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Todos tenemos la sensación de que la humanidad hace cada vez más cosas bárbaras.

Vivimos en un mundo caído que está cayendo cada vez más, hacia abismos más profundos.

La templanza que nos contenía ha dado paso a las pasiones desenfrenadas.

Y esto despierta en muchos, ateos y gente de fe, la necesidad de justicia para encarrilar la vida.

hombre caminando en la nieve

¿Es razonable aspirar a una vida de perfección y felicidad en la tierra?
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¿Tarde o temprano los problemas no nos golpearán?

Cada vez es menos posible aspirar a la paz y la tranquilidad, porque la actividad del demonio es cada vez mayor y el abuso a los débiles aumenta.

Piensa en esto. Todos conocemos a esa gente de quien no se puede esperar nada bueno. Ni se arrepienten de nada.

Y sin embargo muchos de ellos son materialmente y socialmente exitosos en la tierra.

¿Una sociedad puede vivir pacíficamente con gente así?

¿Es posible arreglarlo?

Seguramente que no, pero nuestro consuelo está en la realidad y en las promesas de vida eterna.

Es necesario un baño de realidad y no mera ideología.

LA SUSTITUCIÓN DEL BIEN POR EL MAL, DEBIDO A LA EROSIÓN DE LA TEMPLANZA

El pecado destruye el equilibrio dentro de las almas que buscan lo que es bueno, verdadero y bello.

Vivimos en tiempos de pecado, intemperantes y anormales en el que las personas reclaman el derecho a la libertad irrestricta de hacer cualquier cosa que deseen, sin importar las consecuencias.

La mayoría de la gente está fascinada por la intemperancia frenética de los placeres fugaces e intereses mundanos.
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El amor desenfrenado de los placeres sensuales oscurece el ojo interior del alma, derribando todas sus aspiraciones.

La gente odia la templanza, que busca contenerlos.

Ya no buscan la plenitud de las cosas sublimes.

Más bien se puede decir de nuestra generación lo que dijo el profeta Daniel de personas similares de su tiempo:

“Perdieron la cabeza dejando de mirar hacia el cielo y olvidando sus justos juicios” (Dan.13: 9).

Es por eso que las personas hacen cosas bárbaras.

El corazón humano no puede permanecer mucho tiempo sin un objeto de sus deseos.

Cuando la templanza ya no gobierna, la gente pierde sus puntos de referencia morales, encuentra falsos absolutos a seguir y finalmente abraza lo falso, lo malo y horrible.

La clave para controlar los impulsos desordenados es la virtud de la templanza.

Regula nuestros apetitos y pasiones naturales de acuerdo con las normas prescritas por la razón y la fe.

La templanza nos enseña a desear lo que es correcto para nosotros y, naturalmente, conduce a un equilibrio.

Nos permite buscar el bien, lo verdadero y bello sin caer en fantasías peligrosas, desequilibrio mentales o errores.

La templanza no sólo refrena sino que también libera a la persona a seguir los deseos fundamentales del corazón humano.

Cuando la virtud de la templanza está en orden, la gente no hace cosas bárbaras.

Pero cuando flaquea la templanza, la persona va a ser mal dirigida hacia los apetitos insaciables de los vicios y pasiones que son en última instancia autodestructivos.

Vamos a buscar sensaciones cada vez más fuertes de placer que poco a poco se convierten en brutales y bárbaras.

Por lo tanto, si ahondamos más profundamente en el problema de por qué la gente hace cosas bárbaras, nos encontramos con una cultura de la intemperancia frenética que favorece un retorno a los tiempos bárbaros.

A veces, se manifiesta sólo en la mala educación, la vulgaridad y la vida disoluta.

Otras veces estalla en violencia, tortura cruel y sádico asesinato, que conducen a la inhumanidad del hombre.

Cuando buscamos lo que es más elevado, digno y noble, inevitablemente encontramos a Dios, que es la Verdad, la Belleza y la Bondad.

Cuando buscamos plenitud con templanza, nos lleva inevitablemente a encontrar al Dios único que puede satisfacer los anhelos de nuestros corazones por toda la eternidad.

