuarto elemento que apunta a un plan de Dios que fue revelado hace 100 años en las apariciones de Fátima.

   

EL PLAN DIVINO CENTRADO EN EL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

En las apariciones de Fátima queda claro que la devoción al Inmaculado Corazón de María fue un plan de Dios para indicar el camino de la conversión hacia Su Hijo.

Nuestra Señora de Fátima se apareció por primera vez el 13 de mayo de 1917 a Lucía, Jacinta y Francisco tres niños pastores, en Portugal.

Jacinta y Francisco murieron prontamente.

Pero el plan de Dios para Lucía – que después se convirtió en monja – fue quedarse en la Tierra para promover la devoción al Inmaculado Corazón de María.

En la aparición de junio de 1917 Nuestra Señora les dijo a los 3 que su Inmaculado Corazón sería el refugio y el camino que conduciría a Dios.

En las apariciones de julio, Sor Lucía dice que Nuestra Señora mencionó tres veces su Corazón Inmaculado,

«Nuestra Señora nos dijo … que Dios deseaba establecer en el mundo la devoción a su Inmaculado Corazón.

Y cita a Nuestra Señora diciendo:

Jesús desea que me hagas conocer y amar en la tierra. Él también desea que establezcas devoción en el mundo a mi Inmaculado Corazón”.

Y estableció que la devoción al Inmaculado Corazón era para salvar a las personas del infierno,

Has visto el infierno, donde van las almas de los pobres pecadores.

Es para salvarlos lo que Dios quiere establecer en la devoción del mundo a mi Inmaculado Corazón”.

Y les dio a los pastorcitos una demostración de lo que puede hacer Su Inmaculado Corazón,

“Mientras hablaba estas palabras, abrió sus manos, y de ellas brotó una luz que penetró en nuestros corazones más íntimos.

Desde ese día en adelante, nuestros corazones se llenaron de un amor más ardiente por el Inmaculado Corazón de María».

Pero la instauración de la devoción a su Inmaculado Corazón tiene piedras en el camino que hieren a Su Corazón,

«Frente a la palma de la mano derecha de Nuestra Señora había un corazón rodeado de espinas que lo traspasaban.

Entendimos que este era el Inmaculado Corazón de María, ultrajado por los pecados de la humanidad y buscando reparación«.

La misión de Sor Lucía para promover la devoción al Inmaculado Corazón de María se la especificó muy claramente su prima, Santa Jacinta, cuando estaba en el hospital a punto de morir,

«Te quedarás aquí para dar a conocer que Dios desea establecer en el mundo la devoción al Inmaculado Corazón de María.

Diles a todos que Dios nos concede gracias a través del Inmaculado Corazón de María.

Que la gente debe pedir por ellas.

Que el Corazón de Jesús quiere que el Corazón Inmaculado de María sea venerado a Su lado.

Diles también que recen al Corazón Inmaculado de María por la paz, ya que Dios se lo ha confiado a ella».

Luego de la muerte de sus primos, Sor Lucía siguió teniendo apariciones de la Santísima Virgen impulsando la en su misión.

El 10 de diciembre de 1925 Sor Lucía recibió a la Santísima Virgen en el convento de Tuy, Pontevedra,

Y relata lo siguiente,

«La Santísima Virgen puso su mano sobre mi hombro, y al hacerlo, me mostró un corazón rodeado de espinas, que sostenía en su otra mano.

Al mismo tiempo, el Niño dijo:

Ten compasión del Corazón de tu Santísima Madre, cubierto de espinas, con la cual los hombres ingratos lo perforan en todo momento, y no hay nadie que haga un acto de reparación para eliminarlas«.

Entonces Nuestra Señora le dictó la devoción de los primeros 5 sábados, que es el vehículo para desarrollar la devoción al Inmaculado Corazón de María,

“Mira, hija mía, este es mi Corazón, rodeado de espinas con las que hombres ingratos me perforan a cada momento con sus blasfemias e ingratitudes.

Al menos intenta consolarme y di que prometo ayudar a la hora de la muerte, con las gracias necesarias para la salvación, todos aquellos que, en el primer sábado de cinco meses consecutivos, confiesen, reciban la Sagrada Comunión, reciten cinco décadas del Rosario, y me hagan compañía durante quince minutos mientras meditas sobre los quince misterios del Rosario, con la intención de repararme”.

Y nuevamente el 17 de diciembre de 1927 Nuestra Señora le dijo Sor Lucía,

Jesús desea hacer uso de ti para hacerme conocer y amar.

Él quiere establecer en el mundo devoción a mi Inmaculado Corazón.

Prometo la salvación a aquellos que la abracen, y estas almas serán amadas por Dios, como flores colocadas por mí para adornar su trono”.

Y además le aseguró todo su respaldo en la misión,

No, hija. Nunca te abandonaré.

Mi Inmaculado Corazón será tu refugio y el camino que te conducirá a Dios.

Vemos entonces por estas revelaciones, que Nuestro Señor y la Santísima Virgen están involucrados en promocionar al Inmaculado Corazón de María como vía de conversión y de llegar a Jesús.

Y es por eso que entonces debemos considerar que el Inmaculado Corazón de María y el Sagrado Corazón de Jesús son una unidad y deben venerarse en conjunto.

   

¿PORQUE JESÚS QUIERE QUE EL CORAZÓN INMACULADO DE SU MADRE SE HA VENERADO JUNTO A SU SAGRADO CORAZÓN?

Sor Lucía explica que el Padre colocó a su Hijo en el primer tabernáculo, dentro de María.

Y que fue la sangre de la Inmaculado Corazón de María la que le dio la naturaleza humana y de hecho la vida como ser humano.

San Juan Pablo II ha dicho al respecto,

«La obra de nuestra redención comenzó en el momento en que la Palabra descendió del Cielo para asumir un cuerpo humano en el vientre de María.

Desde ese momento, y durante los siguientes nueve meses, la Sangre de Cristo fue la Sangre de María, tomada de Su Inmaculado Corazón; el Corazón de Cristo latía al unísono con el Corazón de María».

Y Sor Lucía agrega,

«Veo que desde el principio Jesucristo unió a su obra redentora el Inmaculado Corazón de Aquella a quien eligió para ser su Madre»

Esto nos lleva a pensar que en el vientre de María se creó una nueva generación, cuya progenie fue elegida para aplastar la cabeza de la serpiente, el maligno, satanás.

Y Sor Lucía lo pone de esta forma,

«La nueva generación que Dios predijo nacería de esta mujer, triunfará en la batalla contra la progenie de satanás, hasta el punto de aplastar su cabeza.

