Musulmanes se encuentran con Cristo y encuentran lo que habían buscado toda la vida.

Los caminos de Dios para atraer a las personas son impresionantemente diversos y de una belleza sorprendente.

Y muchas veces se ve su acción sobrenatural para acercarse a nosotros.

Aquí contaremos cómo Dios actuó sobrenaturalmente para atraer a tres musulmanes.

A Magdala que dio una conferencia sobre ello en Paray-le-Monial, Francia, donde se apareció el Sagrado Corazón de Jesús.

A Nikki que escribió el libro «Sed de verdad: de Mahoma a Jesús», contando sus experiencias.

Y al actor Mehdi Djaadi, que luego se transformaría en la cara visible del movimiento de protesta «Manif pour tous» en el 2013.

En el año 2017 la musulmana Magdala experimentó que “¡Jesús es irresistible!”. 

Cuando su familia se convirtió, ella se resistió a hacerlo pero sucedieron tres sucesos sobrenaturales.

Un día el sacerdote de la parroquia donde iban a bautizarse sus hermanos, fue a cenar a su casa.

Y en cuanto tuvo oportunidad, le dijo para provocarle, que no entendía la Santísima Trinidad. “Yo tampoco. Es un misterio”, respondió el cura.

Aquella palabra, «misterio», desarmó a Magdala.

Y de repente se dijo “no comprendo, pero ¿por qué no?” 

La palabra misterio y el por qué no, entró en su corazón de una forma imperceptible. 

Y un día se levantó y se dijo “No puedo seguir resistiendo’. ¡Jesús es irresistible!»

Desde ese momento Magdala empezó lo más difícil, construir una relación con el Señor. 

Se aplicó disciplina.

Le aburría la misa y no creía en la Presencia Real de Jesús en la hostia consagrada.

Y se dijo “No lo comprendo, pero voy a creer que Tú estás ahí”. 

El segundo momento sucedió cuando comenzó a leer los Evangelios, pero no le decían nada. 

Y se dijo “Voy a venir a verte todos los días para que tú me expliques todo lo que no comprendo”.

Y sucedió un milagro, un día Él le explicó todo lo que no comprendía de los Evangelios.

Y el tercer momento fue cuando en el 2020 sufrió un gran fracaso que la destruyó por completo, porque ella había confiado ese asunto al Señor y se sintió traicionada por Él.

Comenzó a darle vueltas en el cerebro la idea de que Dios no la amaba. 

Se enfrentaba a un gran dilema, no podía creer que Él le amase, pero no podía vivir sin Él.

Y sucedió el tercer milagro, en un grupo pidió oración a todos por una situación que no comprendía. 

Y tres personas del grupo rezaron por ella y recibieron el mismo mensaje “eres valiosa a los ojos del Señor y Él te ama”. 

Entonces definitivamente Magdala se rindió a la evidencia.?

Otro caso es el de Nikki Kingsley, una musulmana devota durante 40 años. 

Había vivido una infancia feliz en una familia musulmana liberal, hasta un matrimonio concertado, que dañó su autoestima y la sumió en una profunda depresión. 

El matrimonio terminó tras su angustiosa huida a Estados Unidos, con sus dos hijos, donde empezó a construir una nueva vida.

Seguía siendo musulmana, pero cuando rezaba para tener una relación más profunda con Alá, se topaba con un muro de silencio.

Pasaba horas en su alfombra de oración suplicando a Alá que se revelara, pero nada.

Y sabía que había algo más, pero no sabía cómo llegar a ello. 

Estudiando el Corán, había desarrollado una devoción por la Virgen María, conocida en el islam como Mariam, la única mujer que tiene un capítulo dedicado a ella.

Nikki empezó a soñar con Mariam y su hijo Jesús, que es una figura respetada por los musulmanes, aunque es visto como un profeta humano, no como el hijo de Dios.

En su sueño, este Jesús era más poderoso que un profeta.

Un compañero de trabajo católico la invitó a una Iglesia, y allí sintió la presencia de Dios, pero todavía se resistía. 