La verdadera razón por la que la gente hace cosas bárbaras es que han rechazado a Dios y su ley.

Ellos se han rebelado contra la forma en la que estamos hechos.

No es de extrañar que actos inhumanos y siniestros sigan ocurriendo.

De hecho, estamos hechos para Dios, y nuestro corazón no encontrará paz, como San Agustín nos recuerda, hasta que descanse en él.

¿Pero podremos perfeccionar este mundo caído?

Perfeccionarlo no, sino sólo recuperar algo de la templanza perdida.

globo terraqueo con balanza fondo arrepentimiento

LA INSTANCIA DE JUSTICIA ES UNA NECESIDAD PARA QUE EL HOMBRE VIVA EN SOCIEDAD

El infierno o su equivalente se encuentra en las Escrituras. También se encuentra en el trabajo de Platón.

Y en realidad, es una forma muy útil para enseñar o recordar la importancia de nuestras acciones diarias.

Lo que inquietaba a Platón era si el mundo fue, de hecho, creado en la injusticia, ya que parecía ser así.

Él observó lo que le sucedió a su amigo y mentor Sócrates, que fue ejecutado en un juicio legal en la mejor de las ciudades.

Y se dio cuenta de que en este mundo muchas injusticias no son castigadas, y muchas buenas obras no son recompensadas. Nadie podría negar este hecho.

Pero, si es cierto, ¿qué significaría esto? Esto significaría que lo que hacemos, realmente no hace ninguna diferencia definitiva.

Si los culpables no son castigados y reciben los mismos, o mejores beneficios que los virtuosos, entonces el mundo es simplemente injusto e incoherente.

Sólo si hay un más allá, si el alma es inmortal, podría ser comprendida esta injusticia.

Por consiguiente, la doctrina del infierno no surge tanto de Dios, sino de nosotros.

De repente nos damos cuenta que, sin el infierno, nada de lo que hacemos hace realmente alguna diferencia.

No «paga» ser justo o injusto. Eso no importa. Nada importa. La mayoría de las personas concluyen de estas consideraciones: «¿Por qué no ser injusto, entonces?»

De hecho, lo que suele suceder es que no podemos soportar la idea de que el caos de nuestras vidas y sociedades no tengan una causa inteligible.

¿Pero podemos erradicarla las malas conductas en la tierra?

alambrada de puas fondo

Como el Papa Benedicto XVI profundizó en Spe Salvi, lo que hacemos es trasladar la idea del infierno desde el otro mundo a este mundo.
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Se proponen ideologías políticas, ecológicas, o psicológicas para designar la «causa» del mal.
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Prometen identificarla y erradicarla.
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Y por lo general, terminan acusando a otras clases, pueblos, religiones o nacionalidades de todos los problemas humanos.
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Ellos terminan empeorando las cosas.

John Adams, el segundo presidente de Estados Unidos, se dice que hubo remarcado que «el infierno es la doctrina política más esencial.»

¿Por qué dijo esto? El Gobierno no puede castigar todos los delitos, una visión con la que Santo Tomás de Aquino estuvo de acuerdo.

Debe haber alguna comprensión de que la sociedad política no es la única ni toda la explicación de la vida humana.

El Gobierno depende de una justicia que en sí misma no puede realizar plenamente.

A menos que tengamos algunas personas que están sólo viviendo por el bien del honor y la razón, vamos a vivir en una selva.

Y aquellos que salen avante con sus crímenes impunes, no pueden dejar de pensar que no hay consecuencias por sus actos injustos.

Los gobiernos que no profesan creencia alguna en el infierno por lo general terminan creando su propia versión del mismo en la tierra.

Así que, si echamos un vistazo final al infierno, de repente veremos que su origen tiene que ver con la libertad en la que hemos sido creados.

Si otros seres humanos son tan importantes como pensamos que son – tan importantes que han sido creados para ser – se deduce que el infierno indirectamente nos enseña esta verdad fundamental de nuestra dignidad.