María es la madre de esta nueva generación, como si fuera un nuevo árbol de la vida, plantado por Dios en el jardín del mundo para que todos sus hijos puedan participar de su fruto».

Además no se trata solamente de la salvación para la vida eterna, sino también evitar mayores males en la Tierra .

Porque Sor Lucía ha dicho que la Virgen le expresó que habrá paz,

“Para salvarlos, Dios desea establecer en el mundo la devoción al Inmaculado Corazón.

Si lo que yo digo se hace, muchas almas se salvarán y habrá paz.”

Naturalmente esto está relacionado también con la denuncia de la Santísima Virgen de los errores que iba a esparcir el comunismo en el mundo.

Y con el antídoto a eso.

El antídoto a esa tribulación era la Consagración de Rusia al Inmaculado Corazón de María.

giorgio y Juan Pablo II 13 mayo 1992

Juan Pablo II bendiciendo a Giorgio Sernani el 13 de mayo de 1992

   

POR QUÉ URGE INSTAURAR LA DEVOCIÓN AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

“Jesús quiere instaurar en el mundo la devoción a Mi Corazón Inmaculado”

Las apariciones de Fátima son las más trascendentales entre las innumerables manifestaciones de la Santísima Virgen en la historia de la humanidad.

En Fátima Dios quiso proclamar a su Madre Reina del Universo.

Su Mensaje no está dirigido a una comunidad o nación, sino a toda la Iglesia.

Desde el Papa -los Papas- hasta los más pequeños de sus miembros.

Que precisamente han sido los elegidos para transmitirlo.

En Fátima fue cuando de forma plena se cumplió la visión de San Juan:

«Apareció en el cielo un gran signo: Una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies, y en su cabeza una corona de doce estrellas» (Ap 12, 1)

La devoción al Corazón de María, voluntad expresa de Dios

Ocurren estas apariciones en el momento culminante de la era mariana, llamada así por Pío XII.

Cuando el mundo ya había comenzado a recibir los castigos de sus crímenes, que el Señor sólo evitaría por la intervención de su Santísima Madre.

Por eso repite, en cierto modo, la entrega que hiciera de Ella desde la Cruz como Madre de la humanidad.

Esta vez lo hace señalando el foco de su indecible amor: Su Inmaculado Corazón.

Y es así que decide solemnemente, marcando la historia con un día bendito, dar a los hombres de nuestro tiempo esa santa devoción, como verdadera áncora de salvación.

Ese día es el 13 de junio de 1917, fiesta de San Antonio de Padua, Patrono de Lisboa, donde nació en un día de la Asunción de la Virgen a fines del siglo XII.

San Antonio es muy celebrado en todo Portugal, donde su fiesta es la fiesta de los niños, y es venerado en el mundo entero.

Fue nombrado Doctor Evangélico por la Iglesia, y el pueblo lo llama «El Santo de los Milagros», «El Arca del Testamento», «El Santo de todo el mundo».

Sería bueno un estudio aparte para relacionar su vida y virtudes con la devoción al Inmaculado Corazón de María ya que Dios quiso proclamarla al mundo en su día.

Ese día, en su segunda aparición de Fátima, la Virgen mostró su Corazón y dijo estas palabras desgraciadamente no valoradas durante casi un siglo:

.“Jesús quiere instaurar en el mundo la devoción a Mi Inmaculado Corazón”.

A poco que nos detengamos en este anuncio, veremos que no se trata de un simple pedido, sino de una sentencia del Altísimo.

Es la voluntad expresa de Dios, brotada de su infinita misericordia.

La devoción al Corazón de María fue preparada por enviados suyos, Santa Gertrudis, Santa Brígida, San Juan Eudes, San Antonio María Claret…

Dios siempre prepara los corazones y en este caso lo hizo de manera muy especial, de modo que el 13 de junio de 1917 no era desconocida.

Recordemos que al comienzo del siglo anterior el Papa Pío VII enseñaba:

El Corazón de María, la Madre de Dios y Madre nuestra, es el Corazón amabilísimo, objeto de las complacencias de la Adorable Trinidad, y digno de toda la veneración y ternura de los Ángeles y los hombres.

El Corazón más semejante al de Jesús, cuya imagen más perfecta es María, Corazón lleno de bondad y de gran manera compasivo de nuestras miserias. (Pío VII, 18 de agosto de 1807)

Más tarde, en la mitad del siglo XX, otro Papa Pío – el duodécimo -, signado por las Apariciones de Fátima fue consagrado obispo el día mismo de la primera aparición.

Y empeñado en cumplir la decisión divina, alentaba a la Iglesia abrazar esta devoción, como lo comprobamos en las expresiones que dirigía al pueblo español reunido en Zaragoza para la Consagración Nacional:

¡Bien merece sin duda ninguna, hijos amadísimos, esta manifestación de vuestra piedad al Corazón Purísimo de la Virgen, sede de aquel amor, de aquel dolor, de aquella compasión y de todos aquellos altísimos afectos que tanta parte fueron en la redención nuestra, principalmente cuando Ella “stabat iuxta Crucem”, velaba en pie junto a la cruz (Jn 19,25).

Bien lo merece aquel Corazón, símbolo de toda una vida interior, cuya perfección moral, cuyos méritos y virtudes escaparían a toda humana ponderación! (Pío XII, 12 de octubre de 1954)

Las palabras dichas por la Virgen fueron repetidas al mes siguiente en el contexto del gran Mensaje que contenía el Secreto (en esa oportunidad no dice Jesús, sino Dios).

Es la voluntad  de Dios, que debe cumplirse simplemente por eso, porque Dios lo quiere.

Y lo que Dios quiere es lo único bueno, lo único válido, lo único posible…

¡Cuántos santos han entregado sus vidas por sólo cumplir la voluntad de Dios!

¡Cuántos nos han dejado sus enseñanzas y ejemplos de cumplimiento de la voluntad de Dios!

¡Cuántos lo han perdido todo y hasta han ofrendado su sangre en martirio por hacer la voluntad de Dios!

Todos ellos siguieron las enseñanzas de Jesús en el Padrenuestro:

“Hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo”.

Él, aunque siendo Dios, no sólo nos enseñó, sino que nos dio ejemplo de la aceptación de la voluntad de su Padre en su terrible agonía del Huerto:

Padre, si es posible que pasé de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad sino la tuya (Mt 26, 39; Mc 14, 36; Lc 22, 42 ).

El incumplimiento de la voluntad de Dios es algo muy grave.