Empezó a ir todas las mañanas para discutir con el crucifijo y decirle a Jesús, que no era el hijo de Dios.

Hasta que un día sorprendentemente le contestó: “¿Quién eres tú para decirme quién puedo o no puedo ser?”, le dijo. 

“Si quieres saber la verdad, vete y vuelve como una niña”.

Entonces se sentó como una niña dispuesta a escuchar.

Y de repente, un rayo de luz del crucifijo atravesó su cuerpo y cayó de rodillas.

Lo que sintió fue como una infusión de verdad. 

Empezó a llorar y dijo «Creo que eres el hijo de Dios».

Vio cómo se derrumbaba el muro y al otro lado estaba el amor de Dios Padre. 

Y no había forma de pasar ese muro sin Jesús. 

?

Finalmente llegamos al actor Mehdi Djaadi, nacido en Francia de padres argelinos, y criado como musulmán. 

En la adolescencia su vida se torció, cometió algunos delitos y abandonó la escuela.

Un día vio una iglesia evangélica en el barrio y empezó a ir, al principio para provocar al pastor, porque afirmaba que Jesús es hijo de Dios, algo inadmisible para un musulmán.

Pero leyó los Evangelios y quedó asombrado por la figura de Jesús. 

Empezó a rezarle y a vivir una amistad fuerte con Él. 

Una casualidad le llevó al Centro Dramático Nacional de Valence donde a los 21 años empezó su formación actoral.

Se alojó con un editor evangélico y una mañana lo bautizó, en una orilla del Ardèche.

Y luego concluiría sus estudios en la Escuela Superior de Arte Dramático de Lausana, Suiza. 

Cuando llegó a Suiza, se alegró de ir a la patria del protestantismo y de Juan Calvino. 

Pero se encontró en un universo que se decía tolerante pero muy anticlerical. 

La palabra de Dios lo seguía alimentado, pero tenía dificultades para aceptar el show de las predicaciones de los pastores evangélicos.

Sentía que no había encontrado a Dios aún. 

Al final del primer año estaba agotado. 

Y un amigo católico le propuso ir a un retiro a la abadía de Sept-Fons. 

Allí quedó conmocionado con la liturgia de las horas. 

Como protestante, amaba los salmos, porque todo el misterio de la Revelación estaba contenido en ellos. 

Pero allí, en esos monjes, oyó a Dios cantar dentro de él. 

Después fue a la Adoración. Nada había sido tan profundo antes como esa exposición del Santísimo Sacramento.

Tuvo la certeza de que Jesús, al que amaba, estaba realmente presente. 

Se sintió envuelto por su presencia y como si pudiera hablar con Él allí mismo.

Al fin se encontraba cara a cara con él en el pan y el vino consagrados.

De repente se le abrió un mundo increíble, que no podía creer. 

Fue a ver al hermano hospedero y le preguntó: «¿Siempre es así?». Y le respondió: «¡Así, en cada misa y en cada oración!».

Se fue de ese lugar con el rostro bañado en lágrimas por la alegría de haber encontrado a Cristo, pero con la tristeza de no poder unirse a Él en la eucaristía. 

Los dos años siguientes los dedicó a Dios. A las seis de la tarde iba a misa a la basílica de Notre-Dame du Valentin, y también a catequesis.

Al final de su tercer año recibió la comunión y el sacramento de la confirmación. 

Todos los que recibían la confirmación estaban con sus familias y amigos. Pero él estaba solo en un banco. 

Y cuando lo llamaron respondió «Aquí estoy».

Esto lo sintió en lo más hondo, «Aquí estoy Señor.»

Y luego se vio rodeado de Jesús y una enorme cantidad de santos.

Bueno, hasta aquí el relato de cómo Jesucristo guió sobrenaturalmente la conversión de 3 musulmanes.

Y me gustaría preguntarte si has sentido en tu vida cristiana la presencia sobrenatural de Jesús al lado tuyo o no.

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