Todos nosotros, grandes y pequeños, estamos envueltos en el drama de la existencia humana, la propia y la de los que conocemos y con quienes convivimos.

Pocas personas no han visto las ruinas que los pecados y las malas decisiones han causado a sus amigos y familias.

No es sólo una cuestión de los grandes males políticos como el aborto y la corrupción, sino también el dolor causado a niños, esposas, esposos, amigos, incluso enemigos.

En este sentido, el concepto del infierno es bastante útil para nosotros.

Una vez que existimos somos lo suficientemente libres para entrar en el drama personal de querer hacer lo que es digno de nuestra importante existencia.

El infierno no es otra cosa más que el resultado de nuestro rechazo personal, que se manifiesta por la forma en que vivimos nuestras vidas, para elegir lo que debería ser.

El juicio de Dios no es más que la confirmación de nuestro propio juicio sobre nosotros mismos.
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Ni Dios puede «hacernos» elegir ser otro que lo que insistimos ser.

El infierno es lo que queda cuando decidimos abandonar a Dios y Su mundo por nosotros mismos y nuestro mundo hecho por nosotros.

Dore almas en el cielo

LA GENTE ELIGE UNA VIDA ETERNA DE CIELO O DE INFIERNO DESDE LA TIERRA

Si hay un lugar como el infierno, y el Evangelio y el sentido común nos aseguran que existe, ¿quién irá allí y por qué?

Si hay un infierno y si la gente va allí, ¿es realmente para siempre? Si es así ¿por qué?

Podemos responder a la pregunta de que SÍ el infierno es eterno.

Tiene que ser eterno porque Dios hizo a los seres humanos a su imagen y Él es eterno.

Todos tenemos la eternidad asegurada dentro de nosotros. Todos nosotros viviremos para siempre. Todo lo que queda es, por tanto, decidir en dónde lo haremos.

Esto va en contra de aquellos que sugieren que las personas malas simplemente dejan de existir.

Ellos mueren y son aniquiladas. Están perdidos y se han ido para siempre. Para nada. Debido a que somos eternos vivimos para siempre.

Dios no envía a la gente al infierno tanto como lo que ellos optan por ir allí. Dios quiere que todos vayan al cielo.

«El Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaban perdidos«. (Lucas 19:10) y «Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo» (Jn. 03:17)

Pero Él no va a gobernar por sobre nuestra voluntad. Él no nos obligará a ir al cielo.

Por otra parte, si Él nos obligase a ir al cielo, no sería el cielo, porque el cielo es el lugar en donde se cumplen nuestros deseos y nuestras más grandes elecciones se hacen realidad.

El cielo no es sólo el premio de los buenos hijitos de Dios. El cielo es el resultado natural e inevitable de elecciones que hemos hecho a lo largo del viaje.

No es una recompensa arbitraria, es el destino de nuestro largo viaje a casa. Por lo tanto, es el resultado de muchas elecciones.

Piensa en ello así: el cielo es el resultado de toda una vida de lucha, fe y gracia activa dada a nuestras vidas.

Es como un atleta que gana una medalla de oro o un músico exitoso: estas cosas no son recompensas arbitrarias, sino el resultado final y natural de toda una vida de sacrificio y disciplina, de regalos y trabajo duro.

El infierno, por otro lado, es también el resultado de un largo viaje y una secuencia de elecciones.

¿Acaso no todos sabemos de algunas personas que odian a Dios, odian a Jesús y a su Madre bendita, odian todo lo que es bello, bueno y verdadero?

el infierno es fabuloso

¿No conocemos personas que están hundidas en la enfermedad del pecado, tanto así que han llegado a detestar literalmente todo lo que es santo, bueno y verdadero?

Por lo tanto, ¿por qué imaginamos, que serían felices en el cielo? No lo serían.
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Ellos odian el cielo, porque el cielo es el lugar donde no hay nada más que bondad, verdad y belleza.

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Si ellos han odiado y aborrecido estas cosas toda su vida, ¿por qué nos imaginamos que les encantaría en la siguiente vida?