Y la oposición a ella es algo terrible, como lo vemos en nuestros años.

La gravedad de estos hechos puede estar exenta de culpa por desconocimiento o por otras situaciones.

De ninguna manera se pretende en esta exposición juzgar a personas.

El juicio corresponde solamente a Dios.

Pero eso no obsta a que sea señalada objetivamente esa omisión, sobre todo cuando, como en este caso,  están en juego la salvación de las almas, el bien de la Iglesia y la paz del mundo.

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María Reina y Señora de todo lo creado

En Fátima, Nuestro Señor Jesucristo quiso proclamar al mundo que su Madre es Reina, y mostrarla como tal.
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Ella es la Guebirah mesiánica, según la tradición de la dinastía davídica (III Rey 2, 19-20).
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Tiene su trono a la derecha del Rey, su Hijo Jesucristo, y co-gobierna con Él.
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La forma en que comparte ese gobierno es precisamente la intercesión.

Tomemos nota  de la figura del Antiguo Testamento, y las enseñanzas de la Iglesia: María es Reina e Intercesora Universal.

Por eso, el mandato de Jesucristo, Rey del Universo, de que se instaure la devoción al Corazón Inmaculado de su Madre, la Iglesia lo ha recibido por medio de Ella misma.

La Reina, que se abaja a nosotros misericordiosa y dulcísima en cumplimiento de la voluntad divina para ayudarnos con su solicitud, que es real y es materna a la vez.

Y por eso mismo en Fátima Ella se aparece, habla, gobierna y obra como Reina y Señora del mundo Universo.

Cuatro meses después de esa manifestación culminarían las apariciones de la Cova de Iría con el grandioso Milagro del Sol.

70000 personas, llegadas de todos los rincones de Portugal, sin que les intimidara una lluvia copiosa y persistente, vieron girar al sol por tres veces como un disco de plata despidiendo colores, y enseguida “despegarse” del cielo con la apariencia de caer sobre la multitud, para después volver a su lugar.

Al terminar esa “danza del sol” (así la llamaron los peregrinos y los periódicos) todos tenían sus ropas secas…

De ese milagro resaltamos aquí solamente esta afirmación de Lucía:

“Nuestra Señora extendió sus manos y fue la luz que venía de sus propias manos la que se reflejó en el sol en el momento del milagro”.

Compartimos el pensamiento del Dr. Peter Chojnowski:

“El sol danzó para Nuestra Señora, el Arca de la Nueva Alianza, tal como David danzó frente al Arca de la Antigua Alianza.

Este milagro habla de la intercesión todopoderosa de Nuestra Señora”.

Y a continuación afirma:

“No hay ninguna duda que este milagro fue destinado a ser una prueba absoluta del Reinado Universal de Nuestra Señora.”

Es el Reinado de la Mujer Vestida del Sol de la divinidad, que nos muestra, en la luz de sus manos, la magnitud del poder que Dios le ha dado sobre la creación.

Poder que reside -ahora lo comprendemos- en su Corazón Inmaculado.

La palabra Señora viene de Dómina, que en latín significa Dueña, y la palabra Reina deriva del verbo también latino, “regire”, que significa “regir”.

Son dos palabras complementarias, usadas indistintamente por el Papa Pío XII para señalar a María como Soberana a lo largo de su Encíclica “Ad Coeli Reginam” (La Reina del Cielo).

La Realeza de María es una verdad que profesamos cada vez que rezamos el último Misterio del Santo Rosario: La Coronación de María como Reina y Señora de todo lo creado.

Conviene meditar esa proclamación que hacemos los miembros de la Iglesia de Cristo en forma continua, individualmente, en familias y en comunidades.

Si bien ambas palabras mencionan a María como Soberana, cada una de ellas tiene una característica especial.

Como Señora es Dueña, y como Reina rige.

Señora porque el Señor la constituyó Reina de toda la Creación, y Reina porque participa su Realeza Universal en virtud de su Corredención.

Pero como en la aceptación de su gobierno interviene la libertad humana, María, verdadera  Reina nuestra, no dice esa palabra en Fátima, porque del todo unida a la voluntad de Dios quiere nuestra libre aceptación de tal Realeza.

Nosotros frecuentemente la llamamos Reina, y la coronamos.

Su Imagen de Fátima recibió la coronación pontificia en 1946, del parte del Papa Pío XII como Reina del mundo, Regina Mundi, Reina del mundo y de la Paz, agregó el Papa en esa ocasión.

Sin embargo, la palabra Señora la menciona expresamente en la última aparición, cuando da a conocer su nombre: “Soy la Señora del Rosario” porque de esa manera nos está ofreciendo las indecibles gracias del Rosario.

Y así la llamamos cuando pedimos sus gracias.

Ésa es la naturaleza humana debilitada por el pecado.

Aceptamos que sea Señora para pedirle incansablemente las gracias que necesitamos, pero no aceptamos tan fácilmente que sea Reina y nos exija, aunque lo haga con una suavidad indecible, los designios de Dios.

Todos queremos sus  dones, pero no todos aceptamos sus mandatos.

Los fundamentos de la Realeza de María fueron desarrollados en la mencionada Encíclica de Pío XII con abundantes testimonios de la historia, la Liturgia, la piedad, el arte, y también el llamado sensum fidei.

Ese valiosísimo documento fue dado a la Iglesia con la mayor solemnidad en la clausura del Primer Año Mariano Universal.

Sin embargo, muy poco se habla de la Realeza de María, y muy poco se la conoce.

¡En cambio se oyen voces que hablan de “exageraciones” en el Magisterio mariano de Pío XII…!

Desgraciadamente, aún con el conocimiento de esas enseñanzas, no todos aceptan la Realeza de María, sobre todo cuando la ejerce en Fátima.

Y esto ocurre a pesar de que al coronarla y proclamarla Reina, el Papa lo hizo como un acto solemne de gobierno.

Los que condenaron al Señor no soportaban que se proclamara Rey, siendo ése el motivo de su Crucifixión, testimoniado por Pilatos al colocarle la conocida inscripción sobre su Sagrada Cabeza.

Sus enemigos todo lo podían soportar, menos que fuera Rey…

La obsesión del poder es tan antigua como el mundo.

Y bien, María es Reina, junto a Jesucristo Rey.

La coronan los papas y los obispos.

Pero su Realeza suscita reacciones o es relegada.

No son pocas las veces en que hasta oímos protestas ante las coronaciones marianas porque quieren una Virgen “sencilla”, y “pobre”.

En realidad el motivo es que no quieren aceptar sus mandatos, una actitud que huele mucho a protestantismo.