Creo que hay muchas personas que llegarán a las puertas del cielo y escupirán en la invitación y correrán tan lejos y tan rápido como puedan en otra dirección. La realidad es que ellos preferirán el infierno que al cielo.

El cielo para ellos, en realidad sería un tormento mayor que el infierno.

Su orgullo y desprecio a lo santo es tan grande, que los demonios que esperan abajo les parecerán ser sus hermanos e incluso en su tormento van a gritar, «¡El infierno es fabuloso!»

Por último, existe una interesante especulación de que, tal vez, al final, todo el mundo va al mismo lugar.

Tal vez todos entraremos en la presencia de Dios y, todo lo que es real, bueno, bello y verdadero.
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Aquellos que son salvos experimentarán esa luz eterna como gloria del cielo.
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Aquellos que están condenados experimentarán esa misma luz como tormento abrasador del infierno.

Todo esto para arribar que muy difícilmente podamos crear un mundo justo en el Tierra.

Y es más, cada vez será más injusto en la medida que el demonio y los suyos se afianzan más en las riendas del mundo.

BUSCA LA PERFECCIÓN EN LA VIDA SIGUIENTE

Así que olvida la perfección. Nunca la verás en la tierra.

No hablamos de pureza interior. Esto es lo que debes buscar – fervientemente, con todas nuestras fuerzas.

Lo que estamos hablando aquí es de querer una vida en la tierra libre de la decepción.

Tampoco puedes suponer que algún día se pueda construir en la tierra la solidaridad entre las personas, que no haya guerras y que todos van a vivir felices.

Olvídalo. No va a pasar. Nunca.

Eso sería destruir las pruebas y lecciones de la vida.

Puedes aspirar a mejorar, pero no a la perfección. Sólo en el cielo pasará eso.

Sin embargo la idea de que todo puede cambiar y se puede hacer esa utopía en la tierra ha permeado en la Iglesia.

Se está preocupando más de los problemas sociales que de transformar almas y después encaminarlas para que entrene sí en ese reino de felicidad y paz eterna.

Y ya sabes cómo termina la aparente felicidad en la tierra.

Las cosas van bien, impecablemente, casi quieres embotellar ese momento. Parece que encontraste la fórmula secreta.

Te aprontas a celebrar. Pero te olvidas que el diablo está a la vuelta de la esquina, esperando, y las cosas se te dan vuelta de repente.

papa francisco pensativo y preocupado

¿Cuántas veces te ha pasado esto?

¿Cuántas veces has estado en un camino que supusiste te llevaba a la felicidad y la paz, y de repente aparece el día terrible, como un trueno?

Y lo que trabajosamente sembraste se te viene abajo en un instante sin que puedas hacer nada.

Nunca se sabe lo que está a la vuelta de la esquina.

La vida es una carretera con curvas y no puedes ver si otro coche viene a toda velocidad en el carril equivocado, y ¡zas!.

En Lourdes, la Virgen dijo a Santa Bernardita “No te prometo hacerte feliz en este mundo, sino en el otro”.

Siempre habrá luchas. Habrá días buenos, regulares y otros francamente horribles.

Desde luego, podemos mitigar los malos momentos través de la oración, el ayuno, para buscar la paz y capear el temporal.

Pero la perfección ¡No¡ Y no debemos sentirnos tristes por eso, porque las pruebas nos purifican.

Y el purgatorio aquí es mejor que en el más allá.

Es razonable esperar que nos encontremos con adversidades en nuestra vida, porque vivimos en un mundo profundamente caído.

Por eso no es razonable tratar de encontrar un camino que evite las dificultades porque tarde o temprano llegan.

El principal problema con la fantasía de llevar una vida fácil es que no permite anticipar que nos encontraremos cara a cara con situaciones más allá de tu capacidad de manejar.

Cuando veas los ejércitos de los problemas que marchan hacia ti, clama a Dios.

Permítele luchar por ti. Deja que haga su trabajo en tu nombre, mientras descansas a la sombra de la presencia de los ejércitos celestiales.