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El Corazón Inmaculado de María es un don especialísimo de Dios

Hemos recibido una orden de Dios, es verdad, pero mucho más que eso, la frase de la Santísima Virgen nos habla de un don inmerecido de la Bondad del Altísimo para la salvación de las almas y para la paz del mundo.

Esa orden es un ofrecimiento al retorno a Él, donde sólo se puede encontrar la felicidad.

La devoción al Inmaculado Corazón de María es la devoción propia de Dios, si así se nos permite expresarlo, recordando las afirmaciones de los Santos: El primer devoto del Corazón de su Madre es el propio Jesús.

Por eso, y teniendo en cuenta que el corazón es el lugar donde reposa todo lo que es una persona, podemos leer estas enseñanzas del gran maestro de la devoción mariana, San Luis María de Montfort agregando las palabras Inmaculado Corazón sin cambiar el sentido que le ha dado el santo:

«Dios Padre ha hecho una reunión de todas las aguas, que ha llamado mar; ha hecho una reunión de todas las gracias, que ha llamado María, dice San Antonio.

Este gran Dios tiene un tesoro riquísimo donde ha encerrado todo lo que hay de bello, de resplandeciente, de raro y de precioso, hasta su propio Hijo.

Y este tesoro inmenso no es otro que el Inmaculado Corazón de María, que los Santos llaman el Tesoro del Señor, de cuya plenitud son enriquecido los hombres.

Dios Hijo ha comunicado al Inmaculado Corazón de su Madre todo lo que Él ha adquirido por su vida y su muerte, sus méritos infinitos y sus virtudes admirables.

Dios Espíritu Santo ha comunicado al Inmaculado Corazón de María, su fiel esposa, sus dones inefables, y lo ha elegido por dispensador de todo lo que posee».

El Corazón de María es el Sagrario viviente de Dios, afirma la venerable Madre María de Jesús de Ágreda, y San Antonio María Claret, que culmina la preparación querida por la Providencia de Dios para establecer esta devoción, nos enseña:

María fue preservada del pecado original por haber sido Ella la destinada para Madre del mismo Dios.

Para esto, Dios la dotó de un Corazón inmaculado, purísimo, castísimo, humildísimo, mansísimo, santísimo, pues que de la sangre salida de este Corazón se había de formar el cuerpo del Dios humanado”.(San Antonio María Claret, Escritos Espirituales).

A las almas devotas del Corazón Inmaculado de María la Virgen promete la salvación y una predilección especialísima de Dios como lo demuestran las palabras que siguieron a la manifestación del 13 de junio:

“Jesús quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón.
.
A quien la abrazare prometo la salvación.
.
Y estas almas serán queridas por Dios como flores puestas por mí para adornar su trono” (Escritos de Sor Lucía – Cartas y otros documentos, pag 401)

Por eso, mucho antes del establecimiento divino de la devoción, el mismo San Luis María de Montfort mientras nos daba las enseñanzas de la consagración a María en la santa esclavitud, exclamaba:

“Quiero lo que Vos queréis María;
me arrojo en Vuestro Corazón abrasado de amor,
divino molde en el que quiero formarme,
y en él me escondo y me pierdo para rogar,
obrar, sufrir siempre por Vos, con Vos y para Vos,
a la mayor gloria de Vuestro Divino Hijo Jesús”.

compuesto de virgen de fatima y pastorcitos fondo

   

Toda la gloria de la hija del Rey está en su interior (Cant 45,13)

Mencionemos ahora sólo algunas de las características de esta benditísima devoción:

   

La devoción al Inmaculado Corazón de María es santísima

Esta devoción viene directamente del Cielo, es el modo con que el buen Dios nos muestra, en estos tiempos de desamor, de odio y de muerte, el amor indecible e incomparable de su Madre.

Y nos la da nuevamente como nos la dio desde la cruz en la hora suprema de la Redención.

Sabemos que Dios colmó tan maravillosamente a María, como proclama el Beato Pío IX 

“de todos los celestiales carismas, sacados del tesoro de la divinidad, muy por encima de los Ángeles y de los santos, que Ella, absolutamente siempre libre de toda mancha de pecado, y toda hermosa y perfecta, manifestó la plenitud de inocencia y santidad, que no se concibe en modo alguno mayor, después de Dios, y nadie puede imaginar fuera de Dios” (Ineffabilis Deus, 8 de diciembre de 1854).

De esa plenitud de santidad, cuyo asiento es el Inmaculado Corazón de María, nos podemos beneficiar cada uno de nosotros y toda la Iglesia, con esta devoción que Dios mismo quiere instaurar en el mundo.

   

La devoción al Inmaculado Corazón de María es tiernísima

Nos dice San Luis María de Montfort:

“Poned, si podéis, todo el amor natural que todas las madres de todo el mundo tienen para sus hijos, en un mismo corazón de una madre para un único hijo.

Ciertamente esta madre amará  mucho a ese hijo.

Sin embargo es verdad que el Inmaculado Corazón de María ama aún más tiernamente aún a sus hijos”.

Y esto lo comprenderemos si meditamos que el Corazón de María es el trono y tabernáculo del Verbo encarnado, que lo ama más y mejor que todos los Ángeles y los hombres, amor que Él quiso compartir con nosotros.

Cuando desde la Cruz nos dijo en la persona de Juan: “He aquí a tu Madre”, y cuando lo repitió de manera inefable para nuestros tiempos, al mandarnos esta santa devoción.

   

La devoción al Inmaculado Corazón de María es dulcísima

Dice San Bernardo:

“Oh dulce Señora, cuyo solo recuerdo endulza el corazón. La meditación de tu grandeza eleva la mente; tu belleza cautiva los ojos del alma…

No sé pedir otra cosa que ése tu Corazón”.

La dulzura del Corazón de María es del todo celestial, no es posible describirla, sólo es posible gustarla y aprovecharla para nuestra vida espiritual, para reconfortarnos en las penas de esta vida y para desear las delicias del Cielo.

Las maravillas que esta devoción puede realizar en nuestras almas nos hacen afirmar con verdad que Dios nos la ha dado como un verdadero anticipo del Cielo.

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La devoción al Inmaculado Corazón de María es poderosísima

Inspirado por el Espíritu Santo, el Beato Pío IX se anticipa al Mensaje de Fátima invocándola así:

La Santísima Virgen, que elevó a la cumbre de sus merecimientos sobre todos los coros ángeles hasta el solio de la Divinidad, y trituró con la firmeza de su pie la cabeza de la antigua serpiente.

Y que puesta entre Cristo y la Iglesia, toda suave y llena de gracias, arrebató siempre al pueblo cristiano de cualesquiera calamidades por grandes que fuesen, y de las asechanzas y acometidas de todos los enemigos, y lo libró de la muerte.

Querrá, compadecida también de nuestra tristísima y lamentabilísima situación, y de nuestras amarguísimas angustias, trabajos y necesidades, con aquel, su acostumbrado inconmensurable afecto de su Maternal Corazón, querrá –decimos- … desviar los azotes de la ira divina, que nos afligen por nuestros pecados.

Y reprimir y deshacer las turbulentísimas tempestades de males que, con increíble dolor de nuestro corazón, en todas partes zarandean la Iglesia, y convertir nuestro llanto en gozo” 

   

La devoción al Inmaculado Corazón de María es baluarte contra el infierno y sus demonios

Afirma San Buenaventura que

“así como las moscas huyen del gran fuego, así del Corazón de María, todo llama de caridad, huyen los demonios, que jamás fue tentada por ellos, pues los aterraba la llama de su Caridad”.

Si nosotros tenemos verdadera y profunda devoción al Inmaculado Corazón de María, y perseveramos en ella, la Virgen nos dirá como a Lucía de Fátima: “Mi Corazón será tu refugio”.

Efectivamente, en estos tiempos en que los demonios hacen tantos daños a la Iglesia y se ensañan más aún con los que quieren permanecer fieles a la verdadera fe, el Corazón de María es nuestro refugio donde ningún daño nos pueden hacer los demonios.

Donde permaneceremos fieles como Lucía, que durante toda su larga vida perseveró en esta excepcional devoción, que la hizo fuerte ante todo embate del enemigo, como cuando el alcalde de Ourem pretendió, sin conseguirlo a pesar de sus terribles amenazas, hacerla traicionar a la Blanca Señora.

   

La devoción al Inmaculado Corazón de María es convenientísima y necesaria para el mundo en que vivimos

Es el recurso máximo y extremo de la misericordia de Dios, que nos señala a nosotros el objeto de su propio amor, con su voluntad misericordiosa de contagiarnos al menos una pequeña partecita de su divino amor.

Es el tesoro precioso que nos regala el Sacratísimo Corazón de Jesús, como lo manifiesta la pequeña Beata Jacinta cuando dice a su prima Lucía:

“Dile a todos que el Sagrado Corazón de Jesús quiere que a su lado sea venerado el Inmaculado Corazón de María”.

Recordemos también estas palabras de Jacinta “Diles que la paz debemos pedirla por medio del Corazón de María”.

En el Mensaje de Fátima se nos dice claramente que es la única forma en que podemos recibir el don de la paz para el mundo.

A esta devoción está concedido el don preciosísimo de la paz. 

   

La devoción al Inmaculado Corazón de María tiene un especial carácter de desagravio

Pero el Corazón de María, que nos presentara San Antonio María Claret y otros santos rodeado de rosas y lirios, aunque traspasado por la espada que profetizó Simeón, ahora ya no lo vemos con flores, en torno a él sólo hay una corona de espinas:

“Delante de la mano derecha de Nuestra Señora había un corazón rodeado de espinas que parecía se clavaban en él.

Comprendimos que era el Inmaculado Corazón de María ultrajado por los pecados de los hombres y que pedía reparación” (Cuarta Memoria de Sor Lucía)

“¡Oh María! –se preguntaba San Alfonso María de Ligorio– ¿No están satisfechos los hombres con haber perseguido a vuestro Hijo hasta quitarle la vida, sino que todavía no cesan de perseguirle con sus pecados, y continúan ingratos, afligiéndoos a Vos Madre Dolorosa?”.

A lo que podríamos nosotros agregar en este tiempo: “con una multitud de blasfemias públicas…”

A una persona piadosa no le es difícil entender el porqué precisamente es en este tiempo que Dios quiere que veneremos el Corazón Inmaculado de su Madre Corredentora con un particular acento en el desagravio.

sagrado corazon de jesus e inmaculado de maria

   

La fiesta del Corazón Inmaculado de María

La culminación del desarrollo de una devoción en la Iglesia es, indudablemente, su celebración litúrgica.

Por eso, siendo tan importante el llamado de Dios por la devoción al Inmaculado Corazón de María, se entiende que Sor Lucía haya pedido al Papa esa fiesta con la misma vehemencia con que pidió la consagración de Rusia y los Cinco Primeros Sábados.

El 2 de diciembre de 1940, ella rogaba además de esos dos actos,

que la fiesta en honor del Inmaculado Corazón de María se extienda a todo el Mundo como una de las principales de la Santa Iglesia” (Cartas y otros documentos).

El gran promotor de esta celebración había sido San Juan Eudes, que mereció ser llamado por León XIII y San Pío X “padre, doctor y primer apóstol” del culto a los Sagrados Corazones de Jesús y María.

La fiesta fue celebrada por primera vez en forma pública el 8 de febrero de 1648 en la Catedral de Autun.

Pronto se extendió por Francia, despertando la furia de los jansenistas quienes pusieron toda clase de trabas que influyeron indirecta pero efectivamente para que Roma negara la autorización.

La fiesta se siguió pidiendo. Uno de los más entusiastas fue el Padre jesuita Gallifet, (primera mitad del siglo XVIII) a quien le llegaron dos respuestas negativas, la segunda con el agregado de “no insistir”…

Sólo siendo Papa el Beato Pío IX, poco después de haber proclamado la Inmaculada Concepción como dogma de fe, fue aprobada en 1855, y en 1914 fue instituida para todos los lugares que lo deseen.

Finalmente, el 4 de marzo de 1944 el Papa Pío XII extendió a toda la Iglesia la fiesta litúrgica del Inmaculado Corazón de María asignándole la fecha de la octava de la Asunción, el 22 de agosto.

Al hacerlo, el Papa quiso dejar expresado que esta fiesta se instituía para obtener por medio de la intercesión de María

«la paz entre las naciones, libertad para la Iglesia, la conversión de los pecadores, amor a la pureza y la práctica de las virtudes»

Pío XII resumía así los pedidos de Fátima, para remedio a los males que ya estaban en el mundo.

Posteriormente, con la reforma del Vaticano II, la fiesta fue cambiada para el sábado siguiente al viernes de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús.

Fue un paso atrás, porque los sábados hay muy pocas misas por la mañana y por la tarde se celebra la dominical.