Pero esto no significa que cuando vengan los momentos malos no hagas las cosas que estén a tu alcance para zafar del golpe, por lo menos en algo.

lucifer el angel caído

Significa que hay que tomar las cosas como vienen, como el salto de obstáculos, en vez de hundirte en la amargura y el lamento.

Deja que Dios te guíe en todas las cosas con ecuanimidad de espíritu.

No deberías llorar sobre la leche derramada, por no conseguir todo lo que querías (por así decirlo) para la Navidad (cuando todo lo que deberíamos buscar es Jesús, en la humildad de la cuna).

Deberíamos poder hacer frente a la decepción con una sonrisa, sabiendo que la vida sube y baja como una ola; que hay mareas.

Que lo que Dios da, Él lo puede llevar, y que lo que te quita, él lo da de vuelta en una forma y en un marco de tiempo que es misterioso e impredecible.

Cuando estemos con Él los tiempos y métodos del Señor tendrán sentido. Lo mismo ocurrirá con nuestros “problemas”.

Hay además una clara percepción que los problemas que podríamos tener normalmente en la tierra, lejos de menguarse van en aumento.

La acción del demonio nos ha puesto en un clima en que todos somos más vulnerables a ser abusados por otros.

En definitiva actualmente, a veces nos olvidamos que estamos en un exilio o en un mundo de pruebas.

Y vivimos nuestra vida resentida porque no aceptamos que la vida en la Tierra no es perfecta.

La serenidad viene cuando nos damos un baño de realidad.

Y comprendemos que vivimos en un mundo tal como es y no como queremos que sea.

Estas 10 verdades son un resumen de lo que vimos hasta aquí.

10 VERDADES QUE TE HARÁN LIBRE

Aquí presentamos 10 verdades espirituales que nos aportarán una gran paz, si las aceptamos; pero son duras.

1 – LAS COSAS DE ESTE MUNDO SON VANAS Y ENGAÑOSAS

Esto quiere decir que son vacías, pasajeras y mentirosas.

Que podemos valorar la popularidad y los placeres mundanos, pero esas cosas se van en un momento.

¿Qué recuerdas en el fondo de las últimas vacaciones qué has tenido?

¿Qué es de los héroes y de los poderosos que aparecen en los medios hoy, y que mañana desaparecen? ¿Te acordarás de ellos en un año? Haz memoria.

Este mundo pasajero es engañoso.

El decir a cada momento yo soy lo que importa y soy lo que tengo que satisfacer, son engaños qué podemos ver tiempo después, cuando esas satisfacciones no han perdurado.

La forma en que este mundo está pasando para nosotros no puede satisfacer nuestros deseos infinitos.

Dios grabó en nuestros corazones dónde está la verdadera satisfacción, que es junto a Él.

Sin embargo preferimos perseguir ilusiones, alimentar nuestra vanidad y engañarnos con cosas que se van a evaporar a la vuelta de la esquina.

Debemos ser capaces de identificar cuáles son las cosas vanas y pasajeras.

Aprendiendo a darle importancia a lo que realmente necesitamos en este camino, para llegar a la vida definitiva.

Esto te liberará de una cantidad de mochilas qué estás llevando sobre tus hombros.

2 – TODO FALLA Y LLEGA A SU FIN

Este mundo está pasando para cada uno de nosotros, incluso para nuestras relaciones.

La muestra de eso los tenemos en los cementerios.

Alguien te puede decir “puedes obtener lo que quieres, puedes tenerlo todo” y al final te mueres.

Tienes una pareja de la que estás muy enamorado, pero surgen desavenencias, hay un divorcio, una enfermedad, la muerte.

Todo pasa y más rápido de lo que queremos suponer.

Esto no quiere decir que debemos rechazar las alegrías de este mundo.

Sino que debemos ponerlas en una perspectiva justa.

Preocupándonos específicamente por las cosas definitivas, las que no pasan.

Poner nuestros corazones en los bienes celestiales. Porque nuestro tiempo es incierto.

Puedes tener grandes planes para mañana, ojalá los tengas yo también los tengo.

Pero Dios no nos promete que mañana estaremos vivos, quizás no lo estemos.

Esta es una dura realidad que debemos aceptar.

3 – TÚ TE VAS A MORIR

A todos en mayor o menor medida nos pone nerviosos hablar de nuestra muerte.

Porque en realidad no la aceptamos del todo.

Pero basta dar un paseo por un cementerio para darnos cuenta de que es una realidad inexcusable.

Ahí nos damos cuenta que esta vida no es para siempre y que tampoco nuestros problemas duran para siempre.

Cuando comprendemos esto, nos ayuda con la tarea más importante que tenemos, que es prepararnos para encontrarnos con Dios.

Y dejar de preocuparnos con los problemas de este mundo; debemos simplificar nuestra vida.

No debemos tomar en serio este mundo, sino simplemente pasarlo como una prueba o una etapa para llegar a la vida definitiva.

No debemos caer presa de las promesas vacías de comodidad perfecta en la Tierra y de vanidades.

Una vida sencilla y humilde nos trae una gran serenidad.

Nuestra época nos permite ilusionarnos con que la muerte puede ser pospuesta por los adelantos tecnológicos de la medicina.

Eso nos puede engañar de qué nuestra propia muerte se va a dilatar más y más.

La vida es corta no podemos elegir cuando moriremos.

Y en nuestra vejez tendremos una serie de impedimentos que no permitirán hacer ciertas cosas que incluso tenemos planeado hacer.

Cuando adquirimos conciencia de que la vida es corta y que nuestra salud se va a deteriorar al final de ella, no nos vamos a ocupar tanto de cosas pasajeras, sino que vamos a invertir en las cosas duraderas que nos promete Dios.

Esto nos lleva a la próxima verdad que es la ilusión de la autonomía.

4 – TÚ NO ESTÁS EN CONTROL DE NADA

El control es una ilusión y lo podemos ver en los diversos planes que hemos tenido en cada etapa de la vida y que de repente fueron cambiados abruptamente por cosas que emergieron.

Nuestra vida está más relacionada con las cosas que nos llegan que con las cosas que planificamos hacer.

Cuando nos aferramos a pensar que tenemos el control de las cosas alrededor de nuestra vida nos volvemos ansiosos para manipular la realidad.

Y cuando no podemos controlarla, nos llega la desazón y la ira.

Es precisamente nuestro deseo de controlar lo que nos hace ansiosos y tener dolores.

A cada paso descubrimos que muchas cosas y personas no las podemos controlar, y eso nos frustra.

Debemos aceptar que no tenemos el control y que sólo Dios tiene el control sobre nuestras cosas.

Paradojalmente esto nos libera de temores y ansiedades.

Sobre todo cuando adquirimos la conciencia que no sabemos exactamente lo que es mejor para nosotros.

Muchas veces hemos deseado y planificado con fuerza algo que luego no sucedió.

Pero tiempo después le damos gracias a Dios de que haya sido frustrado, porque hubiera sido un desastre.

Dios conoce mejor que nosotros lo que verdaderamente necesitamos y la única solución es confiar en Él.

Esto no significa qué saltaras de alegría con lo que Dios decida para tu vida, porque puede no coincidir con lo que deseas.

De modo que lo más realista es aceptar nuestra pobreza e incapacidad para controlar nuestra vida.

Nuestros planes de futuro deberían ser solamente indicativos y una vaga referencia a nuestros deseos, pero no una especie de imposición moral.

Y dejar en manos de Dios el control.

5 – LA VIDA ES DURA

Vivimos tiempos mucho más confortables y cómodos que los que vivieron nuestros antepasados.

La medicina ha eliminado una buena parte del dolor y la enfermedad en nuestras vidas.

Tenemos más bienes y confort a nuestro alrededor.

No trabajamos tanto tiempo ni tan arduamente como nuestros antepasados.

Esto nos ha dado la perspectiva de que vivimos una vida placentera y que podemos eliminar los dolores con la tecnología.

Cuando nos llega el sufrimiento – como no estamos acostumbrados como nuestros antepasados -, nos desesperamos, sentimos ira y buscamos culpables.