Sumando a esto el olvido de los pedidos de la Virgen, la fiesta quedó prácticamente anulada en el calendario del Novus Ordo, por lo que actualmente, y salvo una intervención directa del Santo Padre, la única esperanza es que se siga difundiendo junto con la Liturgia tradicional, liberada por el Motu Proprio de Benedicto XVI.

Por todo lo dicho me atrevo a proponer que junto con la Consagración de Rusia y la devoción de los Primeros Sábados, se solicite la restauración de la fiesta del Corazón de María en todo su esplendor, con las mismas palabras de Sor Lucía:
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“que la fiesta en honor del Inmaculado Corazón de María se extienda a todo el Mundo como una de las principales de la Santa Iglesia”.

fatima

   

La urgencia de instaurar esa devoción

La devoción al Inmaculado Corazón de María es condición sine qua non para evitar los castigos que estamos viviendo y los que ya atisbamos en el horizonte.

Es doloroso presenciar el olvido de los pedidos de la Virgen, como es el caso de la devoción de desagravio de los Primeros Sábados.

Cuando la cantidad de blasfemias a la Madre del Señor multiplican su veneno por la divulgación globalizada que se realiza por todos los medios.

Esas blasfemias son pecados “de los que claman al Cielo”.

Y también es doloroso ver cómo se cumplen inexorablemente los anuncios del 13 de julio de 1917 por no ser realizada la consagración de Rusia por el Papa con todos los obispos del mundo, y que por ambas omisiones

“Rusia sigue esparciendo sus errores por el mundo”, “el Papa y los buenos tienen mucho que sufrir…”.

Causa estupor comprobar que estamos viviendo tiempos donde las cosas más sublimes no llegan a conmover a los hombres y mujeres que están desesperados por servir a los ídolos de barro entronizados por las fuerzas del mal en los “altares” modernos por todos los medios.

Aún dentro de los propios hogares, donde en otros tiempos existía la religiosidad o al menos la intimidad, gobernada por los padres de familia.

Posiblemente haya mucho de ignorancia, ya que los conceptos han sido trastocados por una confusión espantosa que aumenta día a día.

Confusión que no es propia de la Iglesia de Dios, donde todo debe ser claro y seguro.

Por eso mismo nosotros, hijos de la Iglesia, tenemos una obligación grave de difundir con precisión y urgencia los pedidos de Nuestra Señora.

Y por todo lo dicho, en nombre de los Caballeros de la Orden del Inmaculado Corazón de María, junto con todos los hermanos que nos hemos reunido en la ciudad de Roma bajo la celestial mirada de Nuestra Reina y Señora del Rosario de Fátima, en este momento dramático de la historia de la Iglesia, suplico ardientemente al Santo Padre, la revelación aún oculta del Secreto de Fátima y la realización de los pedidos ya conocidos de la Madre de Dios y Reina del Mundo, a saber:

La Consagración de Rusia realizada por Su Santidad en unión con todos los Obispos del mundo al Inmaculado Corazón de María.
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La Bendición por parte de Su Santidad, de la devoción reparadora de los Primeros Sábados del mes, haciéndola pública por todo el mundo.
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Y la restauración de la fiesta del Inmaculado Corazón de María para sea celebrada en todo el Mundo  como una de las principales de la Santa Iglesia.

mujer vestida de sol

   

Apareció en el cielo un gran signo:Una Mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies, y en su cabeza una corona de doce estrellas (Ap 12, 1)

La Mujer Vestida del Sol es la Santísima Virgen.
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No hay ya discusión al respecto cuando los últimos pontífices coinciden en que ésa es la primera interpretación del primer versículo del capítulo 12 del Apocalipsis.
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El Sol que la reviste es la divinidad de Cristo.
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La luna debajo de sus pies representa todo lo cambiante de la tierra.
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Y las estrellas del Cielo a los Doce Apóstoles.

El Apocalipsis se puede aplicar a muchos momentos de la historia, pero ya no hay dudas que los tiempos precisos del Libro de la Revelación llegaron, y que la Mujer Vestida del sol fue manifestada en Fátima por el mismo Dios.

Así lo vieron los últimos Papas.

Pablo VI dirigió una Exhortación Apostólica a la Iglesia iniciándola con las palabras del Apóstol Juan: “Signum Magnum”.

Y cuando Juan Pablo II  beatificó a los pastorcitos en Fátima, eligió personalmente la lectura del capítulo 12 del Apocalipsis para la Misa, y en su homilía decía:

…Por designio divino, «una mujer vestida del sol» (Ap 12, 1) vino del cielo a esta tierra en búsqueda de los pequeños privilegiados del Padre (San Juan Pablo II, 13 de mayo de 2000, en Fátima, homilía de la Misa de beatificación de Jacinta y Francisco).

Sí, verdaderamente la Señora del Rosario apareció en Fátima “Vestida del Sol”. Así lo dice expresamente Lucía:

Vimos sobre una carrasca una Señora toda vestida de blanco, más brillante que el sol y esparciendo una luz más clara e intensa que un vaso de agua cristalina atravesado por los rayos del sol más ardiente. (Cuarta Memoria de sor Lucía, pag 331)

Tiene en sus manos el arma invencible de todos los tiempos: El Rosario. Son las apariciones del Inmaculado Corazón de María.

Dios hizo en la Cova de Iría una nueva presentación de su Madre como aquélla que hizo a los ángeles en el Paraíso.

Y bien, la Mujer del Génesis está ya en el campo de batalla. Está Vestida del Sol. Pero no la vemos con su corona de doce estrellas, ni con la luna a sus pies.

El motivo: Las doce estrellas significan, en interpretación unánime de los exégetas, a los doce apóstoles: el gobierno de la Iglesia.

Ese gobierno de la Iglesia no está unido en la obediencia de la voluntad de Dios, al que representan.

No han consagrado a Rusia al Inmaculado Corazón de María.

Cuando lo hagan,  veremos las doce estrellas coronándola en su Imagen de Fátima.

Y veremos la luna a sus pies, lo mutable, que simbolizó en un primer momento la princesa mora convertida al catolicismo, (la media luna sabemos que es el símbolo del Islam).

Y fue el mismo Islam, cuando fue derrotado en Lepanto, por el rezo fervoroso del Rosario en toda la Iglesia.

Pero en estos tiempos es sin duda Rusia y el mundo entero, por donde esa nación esparció sus errores que hoy, habiendo crecido monstruosamente, conmueven la integridad de la Iglesia.

Rusia, y sus dominios en todo el mundo, conquistados con sus errores a causa de la debilidad de los cristianos, debida a los pecados y la falta de oración, aún no está a los pies de la Mujer Vestida del Sol.

Rusia no está convertida, y sigue siendo la gran amenaza para el mundo.

Cuando el Papa y todos los obispos unidos a él la consagren, será completo el simbolismo de las Escrituras, la de la visión de San Juan, con el triunfo de su Corazón Inmaculado.

El “dragón bermejo, con siete cabezas y diez cuernos” que aparece inmediatamente luego de la Virgen en la visión, es la serpiente antigua, Satanás, que con su cola arrastra a la tercera parte de los consagrados.

Nadie, desgraciadamente, puede negar esa realidad en estos momentos.

“El dragón se puso delante de la Mujer… para devorarse a su hijo”.

Muy bien podemos entender aquí la pretendida aniquilación de la Iglesia Católica con la protestantización de la Misa “¡destruyamos la Misa y destruiremos la Iglesia!” clamaba Lutero.

El Dragón quiere destruir la fe en la Presencia Real, por eso San Miguel Arcángel, el Ángel de Portugal, inauguró las apariciones con las oraciones de fe en la Presencia Real de Jesucristo en la Hostia Consagrada, con la adoración, la esperanza y el amor hacia esa Presencia.

Y también con el desagravio.

El ángel nos enseñó a proclamar nuestra fe eucarística.

En ese momento (1916) no se veía esa amenaza.

Pero cincuenta años después el Papa Pablo VI tuvo que dirigir una Encíclica a toda la Iglesia para refirmar la Transubstanciación, la Presencia Real, el sacerdocio ministerial y el carácter sacrificial de la Misa.

“Entonces se trabó una batalla grande en el Cielo”.

Una batalla similar a la de los Ángeles cuando el Altísimo les dio a conocer su voluntad de encarnarse, por lo que deberían adorarlo en la unión hipostática con la naturaleza humana, y reconocer a su Madre como Reina del Universo.

“¡Non serviam!” gritó Luzbel entonces. Y ese grito tuvo su eco en el siglo XX, y en el que comenzamos se hace más estruendoso:

“¡No queremos adorar a Dios, no queremos aceptar sus Mandamientos ni su Evangelio, no queremos a María Madre de Dios y nuestra, Virgen e Inmaculada, Asunta y Reina, no queremos su Rosario, no queremos sus Mensajes, no queremos su Iglesia, queremos otra a nuestro modo, con las sugestiones del infierno!”

“Miguel y sus ángeles pelearon contra el dragón y el dragón lidiaba con sus Ángeles. Pero estos no prevalecieron”.

San Miguel es el Jefe del ejército de la Virgen Santísima

Y “así fue abatido aquel gran dragón, la antigua serpiente que se llama demonio y Satanás”

Los dogmas y todas “las maravillas que Dios hizo en María” también fueron  atacados, por eso es necesario el desagravio de los Primeros Sábados.

Rusia insultó a Dios y con su ateísmo descarnado, que hoy prevalece y aún se agiganta, es la gran amenaza para el mundo.

Sin embargo no se obedece a la Reina del Universo, porque paralelamente a esas herejías se ha revivido y aumentado el nefasto minimismo mariano, que pretende una María sin los  privilegios con que Dios la ha enriquecido, por ser su Santísima Madre.

Algunos teólogos de hoy han elaborado una frase monstruosa: “Debemos preferir la mariología del servicio a la mariología de los privilegios”.

Lo cual supone una María aceptable a los protestantes, en palabras del Padre Fáber de hace un siglo y medio en Inglaterra.

Ellos pretenden “la María de la historia” a “la María de la Fe”, y eso es absolutamente herético y blasfemo, insultante no sólo de Nuestra Señora sino del mismo Dios Altísimo que la ha colmado de dones.

Y supone un ataque frontal a la misma Iglesia, a su Tradición patrística, a su Magisterio Pontificio, y aún a la que ellos llaman despectivamente la “religiosidad popular”.

Aquí se cumple también la palabra del Libro de la Revelación:

El dragón fue persiguiendo a la Mujer, que había dado a luz a aquel hijo varón” y “vomitó de su boca en pos de la Mujer, cantidad de agua como un río, a fin de que fuese arrebatada por la corriente”.

Y sigue el libro sagrado:

La tierra socorrió a la Mujer, y abriendo su boca, se sorbió al río que el dragón arrojó de su boca.

Con esto el dragón se irritó contra la Mujer y marchose a guerrear contra los demás descendientes de Ella, que guardan los Mandamientos de Dios y mantienen la confesión de Jesucristo…”

En esa lucha estamos, y vamos a triunfar con la Mujer Vestida del Sol.

El triunfo está prometido por la Virgen. Es el triunfo de su Corazón Inmaculado.

La devoción al Corazón Inmaculado de María es la devoción del triunfo.

De ese triunfo que llegará tanto más pronto cuando más pronto inundemos la tierra con el fuego que vemos surgir de ese mismo Corazón, y del Corazón de Jesús.

Ese fuego sólo se enciende y se extiende con las directivas que dio la Blanca Señora de Fátima: Rosario, sacrificios, Consagración de Rusia por el Sucesor de Pedro y los sucesores de los demás Apóstoles, y Desagravio de los Primeros Sábados.

Todo con almas limpias, sometidas a los Mandamientos, en una confianza total, plena y absoluta en la autoridad y el poder que Dios ha dado a su Sacrosanta Madre.

mujer vestida de sol william_blake

   

Conclusión

San Ignacio de Loyola enseña que a las sugestiones del demonio debemos responder “opositum per diametrum”, es decir oponiendo diametralmente a lo que nos propone, y no contemporizando, o dialogando, o cediendo.

El mundo de hoy está gobernado por las fuerzas del mal.

El demonio sugiere toda clase de caminos para la perdición de las almas, y esas sugerencias llegan por los medios de comunicación a lo más íntimo de los hogares.

El oponerse firme y diametralmente es la única forma de salvar el alma y de vivir en paz, aún con tribulaciones y luchas.

La devoción al Corazón Inmaculado de María, además de ser consuelo y gozo para nuestras almas.
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Nos libra de las asechanzas del enemigo.
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Y nos permite cumplir los votos y promesas del Bautismo: renunciar a satanás a sus pompas y a sus obras.
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Y ser fieles a la verdadera Iglesia de Jesucristo.

El demonio, en efecto, nos invita a adorar a los ídolos de barro: el poder, el dinero y el sexo.

El Corazón de María nos ayuda a adorar a Jesucristo, verdadero Dios, “presente en todos los Sagrarios de la tierra”.