Pero el sufrimiento es parte de nuestra vida. Es lo que debemos esperar y no un mundo color rosa.

Eso no significa que te guste sufrir. Sino aceptar que la vida es difícil y que no se debe perder la paz ni la serenidad ante las dificultades.

Lo cual nos ayuda a agradecer por las alegrías y las gracias que se nos dan.

6 – TU VIDA NO SE TRATA DE TI

En este mundo hedonista nos gusta pensar que somos los capitanes de nuestro barco, que navega hacia nuestra autorrealización.

No tomamos conciencia de que no somos los que llevamos el curso de nuestra vida.

Nuestra ideología de hacer nuestra experiencia y buscar nuestro propio camino nos hace olvidar que la verdadera felicidad viene de lo que Dios quiere y no de lo que nosotros queremos.

Por lo tanto nos ahorraría una cantidad de esfuerzo y dolor seguir a Dios, en vez de seguir nuestros propios proyectos.

Nos aferramos a nuestros planes y deseos acerca de lo que tiene que ser nuestra vida, y a partir de ahí, hacemos castillos imaginarios sobre nuestro futuro.

Y cuando no nos va bien, clamamos a Dios que nos venga a rescatar.

Pero hay una cosa que se llama plan de Dios para cada persona.

Que implica que nosotros no existimos para satisfacer nuestros caprichos, sino que somos una parte en el plan general de Dios.

De modo que debemos aceptar humildemente que nuestra vida no se trata de nosotros, sino del plan que Dios tiene sobre ella.

Si logramos manejar esta idea y aceptarla, nuestro trabajo central será discernir qué es lo que Dios quiere para nosotros en cada situación y seguirlo.

Con esto tendremos una vida más serena y nos ahorraremos muchas dificultades.

7 – TÚ NO ERES TAN IMPORTANTE

Esta es una realidad que duele mucho porque tendemos a pensar que el mundo debe girar a nuestro alrededor.

Creemos que lo más importante somos nosotros y nuestros sentimientos.

Pero en el plan de Dios estamos nosotros tanto como el resto de las personas y todos son importantes.

Es más, debemos aceptar las circunstancias en que otras personas son más importantes que nosotros.

Y que las necesidades coyunturales de algunas personas son más importantes que las nuestras en ocasiones.

Esto hace que el mundo deje de girar en nuestro alrededor.

Nos libera de andar corriendo para satisfacer lo que queremos, generándonos abundante paz.

Y empezamos a comprender y disfrutar la preocupación por otras personas, a las que comprendemos que Dios también les da importancia.

8 – LA CONTABILIDAD ES ESTRICTA

Jesús nos ha dicho,

Pero yo les digo que todos tendrán que rendir cuentas en el día del juicio por cada palabra vacía que han hablado” (Mateo 12:36).

Y San Pablo también nos ha dicho,

Él traerá a la luz lo que está escondido en las tinieblas y expondrá los motivos del corazón” (1 Cor 4:5).

Y la segunda carta de Santiago aún es más dura,

“…porque el juicio será despiadado para el que no ha mostrado misericordia (Santiago 2:12-13).

Si Dios actuara con absoluta justicia, como un juez, no tendríamos ninguna oportunidad, porque somos pecadores contumaces.

Pero también Dios es misericordioso y perdona nuestros pecados cuando nos arrepentimos y enmendamos nuestras vidas.

Debemos considerar que la contabilidad será estricta y tendremos un juicio personal de Dios cuando muramos.

En el que nos presentará las cosas buenas y malas que hemos hecho en la vida.

Y ahí seremos nosotros mismos los que tendremos claro cuál es nuestro destino y no podremos oponernos al juicio de Dios.

Muchos de los que han tenido experiencias cercanas a la muerte han presenciado su propio juicio.

Han contado cómo Jesús les ha presentado su vida cómo en una película.

Y que ellos se han horrorizado por las cosas malvadas que han hecho, y se han sentido agradecidos por las intervenciones que Dios y otras personas han tenido en sus vidas.

De modo que sabiendo que va a haber una contabilidad de estricta en nuestro juicio personal debemos prepararnos para eso.

Y no tomar conciencia de ello solamente al final de la vida, cuando nos queda mucho menos tiempo para arrepentirnos.

9 – EL CAMINO QUE CONDUCE A LA VIDA ETERNA ES ANGOSTO

La escritura nos da la información qué el camino hacia la vida eterna es difícil: la puerta estrecha y es aún difícil para los justos, de modo que para los pecadores es imposible.

No hay ninguna información en la Biblia que permita avalar la herejía de nuestro tiempo, que sostiene que la salvación es casi universal, que todos entran por la puerta estrecha y que no hay personas en el infierno.

La cita que hace Mateo 7:13-14 es por demás elocuente dice,

“… porque la puerta es estrecha y el camino que lleva la vida es duro y los que la encuentran son pocos”.

Está afirmación se produce en el contexto de una advertencia de Jesús sobre la realidad del infierno y la finalidad del juicio.

Nadie que lea la Biblia con atención puede decir que Jesús no ha advertido sobre lo difícil que es la salvación.

Quién opina lo contrario lo hace simplemente por ideología o porque está convencido que lo de Jesús fue solamente una amenaza pastoral para que la gente se convirtiera.

Dios sabe que nosotros preferimos la oscuridad a la luz y preferimos nuestros caminos en lugar de lo que nos enseña y ofrece Dios.

Y al final Dios respetará a nuestra elección.

De modo que no podemos presumir de nuestra salvación porque sería un pecado contra la esperanza.

Esto nos jerarquiza de otra manera las prioridades, dándole más importancia a lo eterno ante que a las cosas pasajeras de este mundo.

Ten en cuenta que en 1 Pedro 4:18 se dice que si es difícil para el justo ser salvo, que será del impío y del pecador.

Debemos tomar conciencia que la salvación es dura.

Pero no para asustarnos y paralizarnos sino para comprender que debemos orar, leer las escrituras, asistir a los sacramentos, enmendarnos de los pecados y realizar obras.

Y perseverar hasta el último día de nuestra vida.

Sin esto no tendremos posibilidades de salvarnos.

Sin un adecuado Santo Temor Divino caminamos derecho a la perdición.

Es profundamente liberador comprender la deuda que tenemos con Dios porque nos ha creado, nos ha puesto a su servicio y nos dio un camino para la vida eterna junto a Él.

Es profundamente liberador hacer oraciones de gratitud a Dios. Pocas veces las decimos.

«Gracias, Señor, por todas tus bendiciones obvias y ocultas. Gracias, Señor, por crearme, mantenerme y amarme hasta el final, y por invitarme a conocerte, amarte y servirte».

10 – EL IMPENITENTE EXPERIMENTARÁ LA IRA DIVINA

La Santa Ira de Dios es una expresión que no significa que Dios esté personalmente enojado y nos castigue.

Dios no es malhumorado y no cambia. Él es Dios.

La ira de Dios es una forma en que nosotros lo vivimos a Él. Es nuestra incomodidad y rebelión ante su santidad.

El símil de pasar de una habitación oscura a una en la que entra la brillante luz del sol es el adecuado.

Nos duele la claridad de la luz pero la luz no es dolorosa en sí misma.

Nos duele la luz porque estamos en la oscuridad.

La verdad dura es que Dios es santo y que nadie puede entrar en su presencia si no es Santo como Él.

Si no toleramos Su luz no podremos tolerar estar junto a Él.

En Juan 3:19 dice Jesús

“La luz ha venido al mundo y el pueblo amo más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas”.

Este dicho de Jesús lo vierte en el contexto en qué dice que

“Dios amó tanto al mundo que le ha dado a su hijo unigénito para que todo aquel que cree en Él tenga vida eterna” (Juan 3:16).

Lo liberador es que estas palabras de Jesús nos instan a prepararnos y nos dan una guía de cómo encontrarnos con Él.

Implica el remedio de todas estas duras verdades, que es confiar en Dios y aprender a depender de Él.

Fuentes:


Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María

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