El demonio nos engaña con el menosprecio de esa Divina Presencia Real, con la Comunión hecha indignamente, sin Confesión, primeramente de pie, últimamente en la mano.

El Ángel de Fátima nos enseña a postrarnos con la frente sobre la tierra ante la Santísima Eucaristía y nos invita, por medio del Corazón de su Madre, a desagraviarlo, creer en El, adorarlo, esperar en Él y amarlo.

El demonio ha inducido a que prevalezcan doctrinas mariológicas que minimizan a la Virgen.

La devoción al Corazón de María la alaba como Reina del Universo, y a la vez la toma como Madre tiernísima y llena de misericordia.

El demonio ha desatado una ola de blasfemias a la Madre de Dios, que le clavan espinas muy dolorosas en su Corazón.

Esta devoción de desagravio arranca esas espinas y le brinda nuestro consuelo filial.

El demonio nos lleva a la desacralización, el Corazón de María a la Consagración personal, de las familias, personas y naciones.

El demonio “ha introducido modas que ofenden mucho al Señor”.

La Virgen nos lleva a la modestia y el recato en el vestir.

El demonio quiere apoderarse del mundo, por medio de los errores de Rusia, convertidos en terribles aberraciones y crímenes.

El Corazón de María nos promete la Paz.

El demonio está llevando a gran parte de la Iglesia a la apostasía, la devoción al Corazón de María con el rezo diario y confiado del Santo Rosario, es garantía de la verdadera fe católica.

La no aceptación de este llamado es una terrible ingratitud hacia Dios, y es la prolongación del verdadero suplicio que está sufriendo la Iglesia y la humanidad.

El Papa Pío VII que padedciera el sacrílego cautiverio de Napoleón, pronunció unas palabras en su audiencia del 14 de enero de 1815, que nos pueden guiar en nuestra respuesta a Dios:

Corazón de María, tierno, sensibilísimo, solícito, generoso, compasivo, amantísimo, afligido, angustiado, zarandeado, fatigado, martirizado, atravesado, amargado…

Pidamos a la Santísima Virgen que nos conceda la gracia de grabar en nuestra memoria y en nuestros corazones la voluntad del buen Dios, dichas y repetidas por Ella misma en Fátima:

“Jesús quiere establecer en el mundo la devoción a mi Corazón Inmaculado”.

Y agradezcamos al Señor con las palabras del salmista, que broten de nuestros corazones convertidos:

Alabemos al Señor que nos dio, benigno el Sagrado Corazón de su Madre, un refugio estupendo  (Salmo 31, 22)

Giorgio Sernani2

Giorgio Sernani Q.E.P.D.

   

Fuente y Reconocimiento

La último que se leyó fue la ponencia de Giorgio Sernani en un Congreso Mariano realizado la primera semana de mayo de 2010 en Roma.

Para adherir a la peregrinación que haría Benedicto XVI a Fátima unos días después, en celebración de los 10 años de la beatificación de los videntes Jacinta y Francisco.

Giorgio Sernani fue un mariólogo argentino, prolífico escritor, colaborador y amigo de los Foros y de su editor, con quien compartimos algunas jornadas marianas memorables.

Su obra póstuma fue la creación del himno a la Virgen de Luján. Recemos por su alma, sea donde sea que hoy esté.

En ese encuentro, estudiosos de distintas disciplinas fueron exponiendo la situación actual del mundo desde distintas ópticas: religiosa, social, histórica, política, económica, etc. a fin de demostrar el equívoco de creer que el mensaje de Fátima ha concluido en el siglo XX.

Y que al contrario, cada vez se acentúan más los horrores de las guerras y persecuciones a causa de no haber cumplido con los pedidos de la Virgen, según Ella misma lo advirtiera en su aparición del 13 de julio de 1917:

“…Si atienden a mis deseos, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia.

Los buenos serán martirizados y el Santo Padre tendrá mucho que sufrir, varias naciones serán aniquiladas.

Por fin mi Corazón Inmaculado triunfará.

El Santo Padre me consagrará a Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz”.

Quiera Dios que el equívoco sea borrado con la clara afirmación del Santo Padre realizada pocos días después en la Homilía de la Misa del 13 de mayo en la explanada del santuario de Fátima:

“Se equivoca quien piensa que la misión profética de Fátima está acabada”.

Los deseos de la Virgen, que para la Iglesia son una orden a cumplir con diligente amor filial, constituían el medio extremo para lograr la salvación de las almas y la paz del mundo.

Que en aquel tiempo ya se encontraba en medio de un aluvión de pecado, y que en los nuestros ha llegado a un límite inimaginable, precisamente por no haber aceptado la ayuda de su Madre Santísima, la única que puede detener su brazo justiciero.

Todos esos pedidos estaban enmarcados en la voluntad de Dios de “Establecer en el mundo la devoción al Inmaculado Corazón de María” y eran expresamente:
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El rezo diario del Santo Rosario,
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la conversión, los sacrificios por los pecadores,
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el ejercicio de los Primeros Sábados de reparación a su Corazón Inmaculado,
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y la Consagración de Rusia al mismo, realizada por el Papa con todos los obispos del mundo.

A ese incumplimiento se suma el hecho de no haberse dado a conocer una parte del Tercer Secreto que por voluntad expresa de Nuestra Señora debía haberse hecho en 1960.

Y que, según los estudios realizados a partir de las declaraciones de quienes lo han leído, se refiere ante todo a la apostasía general en la Iglesia junto con cataclismos de la naturaleza, y al asesinato del Santo Padre, dignatarios de la Iglesia, religiosos y laicos que anuncia la parte del mismo dada a conocer en el año 2000.

La conferencia, interesantísima y esclarecedora, incluyó la asistencia a la audiencia general del Papa y una peregrinación de un día por algunos de los lugares santos de Roma.

Asistieron obispos, sacerdotes y muchos laicos llegados de países del mundo, creándose en un ambiente de devoción mariana y calidez fraternal.

A pedido de los Foros de la Virgen María, Giorgio publicó por primera vez la ponencia llevada desde nuestros dos países hermanos del Río de la Plata, y dedicada al centro del Mensaje de Fátima: La instauración en el mundo de la devoción al Corazón Inmaculado de María.

Que ha dispuesto el Señor y que iniciada en la Iglesia, no fue realizada plenamente, cayendo pronto en el olvido y hasta el menosprecio, salvo en donde lo ha hecho la misma Virgen Santísima, en su solicitud maternal, según lo vemos en las crónicas de sus posteriores apariciones.

Fuentes:

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